Posts categorized “Poesía”.
LA CASA BLANCA. Lauro Gandul Verdún (2021)
Pop en un bar de Rota
(imagen de Amy Winehouse)
[Foto LGV, 2011]
Blanca la casa por fuera y por dentro
Blanca la fachada
Cuartos blancos
Encalado el techo de madera
El zaguán blanco
Al patio concurren blancas paredes
El suelo de color bronco
Pulido de pasos
Las puertas
Las ventanas
Las cómodas
El ropero
De carpintería oscura
De hierro cancelas y balcones
Hacen más blanco
Los blancos
Sobre la casa todo es alto azul
Azul sobre el blanco final
De azotea y pretiles
¿Dónde está el cielo?
Sus nubes son blancas.
Casa blanca de balcones
[Foto: LGV Rota, 2011]
VERDES DE VIENTOS. Lauro Gandul Verdún (2021)
Fotógrafo en Oromana
[Foto: LGV 2010]
Ahí continúa lleno de sí
Con soplos múltiples
Se multiplica el viento
Y se enrosca en el jardín
Donde naranjos y olivos
Junto a matas de tomillo
Que conviven con las de romero
Se enrosca en cada planta
Entre todas haciéndose ovillos
Muchos vientos se han colado
Cimbrean los árboles
Desde las ramas de abajo
A las cimeras
Es el verde multiplicado
Por los vientos
Lo que se agita
Adjetivos en clave de verde
Lo que suena
A verdes de vientos.
GENIO DEL INVIERNO. Lauro Gandul Verdún (2021)
Taxodios junto al Guadaira
[Foto: LGV 2014]
El genio del invierno
El vaho de los campos
El cielo bajo
Denso de blancas nubes
Los árboles deshojados
Sin futuro
Casi invisibles
Los caseríos lejanos
La vieja carretera
Cuyo fin son unas montañas
Azuladas
Coronan sus cimas los quejigos
Desde una principiante primavera voy
Viajando
Mas el genio del invierno sobrevive
En lo frío del paisaje
En lo desnudo y en lo desolado.
EL RESPLANDOR DE LA HOGUERA. Lauro Gandul Verdún (2021)
Alocaz
[Foto: Olga Duarte Piña, 2011]
En la noche oscura
El resplandor de una hoguera
Apaga la soledad del campo
Sobre un cerro
Un torreón arruinado
Se alza como un misterio
Lleno de lechuzas
Ululan los blancos pájaros
Cuando levantan el vuelo
Onírica es la luz de sus plumajes
Así se alumbra la bóveda negra
Hasta que la bandada
Se esconde en la lejanía.
CARTA A RAFAEL LUNA (con fotos de 1988 y 1989). Poema de Lauro Gandul Verdún (Museo de Alcalá de Guadaíra, 1 de octubre de 2020)
Te escribo mientras sobre mí se alza un cielo azul limpio,
En la planetaria bóveda,
Lleno de aire tierno y fresco, traído al día por brisas de otoño.
Aire en los pulmones para poder fumar lentamente en los bosques,
En las riberas de un río fantástico, o desde el alcor contemplar la vega.
Fumar, porque el humo es de la misma materia que el aliento que inspira,
De la materia de las formas intangibles,
Aquellas que adoptan la consistencia de los sueños
Y la de la fantasía que brota durante la duermevela,
O desde lo entornado de los ojos,
De las puertas encajadas o entreabiertas, de una ventana,
La baranda pequeña de un balcón. Trozos de interiores. Un viejo ropero,
Un suelo de cuarto con geometrías simpáticas.
Y la memoria del ojo de un alma de espejo e imán.
Escucho la música sostenida por unas guitarras eléctricas, los platillos de la batería
Y la trompeta en un tema de los Beatles.
Estos ecuménicos himnos.
Sí, universales, eran de tu gusto, de tu afición.
Querido amigo Rafael:
Después de estos muchos años que no te vemos con los ojos habituales,
Los que nos corresponden por seguir vivos,
Biológicamente hablando,
Me atrevo a dirigirme al ángel,
Que desde que faltas aquí
Seguro que eres en esta bóveda celestial que a todos nos cubre,
Donde no sé si seguirás pintando,
O preferirás volar por los espacios y por los tiempos,
O transfigurarte a tu antojo y asomar tu figura,
Que sería irradiante y,
Realmente incorpórea pero visible, aunque sea atravesando muros.
La aparición tuya el día menos pensado…
¡Querido amigo, que un milagro así ocurriera, me haría llorar,
Y dando un salto abriría los brazos como para un vuelo contigo!
¡Y tú con tus alas!…
¡Qué acontecimiento!…
Yo podría decirte, aquí en la Tierra:
¡Hombre, Rafael!, ¡cuánto tiempo!, ¡qué buen aspecto tienes!…
Mientras se te ocurre un buen día ese regreso tuyo,
Tendré que ponerte al tanto, aunque no sea fácil,
Con esta carta al que eres, Rafael,
En Álvarez, o en Luna.
Fafi de los amigos que los hacías entrañables
Desde tu ternura urbana y cosmopolita.
Querido amigo, demasiadas veces parece que ocurre mucho
Pero suelen ser fútiles ocurrencias,
Mientras lo importante pasa más lentamente,
Con ese tiempo lento que no todos captan…
Ningún miembro de la familia de Carlos IV se ha bajado
De su silla roja ni ha soltado su paraguas azul.
La monja de tus Meninas aún no ha descendido de su ascensión.
Todavía no se ha dado cuenta Baltasar Carlos de que ése no es su cuadro.
Los acrobáticos monos que trepan por tus giraldas no se han despeñado.
Los mensajes dentro de tus botellas siguen flotando en las aguas del tiempo.
Un Papa espera a que le afeiten sentado en su silla de barbería.
Las máquinas de escribir no paran o en su estática, son imparables.
Las teclas percuten sobre papeles oníricos
Mientras el viento de la noche entra y sale en la doble habitación,
Arrastrando las hojas aún no escritas, llevándoselas no se sabe adónde,
En blanco, sin que haya habido tiempo de escribir sobre ellas nada.
¿Acaso sea la única claridad inmaculada?
Sin embargo, como dijiste una vez,
«…Continuará.»
La vida, los mundos en dos dimensiones que sacaste de éste,
Que era el tuyo, que estaban en éste mientras estuviste,
Aunque sólo tú fuiste quien nos los dibujaste y nos los diste en las formas y sus colores
Para que nosotros aprendiéramos a descubrirlos.
Tu busca, tus lápices y pinceles, los tubos de acrílico, tus laboratorios,
Tus papeles, lienzos, mosaicos, poemas visuales,
Carteles…
Todo esto nos dejaste, y también la vida de tus sueños
En la materia de tus cuadros visibles y tangibles.
Tu vida misma a la que hoy nos invitas,
Colgada de las paredes de un museo.
[Fotos: Lauro Gandul Verdún 1988-89]
«DE SOL A SOL» UN LIBRO DE POEMAS DE JOSÉ ANTONIO FRANCÉS, ILUSTRADO POR ROCÍO LEPE. UN POEMA POR UN LIBRO. Lauro Gandul Verdún (19 de diciembre de 2020)
El escritor José Antonio Francés
[Foto: LGV Alcalá 1989]
De sol a sol
Empedrado de versos entre flores
Y simples hojas verdes
Este libro está lleno de pájaros
De puros papeles de colores
Y tiene mariposas en el arcoíris
Pinturas esmaltadas en las palabras
Palabras teñidas para canciones
Paisajes de tintas vivas
Siempre todo en papeles de colores
En papeles de colores el caballo
La mañana y la noche
Porque
El espantapájaros
La granjera
Algún burro
O el perro
Y las ovejitas
Hasta un ternero o una chicharra
A los versos se encadenan
Entre gallos y gallinas
Cigüeñas y hormigas
Una vaca
Una cabra
En papeles de colores
Nos asombran la lectura
Nos dibujan las pupilas
De sol a sol
Donde nunca cesa el cantar del poeta
Poemas que se recitan
Como cuentos que ocurren en verso
Igual que en los sueños
Inocentes de la infancia
Cuando cruzábamos los espejos
Y éramos alegres en las palabras y los actos
De sol a sol
De la onomatopeya a la oda
De la mañana a la luna
El mediodía es un madrigal
Este libro
Él solo
Forma una biblioteca y suscita cuadros
Para una exposición
Para un bolsillo pequeño
Donde caben las grandes obras
Porque son muchas las lecturas
Porque hojaldrada es su profunda realidad
Venid a leer
Echadme cuenta
Y lean este libro jaspeado
Ánfora de metáforas
Caleidoscopio de fábulas
Donde hondos los murmullos se escuchan
Voces múltiples corales
Dulces como el silencio
O secretas como el rumor que pasa por debajo de los asuntos
Venid a este libro
De versos y dibujos De voces y colores De papel y de jornada Para leer y cantar Para estar y ser en él De sol a sol.
«ÉGLOGA», DE JUAN ÁVAREZ: EL POEMA DE UN RÍO. Por Lauro Gandul Verdún (Alcalá, 30 de julio de 2020)
Buen atardecer tengamos mientras suenen los versos del río del poema que Juan Álvarez nos va a leer. Estamos con suerte porque vamos a gozar de la Literatura con mayúscula. Ésta, la Literatura, es un paraje infinito de espejos que se dejan cruzar, si el escritor es ser de conocimiento, memoria y voluntad. El otro lado también tiene espejos, y así sucesivamente.
Un escritor cuenta lo que ha descubierto. Su vida es el experimento continuo, su biblioteca el laboratorio estático. Su inspiración un motor inmóvil que nos puede llevar por el universo sin salir de la habitación. No hay nada más científico que la Literatura, porque que sea infinita no implica ilimitada. Sintaxis, Semántica, Morfología…, ¿habrá algo más estrictamente científico que escribir ficciones? Y su autenticidad está asegurada cuando un escritor lo es de verdad.
¿Dónde están los pastores de esta égloga? No los hay ni en el río ni en la vida que se representa el autor «Tu camino y el mío,/ descalabrado río sin pastores,/ ¿no son acaso el mismo?» Trágicamente, la visión del poeta comprende que la ignorancia del mar lo condena a no conocerlo nunca («No conoces el mar. No lo conocerás»). En aparente contradicción con «las vidas que van a dar a la mar, que es el morir» de Jorge Manrique. Paradoja que se salva con la certeza de que el río tiene madre de sus aguas y en poesía el mar no tiene porqué coincidir con el mar.
Si Garcilaso de la Vega cantó al Danubio desde una de sus islas y Dámaso Alonso a un río llamado Carlos, ¿junto a qué río se ha sentado Juan Álvarez para esta égloga fluvial?, ¿en qué tiempo fluye el río de Juan? Nos responde desde el primer verso «en un tiempo sin tiempo» llevando en su corriente aguas claras y profundas de Luis Cernuda, o «aquel olmo hendido por el rayo» de Antonio Machado, que siguen fluyendo cuando se leen en el poema que presento, gracias a que Juan Álvarez nos trae junto a sus versos, forjados y amorosos, los otros sembrados en los surcos de la Historia literaria, renovados e intangibles, a la par.
Todos los versos de esta égloga nos llegan desde muy lejos, y están muy cerca, junto a esta orilla ribereña, sus bosques, sus huertas…, y sus ahogados, como escribe Juan Álvarez («unas pocas palabras desgastadas / con que contar la historia de todos tus ahogados»).
El poeta ha descubierto un territorio, que se ha hecho nuevo por su acción, y ha dibujado un mapa… Pero ha llegado tarde, cuando todo el tiempo y los seres han sido, y ahora sólo se les puede recordar o inventar. Desde esa suerte de aparente nada un mundo crea el poeta y por él nos lleva en un cántico de amor y muerte, de contemplación y acontecimiento, de dolor y nostalgia. De esta última nos da una enseñanza, que la acerca a la saudade de Fernando Pessoa, cuando se refiere a lo que dejó de existir, por haberse perdido para siempre hace tanto tiempo, es causa de que el poeta dude de que hubiera existido nunca («de un tren que ya no existe, que tal vez no existió»).
7 POEMAS DE LAURO GANDUL PARA UN BAILE DE JAVIER BARÓN. Patio de Armas del castillo de Alcalá de Guadaíra (21 de julio de 2020)
PARTE PRIMERA
1
COMO LOS ÁRBOLES
Como los árboles
sobre las leves cumbres
de estas colinas.
Así, las pocas cosas bellas que estimo
aparecen de tres en tres:
Ahí, sirviendo de austero pórtico
a una vieja quinta abandonada,
los tres cipreses
vigorosos, a pesar de la edad antigua.
Allí, asomados a la ribera
de aquellas aguas serranas,
narcisos fresnos se contemplan
para siempre en su frescura.
Allá, la ficción que la lejanía
incorpora al mundo de lo que se ve,
tal vez sean los benditos pinos,
únicos convidados a mis íntimas soledades.
2
ERES OJOS NEGROS
Eres ojos negros,
abiertos
como las noches en el campo.
Es transparente
el negro de tus ojos.
Eres ojos negros,
y cabellos negros,
morena tu piel,
y tu corazón un pozo encalado
en cuyo fondo
son cristalinas las aguas,
como estrellas
donde brillan tus ojos negros.
PARTE SEGUNDA
1
AQUÍ Y AHORA
Aquí y ahora
me encuentro con lo que tuve
y perdí
allá y entonces.
2
VOLVER
¿Volver?
Nunca.
¿Estuve aquí alguna vez?
Nunca,
no era yo.
En verdad hoy
no sé quién era aquél,
¿y tú?
Tampoco estuviste aquí.
¿Volver?
Nunca,
ni tú ni yo.
3
MORTALMENTE INMORTAL
Mortalmente inmortal
Como un ángel viejo
Regreso a mi casa
Flotando sobre el aire que cubre los adoquines
Aliviado de mi tristeza
Quiero dormir.
4
UN VERSO SÓLO NACE DEL VER
Nada puede amargar mi corazón, nunca.
Nada, ni el sufrimiento.
La tristeza duele en el sentir
Y no amarga sino que nutre mi corazón, siempre.
Corazón duro:
Late,
Vive y canta.
¡ Que lloren otros mientras escuchan tus letanías !
Tu voz no la pueden apagar las congojas
Y tus ojos las lágrimas ignoran.
Un verso sólo nace del ver.
PARTE TERCERA
MUCHO MÁS SABIA QUE NOSOTROS
Mucho más sabia que nosotros
Nos llama
Es ella
Vamos
Con los ojos cerrados
Da igual
Está ahí y la vemos
Vamos
Soñando
Vamos
Como volando
Con el vuelo de antes
Cuando no sabíamos nada de la noche
Volamos ahora que sabemos
Sólo así
La noche
¡Oh la noche!