Laberinto
(óleo sobre lienzo)
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Un «dédalo» es —dice el DRAE— un «laberinto, cosa confusa y enredada», y lo es «por alusión a Dédalo, personaje mitológico». Ícaro, su hijo, no tiene entrada, pero si aparece «icario», adjetivo que indica pertenencia o relación a Ícaro. E ícaros serán llamados los aviadores y, en general, los amantes de la aviación. Veamos las causas, o sea, la historia de ambos.
Dédalo, arquitecto, escultor, inventor de ingenios mecánicos, fue el precursor mitológico de Leonardo da Vinci. Artesano en Atenas, es ayudado por su sobrino Talo, un discípulo hábil que despierta los celos del maestro: su invento de la sierra, inspirado en los dientes de una serpiente, hace que éste lo precipite desde la Acrópolis. Condenado al destierro, Dédalo busca refugio en la corte de Minos, en Creta, donde sirve a los reyes; entre otras cosas, construye la vaca de madera que servirá para el ayuntamiento de la reina Pasífae con el deseado toro, y, por orden del rey, el laberinto que guardará al Minotauro; y algo peor: él es quien sugiere a Ariadna, la hija de Minos, la solución para que Teseo entre y salga indemne del laberinto. Irritado el rey por la traición, lo encarcela, junto con su hijo Ícaro, habido de la esclava Náucrate, en dicho laberinto. Pero Dédalo, inexhausto en recursos, con plumas y cera hace unas alas que, pegadas a las espaldas del padre y del hijo, les permitirán volar y salir, así, de tan laberíntica cárcel. No obstante, antes de partir, Dédalo, buen padre al fin, aconseja a Ícaro que no se acerque al sol, pues se derretiría la cera, ni vuele tampoco demasiado bajo, para evitar que la humedad del mar haga las alas demasiado pesadas para sus escasas fuerzas. El chico, engreído, no hace caso del consejo de su padre —el clásico conflicto— y vuela tan alto, que la cera se derrite y cae al mar, que desde entonces se llamará Icario.
Perseguido por Minos, Dédalo se refugia en Sicilia, y resuelve el problema que astutamente aquél plantea para descubrirle: cómo pasar un hilo por las espirales de una concha de caracol. El ingeniero ata el hilo a una hormiga, la encierra en la concha, abierta por el vértice, y la da al rey Cócalo, cuyas hijas, para evitar la entrega de Dédalo, matan a Minos en una bañera cuyas aguas han sido sustituidas por pez hirviente.
Hormigas-jirafa
(óleo sobre tabla)
Xopi
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LA LEYENDA DEL LABERINTO DE CRETA: EL MINOTAURO. Por José Manuel Colubi Falcó
ÍCAROS. Por Enrique Martín Ferrera, Mayo 2009
¿EL FIN DEL OLVIDO? De la serie «RECORTES», Nº 19. Por Pablo Romero Gabella
Anda, casualmente ahora mismo estaba escuchando “Flight of Icarus” de Iron Maiden, que va justo de la historia de Ícaro.
Posted by Al rico libro on diciembre 5th, 2012.
Al rico libro,
Qué sería del pop, del rock o del heavy sin la mitología clásica.
…Y de todos nosotros ¿qué seríamos sin griegos, romanos y judíos?
L.
Posted by L on diciembre 5th, 2012.
[…] LA LEYENDA DEL LABERINTO DE CRETA: DÉDALO E ÍCARO. Por José Manuel Colubi Falcó […]
Posted by «CARMINA» Blog Literario — LA LEYENDA DEL LABERINTO DE CRETA: EL MINOTAURO. Por José Manuel Colubi Falcó on febrero 22nd, 2015.