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ARGUYE DE INCONSECUENTES EL GUSTO Y / LA CENSURA DE LOS HOMBRES QUE EN / LAS MUJERES ACUSAN LO QUE CAUSAN. Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695). Poema con foto de Lauro Gandul Verdún (Lisboa, 2018)

 
 
 

 
 
 

VIDA Y POÉTICA

 
 
 

   «La portentosa inteligencia de sor Juana Inés de la Cruz, nacida y muerta en aquella parte de España entonces, que hoy es México, hecha de talento y estudio, de inspiración y voluntad, se advierte en cada una de sus líneas. Se hizo monja en 1667, quizá porque tal estado ponía menos trabas a su pasión literaria y erudita. En su obra lírica convivieron formas métricas, estilos, temas y modelos muy diversos, pero siempre se advierte en ella un matiz personal, cuando no intelectualizado y racionalista.»

   «Sor Juana padeció en carne propia su condición de mujer ilustrada. La más recordada de sus defensas (…) es el poema “Hombres necios que acusáis”, inserto en una larga tradición de feminismo literario. Destaca el primor de algunas redondillas, elaboradas con los juegos de opuestos típicos del más puro conceptismo.»

 
 
 

[FRANCISCO RICO.

Mil Años de Poesía Española.

Editorial Planeta, S.A.

Barcelona, 1997]

 
 
 

ARGUYE DE INCONSECUENTES EL GUSTO Y

LA CENSURA DE LOS HOMBRES QUE EN

LAS MUJERES ACUSAN LO QUE CAUSAN

 
 
 

   Hombres necios que acusáis

a la mujer sin razón,

sin ver que sois la ocasión

de lo mismo que culpáis:

 

   si con ansia sin igual

solicitáis su desdén,

¿por qué queréis que obren bien

si las incitáis al mal?

 

   Combatís su resistencia

y luego, con gravedad,

decís que fue liviandad

lo que hizo la diligencia.

 

   Parecer quiere el denuedo

de vuestro parecer loco,

al niño que pone el coco

y luego le tiene miedo.

 

   Queréis, con presunción necia,

hallar a la que buscáis,

para pretendida, Thais,

y en la posesión, Lucrecia.

 

   ¿Qué humor puede ser más raro

que el que, falto de consejo,

él mismo empaña el espejo,

y siente que no esté claro?

 

   Con el favor y el desdén

tenéis condición igual,

quejándoos, si os tratan mal,

burlándoos, si os tratan bien.

 

   Opinión, ninguna gana;

pues la que más se recata,

si no os admite, es ingrata,

y si os admite, es liviana.

 

   Siempre tan necios andáis

que, con desigual nivel,

a una culpáis por crüel

y a otra por fácil culpáis.

 

   ¿Pues cómo ha de estar templada

la que vuestro amor pretende,

si la que es ingrata, ofende,

y la que es fácil, enfada?

 

   Mas, entre el enfado y pena

que vuestro gusto refiere,

bien haya la que no os quiere

y quejaos en hora buena.

 

   Dan vuestras amantes penas

a sus libertades alas,

y después de hacerlas malas

las queréis hallar muy buenas.

 

   ¿Cuál mayor culpa ha tenido

en una pasión errada:

la que cae de rogada,

o el que rueda de caído?

 

   ¿O cuál es más de culpar,

aunque cualquiera mal haga:

la que peca por la paga,

o el que paga por pecar?

 

   Pues ¿para qué os espantáis

de la culpa que tenéis?

Queredlas cual las hacéis

o hacedlas cual las buscáis.

 

   Dejad de solicitar,

y después, con más razón,

acusaréis la afición

de la que os fuere a rogar.

 

   Bien con muchas armas fundo

que lidia vuestra arrogancia,

pues en promesa e instancia

juntáis diablo, carne y mundo.

 
 
 
 
 
 

A UNAS PERDICES VIVAS. Florencia del Pinar (1470-1530). Poema con foto de Lauro Gandul Verdún (Lisboa, 2018)

 
 
 

 

 
 
 

VIDA Y POÉTICA

 
 
 

   «Nada sabemos de esta poetisa, una de las pocas escritoras españolas anteriores al Renacimiento. La palabra perdices (además de ser un posible símbolo erótico) establece con perdiendo un juego que refuerza el significado último de la pieza. La prisión también tiene un doble significado, real y simbólico: la autora, pese a que ello implica privación de libertad, desea estar cautivada, esto es, enamorada, eróticamente presa.»

 
 
 

[FRANCISCO RICO.

Mil Años de Poesía Española.

Editorial Planeta, S.A. Barcelona, 1997]

 
 
 

A UNAS PERDICES VIVAS

 
 
 

   De estas aves su nación

es cantar con alegría,

y de veras en prisión

siento yo grave pasión,

sin sentir nadie la mía.

 

   Ellas lloran que se vieron

sin temor de ser cativas,

y a quien eran más esquivas

esos mismos las prendieron.

Sus nombres mi vida son,

que va perdiendo alegría,

y de vellas en prisión

siento yo grave pasión,

sin sentir nadie la mía.

 
 
 

CLAUSTROPOÉTICA 2021 (POEMAS EN DIÁLOGO). HOMENAJE AL GRUPO CÁNTICO DE CÓRDOBA. Lectura de poemas de Juan Bernier, Julio Aumente, Ricardo Molina, Pablo García Baena y Vicente Núñez por Olga Duarte, Lauro Gandul, Chus Gómez, Antonio de la Torre, Elvira Calleja, Manuel Portillo y las niñas Martina de la Torre y Leonor Ruiz. Creación musical de Rafael Marín. Alcalá de Guadaíra, 17 de junio de 2021

LA CASA BLANCA. Lauro Gandul Verdún (2021)

 
 
 

Pop en un bar de Rota 

(imagen de Amy Winehouse)

[Foto LGV, 2011]

 
 
 

Blanca la casa por fuera y por dentro

Blanca la fachada

 

Cuartos blancos

Encalado el techo de madera

El zaguán blanco

Al patio concurren blancas paredes

 

El suelo de color bronco

Pulido de pasos

Las puertas

Las ventanas

Las cómodas

El ropero

De carpintería oscura

De hierro cancelas y balcones

Hacen más blanco

Los blancos

 

Sobre la casa todo es alto azul

Azul sobre el blanco final

De azotea y pretiles

 

¿Dónde está el cielo?

Sus nubes son blancas.

 
 
 

Casa blanca de balcones

[Foto: LGV Rota, 2011]

 
 
 

VERDES DE VIENTOS. Lauro Gandul Verdún (2021)

 
 
 

Fotógrafo en Oromana

[Foto: LGV 2010]

 
 
 

Ahí continúa lleno de sí

Con soplos múltiples

Se multiplica el viento

Y se enrosca en el jardín

Donde naranjos y olivos

Junto a matas de tomillo

Que conviven con las de romero

Se enrosca en cada planta

Entre todas haciéndose ovillos

 

Muchos vientos se han colado

Cimbrean los árboles

Desde las ramas de abajo

A las cimeras

 

Es el verde multiplicado

Por los vientos

Lo que se agita

Adjetivos en clave de verde

Lo que suena

A verdes de vientos.

 
 
 

GENIO DEL INVIERNO. Lauro Gandul Verdún (2021)

 

Taxodios junto al Guadaira

[Foto: LGV 2014]

 

El genio del invierno

El vaho de los campos

El cielo bajo

Denso de blancas nubes

Los árboles deshojados

Sin futuro

 

Casi invisibles

Los caseríos lejanos

 

La vieja carretera

Cuyo fin son unas montañas

Azuladas

Coronan sus cimas los quejigos

 

Desde una principiante primavera voy

Viajando

Mas el genio del invierno sobrevive

En lo frío del paisaje

En lo desnudo y en lo desolado.

 

EL RESPLANDOR DE LA HOGUERA. Lauro Gandul Verdún (2021)

 
 
 

Alocaz

[Foto: Olga Duarte Piña, 2011]

 
 
 

En la noche oscura

El resplandor de una hoguera

Apaga la soledad del campo

 

Sobre un cerro

Un torreón arruinado

Se alza como un misterio

Lleno de lechuzas

 

Ululan los blancos pájaros

Cuando levantan el vuelo

Onírica es la luz de sus plumajes

Así se alumbra la bóveda negra

Hasta que la bandada

Se esconde en la lejanía.

 
 
 

CARTA A RAFAEL LUNA (con fotos de 1988 y 1989). Poema de Lauro Gandul Verdún (Museo de Alcalá de Guadaíra, 1 de octubre de 2020)

 
 
 

 

 
 
 

  Te escribo mientras sobre mí se alza un cielo azul limpio,

En la planetaria bóveda,

Lleno de aire tierno y fresco, traído al día por brisas de otoño.

 

   Aire en los pulmones para poder fumar lentamente en los bosques,

En las riberas de un río fantástico, o desde el alcor contemplar la vega.

Fumar, porque el humo es de la misma materia que el aliento que inspira,

De la materia de las formas intangibles,

Aquellas que adoptan la consistencia de los sueños

Y la de la fantasía que brota durante la duermevela,

O desde lo entornado de los ojos,

De las puertas encajadas o entreabiertas, de una ventana,

La baranda pequeña de un balcón. Trozos de interiores. Un viejo ropero,

Un suelo de cuarto con geometrías simpáticas.

Y la memoria del ojo de un alma de espejo e imán.

 

   Escucho la música sostenida por unas guitarras eléctricas, los platillos de la batería

Y la trompeta en un tema de los Beatles.

Estos ecuménicos himnos.

Sí, universales, eran de tu gusto, de tu afición.

 
 
 

 
 
 

   Querido amigo Rafael:

Después de estos muchos años que no te vemos con los ojos habituales,

Los que nos corresponden por seguir vivos,

Biológicamente hablando,

Me atrevo a dirigirme al ángel,

Que desde que faltas aquí

Seguro que eres en esta bóveda celestial que a todos nos cubre,

Donde no sé si seguirás pintando,

O preferirás volar por los espacios y por los tiempos,

O transfigurarte a tu antojo y asomar tu figura,

Que sería irradiante y,

Realmente incorpórea pero visible, aunque sea atravesando muros.

La aparición tuya el día menos pensado…

¡Querido amigo, que un milagro así ocurriera, me haría llorar,

Y dando un salto abriría los brazos como para un vuelo contigo!

¡Y tú con tus alas!…

¡Qué acontecimiento!…

Yo podría decirte, aquí en la Tierra:

¡Hombre, Rafael!, ¡cuánto tiempo!, ¡qué buen aspecto tienes!…

 

   Mientras se te ocurre un buen día ese regreso tuyo,

Tendré que ponerte al tanto, aunque no sea fácil,

Con esta carta al que eres, Rafael,

En Álvarez, o en Luna.

Fafi de los amigos que los hacías entrañables

Desde tu ternura urbana y cosmopolita.

 

   Querido amigo, demasiadas veces parece que ocurre mucho

Pero suelen ser fútiles ocurrencias,

Mientras lo importante pasa más lentamente,

Con ese tiempo lento que no todos captan…

 
 
 

 
 
 

   Ningún miembro de la familia de Carlos IV se ha bajado

De su silla roja ni ha soltado su paraguas azul.

La monja de tus Meninas aún no ha descendido de su ascensión.

Todavía no se ha dado cuenta Baltasar Carlos de que ése no es su cuadro.

Los acrobáticos monos que trepan por tus giraldas no se han despeñado.

Los mensajes dentro de tus botellas siguen flotando en las aguas del tiempo.

Un Papa espera a que le afeiten sentado en su silla de barbería.

Las máquinas de escribir no paran o en su estática, son imparables.

Las teclas percuten sobre papeles oníricos

Mientras el viento de la noche entra y sale en la doble habitación,

Arrastrando las hojas aún no escritas, llevándoselas no se sabe adónde,

En blanco, sin que haya habido tiempo de escribir sobre ellas nada.

¿Acaso sea la única claridad inmaculada?

 

   Sin embargo, como dijiste una vez,

«…Continuará.»

La vida, los mundos en dos dimensiones que sacaste de éste,

Que era el tuyo, que estaban en éste mientras estuviste,

Aunque sólo tú fuiste quien nos los dibujaste y nos los diste en las formas y sus colores

Para que nosotros aprendiéramos a descubrirlos.

 

   Tu busca, tus lápices y pinceles, los tubos de acrílico, tus laboratorios,

Tus papeles, lienzos, mosaicos, poemas visuales,

Carteles…

Todo esto nos dejaste, y también la vida de tus sueños

En la materia de tus cuadros visibles y tangibles.

Tu vida misma a la que hoy nos invitas,

Colgada de las paredes de un museo.

 
 
 

 
 
 

[Fotos: Lauro Gandul Verdún 1988-89]

 
 
 

«DE SOL A SOL» UN LIBRO DE POEMAS DE JOSÉ ANTONIO FRANCÉS, ILUSTRADO POR ROCÍO LEPE. UN POEMA POR UN LIBRO. Lauro Gandul Verdún (19 de diciembre de 2020)

El escritor José Antonio Francés

[Foto: LGV Alcalá 1989]

   De sol a sol

Empedrado de versos entre flores

Y simples hojas verdes

   Este libro está lleno de pájaros

De puros papeles de colores

Y tiene mariposas en el arcoíris

   Pinturas esmaltadas en las palabras

Palabras teñidas para canciones

Paisajes de tintas vivas

Siempre todo en papeles de colores

   En papeles de colores el caballo

La mañana y la noche

Porque

El espantapájaros

La granjera

Algún burro

O el perro

Y las ovejitas

Hasta un ternero o una chicharra

A los versos se encadenan

   Entre gallos y gallinas

Cigüeñas y hormigas

Una vaca

Una cabra

En papeles de colores

Nos asombran la lectura

Nos dibujan las pupilas

   De sol a sol

Donde nunca cesa el cantar del poeta

Poemas que se recitan

Como cuentos que ocurren en verso

Igual que en los sueños

Inocentes de la infancia

Cuando cruzábamos los espejos

Y éramos alegres en las palabras y los actos

   De sol a sol

De la onomatopeya a la oda

De la mañana a la luna

El mediodía es un madrigal

   Este libro

Él solo

Forma una biblioteca y suscita cuadros

Para una exposición

Para un bolsillo pequeño

Donde caben las grandes obras

Porque son muchas las lecturas

Porque  hojaldrada es su profunda realidad

   Venid a leer

Echadme cuenta

Y lean este libro jaspeado

Ánfora de metáforas

Caleidoscopio de fábulas

Donde hondos los murmullos se escuchan

Voces múltiples corales

Dulces como el silencio

O secretas como el rumor que pasa por debajo de los asuntos

   Venid a este libro

De versos y dibujos

De voces y colores

De papel y de jornada

Para leer y cantar

Para estar y ser en él

De sol a sol.

«ÉGLOGA», DE JUAN ÁVAREZ: EL POEMA DE UN RÍO. Por Lauro Gandul Verdún (Alcalá, 30 de julio de 2020)

 
 
 

Buen atardecer tengamos mientras suenen los versos del río del poema que Juan Álvarez nos va a leer. Estamos con suerte porque vamos a gozar de la Literatura con mayúscula. Ésta, la Literatura, es un paraje infinito de espejos que se dejan cruzar, si el escritor es ser de conocimiento, memoria y voluntad. El otro lado también tiene espejos, y así sucesivamente.

   Un escritor cuenta lo que ha descubierto. Su vida es el experimento continuo, su biblioteca el laboratorio estático. Su inspiración un motor inmóvil que nos puede llevar por el universo sin salir de la habitación. No hay nada más científico que la Literatura, porque que sea infinita no implica ilimitada. Sintaxis, Semántica, Morfología…, ¿habrá algo más estrictamente científico que escribir ficciones? Y su autenticidad está asegurada cuando un escritor lo es de verdad.

   ¿Dónde están los pastores de esta égloga? No los hay ni en el río ni en la vida que se representa el autor «Tu camino y el mío,/ descalabrado río sin pastores,/ ¿no son acaso el mismo?» Trágicamente, la visión del poeta comprende que la ignorancia del mar lo condena a no conocerlo nunca («No conoces el mar. No lo conocerás»). En aparente contradicción con «las vidas que van a dar a la mar, que es el morir» de Jorge Manrique. Paradoja que se salva con la certeza de que el río tiene madre de sus aguas y en poesía el mar no tiene porqué coincidir con el mar.

   Si Garcilaso de la Vega cantó al Danubio desde una de sus islas y Dámaso Alonso a un río llamado Carlos, ¿junto a qué río se ha sentado Juan Álvarez para esta égloga fluvial?, ¿en qué tiempo fluye el río de Juan? Nos responde desde el primer verso «en un tiempo sin tiempo» llevando en su corriente aguas claras y profundas de Luis Cernuda, o «aquel olmo hendido por el rayo» de Antonio Machado, que siguen fluyendo cuando se leen en el poema que presento, gracias a que Juan Álvarez nos trae junto a sus versos, forjados y amorosos, los otros sembrados en los surcos de la Historia literaria, renovados e intangibles, a la par.

   Todos los versos de esta égloga nos llegan desde muy lejos, y están muy cerca, junto a esta orilla ribereña, sus bosques, sus huertas…, y sus ahogados, como escribe Juan Álvarez («unas pocas palabras desgastadas / con que contar la historia de todos tus ahogados»).

   El poeta ha descubierto un territorio, que se ha hecho nuevo por su acción, y ha dibujado un mapa… Pero ha llegado tarde, cuando todo el tiempo y los seres han sido, y ahora sólo se les puede recordar o inventar. Desde esa suerte de aparente nada un mundo crea el poeta y por él nos lleva en un cántico de amor y muerte, de contemplación y acontecimiento, de dolor y nostalgia. De esta última nos da una enseñanza, que la acerca a la saudade de Fernando Pessoa, cuando se refiere a lo que dejó de existir, por haberse perdido para siempre hace tanto tiempo, es causa de que el poeta dude de que hubiera existido nunca («de un tren que ya no existe, que tal vez no existió»).