LA BATALLA DE CANNAS. Por José Manuel Colubi Falcó

La batalla de Cannas
Cornelis Cort
1533-1578

Librada el 2-8-216 a. C., junto a un pueblo cercano a Barletta, al que dio renombre –Canne della Battaglia hoy-, fue el mayor desastre romano de la segunda guerra púnica, y ha sido, hasta hace poco, estudiada detenidamente en las academias militares por el planteamiento de Aníbal, sus sutiles maniobras y sobre todo por la magistral dirección de la caballería. Sus pormenores los narran Polibio (III, 106-118) y Tito Livio (XXII, 39-54).

            Cuenta Livio, en los prolegómenos de su narración, que el ex-dictador Quinto Fabio Máximo y el cónsul Lucio Emilio Paulo –que, con Cayo Terencio Varrón, ejercía el consulado después de la dictadura de aquél-, mantuvieron una conversación sobre la táctica guerrera y los temores que inspiraba al primero la irreflexión e impulsividad del último. Paulo –decía el Verrucoso- tendría más problemas con Varrón que con Aníbal, y habría de enfrentarse a dos generales que querían lo mismo –la lucha abierta-, el uno, enemigo, el otro, su colega; que la única táctica válida era la por él seguida, pues Aníbal se hallaba en tierra extraña, hostil, escaso de recursos, e iba extenuándose, mientras que los romanos guerreaban en su casa, Italia; que ésa era la única vía de salvación; que debía resistir a los anhelos de los soldados de ambos ejércitos, y preferir que le temiera un enemigo sabio a que lo elogiaran unos conciudadanos necios. Esos temores de Fabio no eran vanos.

            Ambos consules, el patricio Emilio Paulo y el plebeyo Varrón, al frente del ejército se aproximaron a Cannas e instalaron en dos campamentos, junto al río Ofanto, cerca del de Aníbal; cada día, como era sólito, ostentaba el mando uno; Emilio Paulo seguía la táctica de hostigar al enemigo sin presentar batalla en campo abierto, hasta que aquel día fatídico el afán de gloria de Varrón hizo que se trabara batalla y los romanos sufrieron la mayor derrota de su historia –pérdida de 50.000 soldados y muerte de un cónsul, Paulo-. Cuenta Livio que un tribuno militar se acercó a éste, gravemente herido, y le ofreció el caballo para que huyera a Roma, lo que rechazó el cónsul, rogándole que lo hiciera él y anunciara a los senadores que fortificasen la Urbe, que él prefería morir entre sus soldados. Varrón sí huyó. Siempre pasa igual. El espectáculo del campo de batalla al día siguiente fue horrible hasta para los vencedores.

            De Aníbal dicen que no aceptó el consejo –seguir hasta la toma de Roma- de Maharbal, su jefe de caballería, lo que motivó que éste le dijera: «Sabes vencer, Aníbal, pero no sabes aprovechar la victoria».

2 comments.

  1. Muchas gracias al profesor Colubi por sus artículos tanto en la Voz de Alcalá como en Cármina, personalmente se lo agradezco porque los utilizo para mis alumnos de Latín de 4º de ESO. Un abrazo.

  2. Qué bien que Colubi siga creando estirpe, y si, además, eres tú, amigo Pablo, quien también lleva el relevo, pues miel sobre hojuelas: en eso ha de consistir la tradición, digo yo, a saber, en la entrega de herramientas vigentes, sean lo viejas que sean las tales herramientos (la historias, los mitos, lo vivido, el porvenir…) Si José Manuel se encuentra con tu comentario seguro que le va a dar alegría.

    Lauro

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