DIARIO FOTOGRÁFICO DE LISBOA (LIII). UN TRES DE ENERO DE 2019 (1). «¿Qué estarán haciendo?» Por Lauro Gandul Verdún
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Bella en el cementerio
[Foto: LGV Portalegre (Portugal, 2011)]
—La carne no estaba podrida, pero sí dura y sosa, y la antipatía del camarero…
—Nunca comprendí que le dieras propina, y le sonrieras…
—Porque me di cuenta de que era uno de los lacayos del diablo.
A D. Miguel de Unamuno
Quantas vezes vou só, por um caminho adiante,
A meditar nas cousas!
E, meditando, eu torno-me distante
Das suas aparências mentirosas.
Meditar é subir àquela altura,
Onde a gota de orvalho é um astro que alumia,
E onde é perfeita e mística alegria
A humana desventura.
Por isso, eu amo tanto
As horas de saüdade em que medito,
E julgo ouvir misterioso canto
E me perturba a sombra do Infinito.
Ouço uma voz dizer, em mim: eu sou alguém…
E sinto que essa voz não é só minha; eu sinto
Que dimana de tudo o que cerca e tem
Érmo perfil, nas trevas, indistinto.
Sou infinito amor, quimérica presença.
Aos meus olhos baixando, a luz do luar,
Em choro, se condensa;
E vejo a terra e o céu, como através do mar.
E transtornam-se as cousas que parecem
Destroços naufragados.
Seus corpos anoitecem
E ficam-se, na sombra, a olhar, pasmados.
Sempre que choro, o branco nevoeiro
As árvores apaga.
O meu riso floresce um érmo outeiro
E o meu canto, de monte em monte, se propaga.
Que estranha simpatía
Me prende às pobres cousas da Natura!
A minha dôr cantando é luz; minha alegria
Incendeia a nocturna sombra escura.
E vejo a intimidade, o laço oculto,
Que as almas tôdas casa;
Meu coração erguendo, em sonhos, o seu vulto,
É pedra, nuvem, asa.
Horas em que medito e me disperso,
Por tudo quanto existe…
Em mim, se extingue o dia do Universo
E principia, em mim, a sua noite triste.
(Sempre)
[TEIXEIRA DE PASCOAES (1877-1952).
A poesia de Teixeira de Pascoaes de Jacinto do Prado Coelho.
Ed. Atlântida.
Coimbra, 1945.
Págs.105-106]
A D. Miguel de Unamuno
¡Cuántas veces voy sólo, por un camino adelante,
Para meditar en las cosas!
Y, meditando, me vuelvo distante
De sus apariencias mentirosas.
Meditar es subir a aquella altura,
Donde la gota de rocío es un astro que ilumina,
Y donde es perfecta y mística alegría
La humana desventura.
Por eso, yo amo tanto
Las horas de saudade cuando medito,
Y creo oír misterioso canto
Y me perturba la sombra del Infinito.
Oigo una voz decir, en mí: yo soy alguien…
Y siento que esa voz no es sólo mía; siento
Que dimana de todo lo que me rodea y tiene
Yermo perfil, en las tinieblas, indistinto.
Soy infinito amor, quimérica presencia.
Mis ojos bajando, la luz de luna,
En lamento, se condensa;
Y veo la tierra y el cielo, como a través del mar.
Y se inquietan las cosas que parecen
Destrozos naufragados.
Sus cuerpos anochecen
Y se quedan, en la sombra, a mirar, pasmados.
Siempre que lloro, la blanca, densa niebla
Los árboles apaga.
Mi risa florece en un yermo otero
Y mi canto, de monte en monte, se propaga.
¡Qué extraña simpatía
Me agarra a las pobres cosas de la Natura!
Mi dolor cantando es luz; mi alegría
Incendia la nocturna sombra oscura.
Y veo la intimidad, el lazo oculto,
Que las almas todas casa;
Mi corazón irguiendo, en sueños, su rostro,
Es piedra, nube, ala.
Horas en que medito y me disperso,
Por todo cuanto existe…
En mí, se extingue el día del Universo
Y empieza, en mí, su noche triste.
(Siempre)
[Traducción al español:
Lauro Gandul Verdún (2019)]