EL TESTAMENTO DE ARISTÓTELES. Por José Manuel Colubi Falcó

Aristóteles
por Rembrandt
1606-1669

Entre las inscripciones griegas es frecuente hallar epigramas, con su laudatio funebris, para tumbas de caballos, perros, gatos, ¡incluso de grillos canoros!, animales que habían sido las delicias del hogar familiar. Siguiendo el ejemplo, honro aquí la memoria de un perrito que fue, para su amo y sus amas, custodio leal de la casa, maestre de admisiones y, sobre todo, amigo fiel como sólo saben serlo los perros, hasta que la Moira cortó, inmisericorde, el hilo de su vida. Dicho este elogio fúnebre, veamos el testamento de Aristóteles (el sabio, se entiende, no el perrito, que murió intestado); lo transmite Diógenes Laercio (siglo III d.C.) y dice así:

…………«Todo irá bien. Pero si algo sucediere, estas voluntades dispuso Aristóteles: “Sea tutor de todo y por siempre Antípatro; hasta que Nicanor los tome a su cargo, cuiden Aristómenes, Timarco, Hiparco, Dióteles, Teofrasto, si quisiere y le fuere posible, de los niños, de Herpílida y de los caudales relictos; y cuando sea hora para la niña, sea dada a Nicanor; pero si algo sucediere a la niña -¡lo que no suceda, ni sucederá!- antes de casarse o cuando se haya casado, no habiendo hijos, Nicanor haya poder de administrar respecto de mi hijo y respecto de todo lo demás, de un modo digno de él y de nos. Cuide Nicanor de la niña y del niño Nicómaco, del modo que considere él digno en lo relativo a ellos, como si fuera su padre y hermano. Mas si antes sucediere algo a Nicanor -¡lo que no suceda!-, antes de tomar a la niña o después de haberla tomado, no habiendo hijos aún, si él hubiere ordenado algo, eso sea firme… Cuiden los tutores y Nicanor, acordándose de mí, de Herpílida, porque fue diligente conmigo, y de las otras cosas, y si quiere tomar marido, no sea dada de modo indigno de nos. Denle, además de las cosas que ya antes le han sido dadas, un talento de plata del caudal relicto, tres criadas, si quiere, y la esclava que tiene y el chico Pirreo. Y si quiere vivir en Calcis, la hospedería que hay junto al huerto; si en Estagira, la casa paterna… Sea también libre Ambrácida y denle, cuando la niña sea dada, y Filón, y Olimpio, y su hijo. No vendan a ninguno de los esclavos que cuidaron de mí, sino sírvanse de ellos, y cuando estén en la edad, déjenlos libres por su mérito… Donde construyan [mi] tumba, pongan allí también, habiéndolos llevado, los huesos de Pitíade, como ella ordenó…”»

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