PIRRA Y DEUCALIÓN. Por José Manuel Colubi Falcó

La tempestad de Giorgione

La tempestad

 Giorgio Barbarelli da Castelfranco

(Giorgione)

1477-1510

El Diluvio Universal era el episodio de la Biblia  (Génesis 6-9) que más pronto conocían los chicos de mi generación, y ese conocimiento no nos llegaba sólo de la escuela o de la iglesia, sino también de la familia, cuando la televisión, por inexistente, no impedía la conversación. Noé y su familia, el Arca, las parejas de animales, la lluvia de cuarenta días, el señorío de las aguas sobre las tierras durante ciento cincuenta, la paloma, el cuervo, y, por fin, el embarrancamiento del Arca en el monte Ararat, en Armenia, el arco Iris, símbolo de la alianza de Dios con los hombres, y el precepto: «Creced y multiplicaos, y poblad la tierra.» Luego, maestros y libros hicieron el resto: este cataclismo también aparece, entre otros lugares, en el poema de Gilgamesh, en las narraciones mitológicas de la Biblioteca de Apolodoro (I,7,2) y en las Metamorfosis de Ovidio (I, 260-415). Ut-Napishtim y su mujer en aquél, Deucalión y Pirra (la pelirroja) en éstos, son los héroes de la historia, acompañados también de otros elementos: paloma, golondrina, cuervo, seis o nueve días de lluvia e inundaciones, el sacrificio a la divinidad, etc.

            El texto, que traduzco, de Apolodoro dice así: «Hijo de Prometeo fue Deucalión. Éste, que reinaba en los lugares circundantes de Ptía, se casa con Pirra, la hija de Epimeteo y de Pandora, la primera mujer que modelaron los dioses. Y como Zeus hubiera querido hacer desaparecer la raza de hierro, por sugerencia de Prometeo, Deucalión construyó un arca, cargó lo necesario y embarcó en ella con Pirra. Zeus, que vertió desde el cielo infinita lluvia, inundó la mayor parte de la Hélade de suerte tal que desaparecieron todos los humanos, excepto unos pocos que lograron huir hasta los montes cercanos… Deucalión, llevado en el arca por el mar durante nueve días y las mismas noches, arriba al Parnaso y, cuando las lluvias hacen una pausa, desembarcado, ofrece un sacrifico a Zeus “protector del fugitivo”. Zeus, que le envió a Hermes, permitióle que eligiera lo que quisiese. Y él elige tener hombres. Y porque así lo dijo Zeus, levantando piedras las arrojaba por encima de la cabeza, y las que arrojó Deucalión se hicieron varones, las que Pirra, mujeres. Por eso fueron llamados metafóricamente laoí (gentes, pueblos), de lâas, piedra.» Y de laós, pueblo, laïkós, laico, popular, añado.

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