UNA CASA ROMANA. Por José Manuel Colubi Falcó

 

Recuerdo que, en mi segunda visita a Alcalá –corría octubre de 1975-, estuve en una casa de la calle de Nuestra Señora del Águila y un amigo, colega y anfitrión me dijo: «Mira, una casa árabe, de las muchas que hay en este pueblo.» No convine en ello y al cabo de poco ambos decíamos que no era árabe, sino romana. Hoy ha sido sustituida por un bloque de pisos (¿una ínsula?), pero aún queda alguna y ojalá perdure. Mas ¿por qué era romana? Veámoslo.

             Aunque en los orígenes la casa romana no es más que una choza o cabaña, tugurium, casa (¿qué significará «casarse»?), con techo cónico, de paja o cañas y barro, y planta circular, la vivienda evoluciona luego de diversa manera: mientras las clases populares viven hacinadas en insulae, bloques de tres o cuatro pisos, en condiciones deplorables, el rico lo hace en su domus.

             Ordenada la domus en torno a dos patios (atrio y peristilo), tiene doble acceso: el principal (vestíbulo, puerta y corredor hasta el atrio) y el de servicio (posticum, postigo), que, abierto en una pared lateral, da a un callejón; a ambos lados de la entrada principal hay unas habitaciones que, si sirven de tiendas (tabernae), abren a la calle, y, si no, al atrio. Éste, rectangular, con un estanque en el centro (impluvio) para la recogida de las aguas de lluvia del compluvio (los tejados vierten el agua en el atrio) y su posterior acopio en una cisterna, es lugar de reunión de la familia, con el larario (hornacina del Lar o dios protector), arca de caudales e imágenes de los antepasados, y tiene un pórtico a su alrededor (a veces no hay columnas, sino paredes sobre las que se apoyan las vigas de un piso o el tejado), al que abren diversas habitaciones (alcobas, comedor o triclinio, etc) y el tablinium (sala de recepción del paterfamilias), en la pared frontera a la puerta.

             Bien, la casa que se me mostraba era de este mismo esquema, aunque la romana tenía algo más: un huertecillo o jardín detrás, posteriormente ampliado para formar el peristilo. Un corredor a ambos lados del tablino lo comunicaba con el atrio y en él había un jardín con estatuas y fuentes, rodeado por un pórtico al que abrían habitaciones (dormitorios, exedra o sala de estar, oecus, quizás un triclinio mayor, biblioteca, etc).

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