Posts categorized “«MITOS E HISTORIAS» POR JOSÉ MANUEL COLUBI FALCÓ”.

SANIDAD E INSTRUCCIÓN PÚBLICA. Por José Manuel Colubi Falcó

 

librosdeanticuarioenSevilla 2012 lgv

Naturaleza muerta

[Foto: LGV Sevilla 2012]

 

Sanidad, instrucción pública, administración de justicia, los tres pilares fundamentales del edificio estatal. Mas no siempre han sido atendidas por el poder con la debida diligencia: la Historia, maestra de la vida, ha ofrecido, ofrece —y temo que siga ofreciendo— innumerables ejemplos de negativas o, lo que es peor, de simulacros de concesión de esos derechos inalienables e irrenunciables de toda persona humana.

   La Antigüedad, fuente inagotable de ideas, nos cuenta casos paradigmáticos de cómo sus legisladores atendieron esos derechos. Así, Diodoro de Sicilia (siglo I a.C.), en su Biblioteca histórica XII, 12, 4-13, 1-4, atribuye a Carondas de Catana, legislador del siglo VI a.C., una ley de instrucción pública y refiere también la adopción de medidas similares en el campo de la sanidad en otras ciudades griegas. Dice así:

   «Escribió también otra ley mucho mejor que ésta y que había sido descuidada por los legisladores más antiguos que él. En efecto, legisló que todos los hijos de los ciudadanos aprendieran las letras, proporcionando el Estado las pagas a los maestros. Pues supuso que los pobres en recursos, como particularmente no podían darle los salarios, se verían privados de las más hermosas prácticas. En efecto, el legislador juzgó la gramática más importante que las otras enseñanzas; y con mucha razón pues gracias a ésta se lleva a cabo las más y más útiles actividades para la vida: votaciones, cartas, testamentos, leyes, y otras cosas que mejoran mucho la existencia. Porque, ¿quién no compondría un digno encomio del aprendizaje de las letras? Pues sólo a través de éstas los muertos son recordados por los vivos; los que se hallan en lugares lejanos gracias a las letras se reúnen, como si estuvieran cerca, con quienes distan muchísimo de ellos; para los pactos en tiempo de guerra entre pueblos o reyes la firmeza de las letras contiene la más segura fe en lo tocante a la permanencia de los acuerdos; en general, sólo las letras guardan las más hermosas manifestaciones de los hombres prudentes, los oráculos de los dioses, y además la filosofía y toda la cultura, y las transmiten siempre a los futuros por toda la eternidad. Por ello hay que entender que, si bien la naturaleza es la causa de la vida, de una buena vida lo es la educación basada en el conocimiento de las letras. A partir de esa idea con esta legislación mejoró a los analfabetos, como hombres privados de algunos grandes bienes, y los juzgó acreedores de público cuidado y gasto, y tanto superó a quienes antaño habían legislado que los particulares enfermos fueran curados por médicos a expensas del Estado, que, mientras éstos consideraron dignos de cuidado los cuerpos, él curó las almas turbadas por la incultura, y en tanto suplicamos no tener nunca necesidad de aquellos médicos, anhelamos pasar todo el tiempo con los maestros del saber.»

[El Alcalá, año I – nº 8, enero de 1992]

 

LAS CARAS DE TALES. Por José Manuel Colubi Falcó

 

Mercado romano de Mileto (Museo Pergamo-Berlín)

Mercado romano de Mileto

Museo de Pérgamo

Berlín

 

Entre los numerosos nombres de leyenda que nos ha legado el Mundo Antiguo, pocos hay equiparables al de Tales. Iniciador del saber racional, ha nacido en una ciudad marinera, Mileto, que es metrópoli de colonias, lonja de mercaderes… y lo será de físicos, estudiosos de la physis, de la naturaleza.

   La cuna de la filosofía no es un remanso de paz, la celda de un monje, ni tampoco un eremita el fundador. Tales, un viajero más, ha visitado Egipto, Babilonia… y entrado en contacto con los sacerdotes. Fruto de sus viajes, relaciones y estudios, es hombre preparado, que predice eclipses (el del 28 de mayo del 585 a. C., cuando en batalla lidios y medos «el día se hizo noche»), que mide la altura de las pirámides (por la sombra que proyectan), que ve un alma inmortal en todo, incluso en las cosas inanimadas, según la piedra magnética y el ámbar (élektron, en griego, el lector deduzca); que saca de apuros a Creso desviando el curso del río mediante un nuevo álveo que abraza al ejército por la retaguardia («y así lo pasa a la otra orilla»).

   Un hombre de clara visión política que aconseja a los jonios que formen una federación con centro en Teos, para, así, defender su independencia frente a los persas, y que, en el futuro, causará más de un trauma a los estudiantes con su teorema y su incansable búsqueda del arkhé, el principio, la fuente y substancia de todo lo existente, que él halla en el agua.

   Faceta científica ésta, otras, más atractivas, presentan un Tales cotidiano, un sabio despistado que cae en un pozo mientras observa los astros, provocando las risas de la criada, quien le reprende su afán por conocer lo de arriba cuando ignora lo de abajo, lo que hay cabe sus pies; o comerciante, que, como se le echara en cara que la filosofía no servía para nada (nada nuevo bajo el sol, pero hoy somos más sufridos: forman su séquito de trastos inútiles el griego, el latín, el francés, la lengua, la literatura, la historia, etc., etc., etc.) y él hubiese previsto una gran cosecha de aceitunas, toma en arriendo todos los molinos de aceite, y, a su honra, ejerce de monopolista; un Tales comerciante, que, al preguntarle un discípulo que debe pagar por su enseñanza, contesta: «Si reconoces haberlo aprendido de mí, pagarás la paga justa.»

   O el Tales hijo, quien, cuando su madre a diario le insta a que se case, responde con un «Todavía no es hora», hasta que un día, ante tanta matraca, tan femenina y maternal, resuelve el problema y dice: «Ya ha pasado la hora». O que, al preguntársele por qué no procrea hijos, replica: «Por amor a los hijos». Ni vida ni muerte le quitan el sueño, pues no se diferencian en nada, y por eso, cuando uno le espeta: «¿Y tú por qué no mueres?, responde: «Porque no hay diferencia».

   Es, además, varón agradecido, al Hado, por tres razones: ha nacido hombre y no bestia, varón y no mujer, griego y no bárbaro. Y muere en el estadio, viejo ya, y sobre su sepulcro se lee: «Sí, pequeña es esta tumba, pero su gloria llega al cielo. Mírala, es la del prudentísimo Tales».

   La tradición nos ha transmitido muchos apotegmas suyos: «Las muchas palabras no muestran opinión prudente»; «Afámate por una sola cosa: la sabiduría»; «Elige una cosa sola: el bien»; «No hermosees tu aspecto, si no eres honesto en tus ocupaciones».

   Pobre Tales, desde chico con estas manías…

[El Alcalá, Año V, número 56, mayo de 1996]

 
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ANACARSIS ESCITA. Por José Manuel Colubi Falcó

DEMÉTER Y KORE. Por José Manuel Colubi Falcó

 

«CARMINA». Por José Manuel Colubi Falcó

 

 

El pasado día 4 [de noviembre de 2005] tuvo lugar, en la hacienda Los Ángeles, de Alcalá de Guadaíra, la presentación de una revista literaria nueva, Carmina, consagrada a la poesía. Su primer número —y espero que desafíe a la serie infinita de los numerales— da acogida a un conjunto de composiciones inéditas de poetas, entre los que se cuentan el que fuera compañero mío y amigo Antonio Medina de Haro, ya fallecido, y Lauro Gandul, adalid, junto con Olga, de la revista.

   El título, Carmina, que debe pronunciarse como esdrújula (en latín no se representa gráficamente el acento) y no confundirse con el hipocorístico de ese hermoso nombre de mujer que es Carmen, nos introduce en el vasto mundo de la lírica latina. Según nos dicen A. Ernout y A. Meillet, carmen —cuyo plural es carmina— no es, en su origen, más que una fórmula rítmica, de carácter mágico, que se manifiesta primero en el lenguaje religioso, jurídico y didáctico (no se olvide que en los inicios religión y derecho, norma religiosa y ley, forman una unidad, siempre en relación con el canto), idea que pervive en toda la historia del latín. Así, la Ley de las XII Tablas (450 a. C.) castiga a quien compone un carmen, poema cantado, para infamar o denigrar a otro o hacerle daño; Cicerón (siglo I a. C) dice de una ley que es de horrible carmen (muy severa), y los emperadores Graciano, Valentiniano y Teodosio sancionan, en 381 d. C., a los encantadores y consultores de hechos inciertos que pretenden hacer sus sacrificios en los templos, pues «Dios debe ser adorado con preces castas y no con cármenes siniestros.»

   Pero es en la poesía lírica donde carmen alcanza mayor y mejor fortuna: Cicerón habla de los cármenes que se cantan en los banquetes; Lucrecio, del fluido carmen de la cítara; Ovidio, del cisne que, al morir, canta sus cantos exequiales; Quintiliano, de la historia como Carmen libre de trabas métricas. Los hay variados: carmen lastimero (miserabile), nupcial (nuptiale, el epitalamio), erótico o lascivo (lasciuum), amoroso (amabile), etc. El mismo fenómeno hallamos en el latín medieval, e. gr., en los Carmina Burana, conjunto de composiciones amorosas, tabernarias, de primavera, de camino, etc. ¿Por qué? Porque el carmen vive en lo más profundo del alma humana.

 

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NOTAS ETIMOLÓGICAS SOBRE «CARMINA» POR JOSÉ MANUEL COLUBI FALCÓ CON SILLONES DE ZSOLT TIBOR

«CARMINA LUSITANA». Por José Manuel Colubi Falcó

EL CIRCO DE TARQUINIO. Por José Manuel Colubi Falcó

«CVRSVS PVBLICVS». Por José Manuel Colubi Falcó

SÉNECA Y LOS ESCLAVOS. Por José Manuel Colubi Falcó

LA ALGARABÍA DE LAS TERMAS NO TURBA A SÉNECA. Por José Manuel Colubi Falcó

MARCO AURELIO. Por José Manuel Colubi Falcó

JANO. Por José Manuel Colubi Falcó

«PANEM ET CIRCENSES». Por José Manuel Colubi Falcó

MARCO ATILIO RÉGULO. Por José Manuel Colubi Falcó

KALENDAS. Por José Manuel Colubi Falcó

ANDROCLO Y EL LEÓN. Por José Manuel Colubi Falcó

 

MARCO AURELIO. Por José Manuel Colubi Falcó

 

Marco Aurelio (museos capitolinos) Roma

Estatua ecuestre de Marco Aurelio

Museos Capitolinos

Roma

 

Nacido en Roma el 26 de abril del 121 p. C., hijo de A. Vero y de Domicia Lucila, de ascendencia hispana, el emperador Marco Elio Aurelio Antonino forma, junto con el cordobés Seneca y Epicteto de Hiérapolis, la tríada, gloriosa, del estoicismo tardío, cuyos escritos han sido leídos —lo son y lo serán— con gran deleite y provecho.

   Casado con Faustina, que le dio trece hijos —sólo cinco sobrevivieron: cuatro hembras y Cómodo, cuyo nacimiento se ha dicho que fue el único daño causado por Marco Aurelio a Roma—, y sucesor, en el año 161, de Antonino Pío, por quien había sido adoptado para el cargo en el 138, nuestro emperador, conocido como el emperador filósofo, de natural apacible, hubo de afrontar numerosas guerras, primero en Oriente, al principio de su reinado, contra los partos, que habían invadido Armenia, y luego en la frontera, limes, marcada por los ríos Rin y Danubio, frente a marcomanos, cuados, sármatas.

   Esmeradamente educado en sus años juveniles, recibió de sus maestros lecciones de gramática y retórica y de filosofía, que son reflejo entonces —un tiempo de renacimiento, en Roma, del pensamiento griego— de las posturas antagónicas que adoptaron, en el siglo IV a. C., Platón (filosofía) e Isócrates (retórica) sobre las normas que habían de gobernar la vida humana. El resultado de todo ello y de sus experiencias vitales fue un hermoso librito escrito en griego, Tâ eis heautón, algo así como Máximas dirigidas a sí mismo, por la forma, aforismo, en que ha sido redactado y que suele traducirse por Meditaciones. Su contenido es concorde con el carácter de aquel hombre bueno que —ironía del destino— tantas guerra hubo de soportar.

   Al igual que los otros estoicos, Marco Aurelio ve una Providencia divina en un mundo sabiamente ordenado, y un ser humano tan estrechamente relacionado con Dios, que por naturaleza ha de seguir el precepto de amar a sus semejantes, incluso a los que tropiezan, y, más aún, a los enemigos. Nuestros afanes deben orientarse, nos dice, hacia la reflexión y el servicio a los otros, entendiendo por otros todos los demás, es decir, el común, y nuestra vida ha de estar presidida por la ataraxia (imperturbabilidad), que nos hace fuertes, contentos siempre con lo que nos sucede, sin el más leve atisbo de tristeza —o de cólera, que no es signo de poder o de fuerza, sino de debilidad—, justos, indulgentes, esforzados, perseverantes, regidos por una inteligencia libre de las pasiones.

   Murió en Vindóbona —la actual Viena—, el 17 de marzo del año 180.

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ROMA EN «CARMINA»:

RETRATO: CUATRO POR DOS. ROMA EN CÓRDOBA, O CÓRDOBA EN «CARMINA» (ESCULTURA). Fotografía de Manuel Verpi 2015 [Museo Arqueológico de Córdoba I]

DOS DESNUDOS: ROMA ES CÓRDOBA, O CÓRDOBA ES «CARMINA» (ESCULTURA). Fotografía de Manuel Verpi 2015 [Museo Arqueológico de Córdoba II]

ESCULTURAS ROMANAS DE UN TOGADO Y UN BARBUDO. Fotografía Manuel Verpi 2015 [Museo Arqueológico de Córdoba III]

LAS MÁSCARAS DE ROMA SON CÓRDOBA, O ESTE TIPO DE RETRATO EN ESCULTURA. Fotografía Manuel Verpi 2015 [Museo Arqueológico de Córdoba IV]

EL FALO EN BUSCA DE SENTIDO. De la serie «RECORTES», Nº 46. Por Pablo Romero Gabella

LA TERMAS ROMANAS. Por José Manuel Colubi Falcó

EPITAFIOS ROMANOS (I). Por José Manuel Colubi Falcó
DICHOS LATINOS (EL HOMBRE). Por José Manuel Colubi Falcó

DICHOS LATINOS (SOBRE LA LIBERTAD PARA LOS ROMANOS). Por José Manuel Colubi Falcó

UNA CASA ROMANA. Por José Manuel Colubi Falcó

«DE MEDICIS ET PROFESSORIBUS». Por José Manuel Colubi Falcó
TRIBONIANO. Por José Manuel Colubi Falcó
FOROFOS EN EL CIRCO. Por José Manuel Colubi Falcó
MARCHA ROMANA EN ALCALÁ UNA LLUVIOSA TARDE DE VIERNES SANTO. Lauro Gandul Verdún 2012
QUINTO FABIO MÁXIMO. Por José Manuel Colubi Falcó
LA BATALLA DE CANNAS. Por José Manuel Colubi Falcó
«CARMINA LUSITANA». Por José Manuel Colubi Falcó

JESUS CONDUCIDO ANTE PILATO (I). Por José Manuel Colubi Falcó

 

Un enemigo del pueblo

Henrik Ibsen

(1828-1906)

[Fuente Wikipedia: «El 28 de mayo de 1981 se emitió una adaptación para Televisión española en el espacio Estudio 1, que estuvo protagonizada por José Bódalo, Irene Gutiérrez Caba, José Vivó, Francisco Merino, Cristina Higueras, Francisco Melgares, Manuel Zarzo, Amparo Climent y Emilio Mellado.»]

 

Ente los apócrifos de la pasión y resurrección de Jesús se cuentan los escritos conocidos como Actas de Pilato, cuyo comienzo es el que sigue:

   «Yo, Ananías, protector, de los pretorios, legisperito, por las divinas escrituras conocí a Nuestro Señor Jesús Cristo, llegado a Él por la fe y hallado digno del santo bautismo. Y habiendo buscado las memorias que se hicieron en aquella ocasión sobre Nuestro Señor Jesús Cristo, las que los judíos depositaron en manos de Poncio Pilato, esas memorias las hallé en letras hebraicas y por la buena voluntad de Dios las traduje en letras helénicas para conocimiento de todos los que invocan el nombre de Nuestro Señor Jesús Cristo, durante el reinado de nuestro señor Flavio Teodosio, año decimo-séptimo, y Flavio Valentiniano, el sexto, en la indicción nona.

   »Pues bien, todos cuantos leáis y trasladéis estos escritos a otros libros, acordaos de mí y rezad por mí, a fin de que Dios me sea propicio y me perdone los pecados que contra Él cometí.

   »Paz a los que las lean, a los que las oigan y a sus servidores.

   »En el decimoquinto del gobierno de Tiberio César, basileo de los romanos, en el año decimonono de Herodes, basileo de la Galilea, durante su mandato, en el día octavo anterior de las calendas de abril, que es el vigesimoquinto de marzo, en el consulado de Rufo y Rubelión, en el año cuarto de la ducentésima segunda olimpíada, siendo archisacerdote de los judíos Josepo, el Caifás. Cuantas cosas historió Nicodemo después de la crucifixión y pasión del Señor, las transmitió a los archisacerdotes y a los demás judíos. El mismo Nicodemo las compuso en letras hebraicas.

   »I. 1. Habiendo celebrado consejo los archisacerdote y los escribas, Anás y Caifás… y los restantes judíos, vinieron ante Pilato acusando a Jesús de muchas prácticas diciendo: “Sabemos que éste es hijo de José el carpintero, nacido de María, y dice ser el hijo de Dios y basileo, y además profana los sábados y quiere abolir nuestra ley heredada de los padres.” Les dice Pilato: “¿Qué es lo que hace y quiere abolir?” Dicen los judíos: “Tenemos por ley no curar a nadie en sábado; pero éste ha curado a cojos, jorobados, secos, ciegos, paralíticos, sordos y posesos de demonios, en sábado y con malas artes.” Les dice Pilato: “¿Con cuáles malas artes?” Le responden: “Es un hechicero, y con la ayuda de Beelzebul, caudillo de los demonios, expulsa a los demonios y todo lo somete a sí.” Les dice Pilato: “Esto no es expulsar a los demonios con la ayuda de un espíritu inmundo, sino con la del dios Asclepio (Esculapio).”»

 

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JESÚS CONDUCIDO ANTE PILATO (II). Por José Manuel Colubi Falcó

JOSÉ DE ARIMATEA LIBERADO POR JESÚS. Por José Manuel Colubi Falcó

 

DE LA INFANCIA DE JESÚS. Por José Manuel Colubi Falcó

 
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Árboles portugueses desde la carretera hacia España

[Foto: ODP, Portugal 6 de diciembre de 2015]

 

El texto que traduzco está contenido en un manuscrito del siglo XIII, conservado en la Biblioteca Nacional de París; lo he tomado, prestado, de la edición de los Evangelios Apócrifos que hizo para los lectores de habla española D. Aurelio de Santos Otero, publicada en la Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXIII, donde aparece bajo el título Libro sobre la infancia del Salvador, páginas 366-372. Según el editor, «no parece sino una compilación medieval de leyendas apócrifas…» Son, pues, unas cuantas fábulas más que hay que añadir a una abundante tradición popular sobre la vida de Jesus. Constituye el parágrafo 5 de la obra y está escrito en latín.

   He aquí mi versión al español:

   «Cierto día, en hora matutina, cuando el rocío todavía templaba los rayos del sol, [he aquí que] iban ascendiendo María y José desde las partes de Tiro y de Sidón en dirección a Nazaret, y como María fuera incómoda por el sol ascendente, fatigada, se sentó en la tierra. Y dijo a José: “Va subiendo [el calor] por el que me veo agobiada, y yo ¿qué puedo hacer? No hay a la vista una sombra por la que pueda ser protegida.” Y con las manos extendidas al cielo comenzó a orar diciendo: “¡Oh virtud del Altísimo!, según el verbo jocundo que una vez oí enviado por Ti, cúbreme con tu sombra, se llene mi vida de alma y dame tu refrigerio.” Y Jesús, por su parte, como hubiera oído estas voces, llenóse de alegría por las palabras, y una rama seca que en su mano tenía a modo de báculo la clavó en la tierra y dijo imperiosamente: “Da inmediatamente una sombra gratísima a mi madre.” E inmediatamente la vara aquella comenzó a crecer hasta convertirse en un árbol denso y ramoso que les dio un dulce refrigerio mientras descansaban.»

 

JESÚS CONDUCIDO ANTE PILATO (II). Por José Manuel Colubi Falcó

 

Pilato por Duccio maesta (detalle)

Pilato se lava las manos

(detalle)

Duccio di Buoninsegna

(1255-1318/1319)

 

Traduzco el texto griego de las Actas de Pilato, de la B.A.C.:

   2. »Los judíos dicen a Pilato: «Elevamos a Tu Grandeza esta solicitud de suerte que comparezca él en tu tribuna y sea oído.» Y Pilato […] les dice: «¿Decidme cómo puedo yo, que soy gobernador, examinar a un basileo [rey]?» Responden: «Nosotros no decimos que él es basileo, sino que él se dice así.» Pilato, llamado el mensajero, dice: «Sea traído a mí Jesús con equidad.» Salió éste y, habiéndolo reconocido, inclinóse ante él y tomado el manto suyo en la mano lo desplegó en tierra y dice: «Señor, pasa por aquí y entra, te llama el gobernador.» Los judíos […] gritaron contra Pilato: «¿Por qué no le mandaste entrar por voz de pregonero, sino por mensajero? Pues el mensajero, habiéndolo visto, se inclinó, desplegó en tierra su manto y ha hecho que pase por él como un basileo.» 3. »Pilato, llamado el mensajero, dice: «¿Por qué hiciste eso, y extendiste tu manto sobre la tierra y has hecho que Jesús pase sobre él?» El mensajero responde: «Señor gobernador, cuando me enviaste a Jerusalén a casa de Alejandro, lo vi sentado sobre un burro, y los hijos de los hebreos llevaban en sus manos ramos […], otros extendían sus vestidos en el suelo diciendo: “Sálvanos tú, que estás en lo más alto, bendito el que viene en nombre del Señor.” 4. »Los judíos […] dicen al mensajero: «Los hijos de los hebreos clamaban en hebreo, ¿de dónde, pues, te llegó el griego?» Aquél responde: «Pregunté a uno de los judíos y dije: “¿Qué gritan en hebreo?” y él fue mi intérprete.» Pilato dice: «¿Cómo gritaban en hebreo?» Los judíos responden: «Hosanna membromê. Barujammâ. Adonaí». Y Pilato: «Y hosanna y el resto ¿qué significa?» Los judíos responden: «Sálvanos tú, que estás en lo más alto, bendito el que viene en nombre del Señor.» Pilato dice: «Si vosotros dais fe de las voces dichas por los jóvenes, ¿en qué erró el mensajero?» Ellos callaron. El gobernador dice al mensajero: «Introdúcelo como quieras.» […] Aquél se condujo como antes y dice a Jesús: «Señor, entra, el gobernador te llama.»

 

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LA SUERTE DE PILATO. Por José Manuel Colubi Falcó

RELACIÓN DE PILATO SOBRE JESÚS REMITIDA A AUGUSTO. Por José Manuel Colubi Falcó

«ECCE HOMO» (POEMA SACRO) [3]. Por Lauro Gandul Verdún

PRODIGIOS DE LA CRUCIFIXIÓN Y RESURRECCIÓN. Por José Manuel Colubi Falcó

INJURIAS A JESÚS. Por José Manuel Colubi Falcó

 

LOS TRABAJOS DE HÉRCULES: LAS AVES ESTINFÁLIDAS Y EL TORO DE CRETA. Por José Manuel Colubi Falcó

 

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  Los doce trabajos de Hércules

Relieve romano del Siglo III d.C.

 

Aun siendo célebres los doce trabajos expiatorios que Eristeo impuso a Heracles, no son precisamente conocidos o famosos estos que a continuación referiremos, aunque el segundo nos recuerda al toro del rapto de Europa. Y lo haremos siguiendo, como siempre, el texto de Apolodoro, Biblioteca II, v, 6, de la colección inglesa Loeb Classical Library.

 

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Heracles y las aves estinfálidas

Sello griego

(Circa 1970)

 

Las aves estinfálidas

«Como sexto trabajo —cuenta el autor— le impuso expulsar a las aves estinfálidas. Había en la ciudad de Estínfalo de Arcadia una laguna que era llamada Estinfálide, rodeada de espeso bosque. En ésta se habían refugiado unas aves en número extraordinario, temerosas de ser botín de lobos. Pues bien, como no supiera Heracles expulsarlas del bosque, Atenea le da unos crótalos de bronce que había recibido de Hefesto. Y él, haciéndolos chocar en la cumbre de un monte que estaba situado a la vera de la laguna, infundía miedo a las aves, que, no pudiendo soportar el estrépito, levantaron el vuelo presas del temor, y de este modo Heracles con su arco las cazó». Eran, ciertamente, unas aves antropófagas, dotadas de alas, pico y cabeza de hierro y garras retorcidas. De ahí el mérito de Heracles.

 

Hércules lucha contra el toro de Creta Francisco de Zurbarán  1634

Hércules lucha contra el toro de Creta

Francisco de Zurbarán

1598-1664

 

El toro de Creta

«Como séptimo trabajo le impuso traer al toro de Creta. Acusilao dice que éste era el que había transportado a Europa para Zeus, pero algunos afirman que era el donado por Posidón desde el mar cuando Minos dijo que sacrificaría en honor de Posidón lo que apareciera desde el mar. También cuentan que aquél, cuando hubo contemplado la hermosura del toro, lo remitió a sus rebaños y sacrificó otro a Posidón, hechos por los cuales el dios, presa de la ira, hizo salvaje al toro. Habiéndose presentado Heracles en Creta en busca de ese toro, cuando Minos le dijo, al pedirle él que colaborase en su captura, que lo apresara mediante lucha, lo capturó y, presentado y mostrado a Euristeo, lo dejó en libertad».

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LOS TRABAJOS DE HÉRCULES: LA HIDRA DE LERNA. Por José Manuel Colubi Falcó

LA LEYENDA DEL LABERINTO DE CRETA: EL MINOTAURO. Por José Manuel Colubi Falcó

LA LEYENDA DEL LABERINTO DE CRETA: DÉDALO E ÍCARO. Por José Manuel Colubi Falcó

 

TRISAGIO. Por José Manuel Colubi Falcó

 

Teófanes el Confesor

758-818

 

Todo tiene su historia justificativa o acreditativa. Sirva de ejemplo trisagio —de tris (tres veces) y hágios (santo)— que nos refiere Teófanes (Cronografía (A. M. 5930):

   «En este tiempo de Proclo […], hubo en Constantinopla grandes seísmos durante cuatro meses, de tal suerte que los bizantinos, aterrados, huyeron de la ciudad al llamado Campo, y pasaban allí los días elevando letanías con su obispo en sus súplicas a Dios. Pues bien, en una ocasión, cuando la tierra se movía como las olas y el pueblo todo clamaba “Señor, ten piedad” fervorosamente, de pronto, a la vista de todos, sucedió que un joven fue elevado a los aires por una fuerza divina y oyó una voz divina que le exhortaba a anunciar al obispo y al pueblo que suplicaran de este modo y dijeran: “Santo Dios, santo fuerte, santo inmortal, apiádate de nosotros.” Y Proclo […], habiendo recibido esta sentencia, encomendó al pueblo cantar así, e inmediatamente paró el seísmo. La beata Pulqueria y su hermano [i.e. Teodosio II], muy admirados por la maravilla, decretaron que en toda la ecúmene se cantara este himno divino, y desde entonces todas las iglesias recibieron orden de cantarlo a Dios a diario.»

   Y también el Menologio: «El día 25 de septiembre, durante el reinado de Teodosio el Joven, se produjo un seísmo terrible, y […] hallándose todo el pueblo, con el basileo Teodosio y el patriarca Proclo […] fuera de la ciudad elevando súplicas a Dios en el Campo […] de repente un chiquillo era […] elevado hacia los aires mientras todos, sumidos en el estupor y el miedo, cantaban durante muchas horas el “Señor, ten piedad.” Mas de nuevo el chico fue bajado como sentado en una nube y con voz potente les exhortó diciendo que los coros de los arcángeles […] elevan a Dios el himno trisagio “Santo Dios, santo fuerte, santo inmortal, apiádate de nosotros.” […] Y al punto entregó su alma a Dios y la agitación del seísmo cesó.»

 

EL CIRCO DE TARQUINIO. Por José Manuel Colubi Falcó

 

TarquinioEl Soberbio y El Águila (anónimo)

Tarquinio y El Águila

[De autor anónimo para nosotros]

 

Debemos al historiador Dionisio de Halicarnaso una obra importante para el conocimiento de los primeros tiempos de Roma, la Romaïke Arkhaiología, que suele, regularmente, traducirse por Historia antigua de Roma y también por Antigüedades romanas. En ella, en libro III, 68, describe el circo —en griego, hipódromo, porque allí tenían lugar las carreras de carros tirados por caballos— que mandó construir el rey Tarquinio. Traduzco el texto del pasaje, que dice así:

   «Construyó también Tarquinio el más grande de los hipódromos, el situado entre el Aventino y el Palatino, y fue el primero que hizo asientos a su alrededor bajo techado sobre gradas (pues hasta entonces contemplaban de pie los espectáculos), con tarimas de madera sobre vigas, y habiendo dividido los lugares en treinta fratrías [en Roma, curias], a cada una le atribuyó una parte, de suerte que cada uno contemplara el espectáculo sentado en el lugar correspondiente. Pues bien, con el tiempo esta obra iba a figurar entre los muy hermosos y admirables edificios de la ciudad. En efecto, la longitud del hipódromo es de tres estadios y medio [el estadio equivalía a seiscientos pies, 185 metros], la anchura, de cuatro pletros [el pletro equivalía a cien pies, unos 35 metros]. A su alrededor, siguiendo los lados mayores y uno de los menores, se ha cavado un canal para la recogida del agua de diez pies de profundidad y de anchura. Detrás del canal han sido construidos pórticos de tres pisos; de éstos, los que están a ras de suelo tienen, como en los teatros, asientos de piedra que sobresalen un poco unos de otros, y los superiores, de madera. Los mayores se unen en uno mismo y se enlazan uno a otro cerrándose mediante el más pequeño, que tiene forma de media luna, de suerte que de los tres se crea un pórtico anfiteatro de ocho estadios capaz de acoger a quince miríadas (150.000) de personas. El restante de los lados inferiores, que se extiende al aire libre, tiene barreras abovedadas que se abren todas a un mismo tiempo por medio de una cuerda. Hay también alrededor del hipódromo, por el exterior, otro pórtico de un solo piso que en su interior tiene tiendas y sobre éstas casas, por el cual, junto a cada tienda, hay entradas y subidas para quienes vienen a [presenciar] el espectáculo, de suerte que en nada se estorban tantas miríadas de personas cuando entran y sale.»