Posts categorized “«MITOS E HISTORIAS» POR JOSÉ MANUEL COLUBI FALCÓ”.

«CVRSVS PVBLICVS». Por José Manuel Colubi Falcó

Buzones-de-Arad

Buzones de Arad

Rumanía

(Foto: LGV 2004)

A los funcionarios de Correos

O correo público organizado, cuyo origen se halla en la Persia del rey Darío, en el siglo V, tiene, en Roma, una larga historia, que va desde una prestación de la forma más elemental, hasta su desarrollo continuo en época de Augusto y su perfeccionamiento en la de Constantino. Es por vez primera regulado en su conjunto, dentro de un corpus legislativo, en el segundo código romano, el Teodosiano (438 d. C.), cuyo libro VIII, título V, De la posta pública, de las angarias y de las parangarias, consta de 66 leyes.

            En la jerarquía de autoridades administrativas que dirigen este servicio, ostenta la primacía el prefecto del Pretorio en las prefecturas, seguido del vicario en las diócesis y, en las provincias, del gobernador o presidente, de quien depende el prefecto del correo o praefectus vetriculorum. A éste están subordinados, para la prestación del servicio, otros magistrados inferiores y subalternos: el mancipe, jefe del distrito postal (cargo que a veces era un castigo), que ejercía su función directiva sobre los stationarii, encargados de cambiar los tiros en la casa de postas (statio, estación) o en la mansio (mesón, posada), los stratores (servidores de los establos), los muliones (conductores, muleros), los mulomedici o veterinarios, los carpentarii (carpinteros reparadores de los carpenta, carros). Los animales, protegidos por ley de los abusos de sus conductores (v. gr., prohibición del uso del bastón) eran bueyes, mulos, asnos y, naturalmente, caballos, que recibían nombres diversos según su función: veredos (reglamentarios de la posta), parhipos, paraveredos (excepcionales), avertarios, agminales, (bagajeros); tiraban de vehículos de tipos diversos denominados según sus funciones: angarias (reglamentarios de la posta), parangarias (los suplementarios o excepcionales), birotae (birruedas), redas (de cuatro ruedas), carretas, etc. Y, naturalmente, el emperador, por sí o por delegado, era quien daba licencia (evectio) al particular para el uso de la posta.

            El particular, en cambio, había de recurrir a medios propios para su correspondencia; los tabellarii atendían al servicio epistolar, los cursores si era urgente; y también los mercaderes o amigos cuando marchaban a otros lugares lejanos podían portar las cartas, plegadas y selladas, a su destino.

DISCIPLINA ESPARTANA. Por José Manuel Colubi Falcó

Caesar van Everdingen - Licurgo demuestra los beneficios de la educación - h1660

Licurgo legisla en Esparta

Caesar van Everdingen

1616/17-1678

Frente al ideal ateniense, Esparta representa la visión totalitaria del Estado. No era, propiamente, una ciudad, sino un campamento en el que un ejército —el conjunto de los ciudadanos, que sólo podían ser soldados— se adiestraba para mantener el orden constituido ante cualquier amenaza. Y con toda lógica, pues desde antiguo es verdad incontrovertible que todo gobierno se mantiene sólo si persevera en el uso de los mismos medios que le dieron el poder. Y de ahí su disciplina férrea frente a gentes cruelmente sojuzgadas.

            Recién nacido un niño, el anciano de la tribu decidía sobre su vida: si de complexión débil, era despeñado desde la cumbre del Taigeto; si no, se le declaraba apto para el servicio. Hasta los siete años vivía con la madre, y a partir de esa edad ingresaba en un batallón y hacía vida de cuartel: entrenamiento deportivo hasta los doce, en que ya era sometido a la agogá, disciplina rigurosa que comprendía ejercicios físicos duros, pobre vestido, alimentación deficiente, abstinencias diversas, y descanso escaso sobre lecho de juncos y sin cubierta. Anualmente se sometía a la diamastígosis ante el altar de Ártemis Orthia, flagelación que el muchacho había de soportar sin queja. El objetivo perseguido era claro: endurecerlo, física y anímicamente, para vencer toda suerte de adversidades. No obstante, se fomentaba también entre los jóvenes la astucia para que resolvieran sus problemas; por ejemplo, los de alimentación mediante el robo, impune siempre que no fuesen sorprendidos; si no, sufrían pena de flagelación. A los diecinueve años se les consideraba soldados —y lo serían hasta los sesenta—, a los veinticuatro combatían —la guerra fue mal endémico entre los griegos— en primera línea, y a los treinta ingresaban en la Asamblea y podían vivir en sus casas, pero con la obligación de ir a comer la sopa negra a diario con los conmilitones. El rapto era la forma sólita de contraer matrimonio, que se mantenía secreto y sólo se hacía público cuando sobrevenía el embarazo.

            Lo que entendemos —o entendíamos— por enseñanza era secundario; allí se fomentaba sólo la parquedad verbal, el laconismo, el aprendizaje memorístico de los poemas homéricos, los cantos de marchas militares y de guerra…

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BULIS Y ESPERQUIS. Por José Manuel Colubi Falcó

ESPARTA. Por José Manuel Colubi Falcó

PIRRA Y DEUCALIÓN. Por José Manuel Colubi Falcó

La tempestad de Giorgione

La tempestad

 Giorgio Barbarelli da Castelfranco

(Giorgione)

1477-1510

El Diluvio Universal era el episodio de la Biblia  (Génesis 6-9) que más pronto conocían los chicos de mi generación, y ese conocimiento no nos llegaba sólo de la escuela o de la iglesia, sino también de la familia, cuando la televisión, por inexistente, no impedía la conversación. Noé y su familia, el Arca, las parejas de animales, la lluvia de cuarenta días, el señorío de las aguas sobre las tierras durante ciento cincuenta, la paloma, el cuervo, y, por fin, el embarrancamiento del Arca en el monte Ararat, en Armenia, el arco Iris, símbolo de la alianza de Dios con los hombres, y el precepto: «Creced y multiplicaos, y poblad la tierra.» Luego, maestros y libros hicieron el resto: este cataclismo también aparece, entre otros lugares, en el poema de Gilgamesh, en las narraciones mitológicas de la Biblioteca de Apolodoro (I,7,2) y en las Metamorfosis de Ovidio (I, 260-415). Ut-Napishtim y su mujer en aquél, Deucalión y Pirra (la pelirroja) en éstos, son los héroes de la historia, acompañados también de otros elementos: paloma, golondrina, cuervo, seis o nueve días de lluvia e inundaciones, el sacrificio a la divinidad, etc.

            El texto, que traduzco, de Apolodoro dice así: «Hijo de Prometeo fue Deucalión. Éste, que reinaba en los lugares circundantes de Ptía, se casa con Pirra, la hija de Epimeteo y de Pandora, la primera mujer que modelaron los dioses. Y como Zeus hubiera querido hacer desaparecer la raza de hierro, por sugerencia de Prometeo, Deucalión construyó un arca, cargó lo necesario y embarcó en ella con Pirra. Zeus, que vertió desde el cielo infinita lluvia, inundó la mayor parte de la Hélade de suerte tal que desaparecieron todos los humanos, excepto unos pocos que lograron huir hasta los montes cercanos… Deucalión, llevado en el arca por el mar durante nueve días y las mismas noches, arriba al Parnaso y, cuando las lluvias hacen una pausa, desembarcado, ofrece un sacrifico a Zeus “protector del fugitivo”. Zeus, que le envió a Hermes, permitióle que eligiera lo que quisiese. Y él elige tener hombres. Y porque así lo dijo Zeus, levantando piedras las arrojaba por encima de la cabeza, y las que arrojó Deucalión se hicieron varones, las que Pirra, mujeres. Por eso fueron llamados metafóricamente laoí (gentes, pueblos), de lâas, piedra.» Y de laós, pueblo, laïkós, laico, popular, añado.

PERGAMINOS. Por José Manuel Colubi Falcó

Elpecadooriginal El Escorial (pergamino)

El pecado original
(Pergamino ilustrado)
 Real Biblioteca de San Lorenzo de El Escorial

Es historia que durante la época helenística hubo dos reinos que rivalizaban entre sí en la protección de las artes y las ciencias, cuyas capitales, Pérgamo (Asia Menor) y Alejandría (Egipto), poseían dos excelentes bibliotecas en las que cohortes de sabios y eruditos custodiaban y daban a conocer al mundo todo el saber universal. Soporte básico de la escritura era entonces el papiro, y como esta planta sólo crecía en el delta del Nilo, un rey de Egipto, un Ptolomeo más, tuvo la feliz (sí, feliz, por lo que ocurrió después) idea de prohibir la exportación del papiro, con la intención —dice la leyenda— de que el trabajo editorial de los sabios pergamenos quedara cortado por falta de materia prima. Y así ocurrió hasta que, al poco, en tiempos de Éumenes II, en Pérgamo se inventó un nuevo método de cuidado de pieles de animales para hacerlas aptas como soporte de escritura, más resistente y duradero, por cierto, que el papiro. De Pérgamo, pues, viene el pergamino.

            Este uso de la piel de animales es muy antiguo: egipcios, asirios, judíos, persas y griegos lo conocieron, como atestiguan, entre otros, Herodoto y Ctesias. Pero hubo que esperar hasta fines del siglo III o principios del II a.C. para que, con Éumenes II, el tratamiento de la misma la hiciera perfecta como material escriptorio. La piel (de ternero, cabra, carnero y oveja) era puesta en remojo durante largo tiempo en un río y luego encalada, depilada, raspada, tensada en bastidor y pulida con piedra pómez; de este modo, la dermis quedaba dispuesta para recibir la escritura.

            Llamada diphthéra por los griegos, y membrana por los romanos (luego membrana pergamena y, por primera vez, pergamenum, en un decreto sobre precios, del año 301 de la era cristiana), en un principio con ella se formaba el volumen, igual que con el papiro, pero posteriormente usóse para la formación de lo que hoy es el libro, el códice (los hay de papiro, pero muy pocos) —que también pasó por etapas intermedias (tablillas o láminas unidas entre sí por un margen mediante anillas, cordones o tiras)— y para la protección del rollo de papiro o de pergamino, o sea, para su encuadernación.

            A grandes males, grandes remedios.

LA GRAVIDEZ DE MARÍA. Por José Manuel Colubi Falcó

el sueño de José (Georges de La Tour)

El sueño (o el pensamiento) de San José
o la aparición del ángel (Gabriel) a José
Georges de La Tour
1593-1652

Como está al llegar la Navidad, es momento de recordar algún pasaje de nuestra historia sagrada. El elegido puede verse en su texto original en Evangelios Apócrifos, B.A.C. nº 148, páginas 157 y siguientes. Dice así:

            «Fue para ella el sexto mes y he aquí que José vino de sus edificaciones y, llegado, hallóla en su casa encinta. Y golpeó su rostro, se arrojó a tierra sobre un saco y rompió a llorar amargamente diciendo: “¿Con qué cara fijaré mi vista en el Señor mi Dios? ¿Qué rogaré por esta joven? Porque la recibí del templo del Señor mi Dios y no logré guardarla. ¿Quién es el que me tendió insidias y maculó a esta virgen?” […] Y se levantó José del saco, llamó a María y le dijo: “Dilecta de Dios, ¿por qué hiciste esto? ¿Te olvidaste del Señor tu Dios? ¿Por qué humillaste tu alma, tú, la criada en el santo de los santos, que recibiste el alimento de la mano de un ángel?” Ella rompió a llorar amargamente diciendo que “Pura soy yo y no conozco varón.” Y José le dijo: “¿De dónde, pues, es esto que hay en tu vientre?” Y ella respondió: “Vive el Señor mi Dios, que no sé de dónde me ha venido.”

            »Y sintió José un gran temor, y se alejó de ella […] y dijo José: “Si oculto su error, hállome luchando contra la ley del Señor, y si la denuncio a los hijos de Israel, temo que hay en ella algo angélico, y me veré entregando sangre inocente a una condena de muerte. […] La desligaré de mí en secreto.” Y le cogió la noche.

            »Y he aquí que el ángel del Señor se le aparece en sueños diciendo: “No temas por esta joven, pues lo que hay en ella procede del Soplo Santo; parirá un hijo y le llamarás por nombre Jesús, pues salvará a su pueblo de sus pecados.” […]

            »Y llegó a él el escriba Anás y le dijo: “¿Por qué no apareciste en nuestra reunión?” José le dijo: “Porque me cansé del camino y reposé durante el primer día.” Y [el escriba] volvióse y vio que María estaba encinta.[…]

            »Y el sacerdote dijo: “María ¿por qué hiciste esto?” […] Ella rompió a llorar amargamente diciendo: “Vive el Señor mi Dios que pura estoy ante su faz y no conozco varón.” […] Y respondió José: “Vive el Señor mi Dios que puro soy respecto de ella.” […] Y el sacerdote dijo: “Os haré beber el agua de la prueba del Señor, y manifestará vuestros pecados ante vuestros ojos.” […] Y el sacerdote hizo beber a José y lo envió a la montaña, y volvió intacto. Hizo beber también a María y la envió a la montaña, y volvió intacta. Y todo el pueblo se admiró de que no aparecía pecado en ellos. Y el sacerdote dijo: “Si el Señor no ha manifestado vuestros pecados, yo no os juzgo.”»

JOSÉ VA A EMPADRONAR A SU FAMILIA. Por José Manuel Colubi Falcó

Sagrada Familia de Murillo

 Sagrada Familia

 Bartolomé Esteban Murillo

1617-1682

 

En el «Protoevangelio de Santiago» (Los Evangelios apócrifos, B.A.C., nº 148), se transmite, en griego, que traduzco, la siguiente historia:

            «Hubo orden del emperador Augusto de que fueran censados todos los que habitaban en Belén de Judea. Y dijo José: “Yo empadroné a mis hijos, pero ¿qué haré con esta muchacha? ¿Cómo la empadronaré? ¿Como mujer mía? Me da vergüenza. ¿Como hija? Todos los hijos de Israel saben que no es hija mía.”

           »…Puso una manta sobre la burra, la sentó encima, su hijo tiraba del ronzal y José acompañaba. Y llegaron a unas tres millas, José se volvió y la encontró triste, y dijo para sí: “Quizá lo que en ella hay la turba.” Y de nuevo se volvió José y la vio sonriente. Y le dijo: “María, ¿qué te pasa que veo tu cara unas veces sonriente y otras triste?” María dijo a José: “Es que con mis ojos estoy viendo dos pueblos, uno lloroso y abatido, y el otro, alegre y jubiloso.” Llegaron a mitad del camino, y María le dijo: “Bájame de la burra, porque lo que hay en mí me empuja para venir.” Y él la bajó de la burra y le dijo: “¿A dónde te llevaré y dónde protegeré tu pudor? Porque el lugar es desierto.” Halló una cueva allí, la introdujo en ella, puso a su lado a sus hijos y, habiendo salido, iba buscando una partera hebrea en tierra de Belén.

            »He aquí que una mujer… me dijo: “¿A dónde vas?”,y dije: “Busco una partera hebrea…”Ella dijo: “¿Quién es la que está dando a luz en la cueva?” Yo dije: “La desposada conmigo.” Y me dijo: “¿No es tu mujer?” Le dije: “Es María, la que fue criada en el templo del Señor; yo la obtuve en suerte como mujer y no es mi mujer, sino que ha concebido por el Espíritu Santo.” Le dijo la partera: “¿Es eso verdad?” José le dijo: “Ven y ve.” La partera marchó con él… y una nube luminosa sombreaba la cueva. Y dijo la partera: “Mi alma hoy se ha hecho grande porque mis ojos han visto cosas increíbles: que ha sido dada a luz la salvación de Israel.” Y de pronto la nube comenzaba a retirarse de la cueva y brilló en la cueva una luz grande, tanto que nuestros ojos no la soportaban.

            »Y al poco aquella luz retirábase, apareció la criatura, llegó y tomó la teta de su madre, María. Gritó la partera y dijo: “Grande es para mí este día, pues he visto con mis ojos este nuevo milagro.”»

 

LA LEYENDA DEL LABERINTO DE CRETA: DÉDALO E ÍCARO. Por José Manuel Colubi Falcó

 

Laberinto

(óleo sobre lienzo)

Luis Caro

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Un «dédalo» es —dice el DRAE— un «laberinto, cosa confusa y enredada», y lo es «por alusión a Dédalo, personaje mitológico». Ícaro, su hijo, no tiene entrada, pero si aparece «icario», adjetivo que indica pertenencia o relación a Ícaro. E ícaros serán llamados los aviadores y, en general, los amantes de la aviación. Veamos las causas, o sea, la historia de ambos.

    Dédalo, arquitecto, escultor, inventor de ingenios mecánicos, fue el precursor mitológico de Leonardo da Vinci. Artesano en Atenas, es ayudado por su sobrino Talo, un discípulo hábil que despierta los celos del maestro: su invento de la sierra, inspirado en los dientes de una serpiente, hace que éste lo precipite desde la Acrópolis. Condenado al destierro, Dédalo busca refugio en la corte de Minos, en Creta, donde sirve a los reyes; entre otras cosas, construye la vaca de madera que servirá para el ayuntamiento de la reina Pasífae con el deseado toro, y, por orden del rey, el laberinto que guardará al Minotauro; y algo peor: él es quien sugiere a Ariadna, la hija de Minos, la solución para que Teseo entre y salga indemne del laberinto. Irritado el rey por la traición, lo encarcela, junto con su hijo Ícaro, habido de la esclava Náucrate, en dicho laberinto. Pero Dédalo, inexhausto en recursos, con plumas y cera hace unas alas que, pegadas a las espaldas del padre y del hijo, les permitirán volar y salir, así, de tan laberíntica cárcel. No obstante, antes de partir, Dédalo, buen padre al fin, aconseja a Ícaro que no se acerque al sol, pues se derretiría la cera, ni vuele tampoco demasiado bajo, para evitar que la humedad del mar haga las alas demasiado pesadas para sus escasas fuerzas. El chico, engreído, no hace caso del consejo de su padre —el clásico conflicto— y vuela tan alto, que la cera se derrite y cae al mar, que desde entonces se llamará Icario.

   Perseguido por Minos, Dédalo se refugia en Sicilia, y resuelve el problema que astutamente aquél plantea para descubrirle: cómo pasar un hilo por las espirales de una concha de caracol. El ingeniero ata el hilo a una hormiga, la encierra en la concha, abierta por el vértice, y la da al rey Cócalo, cuyas hijas, para evitar la entrega de Dédalo, matan a Minos en una bañera cuyas aguas han sido sustituidas por pez hirviente.

 

 Hormigas-jirafa
(óleo sobre tabla)
Xopi

 

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LA LEYENDA DEL LABERINTO DE CRETA: EL MINOTAURO. Por José Manuel Colubi Falcó
ÍCAROS. Por Enrique Martín Ferrera, Mayo 2009
¿EL FIN DEL OLVIDO? De la serie «RECORTES», Nº 19. Por Pablo Romero Gabella

 

APOTEGMAS DE ARISTÓTELES. Por José Manuel Colubi Falcó

La escuela de Atenas
Rafael Sanzio
1483-1520

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Es decir, dichos o sentencias del Estagirita, que así se le conoce universalmente por haber nacido en Estagira, en la península de la Calcídica, al Norte del mar Egeo. Hay muchos recogidos en Vidas de filósofos ilustres, de Diógenes Laercio, una obra que no es precisamente una joya literaria pero sí un archivo inmenso de información, y de ahí su importancia e interés. En España sólo disponemos de una traducción, de fines del siglo XVIII —cuya lectura nos ilustra al permitirnos gozar de la lengua de la época—, debida a don José Ortiz y Sáinz y no siempre fácil de hallar. Veamos algunos de aquéllos, de validez universal y ajena a los tiempos, que traduzco, fiel a la letra y a su espíritu:

…………«Se le atribuyen también estos hermosísimos apotegmas. Preguntado qué ganancia les queda a los mentirosos, “No ser creídos —respondió— cuando dicen verdad.” Reprendido porque había dado limosna a un hombre malo, “He sentido compasión —dijo— del hombre, no de su manera.” Continuamente solía decir a los amigos y a quienes iban a su escuela, cuando y dondequiera que se hallara, que la vista toma la luz del aire circundante, el alma, de las ciencias… Decía que las raíces de la instrucción son amargas, pero dulce su fruto. Preguntado qué envejece rápido, “El agradecimiento”, dijo. Preguntado qué es la esperanza, “El sueño —dijo— de un despierto”… Que para la educación hacían falta tres cosas: naturaleza, aprendizaje y ejercicio… Preguntado en qué se diferencian los instruidos de los faltos de instrucción, “En cuanto se diferencian —respondió— los vivos de los muertos”… De la cultura decía que era un adorno en la prosperidad, y un refugio en el infortunio… De los padres, que eran más dignos de honra los que educaron que los que solamente engendraron, pues los unos dan vida, los otros, una vida hermosa. Y a uno que se gloriaba de ser de una ciudad grande le dijo: “No hay que mirar eso, sino quién es digno de una patria grande.” Preguntado qué es un amigo, respondió: “Una sola alma que habita en dos cuerpos”… Preguntado qué le había quedado de la filosofía, contestó: “Hacer espontáneamente lo que algunos hacen por miedo a las leyes”… De la cultura decía que era un bellísimo viático para la vejez…»

…………Y no sigo porque no dispongo de más espacio.

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EL TESTAMENTO DE ARISTÓTELES. Por José Manuel Colubi Falcó

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EPITAFIOS ROMANOS (I). Por José Manuel Colubi Falcó

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Epitafio portugués en el cementerio de Monsaraz
Foto: LGV 2012

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Es noviembre, mes noveno del calendario agrícola, que deja un espacio de sesenta días, el corazón del invierno, no aptos para las faenas de la tierra. Entre nosotros, es el mes de los difuntos, el de su recuerdo en familia; de ahí que, siguiendo la costumbre, hayamos elegido como tema su conmemoración como aparece en las inscripciones de los sepulcros adyacentes a las vías romanas. Porque los sepulcros se hallaban extra urbem, fuera de la urbe, junto a los caminos, y aquéllas advertían, por boca del difunto o ajena, a los viandantes de la brevedad de la vida, de la suerte del Hado, etc. Veamos algunas que ofrece el hermoso libro, ya citado, de don Ángel Pariente.

…………Algunas exigen el siempre debido respeto a los muertos, bajo amenaza de terribles penas para el infractor, como el que sigue: «D. M. [A los dioses Manes, almas de los difuntos divinizadas]. Tulio Héspero hizo para sí un ara donde yacieran sus huesos. Si alguien los violare o de allí los sustrajere, deseo que con dolor de cuerpo viva largo tiempo y, cuando muerto fuere, no lo reciban los [dioses] de allá abajo.» Otras dicen cuál ha sido la norma de su vida y piden venia para sus pecados por error; así éste: «Yo hice bien a todos los míos. Vosotros, a los que por error desdeñé, me perdonaréis.» O bien expresan los deseos y elogios de una madre: «Hijo mío, buen descanso hayas. Tu madre te ruega que la recibas junto a ti.» y «Un monumento erigió una madre afligida a su hija, que nunca hizo daño a su madre.» También las hay que recurren al hado para eliminar el dolor: «No te duelas, amigo, de mi muerte: hubo que morir. Así son los hados de los humanos. Al modo que las manzanas penden en el árbol, así nuestros cuerpos, inmaduros caen y maduros son recogidos.» Otras reflejan el excelente ejemplo que en vida dio el o la yacente, ajustado en todo a las normas romanas; abundan: «Aquí está enterrada Amyone, la [mujer] de Marco, muy buena y muy hermosa. Hiladora, pía, púdica, frugal, mujer de casa.»; o esta más larga, que habla al caminante: «Huésped, poco es lo que digo. Párate y lee. Aquí está el sepulcro no pulcro de una pulcra mujer. De nombre sus padres la llamaron Claudia. A su marido lo amó con [todo] su corazón, procreó dos nacidos: al uno lo deja en la tierra, al otro lo puso bajo tierra. Guardó la casa, hiló la lana. He dicho. Vete.» Y la que ensalza la sencillez y la humildad: «C. Gargilio Hemón, pedagogo, liberto, pío y virtuoso. Viví cuan largo tiempo pude, sin riña, sin controversia, sin deudas. Fui leal a los amigos, pobre de peculio, riquísimo de ánimo. Bien haya el que leído este título [sepulcral] mío.»

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LA PALMA DE LA VICTORIA. Por José Manuel Colubi Falcó

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Palmeras en el Jardín Botánico
Lisboa
2012
(Foto: LGV)

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El Evangelio del Pseudo Mateo (Evangelios apócrifos, B.A.C. 148) cuenta un episodio de la huida a Egipto que ofrece una curiosa explicación del porqué la palma simboliza la victoria. He aquí nuestra traducción del texto latino:

…………«Sucedió que en el día tercero de su marcha María se fatigara con el excesivo ardor del sol en el desierto; y, viendo un árbol de palmera, dijo a José: “Descansaré un poquito bajo su sombra”. Y José, apresurándose, la llevó hasta la palmera y la hizo bajar del jumento. Y cuando María se hubo sentado, mirando la copa de la palmera, la vio llena de frutos, y dijo a José: “Desearía, si pudiese ser, tomar de esos frutos de esta palmera”. Y José le dijo: “Me admira que digas eso cuando de cuán gran altura es esta palmera, y que pienses tú comer de los frutos de ella. Más pienso yo en la penuria del agua, pues ya nos faltó en los odres, y no tenemos de dónde podamos reponernos nosotros y los jumentos”.

…………»Entonces el pequeño Jesús dijo a la palmera: “Dóblate, árbol, y de tus frutos repón a mi madre.” Y al punto, a esta voz, inclinó la palmera su copa hasta las plantas de María, y recogieron de ella frutos con los que todos se repusieron. Después que fueron recogidos todos sus frutos, permanecía inclinada, esperando levantarse al mandato de aquel por cuya orden habíase inclinado. Entonces Jesús le dijo: “Yérguete y confórtate, y sé consorte de los árboles míos que están en el paraíso de mi Padre. Mas de tus raíces abre la vena que está escondida en la tierra, y fluyan de ella aguas para saciedad nuestra.” Y al punto se irguió la palmera, y en sus raíces comenzaron a brotar fuentes de aguas limpísimas, frescas y sumamente dulces. Y ellos, viendo las fuentes de aguas, sintieron un gran gozo y se saciaron, con todos los jumentos y los hombres, dando gracias a Dios.

…………»Al día siguiente partieron de allí y a la hora en que comenzaron a marchar, Jesús, vuelto hacia la palmera, dijo: “Este privilegio te doy, palmera: que una de tus raíces sea llevada por mis ángeles y plantada en el paraíso de mi Padre. Y te daré esta bendición: que a todos los que vencieren en algún certamen se les diga: Habéis llegado a la palma de la victoria.”»

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