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Todo tiene su historia justificativa o acreditativa. Sirva de ejemplo trisagio —de tris (tres veces) y hágios (santo)— que nos refiere Teófanes (Cronografía (A. M. 5930):
«En este tiempo de Proclo […], hubo en Constantinopla grandes seísmos durante cuatro meses, de tal suerte que los bizantinos, aterrados, huyeron de la ciudad al llamado Campo, y pasaban allí los días elevando letanías con su obispo en sus súplicas a Dios. Pues bien, en una ocasión, cuando la tierra se movía como las olas y el pueblo todo clamaba “Señor, ten piedad” fervorosamente, de pronto, a la vista de todos, sucedió que un joven fue elevado a los aires por una fuerza divina y oyó una voz divina que le exhortaba a anunciar al obispo y al pueblo que suplicaran de este modo y dijeran: “Santo Dios, santo fuerte, santo inmortal, apiádate de nosotros.” Y Proclo […], habiendo recibido esta sentencia, encomendó al pueblo cantar así, e inmediatamente paró el seísmo. La beata Pulqueria y su hermano [i.e. Teodosio II], muy admirados por la maravilla, decretaron que en toda la ecúmene se cantara este himno divino, y desde entonces todas las iglesias recibieron orden de cantarlo a Dios a diario.»
Y también el Menologio: «El día 25 de septiembre, durante el reinado de Teodosio el Joven, se produjo un seísmo terrible, y […] hallándose todo el pueblo, con el basileo Teodosio y el patriarca Proclo […] fuera de la ciudad elevando súplicas a Dios en el Campo […] de repente un chiquillo era […] elevado hacia los aires mientras todos, sumidos en el estupor y el miedo, cantaban durante muchas horas el “Señor, ten piedad.” Mas de nuevo el chico fue bajado como sentado en una nube y con voz potente les exhortó diciendo que los coros de los arcángeles […] elevan a Dios el himno trisagio “Santo Dios, santo fuerte, santo inmortal, apiádate de nosotros.” […] Y al punto entregó su alma a Dios y la agitación del seísmo cesó.»