VIDA Y POÉTICA
«La portentosa inteligencia de sor Juana Inés de la Cruz, nacida y muerta en aquella parte de España entonces, que hoy es México, hecha de talento y estudio, de inspiración y voluntad, se advierte en cada una de sus líneas. Se hizo monja en 1667, quizá porque tal estado ponía menos trabas a su pasión literaria y erudita. En su obra lírica convivieron formas métricas, estilos, temas y modelos muy diversos, pero siempre se advierte en ella un matiz personal, cuando no intelectualizado y racionalista.»
«Sor Juana padeció en carne propia su condición de mujer ilustrada. La más recordada de sus defensas (…) es el poema “Hombres necios que acusáis”, inserto en una larga tradición de feminismo literario. Destaca el primor de algunas redondillas, elaboradas con los juegos de opuestos típicos del más puro conceptismo.»
[FRANCISCO RICO.
Mil Años de Poesía Española.
Editorial Planeta, S.A.
Barcelona, 1997]
ARGUYE DE INCONSECUENTES EL GUSTO Y
LA CENSURA DE LOS HOMBRES QUE EN
LAS MUJERES ACUSAN LO QUE CAUSAN
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os tratan bien.
Opinión, ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que rueda de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.