KALENDAS. Por José Manuel Colubi Falcó

 

Julio César (100 a.C. a 44 a.C.)
por Rubens (1577-1640)

 

Todas las sociedades han necesitado, desde las más primitivas edades, un cómputo del tiempo, una memoria que les permita tener presentes los datos que rigen la vida cotidiana en sus repetidos ciclos. De ahí la invención del calendario, ese registro que recoge las indicaciones astronómicas rectoras de la actividad agraria y de las solemnidades civiles y religiosas.

             Calendario es voz que procede de Kalendae, nombre del primer día del mes entre los romanos. El primer calendario, de Rómulo, era, lógicamente, agrario, para una sociedad agraria, con diez meses (marzo-diciembre) y el corazón del invierno, sin labores agrarias; el segundo, de Numa, lunar, sufre cambios para adaptarlo al solar. Mas los desajustes discurren hasta el año 46 a.C., con un calendario de doce meses: ianuarius (enero –de ianua, puerta-, de las fiestas del dios de las puertas), februarius (febrero, de las purificaciones), martius (del dios Marte, marzo, el primero del año romano), aprilis (abril, de etimología incierta), maius (mayo, cuyo nombre deriva de una divinidad itálica luego identificada con Maya, madre de Mercurio), iunius (de la diosa Juno, asimilada a Hera, la esposa de Júpiter), quintilis (quinto, después julio, por Julio César), sextilis (sexto, luego agosto, según el emperador Augusto), september, october, november, december (séptimo, octavo, noveno, décimo). En 46 a.C., Julio César, siguiendo a Sosígenes, nos lega el calendario juliano: corrige el desajuste dando a este año 445 días, y hace que desde el 1 de enero del 45 el año tenga 365 días, con la adición de uno cada cuatro, el bisiesto, porque el día de más se añade contando dos veces el sexto día (bi sextus) anterior a las calendas de marzo, es decir, el 24 de febrero.

             Los romanos contaban los días del mes retrógradamente, en torno a tres: calendas (el uno), nonas (el siete en marzo, mayo, julio y octubre, y el cinco en los restantes) e idus (quince o trece, con igual distribución), entrando también éstos en el cómputo e igualmente el día de partida. Así, del 25 de enero se decía que era «el día octavo anterior a las calendas de febrero»; del 4 de marzo, «el día cuarto anterior a las nonas de marzo», y del 11 de abril, «el día tercero anterior de los idus de abril». Y los señalaban con las letras F, N y C: fastos (con oficinas abiertas para los asuntos públicos), nefastos (si no lo estaban) y comiciales (aptos para la celebración de comicios).

 

2 comments.

  1. Por fin puedo leer y recrearme de nuevo, recordando clases, algo lejanas, de este ilustre profesor de Griego. Recuerdo clases enteras llenas de silencio a la espera de que José Manuel nos enseñara más sobre Mitología, Griego.. y muchas anécdotas y experiencias que tan valiosas me han servido a lo largo de estos años. Gracias José Manuel.

  2. Rocío,

    Nos autorizó José Manuel Colubi, a quien conocí cuando yo era su alumno en el nocturno del Cristóbal de Monroy,a publicar en esta Revista «CARMINA» los artículos sobre mitología e historia que viene publicando mensualmente en LA VOZ DE ALCALÁ desde fines de los noventa. Los ya reeditados en «CARMINA» y los que tenemos por publicar constituyen un verdadero tesoro.

    Nos encanta comprobar que este trabajo de difusión de la obra de José Manuel provoca alegría en otros o les permite evocar la figura del maestro.

    Gracias.

    L.

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