FICCIÓN DE NAVIDAD. De la serie «RECORTES», Nº 103. Por Pablo Romero Gabella
Ebenezer Scrooge se encuentra con el fantasma de Jacob Marleyt
(1817-1864)
«Hay quien mantiene que fue Dickens quien inventó la Navidad tal y como la conocemos. Como mínimo encendió las luces en una época donde la celebración era oscura y nada solidaria. Su más célebre cuento de Navidad, A Christmas Carol (1843), era sólo un panfleto contra el maltrato infantil cuando se sentó a escribirlo, pero pronto se transformó en un cuento navideño con espectros. Dickens, por aquellas fechas ya sabía de la fuerza de una ficción sobre decretos, parlamentos y soflamas. La literatura responde a una enfermedad incurable; esa enfermedad es la Historia, madre de la injusticia, de la diferencia, a la que la literatura trata de curar. Una cura condenada al fracaso porque si la enfermedad es incurable, escribir y leer sólo seran paliativos, sucedáneos, ilusiones. Estamos condenados pues, a la literatura y al arte para, como apuntaba Nietzsche, no morir de tanta verdad. La vida es caos y confusión y la novela nos arranca de ese caos. Visión y crítica. Una sociedad impregnada de literatura es más crítica, independiente y libre. Llevamos siglo y medio acosando y empujando al viejo Scrooge como una bruja a la hoguera. Y todo porque su empeño en no creerse la mentira, en no vivir la vida como una ficción consensuada»
[Carlos Zanón, «Charles encendió las luces», Babelia, 27 de diciembre de 2014/ Citas de Mario Vargas Llosa de La literatura es mi venganza (2014), en la reseña de Juan Malpartida, «El mano a mano Magris-Vargas Llosa», ABC Cultural, de la misma fecha]