Posts categorized “Alberto González Cáceres”.

PROSA Y POESÍA DE RAFAEL RODRÍGUEZ GONZÁLEZ (1955-2015) EN LA REVISTA ILUSTRADA DE LITERATURA «CARMINA»

 

[Foto: LGV Rota 2011]

 

I

 

OBRA ANÓNIMA

 

   ¿NOTÁIS LA BARBULLA DE LA MARCHA?. Anónimo del s. XXI (Compilaciones de Rafael Rodríguez González 2012)

   «OBSERVAD AL CIERVO: SABE». Anónimo del s. XXI encontrado en las escalinatas de las Setas de La Encarnación (Compilaciones de Rafael Rodríguez González —Sevilla 2012—)

   «QUE GROENLANDIA SE FUNDA» Poema Anónimo del s. XXI con otro visual de LGV. Compilaciones de Rafael Rodríguez González

   A SALVO DE RESFRIADOS. (Anónimo del s. XXI). Compilaciones de Rafael Rodríguez González

   ES UN PAPEL HALLADO EN CUALQUIER SITIO (Anónimo del s. XXI). Compilaciones de Rafael Rodríguez González

   PROCACIDADES PARA UNA BODA (Anónimo del s. XXI). Compilaciones de Rafael Rodríguez González

sintítuloacrílicosobrelienzoFAFI

Sin título

(Acrílico sobre lienzo)

Rafael Luna

 

II

 

OBRA HETERÓNIMA

 

ALBERTO GONZÁLEZ CÁCERES (1953-2009)

 

   ALGUNAS RIMAS DE ALBERTO GONZÁLEZ CÁCERES HECHAS POR ENCARGO (CON DOS PINTURAS DE RAFAEL LUNA, A PROPÓSITO DE ESTA EDICIÓN). Por Rafael Rodríguez González

   DISTANCIA. Alberto González Cáceres (1953-2009)

   «SUBIU O CLAMOR DA LIBERDADE / FLORIU ABRIL». Homenaje de «CARMINA» a la revolución portuguesa del 25 de abril de 1974 y 2ª edición de un poema de Alberto González Cáceres

   EL VACÍO (*). Poema de Alberto González Cáceres con fotografía de Manuel Verpi

   AL FILO DE LA NOTICIA* (29-2-2009). Poema de Alberto González Cáceres (1953-2009)

   PINGAJOS. Por Alberto González Cáceres (1953-2009)

   POR DESGRACIA… (*). Alberto González Cáceres (Alcalá, 1953-Monsaraz, 2009)

   TE QUEREMOS, LUIS. Alberto González Cáceres (1953-2009)

   LA PRÉDICA DEL INCURABLE. Por Alberto González Cáceres (Alcalá de Guadaíra, 1953-Monsaraz, 2009)

   POR SI FUERA POCO (*). Por Alberto González Cáceres (Alcalá de Guadaíra, 1953-Monsaraz, 2009)

   FIN DE LA MADEJA (*). Por Alberto González Cáceres (Alcalá de Guadaíra, 1953-Monsaraz, 2009)

   BUSCANDO EN LA CALLE SOL. Alberto González Cáceres (1953-2009)

   EL LIBRO. Alberto González Cáceres (Alcalá de Guadaíra, 1953-Monsaraz, 2009)

   ESTUPENDO. Por Alberto González Cáceres (Alcalá, 1953-Monsaraz, 2009)

  TERCER AVANCE: LA DESTILACIÓN DE LA VIDA. Alberto González Cáceres (2009). Publicación «post mortem». Texto cedido por Mario Cortés (2010)

   SEGUNDO AVANCE: UN HOMBRE DE TALLA. Alberto González Cáceres (2009). Publicación «post mortem». Texto cedido por Mario Cortés (2010)

   PRIMER AVANCE: LA LEJANÍA DEL PODER. Alberto González Cáceres (2009). Publicación «post mortem». Texto cedido por Mario Cortés (2010)

   XIV (De «De Proelium»). Alberto González Cáceres

   HOMENAJE (1) DE «CARMINA» A LA LIBERTAD O AL AMOR (15 DE MAYO DE 2016). Poema y carta de Alberto González Cáceres (1953-2009) y Rafael Rodríguez González (1955-2015), respectivamente

 

 Jules et Jim

François Truffaut

(1932-1984)

 

FERNANDO GONZÁLEZ CÁCERES

 

   EL MARIDO DE MI MUJER. Por Fernando González Cáceres «Mimo»

 

[Foto: Lorenzo del Término, Lisboa 2012]

 

HÉCTOR BAUDILIO CÁRDENAS POSTIGO

 

   PASMOSA Y SINGULAR. Por Héctor Baudilio Cárdenas Postigo

[Foto: Lorenzo del Término, Marvão (Portugal) 2011]

 

JOAQUÍN DE GRADO

 

   YA ESTÁN EN LA HISTORIA. Por Joaquín de Grado

   LA PAZ ES IMPOSIBLE. Por Joaquín de Grado

   QUE NO PARE LA REFORMA. Por Joaquín de Grado

   ASÍ NO HAY SALIDA. Joaquín de Grado

   VA A PASAR. Por Joaquín de Grado

   «¡QUÉ LINDO, CHAMACOS!» Por Joaquín de Grado

   VERGÜENZA NOS DA. Por Joaquín de Grado

   AMNISTÍA Y LIBERTAD. Por Joaquín de Grado

   DE AQUÍ A LA ETERNIDAD. Por Joaquín de Grado

   LA JUSTICIA DE LAS FIERAS. Por Joaquín de Grado

   OTRO PARO, ¿Y…?. Por Joaquín de Grado

   EL REFERÉNDUM. Por Joaquín de Grado

   ESCENAS ESPAÑOLAS. Por Joaquín de Grado

   LO MEJOR Y LO PEOR. Por Joaquín de Grado

   NAPOLEONCITO HA HABLADO. Por Joaquín de Grado

   LA RELIGIÓN DEL VOTO. Por Joaquín de Grado

   DÚO ALCALAREÑO. María del Águila Barrios y Joaquín de Grado

   EL 20-N, REFERÉNDUM. Por Joaquín de Grado

[«Canto a la libertad» de José Antonio Labordeta (1935-2010)

 

JOSÉ CUEVAS DEL RÍO (1581-1613)

 

   TRES EN LA RIBERA. Por José Cuevas del Río (1581-1613)

   MÁS HOMENAJE (2) DE «CARMINA» AL 15-M, COMO DESDE HACE 5 AÑOS: SI LA LIBERTAD ES MENOS QUE EL AMOR, MÁS AMOR SI CABE, QUE LIBERTAD. Poema y carta de José Cuevas del Río (1581-1613) y Rafael Rodríguez González (1955-2015), respectivamente

 

Benjamín Franklin leyendo

David Martin

(1737-1797)

 

MARIO CORTÉS

 

   CARTAS A OLGA (5). Por Mario Cortés (2009). Con «Nota Preliminar» a los «Tres avances fúnebres» de Alberto González Cáceres

   EL ARTE PURO (DOY FE DE QUE HA EXISTIDO). Poema de Mario Cortés (1984)

   CARTAS A OLGA (4). Por Mario Cortés (2009)

   CARTAS A OLGA (3). Por Mario Cortés (2009)

   CARTAS A OLGA (2). Por Mario Cortés (2009)

   CARTAS A OLGA (1). Por Mario Cortés (2009)

  MIGUEL CON SUS PENAS (SUCINTO BOSQUEJO SINCOPADO DEL OCTOGÉSIMO CAPÍTULO DE UNA BIOGRAFÍA). Por Mario Cortés, 2008

El prestidigitador EL BOSCO

El prestidigitador

El Bosco

(1450-1516)

 

PARCO LACÓNICO

 

   LA MARCA ESPAÑA. Por Parco Lacónico

   UN JUEZ POR DERECHO Y DOS LIBROS. Por Parco Lacónico

   CON PERMISO DE PEÑAFIEL. Por Parco Lacónico

   ¡QUÉ MANADA! Por Parco Lacónico

   UN NOBEL, UN TRAPO Y UN MINISTRO. Por Parco Lacónico

   ACCIDENTES. Por Parco Lacónico

   LA BÁÑEZ, ESE CILICIO*. Por Parco Lacónico

   ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ. Por Parco Lacónico

   MINISTROS Y ENCUESTAS. Por Parco Lacónico

   LOS TRILEROS. Por Parco Lacónico

   1000 KILOS DE HACHÍS «ES-FUMADOS». Por Parco Lacónico

   ¡QUÉ FIGURAS! Por Parco Lacónico

   SÓLO PARA PRIVATIZAR Y ROBAR. Por Parco Lacónico

   LAS APARIENCIAS A VECES NO ENGAÑAN. Por Parco Lacónico (con fotos de LGV y pintura de Fafi)

   DECISIONES. Por Parco Lacónico

   Y VALDERAS SE CAYÓ DEL CABALLO. Por Parco Lacónico

   PARLAMENTOS, un texto breve de Parco Lacónico con LA JUSTICIA, dos pequeños dibujos de Xopi

   NADA NUEVO BAJO EL SOL. Por Parco Lacónico

Manolito María, Anzonini y Paco del Gastor

(primeros años 60, Madrid)

 

RAMÓN NÚÑEZ VACES

 

   DOY FE DE QUE HA EXISTIDO. Ramón Núñez Vaces

   LOS DOS JUANES. Por Ramón Núñez Vaces

   JUAN TALEGA EN CUATRO ADARMES. Por Ramón Núñez Vaces

   JOAQUÍN EL DE LA PAULA MURIÓ HACE 75 AÑOS. Por Ramón Núñez Vaces, 2008

Dolores Ibárruri y su hijo Rubén

(Probablemente la última foto que se hicieron madre e hijo)

 

RAÚL ROCA GALES

 

   RAMIRO RUIZ GANTERO EN CUATRO PARTES (4ª). De la serie «Personajes imaginables en hechos reales». Por Raúl Roca Gales, Delegado en Sevilla de Caja Luna Lunera, Sociedad Filantrópica Global. Compilación de Rafael Rodríguez González, 2010

   RAMIRO RUIZ GANTERO EN CUATRO PARTES (3ª). De la serie «Personajes imaginables en hechos reales». Por Raúl Roca Gales, Delegado en Sevilla de Caja Luna Lunera, Sociedad Filantrópica Global. Compilación de Rafael Rodríguez González, 2010

   RAMIRO RUIZ GANTERO EN CUATRO PARTES (2ª). De la serie «Personajes imaginables en hechos reales». Por Raúl Roca Gales, Delegado en Sevilla de Caja Luna Lunera, Sociedad Filantrópica Global. Compilación de Rafael Rodríguez González, 2010

   RAMIRO RUIZ GANTERO EN CUATRO PARTES (1ª). De la serie «Personajes imaginables en hechos reales». Por Raúl Roca Gales, Delegado en Sevilla de Caja Luna Lunera, Sociedad Filantrópica Global. Compilación de Rafael Rodríguez González, 2010

 

Murmúrios de sombras e silhuetas no Teatro Real de San Carlo

[Foto: Lorenzo del Término, Lisboa 2012]

 

URBANO URIBE DE URVANDO (1959-1986)

 

   LA NOCHE EN LAS BUTACAS. Por Urbano Uribe de Urvando (1959-1986)

   EL HOMBRE DE LA ACERA (*). Por Urbano Uribe de Urvando (1959-1986)

   YA NO PODÍA MÁS (*). Por Urbano Uribe de Urvando (1959-1986)

   REALIDAD DESPERDIGADA. Por Urbano Uribe de Urvando

   LO MÍO ES MÍO. Por Urbano Uribe de Urvando

   EL ENCUENTRO (*). Urbano Uribe de Urvando (1959-1986)

Conversaciones en torno a Cezanne

Guillermo Bermudo

2001

 

III

 

OBRA HOMÓNIMA

 

RAFAEL RODRÍGUEZ GONZÁLEZ (1955-2015)

 

   FERNANDA DE UTRERA: «ALCALÁ SIEMPRE SE HA PORTADO BIEN CONMIGO». Manuel Ríos Vargas y Rafael Rodríguez González (1984)

   EVENTOS CONSUETUDINARIOS. Por Rafael Rodríguez González

   A PROPÓSITO DEL GUITARRISTA PACO DE LUCÍA. Por Rafael Rodríguez González

   LA CARRERA. Por Rafael Rodríguez González

   «TÓ» EL MUNDO ES FEO. Por Rafael Rodríguez González

   PABLO Y NÉSTOR. Por Rafael Rodríguez González

   AHÍ ESTÁ EL DETALLE. Por Rafael Rodríguez González

   EL EXTRAÑO CASO DEL NIÑO MONJE. Por Rafael Rodríguez González

   YA SON TREINTA AÑOS. Por Rafael Rodríguez González

   CORTAR EL NUDO. Por Rafael Rodríguez González

   GENTE INFRECUENTE (y III). Por Rafael Rodríguez González

   GENTE INFRECUENTE (II). Por Rafael Rodríguez González, con una pintura de Rafael Luna sin título (acrílico sobre lienzo)

   GENTE INFRECUENTE (I). Por Rafael Rodríguez González

   LÚGUBRE HORIZONTE. Por Rafael Rodríguez González

   PLÁTICAS MÍNIMAS. Por Rafael Rodríguez González

   GOBIERNO DE SALVACIÓN. Por Rafael Rodríguez González

   ALCALDES, O ZOQUETES. Por Rafael Rodríguez González

   LA LEYENDA DE LA CALLE MAREA. Por Rafael Rodríguez González (Para Antonio Herrera, con sus dolores)

   CIRCO PERO SIN PAN. Por Rafael Rodríguez González

   MERCADERES Y FARISEOS. Por Rafael Rodríguez González

   MIGUEL. Por Rafael Rodríguez González

   LAS MUJERES DE MI VIDA (CON VOCES SISADAS A PABLO NERUDA). Por Rafael Rodríguez González

   PESADILLA ESPAÑOLA. Por Rafael Rodríguez González

   LA COSA ESTÁ MALA. Por Rafael Rodríguez González

   CUANDO ACIERTO LO ADMITO. Por Rafael Rodríguez González

   ¿POR QUÉ TE DISCULPAS?. Por Rafael Rodríguez González

   «EL BOMBONA» EN DIEZ HOJUELAS. Por Rafael Rodríguez González

   MANOLILLO EL TONTO Y EL CARRO ROBADO. De la serie «Herramientas de trabajo». Por Rafael Rodríguez González

   «INSECTS OF THE WORLD». Por Rafael Rodríguez González

   13 DE MAYO DE 1969. Rafael Rodríguez González

   URDIMBRES. Rafael Rodríguez González

   LUIS CERNUDA VA A CUMPLIR AÑOS. Rafael Rodríguez González

   COSAS SERIAS DE VERDAD. Rafael Rodríguez González

   PIENSO, LUEGO NO VOTO. Por Rafael Rodríguez González

   VINDICACIÓN DEL SALVAJISMO. Por Rafael Rodríguez González

   BORRACHOS. Por Rafael Rodríguez González

   ¡A LA COLA! Por Rafael Rodríguez González

   LA PISTOLA DE BELTRÁN. Por Rafael Rodríguez González (De la serie «SUCESOS», Homenaje tardío a «EL CASO»)

   CARTAS DE AMOR AL CHIVA. Rafael Rodríguez González

   PATRAÑAS. Por Rafael Rodríguez González (De la serie «SUCESOS», Homenaje tardío a «EL CASO»)

   EL TUFO. Por Rafael Rodríguez González (De la serie «SUCESOS», Homenaje tardío a «EL CASO»)

   LORENZO Y EL SALTO. Por Rafael Rodríguez González (De la serie «SUCESOS», Homenaje tardío a «EL CASO»)

   MANOLITO. Por Rafael Rodríguez González (De la serie «SUCESOS», Homenaje tardío a «EL CASO»)

   TORERÍA. Por Rafael Rodríguez González (De la serie «SUCESOS», Homenaje tardío a «EL CASO»)

   EL BARCO (POEMA DE PABLO NERUDA). Por Rafael Rodríguez González

   JEAN RIEN Y LOS DOS FABRIZIO (PARTE CUARTA O «PALABRAS PARA JULIO» DE ANDRÉS ASIDO). Por Rafael Rodríguez González

   JEAN RIEN Y LOS DOS FABRIZIO (PARTE TERCERA). Por Rafael Rodríguez González

   UN VAPOROSO RECUERDO PARA GABRIEL CELAYA. Por Rafael Rodríguez González

   JEAN RIEN Y LOS DOS FABRIZIO (PARTE SEGUNDA). Por Rafael Rodríguez González

   JEAN RIEN Y LOS DOS FABRIZIO (PARTE PRIMERA). Por Rafael Rodríguez González

   BREVE BESTIARIO ALCALAREÑO. Rafael Rodríguez González

   A PROPÓSITO DE UN «PCIH». Por Rafael Rodríguez González

   EPITELIOS. Rafael Rodríguez González

   MONSERGA POST-MUNDIAL PARA NIÑOS CIEGOS (A Dolorcita, lavandera). Unas letras de Rafael Rodríguez González, 2010

   UN ITALIANO EN LA CORTE DE JOAQUÍN EL DE LA PAULA. Por Rafael Rodríguez González (2010)

   ¿GALENO, O PODENCO?. Suave diatriba de un (im)paciente dolido. Por Rafael Rodríguez González (2009)

   CERVANTES Y ALCALÁ DE GUADAÍRA. Por Rafael Rodríguez González (Septiembre de 2009)

   ¿QUÉ ES, MUSA O MEDUSA?. Epinicio de Rafael Rodríguez González (Julio de 2009)

   ESE TÍO QUE CANTA. Por Rafael Rodríguez González (marzo de 2009)

   PALOMADAS. Por Rafael Rodríguez González

   DIÁLOGO ANTE UN CARTEL. A propósito de un cartel del pintor Guillermo Bermudo. Compilaciones de Rafael Rodríguez González

   CALÓ, CHELI Y ESPAÑOL (UNOS POCOS EJEMPLOS). Rafael Rodríguez González, 2008

   LA ALARMA. Por Rafael Rodríguez González, 2008

   LA HAZAÑA EN ALCALÁ DE UN CÓRDOBA QUE ES DE SEVILLA. Compilaciones de Rafael Rodríguez González

   FERNANDA DE UTRERA. Por Rafael Rodríguez González, 2003

   UNA TORMENTA DE VERANO. Por Rafael Rodríguez González, 2008

   PESADILLA A PLAZO FIJO. Drama onírico-especulativo en medio acto y dos escenas. Rafael Rodríguez González, 2008

 

TETRÍPTICO-RRG ODP 2002

Rafael Rodríguez González

(Fotografía: ODP 2002)

 

HOMENAJE (1) DE «CARMINA» A LA LIBERTAD O AL AMOR (15 DE MAYO DE 2016). Poema y carta de Alberto González Cáceres (1953-2009) y Rafael Rodríguez González (1955-2015), respectivamente

 

Sevilla 21 de mayo de 2011

[Foto: LGV]

 

Queridos y muy ilustres hacedores de «CARMINA»:

   Levemente modificado el texto que ya conocéis, os lo envío con carácter definitivo, tomado el firme propósito de, como a la rosa de JRJ, no tocarlo más, aunque mis letras no sean pétalos, sino espinas y hojarasca.

   Además de cambiar el título, y poco más, de esas rimas, he decidido que su autoría nominal se corresponda con la real: Alberto González Cáceres; porque nuestro difunto amigo fue su autor. Un autor del que posiblemente, aunque de tarde en tarde, podamos conocer, póstumamente, claro, algunos escritos más, sean  propiamente de él o sacados de las cartas que reunía, de documentos… Eso ya depende de Mario Cortés, que aún sigue, y no se sabe por cuánto tiempo, en Monsaraz.

Rafael Rodríguez González

2010

 

Sevilla 21 de mayo de 2011

[Foto: LGV]

 

CONFÍN LEJANO

 

   Esto, que sin nombrarlo cito, es cosa
sumamente abstracta, dispar, difusa;
equívoca, como apariencia hermosa
que la razón turba y troca infusa.

   Es a veces fruto hipnógeno, fugaz
realidad visible, sutil o brillante;
otras, no es más que lucífugo zig-zag,
espacio efímero, fulgor vacante.

   Con el Amor no casa: huye del fuego
que desprende el Inefable. Retorna,
ya extinguido el Ígneo, para luego
de un atroz caballo tomar la forma,
que loco, ofuscado, irrefrenable,
galopa hacia el hecho impensable
de otra vez perderse, que es la norma.

   Es combustible, como el gran Tirano,
y puede consumirla un abandono,
un soplo, el proceder de un insano.
Es su ley: ser más espejismo que trono,
promesa rozagante, confín lejano.

   En su ausencia, se sufre y anhela;
mas no se le mima, abriga ni cuida,
como a la fría llama de una vela,
si, hecha Gracia, en nuestro ser anida.

   En esto se equipara a la Verdad:
las dos son fatal arma de doble filo.
Mas la Cierta apetece la calidad
absoluta y recta, sin flojo hilo,
mientras que esta giralda no alcanza
tan siquiera la del fiel de la balanza,
provisoria y condicional, en vilo.

   Ni el brioso y volcánico Vulcano,
con yunques heredados del feo Hefesto,
lograría encadenar de pies y manos
a esto que es fuente, causa-efecto,
rancia base, del vivir de los humanos.

 

ALGUNAS RIMAS DE ALBERTO GONZÁLEZ CÁCERES HECHAS POR ENCARGO (CON DOS PINTURAS DE RAFAEL LUNA, A PROPÓSITO DE ESTA EDICIÓN). Por Rafael Rodríguez González

 

 sintítuloacrílicosobrelienzo1998fafi

Sin título

(Acrílico sobre lienzo)

Rafael Luna

 

Los versos que siguen están extraídos de un trabajo, «Madre e hijo», que tan posible es que se publique como que no, en el que se relata la vida de Alberto González Cáceres y de su madre, Alicia. Mario Cortés (fallecido hace poco), me contó que estas rimas (hay más, pero para muestra bastan) las hacía por encargo. Por ejemplo, un alcalareño para una amiga en el cumpleaños de ésta; un soldado en Melilla para su novia; un enamorado astigitano para un soldado… Y Alberto les hacía el favor. El de Melilla le dijo que su novia, Mariquilla, le había preguntado que quién le había escrito aquello. Y Alberto le dijo que le contestara que nadie, sino que lo había soñado y lo había escrito sonámbulo. Poco después, la novia le preguntó qué cosa era sonámbulo. Es que… (R.R.G.)

*

   En este tan glorioso día
verás entrar en Fuengirola,
en la cresta de una ola,
un gran beso, Marta Lucía.
Ya sabes quién te lo envía:
éste que tumbado a la bartola
siempre anda con la tecnología.
Si supieras lo que yo daría
por llegar allá y decirte ¡Hola!

*

   Por carta, desde Sevilla,
me llega tu fragancia alentadora
hasta este cuartel de Melilla.
Ocupas mi pensamiento, chiquilla,
y sin tregua, hora tras hora,
el amor que mi pecho atesora
toma la forma de una tu horquilla,
de un tu peine, de la quilla
de la nao que salvadora
ha de llevarme a ti, Mariquilla.

*

   Sueño que tú, oh soldado del Pirineo,
gran portento acanelado,
cuerpo más que bien periformado,
eres quien me acaricia el perineo.
Lo sueño dormido e igual desvelado,
y hasta me parece que en tus ojos veo
la intención de bajarte el abultado
algodón que de nombre dan Abanderado,
para luego llegar los dos al apogeo.
¡Regresa de las montañas, cargado
con tus dones, que en Écija gimoteo,
aguardando tu hacer avolcanado!

 

sintítuloacrílicosobrelienzoFAFI

Sin título

(Acrílico sobre lienzo)

Rafael Luna

 ____________________

Écija en «CARMINA»:

TUMBADAS GIRALDAS ASTIGITANAS. Poema de Lauro Gandul Verdún

FORJA AL AZAR DE HUMANOS. Poema de Lauro Gandul Verdún (Écija 2011)

 

DISTANCIA. Alberto González Cáceres (1953-2009)

distanciaAlbertoG.Cáceres 02Copia de distanciaAlbertoG.Cáceres 02

«SUBIU O CLAMOR DA LIBERDADE / FLORIU ABRIL». Homenaje de «CARMINA» a la revolución portuguesa del 25 de abril de 1974 y 2ª edición de un poema de Alberto González Cáceres

.

(Fuente: Blog del fotógrafo Manuel Sonseca)

.

Lo sabe todo el mundo.

Nada permanece para siempre.

Todo el mundo sabe, sí,

que no hay mal que cien años dure,

ni cuerpo que lo resista.

Pero nada ha cambiado por sí solo.

Ninguna fuerza ha dimitido.

Ningún opresor se tiró del carro.

Ningún vampiro suelta su presa.

También se sabe

que aunque la amabilidad

no caracteriza al infame,

a veces intenta y logra

seducir a la víctima,

que confíe y ceda

para mejor despojarla.

El infame es una rata,

es miles de ratas

que no pueden, es que no pueden

dejar de roer: les va la vida en ello.

Hay que comprender al infame, sí.

Incluso, según algunos, compadecerle.

¿Significa eso

que hayamos de entregarle

nuestros órganos,

que le otorguemos el derecho

a pacer sobre nosotros

cual ovejas sanguinarias?

(Ayer vi un tulipán

en la tele, naturalmente)

(Vi también un adorable niñito negro,

de la mano de su adorable madre rubia,

aunque no sé

qué será de ellos mañana.

Ni de mí)

Ya lo dijo un sabio:

la violencia es

la partera de la Historia:

la sociedad vieja,

preñada de la nueva,

no la reconoce

y procura ahogarla

con cruel ferocidad.

(Cuánto me gustó ver claveles

en cañones de fusiles,

aunque unos y otros fueron traicionados)

(Por el contrario, nunca me gustaron

rosas falsas en falsos puños,

inútiles para empuñar

las herramientas del futuro)

Las cosas, por desgracia,

son dolorosamente complicadas.

.

…………(*) Esta composición de Alberto la he hallado recientemente ¡debajo del frigorífico! Y eso gracias a que el mulato Afonso se prestó, por fin, a retirar el aparato para limpiar. Data del año 2008. Mario Cortés

 

.DUna placa de mármol en Lisboa
(Foto: Lorenzo del Término 2012)

 ____________________

POR DESGRACIA… (*). Alberto González Cáceres (Alcalá, 1953-Monsaraz, 2009)

 

EL VACÍO (*). Poema de Alberto González Cáceres con fotografía de Manuel Verpi

 

elvacíoM.VERPI20141

(Foto: Manuel Verpi [Alcalá 2014])

 

¿Qué es el vacío?, preguntaba

el profesor, y como a mí

no me importaba

no hacía ningún esfuerzo

por enterarme.

Después, unos enterados

más ignorantes que yo

me aseguraban que en política

no existe el vacío.

Sólo veían lo electoral,

no la política.

Después supe que existe,

y en qué consiste el vacío.

En política y en más cosas,

tan extremadamente importantes

para la vida de las personas,

por ejemplo de la mía.

Yo lo he sentido algunas veces,

unas más que otras,

unas más abismal, otras menos.

Pero esta vez es total

y totalmente inevitable,

y, lo que es peor,

totalmente irremediable.

Pero no me aguanto.

Espero el remedio

de la suerte

en cualquiera de sus formas.

Ya sé que no es mucho,

más bien nada,

pero a qué me agarro,

si no tengo

ni siquiera un clavo ardiendo.

 

Sólo quiero tener su compañía

los años que me quedan,

que me cuide y yo lo cuide.

¿Es de verdad imposible?

Veo que sí, y de ahí el vacío.

Y la angustia.

 

elvacíoM.VERPI20142

 (Foto: Manuel Verpi [Alcalá 2014])

 

(*) Estas líneas las escribió Alberto cuando el mulato Afonso (a mí siempre me ha parecido más íntegramente negro que mulato) se fue de su lado por «insuficiencia económica», lo que era rotundamente cierto y exacto. Me consta que lo pasó verdaderamente mal. Pero la suerte le sonrió y Afonso volvió para acompañarle hasta la muerte.

Mario Cortés

AL FILO DE LA NOTICIA* (29-2-2009). Poema de Alberto González Cáceres (1953-2009)

 

lorca-gregorio-prieto

Federico García Lorca

Gregorio Prieto

1897-1992

 

¡Al poeta Federico García Lorca quieren convertirlo en un objeto de la galería de muertos rentables! Tontos, «espabilaos» y demás gente que vive del truco y la vagancia. Pero no lo encuentran. A ellos les está vedado tratarse con gente sana.

 

¡Menos mal, Federico!

Tanto excavar, tanto buscarte,

 tanta pala y tanto pico,

 para al final no encontrarte.

 

¡Hermano, quédate levitante!

¡No aparezcas, Federico!

Que no pueda el negociante

 a tu costa hacerse rico.

 

Abrid y abrid boquetes,

horadad otros lugares;

ya cejaréis, so zoquetes:

no daréis con sus lunares.

 

Tú seguirás con nosotros

 como siempre has estado:

 con tu amor por los otros,

 con tu dolor delicado,

 con tu poesía encendida

 que nunca nos ha dejado.

 

Ni la fosa, ni tu restos,

 podrán aportarnos más

 que lo dado por tus gestos.

 

Que tus libros se repartan,

 que se proclamen tus odas,

 que se oiga lo que cantan,

 ¡Recítenlas los rapsodas!

 

¡Que tus casidas reluzcan!

 Que caigan los feos bocetos

 de esos que gusanos buscan,

 vencidos por tus sonetos.

 

En las páginas de su huerto,

 ahí siempre le encontraréis,

porque nunca estuvo muerto.

 

(Negros de pelo de lana

moverán sus esqueletos

 entre Harlem y La Habana)

 

__________________________

(*)Editado en «CARMINA» a instancia de la «Asociación en defensa de los poetas vivos»

 

PINGAJOS. Por Alberto González Cáceres (1953-2009)

riñaagarrotazos Goya

Riña a garrotazos

Francisco de Goya

1746-1828

Para los dos es un tormento desde el primer día, pero es tan fuerte lo que mantiene aquello que ninguno puede influir ni una pizca en su contra. El odio, el odio redoblado, el odio tercamente cebado. El odio inculcado por las madres a los hijos, a las cuñadas, a los primos, a los sobrinos. El odio realimentado incluso en el circuito de las amistades de una y otra familia, que les animan a seguir odiando, y a no arriesgarse a quedar como los trapos. En sus mujeres se encendió el odio y en ellas sigue ardiendo con la impetuosidad del carbón vegetal y la persistencia del de piedra. El odio propagándose año tras año, llenando los días.

            En contra del odio sólo están, más cansadas que viejas, que ya es decir, las madres de ellos. Ellas, con tantos motivos para odiar, sólo sienten compasión, y una amargura honda, dilatada a lo ancho y a lo largo de sus entecos cuerpos. De vez en cuando se lamentan de tanto emperramiento. Entonces los hijos bajan la mirada y las nueras apuntan a las viejas con acrimonia, como perdonándoles la vida, unas vidas que ya no precisan de muchos empujones para culminar el camino de la extinción. No como el odio, como el infatigable odio que renueva sus fuerzas cada jornada sin tener que esforzarse, ni siquiera para su multiplicación.

            Ni uno ni otro tienen la certeza, pero las raras veces en que se cruzan sin que les observen, porque cuando uno percibe ser observado se anulan o aflojan algunas facultades, ambos notan que por dentro del otro no corre el manantial de inquina que suponen y exigen sus mujeres y quienes las acompañan en la paranoia. Ay, si pudiésemos hablar. Pero cómo, si no dejan ni un solo día de recordarme el motivo, la trascendencia, los detalles. Y de acecharme, y de no dejarme solo. Y lo mismo le pasa al otro.

            Les separa el muro infranqueable del odio azuzado, del qué dirán, del cómo que hacer las paces, del tú qué te has creído, del si tú no tienes pantalones los tengo yo, del ¿pero tú eres tonto? Qué tontería, piensan los dos cada uno por su lado. Pero cuán insoportable, trágica y nauseabunda.

            Ni uno ni otro creen en los milagros, pero soñar por ejemplo que la niña de este se arregla con el mío más chico, o que a cualquiera de los dos le toca un premio de los grandes y puede mudarse lejos, muy lejos… Pero eso no es solución, sino odiar a distancia, y eso si la mujer de al que le toque no forma la de San Quintín, o la del rosario de la aurora, o la marimorena, porque se le ocurra cargarse cualquier faena valiéndose del dinero. No, no. Soñar, vale, pero es que hasta soñando te asalta la pesadilla del odio, es que hasta estando en el váter, o bajo la ducha, y en el almuerzo, y en la cena tienes el odio de pie, vigilante, obligándote a presentarle tus respetos. Está en cada cosa que haces o te hacen o te dejan hacer.

            Qué asco de odio, qué macabra alienación la de quienes lo siembran, lo riegan y extienden hasta donde pueden. ¿Llegará este horror a los nietos cuando lleguen?

            Hay que hacer algo. Pero qué, pero cómo. Los dos estamos en sillas de ruedas, los dos dependemos de esas que viven en y para el odio, el odio envolviéndolas, el odio entrando y saliendo por sus poros, el odio que convierte el aliento en miasma, el odio que hace arpón cada palabra. ¿Cómo hacer algo, si no somos más que pingajos a los pies del odio?

LA NOCHE EN LAS BUTACAS. Por Urbano Uribe de Urvando (1959-1986)

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La puerta de cristales estaba cerrada concienzudamente y nadie podría oírles por fuerte que gritaran aunque ni siquiera lo intentaron ante la sabida inutilidad de hacerlo. Desde allí distinguían la gran mole de la puerta de la calle, que al menos dejaba entrar alguna luz por la rejilla de arriba. Nada, no hay posibilidad alguna, así que a aguantarse hasta cualquiera sabe qué hora, las nueve o las diez o las once, porque ninguno de los dos conoce el horario de apertura, ni el de cierre, que es el que les ha sorprendido en plena faena. ¿Cómo te llamas? Pablo. Yo Pedro. Tras un instante de indecisión se besan en las mejillas para ir, titubeando, a los labios, en tenue y superficial beso esta vez, no como los de hace unos minutos, cuando estaban en ese cubículo del que han bajado sumidos en la obscuridad, auscultando con los pies y la débil llama del encendedor de Pedro los seis o siete escalones hasta encontrar, palpando, la entrada a la sala. Ya los ojos van venciendo y todo aparece en un claroscuro hasta cierto punto confortable y tranquilizador: el marfil de la pantalla, los aún confusos bultos de las butacas, las columnas que parecen centinelas petrificados. Yo es la primera vez que vengo, y ha sido porque te vi en la plaza y te he seguido, por si acaso. Yo también es la primera vez, dice Pedro, orgulloso por lo que acaba de oír. No les queda más opción que esperar sentados hasta que llegue el tío que vende las entradas, o el otro que limpia a la vez que observa el meneo que se produce en el cine, sobre todo en una dependencia muy frecuentada por algunos clientes. O el que yo creo que es el dueño, un tío alto y gordo al que vi salir de la taquilla para que entrara el otro, apostilla Pedro.

…………Que no ha pasado nada, Eugenio, que habrán pasado la noche esperando a que se abriera para poder irse, que no hay ningún desperfecto, ni siquiera han fumado, joder. Son dos muchachos, se ven buena gente. No llegaron juntos, yo creo que no. Seguro que se lo han montado en la cabina. Ah, no, la llave la tienes tú. Si la cerradura está rota mándala arreglar. Que sí, que no me dí cuenta de si salieron. No había nadie ni en la sala ni en los servicios cuando fui a cerrar. ¿Que está claro que no salieron? Vale, pero no va a estar uno pendiente de todos, uno cobra las entradas, pero si te pones así también habrá que decirle a la gente que las entreguen a la salida y así sabremos si se ha quedado alguien por ahí, después de contarlas. ¿Que me deje de tonterías? Lo que tú tienes que hacer es no darle tanta importancia a lo que no la tiene. ¿Que si no hay control aquí puede pasar cualquier cosa? Vale. (Pues vente tú a la hora del cierre. Será cabrón, ¡que no me dé tanta prisa en irme! Como si doce horas no fueran bastantes. Valiente gilipollas, dice que puede pasar cualquier cosa. Lo que tienes que hacer es echarle algún dinero a esto, que da asco verlo, so cabrón).

…………Pedro y Pablo buscan algún reposadero medianamente confortable, pero en vano, las butacas, no hay más que las butacas, algunas con los reposabrazos desvencijados, y hasta sin asientos. A los dos les asalta la congoja: toda una noche, y larga, bien larga, bloqueados en el cine. Una noche de cine, dice Pablo. Pablo tiene reloj. Son ahora las once. Puede que tengamos que estar aquí diez o doce horas, se lamenta Pedro, pero bueno, peor hubiera sido quedarse aquí uno solo. A Pablo le choca lo que dice Pedro, porque cómo te ibas a quedar solo si estabas solo y un caso como este no podría producirse. Este está regular de la chola, piensa de Pedro Pablo. Ahora que ya distinguen a lo lejos, Pedro y Pablo se dirigen a los aseos, que menos mal que tienen luz propia, dice Pablo y Pedro levanta los brazos en señal de agradecimiento no sabe a quién o a qué, y vuelven a las butacas con el ánimo y la ilusión de dormir, una vez liberadas las vejigas. ¿Y el hambre? Aguantarla hasta mañana. Ni siquiera pueden acceder a la máquina de refrescos, al otro lado de la puerta de cristales. La sala y los aseos, y los escalones y el pequeño cuarto son su único mundo por esta noche. La curiosidad y el no saber qué hacer les hacen volver al cuartucho, y descubren, gracias a la intermitente luz que concede el encendedor de Pedro, que desde allí se proyectan las películas, pero con un mecanismo que activan desde la taquilla, no como antes, que a mí me lo ha dicho uno que viene mucho por aquí, porque esto antes era un cine de los otros, de los normales, informa Pedro. Cómo estaríamos que ni nos dimos cuenta, dice Pablo, lo que hace reír a Pedro. Regresan a la sala y Pablo y Pedro guardan silencio durante un buen rato; tanto, que Pedro percibe la respiración de un Pablo amodorrado. Siente un poco de envidia, cierto temor a estar despierto toda la noche sin que Pablo esté con él, quiere que Pablo nunca le deje, que ambos corran la misma suerte, y le roza con el codo lo suficiente para que el apenas durmiente dé un respingo y mire a Pedro como disculpándose por haber dado una cabezada. Perdona, no sé por qué te he despertado, dice Pedro sinceramente aunque Pablo no repara en lo que acaba de decir su camarada. Pedro se enternece y se va a echarse agua en la cara, vuelve enseguida y vuelve a sentarse junto a Pablo, que le pregunta si te pasa algo. Pedro se sale por la tangente y le dice que si esto te parece poco, sin que ese esto, en lo real profundo del sentir de Pedro, corresponda al esto que deduce Pablo. Codo con codo, brazo sobre brazo, Pedro y Pablo se duermen y se despiertan, se duermen y se despiertan, se duermen y se despiertan, hasta que el dormir se hace más continuo. Pablo sueña que el tiempo es redondo, mientras ve un reloj que baja y sube por un espacio interestelar y marca las horas en sentido contrario al establecido y nota que las butacas dan saltos y las luces llenan todo de luz, de una luz cegadora que por consiguiente no es luz, y que Pedro va en una butaca voladora que se introduce en la pantalla y enseguida vuelve a salir cargado de regalos que Pablo no distingue hasta el punto de poder pormenorizarlos. Pedro no sueña dormido porque no duerme pero su cabeza se llena de  imágenes en que Pablo y él van de la mano de una mujer con apariencia de ser la abuela de cualquiera de los dos. Qué hora es pregunta Pedro, y resulta que son nada más que las cuatro; o nada menos, dice Pablo, que agradece cada minuto que pasa. Los dos confinados quedan nuevamente en silencio, se mueven en sus respectivas butacas, se miran, y otra vez se miran y vuelven a mirarse y de nuevo… no se miran sino que se encordelan, otra vez, como en su primera visita al cuartucho. Ahora sí, vueltos de los aseos se duermen hasta las siete, son las siete y cuarto, dice Pablo; yo no sé qué le voy a decir a mi madre, ni en el trabajo, oye Pablo que dice Pedro y éste oye de Pablo que le diga a su madre que ha pasado toda la noche con un hombre. Qué gracioso eres, dice Pedro, que añade que mi madre seguramente se figura lo mío, pero que nunca he faltado la madrugada de un domingo, ni al trabajo.

…………Son más de las nueve y media y ya llevan desde las ocho de pie esperando la entrada de quien sea, alejados de la puerta de cristales pero bien visibles para no causar ningún sobresalto, que de todos modos habrá pero mejor si es leve. Se han puesto de acuerdo en lo que van a decirle a quien llegue, que en ese momento llega, abre la puerta de cristales y no da crédito a sus ojos. ¿Qué hacéis aquí? ¿Qué es esto? Pedro y Pablo se encogen de hombros y en sus caras aparecen candor y pasmo, como si fuesen ellos, y no el otro, los llamados al asombro y la turbación. El recién llegado ha activado el interruptor general y pasa la vista por la sala y los elementos a su alcance. Pedro y Pablo aprovechan y salen por la puerta entreabierta, reprimiendo las ganas de correr. Ya sabemos a la hora que abren esto, dice Pablo, y los dos ríen, contentos de verse a la luz del día, caminando juntos, ya sin ninguna prisa.

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Este relatillo de Urbano estaba en un jarrón que la madre de Alberto le regaló a su hijo con motivo de algún cumpleaños de ella, causa de que en casa de Alberto los jarrones se cuenten por decenas. En este —grande, de ancha boca— había más cosas: un peine, un par de cordones para zapatos, un bote de lodopovidona, dos bolígrafos Bic, un tubo de comprimidos de magnesio…  (Mario Cortés)

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EL HOMBRE DE LA ACERA (*). Por Urbano Uribe de Urvando (1959-1986)

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Gabriel se alegraba cada mañana de ver a aquel hombre nada más arribar a la calle, siempre en la puerta del bar, más exactamente en la acera, de cara a la puerta de par en par, como observando algo que sucediera dentro, aunque siempre era igual: la tertulia de los mismos cuatro o cinco al comienzo del mostrador, los dos veteranos clientes mañaneros que sentados a una mesa de vez en cuando soltaban alguna risotada y pateaban el suelo a pesar de su provecta edad, el vocinglero vendedor de cupones, la empleada de Correos que al salir remolcaba todas las miradas, los empleados de banca con sus uniformes tan uniformes, algunos trabajadores del turno de noche de alguna fábrica, las limpiadoras de los bloques próximos, el repartidor de Coca-Cola, el de la leche… Todos los días lo mismo, pensaba Gabriel, pero se alegraba de ver a aquel hombre, primero a lo lejos y de saludarlo cuando llegaba a su altura y charlar con él en la acera, claro, después de haber tomado el Cola-Cao. Era un hombre quieto que apenas si movía la cabeza para mirar a un lado y a otro, que fumaba sin parecer hacerlo hasta el punto de pasar desapercibido el humo que exhalaba y que durante todo el rato en que permanecía en lo que podría decirse su puesto no movía un pie, relajado pero a la vez atento sin llegar a alerta. Sólo faltaba los días de lluvia porque ni siquiera iba al bar no digamos a la acera y Gabriel ya sabía que no lo vería ni de lejos ni de cerca hasta que el tiempo se recompusiera.

…………No es que Gabriel hablara gran cosa con el hombre de la acera, ni que lo que dijeran uno y otro fuese gran cosa, pero Gabriel se sentía bien departiendo con aquel hombre tan sereno y pausado, tan distinto a tantos como desde momentos después trataría hasta la tarde, hasta la noche incluso, de modo que aquel espacio de diez o quince minutos eran para Gabriel una toma de fuerza, un impulso de calma, una oxigenación mental, un alivio previo, una limpieza de ánimo como la que se hace en las dentaduras pero muchísimo más placentera aunque a las pocas horas se hiciera de nuevo necesaria pero aquel hombre ya no estaría en la acera.

…………Gabriel se decía que el hombre de la acera tendría más o menos sesenta años, o más, o menos porque no tenía arrugas a pesar de ser delgado; los que sean pero por lo menos tiene casi cuarenta más que yo, calculaba Gabriel, concluyente.

…………Una mañana ya no igual a las otras el hombre llegó después que Gabriel, y no permaneció en la acera ni por un momento. Gabriel no pudo preguntarle, ni al otro, ni al otro, que eran sábado y domingo. Iría al banco o a cualquier otra gestión, imaginó Gabriel. Pero el lunes, que amaneció despejado, el hombre no apareció. Ni el martes. El miércoles, después de mucho pensarlo Gabriel le preguntó al más despabilado de los camareros, que según le pareció a Gabriel sonrió maliciosamente y dijo no saber nada. ¿Qué pasaría? Después de dos semanas de estar la acera sin el hombre, y sabiendo que Gabriel había preguntado por el ausente al menos dos veces, uno de los clientes mañaneros se le acercó y le dijo en un aparte: «¿Tú sabes quién es ese?». Gabriel movió la cabeza en negativa. El otro se lo dijo, y a Gabriel lo encontraron al mediodía siguiente muerto en la bañera, desangrado por ambas muñecas, aunque también, seguramente para asegurarse, había intentado abrirse las de los tobillos.

…………La muerte de Gabriel fue la comidilla diaria en aquel bar y en muchos otros lugares y bares (su familia es muy conocida) durante semanas enteras e incluso meses, claro que los comentarios eran todos a ciegas, porque nadie podía, ni siquiera esforzando al máximo la lucubración y la fantasía aproximarse a algo verosímil en cuanto al motivo de aquel suicidio a lo Séneca. La lista de lo que se dijo y oyó en esas semanas y meses necesitaría de montañas de papel. Pero mucho antes había aparecido una carta. Era igual a la que Gabriel había dejado al juez justo al lado de la bañera, sobre el banquito del cuarto de baño del hotel de Sevilla que había elegido para aquello; la había recibido Juan, un íntimo amigo de Gabriel, que nos dio copias a otros para que la verdad se difundiera y cesaran de engordarse las invenciones. A los pocos días murió Juan víctima de un accidente. Los demás nos reunimos y acordamos no dar a conocer la carta, porque por qué la gente tenía que enterarse de un asunto que ni le iba ni le venía, sólo por curiosidad malsana en casi todos los casos, yo diría que en todos, y además de lo contrario estaríamos contrariando a la familia, que no dijo ni ha dicho nada sobre el asunto. Así que no seré yo quien rompa lo acordado. De todos modos, aquella tarde se destruyeron todas las copias, de manera que quien quisiera convertirse en propagador se encontraría con el mentís de todos los demás. Todo esto vaya en recuerdo de Gabriel y de Juan, fallecidos respectivamente los días 11 y 19 de febrero de 1984. Del hombre de la acera mejor olvidarse.

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…………(*) Encontré estas líneas debajo del frigorífico que movió Afonso para limpiar, al igual que los versos de Alberto titulados «Por desgracia», que ya publicasteis. (Mario Cortés)