LA JUSTICIA DE LAS FIERAS. Por Joaquín de Grado


El mundo está sobradamente abastecido de gente peligrosa. La hay en cualquier barrio, en cualquier carretera, en cualquier trabajo. Pero la que más peligro tiene, socialmente hablando, es la que detenta algún cargo, sea legislativo policial o gubernativo (o de gobierno, que queda como más chic y «democrático»). Vean si no a Ruiz-Gallardón, el ministro de Injusticia Superlativa Elevada al Cubo, ese que dejó al Ayuntamiento de Madrid con una deuda que ni en mil años podrían haber generado, ni juntos ni por separado, Godoy, el valido de Carlos IV, ni José Bonaparte, al que apodaron Pepe Botella (¡Ay, Madrid, nunca te falta una botella!). Pues este Ruiz-Gallardón, del que su padre, José María, se lamentaba («tengo un hijo facha»), se encarga ahora de llevar al límite y al remate la justicia, si es que hasta ahora se le podía llamar así, de este tinglado ya casi pestífero que aún se llama España.

…………No es que estemos volviendo, como dicen algunos, a la época de Fernando VII, o a la del francés Luis XIV, no, sino que avanzamos, en materia gallardonesca y en muchas otras, hacia los máximos niveles de la dictadura desenfrenada y descarada (esto último, por fin, es de agradecer) del Capital y sus sicarios. Aún alcanzarán niveles más altos, claro que sí, cuando a las fieras que se abalanzan contra sus víctimas, se les oponga una fuerza superior, aunque de una naturaleza muy distinta.

…………Ya está otorgada, más que nunca, la carta blanca al delincuente, al abusador, al que tiene la sartén por el mango, a todos los que nos fríen la sangre del modo que sea. Y le llaman democracia.

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