Posts from octubre 2011.
FIN DE LA MADEJA (*). Por Alberto González Cáceres (Alcalá de Guadaíra, 1953-Monsaraz, 2009)
Desnudo
Cuando el sexo ya ceja
de latir entre ceja y ceja,
cuando ya cada paso
se convierte en queja,
cuando alumbra el ocaso
el fin de la madeja;
entonces, oh vida aún presente,
todo me sabe a fracaso:
lo conseguido y lo acaso,
lo posible y lo urgente,
lo que palpo y lo ausente.
La enfermedad, la torpeza,
el fastidio del hastío,
el cansancio, la pereza,
en fin, todo este desvarío,
me trata con suma crudeza.
Y pienso, sin nada de tristeza:
mejor irse en un suspiro,
darse a la fuga con presteza.
Y puesto que abasto firmeza
para cumplir lo que aspiro,
ya, oh vida, en tu seno expiro.
(*) Se trata, muy probablemente, de la última composición (no fechada) del alcalareño Alberto González Cáceres, cuando ya tenía decidido —firmemente— el suicidio. Que éste no llegara a producirse se debió al repentino agravamiento de la enfermedad y la inmediata muerte. (Mario Cortés)
COLOQUIOS (73). Gabi Mendoza Ugalde
– Después de ”la quita” griega en un 50% de su deuda, principalmente en manos de bancos alemanes y franceses, ahora resulta que el monto de recapitalización lo necesitan en mayor medida los bancos españoles. Hay aspectos de la economía que a veces se me escapan
– No es difícil, lo único que tienes que hacer es situarte en la azotea de lo lingüístico previo
– ¿”El francés”?
– Exactamente ¿dónde?, ¿cómo?, y principalmente ¿quién?.
LA TRAICIÓN DE JUDAS. Por José Manuel Colubi Falcó
La última cena
Leonardo da Vinci
1452.1519
Nos lo cuenta la Declaración de José de Arimatea (cf. «Evangelios apócrifos», B.A.C. nº 148), en I, 3-4 y II, 2-4, textos que traduzco.
(I, 3-4): “Fue detenido también Jesús antes del tercer día de la Pascua, cuando era la tarde. No había Pascua para Caifás ni para la multitud de los judíos, sino que tenían una gran pena por el robo del ladrón que había tenido lugar en el santuario. Y habiendo llamado a Judas el Iscariote, hablan con él; era, en efecto, descendiente del hermano del sacerdote Caifás. No era por su aspecto discípulo de Jesús, sino que toda la multitud de los judíos habíanle impelido mediante engaño a que siguiera a Jesús, no para que fuera obediente a los portentos hechos por él ni para que lo reconociera, sino para que se le entregara a ellos, queriendo sorprenderle en alguna mentira. Al mismo tiempo le habían dado regalos por una acción de tal virtud, y un didracma de oro cada día. Hacía ya dos años que estaba con Jesús, según cuenta uno de los discípulos llamado Juan. Y en el tercer día antes de que fuera detenido Jesús, Judas dice a los judíos: «Venga, pongamos como pretexto que el ladrón no robó la ley, sino el mismo Jesús, y yo lo convenzo.»”
(II, 2-4): “Anás y Caifás dieron ocultamente bastante dinero a Judas el Iscariote, diciéndole: «Di, según nos dijiste anteriormente, (que) Yo sé que la ley ha sido robada por Jesús, a fin de que la acusación vuelva contra él y no contra esta muchacha irreprochable.» Y habiendo convenido en esto Judas, les dijo: «No sepa toda la multitud que yo he sido instruido por vosotros para hacer esto contra Jesús, sino soltad a Jesús, que yo persuado a la multitud de que eso es así.» Y con el engaño soltaron a Jesús. Judas, habiendo entrado en el santuario cuando empezaba a brillar el día quinto, dice a todo el pueblo: «¿Qué queréis darme y yo os entregaré al destructor de la ley y expoliador de los profetas?» Los judíos le responden: «Si nos lo entregas, te daremos treinta piezas (de plata, sic) de oro.» […] Y Judas tomó las treinta piezas (de plata, sic) de oro. Y habiendo salido a la hora cuarta, ya a la quinta halla a Jesús, que paseaba en la plaza. Cuando ya estaba a punto de ser la tarde, dice a los judíos Judas: «Dadme una fuerza auxiliar de sol, dados con cuchillos y palos y yo os lo entregaré.» Le dieron, así, auxiliares para prenderlo. Mientras marchaban Judas les dice: «Al que yo haya besado prendedlo, pues él expolió la ley y los profetas.» Llegado, pues, a Jesús, lo besó diciendo: «Salve, rabí.», cuando era el atardecer del día quinto.”
UN ABRAZO IMPORTANTE. Antonio Medina de Haro (1936-1997)
Foto: Miguel Ángel Olivero
No es un espectáculo muy usado el ver cómo un hombre llama a otro, por su nombre, y atravesando la calle a todo correr se funden en un abrazo sincero, con los ojos llenos de gozo y una risa llena de satisfacción. Esto, hoy día, es raro y elogiable.
No es común que la cordialidad auténtica y no ecodemasociopolitizada (me lo he inventado) se utilice a diario.
Estamos tan persuadidos de que la imagen está antes que la verdad, por eso, no nos abrazamos con sinceridad y alegría de forma frecuente.
No es habitual que los encuentros entre nosotros sean motivos de explosión de sentimientos. A lo sumo los dejamos para ofrecer un paisaje de concordia, pagado por unas fechas como pueden ser las navidades…
No es normal que nuestras lágrimas broten de manera sencilla y repetida –aunque sea a intervalos- ante el dolor y la soledad de los incivilizados y diferentes a nosotros.
Es más, dada la presencia de nuestra egolatría, de nuestra agresividad, de nuestra hipocresía (metámosnos todos y sálvese quien pueda), de nuestra insolidaridad, cada vez es más imposible concebir la convivencia y el entendimiento, por mucho que la prediquemos de boquilla. Estamos demasiado orgullosos de la sociedad que estamos construyendo y, por tanto, ciegos.
Es absolutamente innegable que es tal la sordera que padecemos que somos maestros en hacer paradigmática la sentencia evangélica aquella que decía: «Vemos la paja en el ojo ajeno antes que la viga en el nuestro.»
Yo tengo una solución para todos estos males: practicar la virtud y no olvidar. Recordar es evocar sentimentalmente y resulta hasta literario: Pero no caer.