Posts from abril 2008.

ESCULTURAS («La vida es viaje», Páginas de un diario húngaro. Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2001)

El poeta Petofi.
El poeta Petofi.
Ady Endre
Ady Endre

 

Desde Sopron a Debrecen, Pécs o Szeged, pasando siempre por Budapest, los viajeros las verán. Bajo la sombra densa de unos árboles, en su romántica glorieta; o en la serie sucesiva de hornacinas, cada busto en la suya, que forman la galería en cuadrilátero de una plaza mayor; o delante de una catedral dominando a los que suben por las escalinatas; o en el corredor del claustro de un monasterio; o en la fachada de un conservatorio superior de música.

 Escultura, Sopron, 2001
Escultura en Sopron

 

Esculturas del Castillo, Budapest 2004
El castillo de Buda

 

            Al principio, resulta normal descubrirlas en cualquier ciudad occidental. La necesidad de recordar se ejercita colectivamente devolviendo su cuerpo a quienes lo perdieron. No pueden quedarse sin cuerpo las almas creadoras y heroicas. Los que conocieron a los grandes y, además, les sobrevivieron, luego de muertos, les necesitan. Los que sobreviven les alargan la vida a los ilustres.

 

H. Le Meridien Budapest, 2003
Hotel Le Meridien
Budapest

 

 

 

Jósezf Atila

 

            Pero en el sentir húngaro se percibe una voluntad adensada de que los grandes sigan existiendo. Los honrados en bronce, granito o mármol ganaron la inmortalidad que a los hombres les es posible, esto es, la inmortalidad de las estatuas. Quedaron incorporados a las esculturas. Mucha eternidad atesoran los húngaros cuando a tantos célebres compatriotas fenecidos los eternizan aquí y allá, en los parques, en los paseos de los bulevares, en los patios de los viejos castillos, en las portadas de diversos edificios magnos. Estos volúmenes, estas figuras delimitan un espacio característico en el territorio de la espiritualidad de los húngaros.

 

Kisfaludy

 

Lider de la Rev. del 56, Budapest 2003
Imre Nagy

 

            Cuando se las encuentran asomadas al fluir de los transeúntes y de la vida de las urbes de este tiempo nuestro, cargadas de la expresión intensa de valores fundamentales (la bondad, la justicia, la belleza, el coraje, …) en sus gestos, en sus poses, sentadas, de pie o a caballo, en los lugares públicos de cualquier ciudad, los viajeros ya pueden inducir una idea expresable sobre la identidad de los húngaros, a saber, son históricos; para nosotros lo son en el sentido de acusar una necesidad extraordinaria de relacionarse cotidianamente con los filántropos, los utópicos, los poetas, los músicos, los médicos, los revolucionarios, los héroes y los mártires de la nación.

 

Inventor
Györ
2002

 

Serie Esculturas, Budapest, 2004
De la serie Esculturas
Budapest
2004

 

            Se nos contó que muchos, la mayoría, de los héroes de la historia del país padecieron el dolor de la tortura, o la tristeza del destierro, o la soledad de la cárcel. Pero el sufrimiento y la penuria derivaban de la valentía. Sólo causas nobles, como Dios o el Pueblo, les llevaron lejos persiguiendo a traidores, infieles y bandidos aunque la gloria, como sino de estos mártires, consistiera en soportar con dignidad la humillación de la derrota más allá de toda resistencia humana y hasta la muerte, única capaz de doblegarles. Uno quiso ser rey, porque así legítimamente le correspondía, pero fue traicionado cuando en su coronación, en lugar del oro regio de la corona, colocaron sobre su cabeza otra bien distinta de hierro al rojo vivo.

 

 

(Fotos: LGV)

 

 

SAN LADISLAO («La vida es viaje» -Páginas de un diario húngaro- Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2002)

 

Relicario de San Ladislao en la catedral de Györ

Foto LGV

 2002

 

En la capilla de estilo gótico, conocida como Hédervary, el cráneo de San Ladislao, bajo el oro que sustituyó a la carne, constituye un busto que gobierna desde su urna este ámbito de la catedral de Nuestra Señora: La catedral de Györ.

   De 1405 data esta extraordinaria obra de la orfebrería medieval. Para algunos el autor anónimo quizá la concibiera con un alcance más alto que el mero trabajo de la artesanía y su resultancia acaso rozara la línea a partir de la cual no pudiera hablarse ya de labor de artesano y sí de auténtica escultura. Escultor o artesano, no debe importar, en cualquier caso el objeto es bello. Además a alguien representa, a alguien ha de parecerse. Trescientos diez años después de muerto Ladislao I fue ejecutada la pieza. Seiscientos años después nosotros la encontramos en esta capilla desbordada de la luz que las vidrieras policromadas dejan colarse en este espacio, pero el relicario de oro cumple un impecable destino de resplandor. Áureo brillar perenne. No obstante, el rey santo tiene los ojos cerrados.

   Ligeramente girada está a la izquierda esta cabeza perfecta y no sabemos porqué. Los poblados bigotes y las barbas. La nariz aguileña. Los pómulos estirando hasta su límite de elasticidad la simulada piel. La frente amplia. La corona. Sólo importó la cabeza. No hay hombros ¿Rostro inventado? He aquí la prueba de que un cráneo acaba en rostro. Tiene los ojos cerrados como sólo los cierran los muertos. Máscara mortuoria sobre viejo cráneo de un antiguo rey húngaro.

   Nació este rey de Hungría en Polonia en 1031 porque su padre Bela no podía permanecer en su patria so pena de ser asesinado por su propio hermano Andrés que quería para su hijo Salomón el trono de Hungría. Muerto Andrés, Ladislao desdeña toda corona sobre su noble cabeza, pero acabará luciéndola porque o son destronados o mueren quienes la ansían. A él se la ofrecieron los nobles, los prelados y los magistrados de las principales ciudades del reino y en 1077 la aceptó. Por su reinado, que duró dieciocho años, fue conocido como el Piadoso. Dictó leyes justas, amó la paz y la patria aunque también donde tuvo que librar batallas allí estuvo blandiendo su espada contra el enemigo. Sometió Transilvania y anexionó a su reino Croacia. Como general en jefe de los ejércitos que los reinos más poderosos de aquella Europa habían organizado para la primera cruzada sobre Jerusalen, hubiera partido para reconquistar la ciudad santa, pero murió. Cien años después un Papa lo canoniza.

   Flores y lazos con la bandera húngara hay depositados al pie del relicario…

 

KÁROLYI (Parte Segunda) («La vida es viaje» -Páginas de un diario húngaro- Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2002)

 


El Castillo de Buda
Foto LGV
Budapest
2004

 

Había nacido en Budapest en 1875. Durante la Primera Guerra Mundial, en octubre de 1916, se opuso a la alianza con Alemania y propuso la consecución de una paz de compromiso. Dos años después ante el mismo Parlamento se declaró «amigo de Francia» y fue el encargado de la alta responsabilidad de formar un consejo nacional para la independencia. Como presidente provisional de la República, en 1918, dio entrada a ministros socialistas en el Gobierno para llevar a cabo una reforma agraria que evitase que la población muriera de hambre y de miseria en la posguerra de un país vencido. En 1919 hizo frente a la invasión serbia, rumana y checa, así como a la insurrección comunista de Béla Kun, aunque fuera acusado, no obstante, de haber entregado el poder a éste, que implantó el «terror rojo» contra todos los disidentes en medio de las consecuencias desastrosas de la revisión del armisticio en Trianón. Las fuerzas de la derecha derrocaron a Kun y llevaron al poder el «terror blanco» de Horthy.  Aquellas izquierdas y derechas implicaban un Károlyi expatriado.

            La evolución política y social del país fue guiada por un extraño proceso de antisemitismo y progermanismo que situó a Hungría del lado de las fuerzas del eje Berlín-Roma durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando concluyó ésta, Mihály Károlyi pudo regresar por muy poco tiempo, pues la dictadura popular que se implantó en Hungría, auspiciada y dirigida desde la URSS, no podía consentir que el aristócrata, ilusionista, estadista, social y demócrata, pacifista y profundamente húngaro, pudiera vivir en su país.

            Con la disolución de la República Popular de Hungría sus restos mortales fueron trasladados desde los Alpes marítimos franceses al Kerepesi Temetö de Budapest donde descansan lejos de Matisse y de la luz de la Provenza. Idealista, utópico y filantrópico como pocos, nació a orillas del Danubio y amó a Hungría durante años tan terribles.

 

Pte. Erzsebet, Budapest 2003
El Puente de Erzsebet
Foto LGV
Budapest
 2003

 

 

KÁROLYI (Parte Primera) («La vida es viaje – Páginas de un diario húngaro» Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2002)

 

 

Perteneció a una de las familias de más alta alcurnia de la nobleza húngara, la Karolyi de Nagykároly, cuyo fundador fue un Karolyi del s. XVII. Murió en tierras de la alta Provenza, en Vence, donde un lustro antes Matisse decorara la capilla del Rosario de los dominicos en pura síntesis de sus formas, definitivamente planas; no lejos del lugar donde también muriera el genial pintor un año antes.

            En 1919 tuvo que expatriarse por primera vez.

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ADIÓS. Un poema de Antonio Medina de Haro con dibujo de Zsolt Tibor

 

 «CARMINA» Nº 1

 

 

 

DOS POEMAS DE ANTONIO MEDINA DE HARO

 

«CARMINA» Nº 1

 

 

 

¿ERES DEL OTOÑO LA SERENIDAD? (16/12/1956) Antonio Medina de Haro (1936-1997)

Telas (resplandor difuso) 1

 A mi madre

 ¿ERES del otoño la serenidad?

¿Serás del desierto la belleza?

¡Seas de una triste hoja la humildad!

¡De la vida gentileza!

¡Y del tiempo ligereza!

3 Trigal moronero (resplandor difuso)

EL LENGUAJE DEL DOLOR IV (fragmentos correspondientes a una conferencia pronunciada el 13 de febrero de 1997 en Sevilla) Antonio Medina de Haro (1936-1997)

 

Otra forma de vivir el dolor tiene su faceta en lo que nosotros llamamos compasión. A veces, el dolor aumenta por culpa de este sentimiento. Graham Green ha planteado la compasión como una pasión, de suyo, indiferente; no es buena ni mala, porque en su origen es una reacción del instinto de defensa frente al sufrimiento del otro. En realidad, el compasivo no hace sino proteger su propia sensibilidad. La compasión, en este sentido es una enfermedad. Y nos lleva a la desesperación. Es una faceta que sufre el que se duele y resulta, pues, una equivocación, cualquier actitud que potencie la compasión. Podíamos preguntarnos hasta qué punto nos equivocamos con nuestras compasiones y porqué es morbosa la autocompasión -en especial- o qué hay de auténtico cuando contemplamos o pretendemos consolar al sufre.

 

EL LENGUAJE DEL DOLOR III (fragmentos correspondientes a una conferencia pronunciada el 13 de febrero de 1997 en Sevilla) Antonio Medina de Haro (1936-1997)

 

 

 

Perdónenme pero yo prefiero un «dolor pagano», porque lo he tocado y me es familiar su grito de: ¡Ánimo que tú puedes, adelante! Yo prefiero esto. ¡Milagros, no!.

            En la Unidad de Cuidados Intensivos da tiempo a sentir TODO de una forma cósmicamente intensa. Se hacen verdad las palabras del dicho panteísta de que:

 

Cuando el absoluto cae al mar

se convierte en pez.

 

 

EL LENGUAJE DEL DOLOR II (fragmentos correspondientes a una conferencia pronunciada el 13 de febrero de 1997 en Sevilla) Antonio Medina de Haro (1936-1997)

 

 

Mendigo en el metro LGV 2004

 

 

No se puede ser dichoso ni tenemos derecho a buscar la dicha personal mientras los demás hombres estén sumidos en el dolor,o les hagamos una escalofriante FICHA DE INGRESO como ésta:

 

Nombre:  Antonio Martín Cruz.

Domicilio:  Vivía en una alcantarilla.

Profesión: Obrero sin trabajo.

Observaciones: Le encontramos moribundo.

Padecía: Hambre.