ALCALDES, O ZOQUETES. Por Rafael Rodríguez González

En Paraguay llaman zoquete al cargo público. Ignoro si con la misma exactitud guasona que aquí lo haríamos.

            El alcalde de Sabadell, el de X, el de Y, el de K —nos faltarían letras en el alfabeto—, están imputados como presuntos culpables de prevaricación en distintos grados, siendo la sirvengonzonería en grado superlativo el denominador común. Enjuiciados judicialmente no están todos los alcaldes de España, es cierto, pero en el discernimiento popular se salvan poquísimos.

            El de Sabadell, uno de los alcaldes más cursis de España, dijo, al dejar en suspenso su cargo: «Me aparto unos centímetros», como el que va a freír un huevo y no quiere que le manche el aceite. El que no manchó su honor fue un antecesor suyo, que echó a empujones de su despacho a un empresario que intentó sobornarlo. «Me aparto unos centímetros», dice el relamido. Lo que tienes que hacer es irte al infierno, mamarracho.

            «El mejor alcalde, el rey». Pues ya ni eso.

            Un amigo, tan exagerado como casi todos los que tengo, jura que iría a comer con un alcalde sólo si este devolviera todo lo que se haya comido. Y puntualiza: «Antes, antes».

            Otro dice que, en un futuro, la sociedad habrá alcanzado tal nivel de equidad y conciencia que los encargados de ejercer el mínimo control necesario lo serán por rotación. Vale, pero no creo que a la Humanidad le quede tanto tiempo.

            A Pepe Isbert y a Manolo Morán, alcalde y conseguidor, respectivamente, en Bienvenido Míster Marshall, no se les puede achacar haber creado escuela de alcaldes y conseguidores (pobrecitos míos; digo Isbert y Morán). Además, éstos de ahora ni tienen gracia ni son buenos actores.

            Hay alcaldes a quienes les pierde el ego; a otros, la ambición pecuniaria; los hay que ambas cosas y otras más. Lo que es seguro es que para entonces el ego y la ambición ya habrán echado a perder sus municipios.

            «La gente es tonta, ¡un hombre honrado no puede ser alcalde!». Esto se lo oí, siendo yo un pollo, a un viejo que hablaba con otro acerca de la conveniencia de que fuese nombrada alcalde determinada persona (a la que conocí y traté muchísimo). Es una verdad que nunca tomé como absoluta.

            «¿De dónde vienes?», le pregunta un paisano a otro. «De pedir cita con el alcalde, ¡y vaya lo que me han dicho!». «¿El qué?». «Esto: ¿pero usted quién se ha creído que es?». Tal hecho, no se confundan, sucedió en Zamarra de Enmedio.

            Hay alcaldes que son muy sonados; otros hay que están más sonados que los rivales que le buscaban a Urtain. Se puede pertenecer a ambos grupos simultáneamente.

            Los zoquetes demostradamente corruptos, y también los sospechosos de serlo, son votados elección tras elección. La mayoría de esos votantes considera que hacen bien (los alcaldes), porque «yo haría los mismo». ¿No es para sentirse orgullosos de esos votos? En la democracia de los piratas, es decir, en la realmente existente, sí.

4 comments.

  1. Quiero mostrar mi sumo agrado por la elección que han hecho los editores de Carmina para ilustrar el escrito publicado en La Voz de Alcalá: nada menos que una de las obras maestras del cine a escala planetaria. Completa, redonda, “trapezoédrica”, increíble (de imaginar que fuese posible en aquellos tiempos), imposible (de hacer en estos).

  2. A quien es de agradecer es a este “Alcaldes, o zoquetes” tuyo, y a “Youtube”, claro.

    L.

  3. Hoy vienen de nuevo los “hombres de negro”. La última vez que lo hicieron, llegaron, pararon en Cibeles sus coches, entraron, salieron; estuvieron 5 días y simplemente el último volvieron a recoger unos informes que muy anteriormente habían ya hecho los inspectores del B. E. y podían haber pedido por teléfono. Así que esos 5 días se dedicaron a visitar Madrid. Es decir literalmente estuvieron saliendo de vinos y P. Pero antes de volver a Bruselas pararon la circulación, se bajaron de nuevo de sus coches, recogieron los informes, y se les pagó 5.000.000 mill. de euros.

    Como ves R.R.G. el mismo Marshall es un gran maestro en “hispanidad” y Madrid un pueblo donde se sabe todo.

    A.L.

  4. Lo que si puedo afirmar con rotundidad- ya que lo conozco personalmente-, que Bustos, el alcalde de Sabadell, puede ser muchas cosas, pero no un zoquete. Este fulano “hace un avión de mármol y le vuela”. Políticamente, mas peligroso que una caja de bombas y no se moja, ni que caiga el Diluvio Universal. Pero cuidado, los “galones” se les han subido a la cabeza. Ya se sabe que la soberbia es el mérito, del que alardean los necios.

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