«Trabajamos cada día para volver a cambiar las cosas», ha dicho la ministra de Desempleo e Inseguridad Social, cuando se lamentaba, pero menos, del aumento del paro en noviembre. ¿Qué es eso, qué quieres decir con lo de volver a cambiar las cosas, Fátima, Fátima Báñez, Fátima Báñez García, onubense de San Juan del Puerto? Ten en cuenta, Fátima de mi alma, que todo el mundo no tiene tu capacidad mental, y mucho menos la de expresión que tú alcanzas (la vicepresidenta está mosca contigo porque la eclipsas en las ruedas de prensa de los viernes). Así que habla para que podamos entenderte los que somos tan cortitos, o sea, casi todos. Aparte de esto, Fátima, a ver si vas a Fátima y le pides a la titular que haga un milagro y te ponga la cabeza en orden; no por dentro, no, porque para tu misión —contar parados— bien ordenada que la tienes, sino por fuera, porque hija, en peores figuras —que las hay, no creas— se han visto mejores peinados. Usaré una metáfora: si algún día le ponen en tu pueblo tu nombre a una calle, que sea en la que más golondrinas haya. Al otro año, ni una.
Por su parte, el Consejero de Insalubridad de la Comunidad de Madrid quiere hacer creer que la privatización de «la gestión» de los hospitales no afecta para nada a los usuarios en general, sólo porque por visitar esos establecimientos no hay que pagar nada (querrá decir extra). ¿Garantizará él que todas las atenciones, todos los medios y todo el personal serán los mismos? ¿De dónde saldrán las ganancias de los gestores privados?
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