DIARIO FOTOGRÁFICO DE LISBOA (LIII). UN TRES DE ENERO DE 2019 (1). “¿Qué estarán haciendo?” Por Lauro Gandul Verdún
(1)
(2)
(3)
(4)
(5)
(1)
(2)
(3)
(4)
(5)
VIDA Y POÉTICA
«La portentosa inteligencia de sor Juana Inés de la Cruz, nacida y muerta en aquella parte de España entonces, que hoy es México, hecha de talento y estudio, de inspiración y voluntad, se advierte en cada una de sus líneas. Se hizo monja en 1667, quizá porque tal estado ponía menos trabas a su pasión literaria y erudita. En su obra lírica convivieron formas métricas, estilos, temas y modelos muy diversos, pero siempre se advierte en ella un matiz personal, cuando no intelectualizado y racionalista.»
«Sor Juana padeció en carne propia su condición de mujer ilustrada. La más recordada de sus defensas (…) es el poema “Hombres necios que acusáis”, inserto en una larga tradición de feminismo literario. Destaca el primor de algunas redondillas, elaboradas con los juegos de opuestos típicos del más puro conceptismo.»
[FRANCISCO RICO.
Mil Años de Poesía Española.
Editorial Planeta, S.A.
Barcelona, 1997]
ARGUYE DE INCONSECUENTES EL GUSTO Y
LA CENSURA DE LOS HOMBRES QUE EN
LAS MUJERES ACUSAN LO QUE CAUSAN
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os tratan bien.
Opinión, ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que rueda de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
VIDA Y POÉTICA
«Nada sabemos de esta poetisa, una de las pocas escritoras españolas anteriores al Renacimiento. La palabra perdices (además de ser un posible símbolo erótico) establece con perdiendo un juego que refuerza el significado último de la pieza. La prisión también tiene un doble significado, real y simbólico: la autora, pese a que ello implica privación de libertad, desea estar cautivada, esto es, enamorada, eróticamente presa.»
[FRANCISCO RICO.
Mil Años de Poesía Española.
Editorial Planeta, S.A. Barcelona, 1997]
A UNAS PERDICES VIVAS
De estas aves su nación
es cantar con alegría,
y de veras en prisión
siento yo grave pasión,
sin sentir nadie la mía.
Ellas lloran que se vieron
sin temor de ser cativas,
y a quien eran más esquivas
esos mismos las prendieron.
Sus nombres mi vida son,
que va perdiendo alegría,
y de vellas en prisión
siento yo grave pasión,
sin sentir nadie la mía.
A D. Miguel de Unamuno
Quantas vezes vou só, por um caminho adiante,
A meditar nas cousas!
E, meditando, eu torno-me distante
Das suas aparências mentirosas.
Meditar é subir àquela altura,
Onde a gota de orvalho é um astro que alumia,
E onde é perfeita e mística alegria
A humana desventura.
Por isso, eu amo tanto
As horas de saüdade em que medito,
E julgo ouvir misterioso canto
E me perturba a sombra do Infinito.
Ouço uma voz dizer, em mim: eu sou alguém…
E sinto que essa voz não é só minha; eu sinto
Que dimana de tudo o que cerca e tem
Érmo perfil, nas trevas, indistinto.
Sou infinito amor, quimérica presença.
Aos meus olhos baixando, a luz do luar,
Em choro, se condensa;
E vejo a terra e o céu, como através do mar.
E transtornam-se as cousas que parecem
Destroços naufragados.
Seus corpos anoitecem
E ficam-se, na sombra, a olhar, pasmados.
Sempre que choro, o branco nevoeiro
As árvores apaga.
O meu riso floresce um érmo outeiro
E o meu canto, de monte em monte, se propaga.
Que estranha simpatía
Me prende às pobres cousas da Natura!
A minha dôr cantando é luz; minha alegria
Incendeia a nocturna sombra escura.
E vejo a intimidade, o laço oculto,
Que as almas tôdas casa;
Meu coração erguendo, em sonhos, o seu vulto,
É pedra, nuvem, asa.
Horas em que medito e me disperso,
Por tudo quanto existe…
Em mim, se extingue o dia do Universo
E principia, em mim, a sua noite triste.
(Sempre)
[TEIXEIRA DE PASCOAES (1877-1952).
A poesia de Teixeira de Pascoaes de Jacinto do Prado Coelho.
Ed. Atlântida.
Coimbra, 1945.
Págs.105-106]
A D. Miguel de Unamuno
¡Cuántas veces voy sólo, por un camino adelante,
Para meditar en las cosas!
Y, meditando, me vuelvo distante
De sus apariencias mentirosas.
Meditar es subir a aquella altura,
Donde la gota de rocío es un astro que ilumina,
Y donde es perfecta y mística alegría
La humana desventura.
Por eso, yo amo tanto
Las horas de saudade cuando medito,
Y creo oír misterioso canto
Y me perturba la sombra del Infinito.
Oigo una voz decir, en mí: yo soy alguien…
Y siento que esa voz no es sólo mía; siento
Que dimana de todo lo que me rodea y tiene
Yermo perfil, en las tinieblas, indistinto.
Soy infinito amor, quimérica presencia.
Mis ojos bajando, la luz de luna,
En lamento, se condensa;
Y veo la tierra y el cielo, como a través del mar.
Y se inquietan las cosas que parecen
Destrozos naufragados.
Sus cuerpos anochecen
Y se quedan, en la sombra, a mirar, pasmados.
Siempre que lloro, la blanca, densa niebla
Los árboles apaga.
Mi risa florece en un yermo otero
Y mi canto, de monte en monte, se propaga.
¡Qué extraña simpatía
Me agarra a las pobres cosas de la Natura!
Mi dolor cantando es luz; mi alegría
Incendia la nocturna sombra oscura.
Y veo la intimidad, el lazo oculto,
Que las almas todas casa;
Mi corazón irguiendo, en sueños, su rostro,
Es piedra, nube, ala.
Horas en que medito y me disperso,
Por todo cuanto existe…
En mí, se extingue el día del Universo
Y empieza, en mí, su noche triste.
(Siempre)
[Traducción al español:
Lauro Gandul Verdún (2019)]