KÁROLYI (Parte Primera) («La vida es viaje – Páginas de un diario húngaro» Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2002)

 

 

Perteneció a una de las familias de más alta alcurnia de la nobleza húngara, la Karolyi de Nagykároly, cuyo fundador fue un Karolyi del s. XVII. Murió en tierras de la alta Provenza, en Vence, donde un lustro antes Matisse decorara la capilla del Rosario de los dominicos en pura síntesis de sus formas, definitivamente planas; no lejos del lugar donde también muriera el genial pintor un año antes.

            En 1919 tuvo que expatriarse por primera vez.

            Se trasladó a Checoslovaquia, pasó luego a Italia y después se estableció en París desde donde dirigió un movimiento de oposición a la dictadura fascista de Horthy, curioso almirante de un país sin mar y sin flota, que recibió clases de inglés del propio Joyce en Trieste, y que no dudó en confiscar las propiedades de Mihály Károlyi. Durante la Segunda Guerra Mundial dirigió en Londres la organización de los húngaros libres y hasta 1946 no pudo regresar a Hungría. El gobierno le devolvió su patrimonio y en 1947 le nombró embajador en París, aunque, por muy poco tiempo, Francia lo pudo acoger como diplomático ilustre, pues tan sólo dos años después tuvo que solicitar de sus autoridades asilo político. No volvería jamás a Hungría.

Mausoleo de Mihály Károlyi en el Kerepesi Temetö
Foto LGV
2000

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