Posts matching “Buzones”.

BUZONES DE LA PROVENZA. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (2007).

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BUZONES DE SIBIU. Fotografía de Lauro Gandul Verdún (Rumanía, 2009).

Buzones de Sibiu 2005

BUZONES CON MUJER DE NEGRO (SERIE ‘BUZONES’). Fotografías de Lauro Gandul Verdún (Coimbra, 2009).

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BUZONES DE PORTUGAL. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (2009).

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BUZONES DE GIBRALTAR. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (2009).

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BUZONES. Fotografías de Lauro Gandul Verdún

 

Buzones de Arad 
Rumanía
2004

 

 

 

Buzones de Lisboa
Portugal
2008

 

 

«CVRSVS PVBLICVS». Por José Manuel Colubi Falcó

Buzones-de-Arad

Buzones de Arad

Rumanía

(Foto: LGV 2004)

A los funcionarios de Correos

O correo público organizado, cuyo origen se halla en la Persia del rey Darío, en el siglo V, tiene, en Roma, una larga historia, que va desde una prestación de la forma más elemental, hasta su desarrollo continuo en época de Augusto y su perfeccionamiento en la de Constantino. Es por vez primera regulado en su conjunto, dentro de un corpus legislativo, en el segundo código romano, el Teodosiano (438 d. C.), cuyo libro VIII, título V, De la posta pública, de las angarias y de las parangarias, consta de 66 leyes.

            En la jerarquía de autoridades administrativas que dirigen este servicio, ostenta la primacía el prefecto del Pretorio en las prefecturas, seguido del vicario en las diócesis y, en las provincias, del gobernador o presidente, de quien depende el prefecto del correo o praefectus vetriculorum. A éste están subordinados, para la prestación del servicio, otros magistrados inferiores y subalternos: el mancipe, jefe del distrito postal (cargo que a veces era un castigo), que ejercía su función directiva sobre los stationarii, encargados de cambiar los tiros en la casa de postas (statio, estación) o en la mansio (mesón, posada), los stratores (servidores de los establos), los muliones (conductores, muleros), los mulomedici o veterinarios, los carpentarii (carpinteros reparadores de los carpenta, carros). Los animales, protegidos por ley de los abusos de sus conductores (v. gr., prohibición del uso del bastón) eran bueyes, mulos, asnos y, naturalmente, caballos, que recibían nombres diversos según su función: veredos (reglamentarios de la posta), parhipos, paraveredos (excepcionales), avertarios, agminales, (bagajeros); tiraban de vehículos de tipos diversos denominados según sus funciones: angarias (reglamentarios de la posta), parangarias (los suplementarios o excepcionales), birotae (birruedas), redas (de cuatro ruedas), carretas, etc. Y, naturalmente, el emperador, por sí o por delegado, era quien daba licencia (evectio) al particular para el uso de la posta.

            El particular, en cambio, había de recurrir a medios propios para su correspondencia; los tabellarii atendían al servicio epistolar, los cursores si era urgente; y también los mercaderes o amigos cuando marchaban a otros lugares lejanos podían portar las cartas, plegadas y selladas, a su destino.

EL CENTENARIO CIORÁN. Por Enrique Martín Ferrera (8 de abril de 2011)

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Foto: John Foley

«En esto reconozco a un verdadero poeta: frecuentándole, viviendo largo tiempo en la intimidad de su obra, algo se modifica en mí, no tanto mis inclinaciones o mis gustos como mi misma sangre, como si una dolencia sutil se hubiera introducido en ella para alterar su curso, su espesor y su calidad. Valéry o Stefan George nos dejan allí donde les abordamos, o nos vuelven más exigentes en el plano formal del espíritu, son genios de los que no sentimos necesidad, solo son artistas. Pero un Shelley, pero un Baudelaire, pero un Rilke, intervienen en lo más profundo de nuestro organismo, que se los apropia como lo haría con un vicio. En su proximidad, un cuerpo se fortifica, y luego se ablanda y se desagrega. Pues el poeta es un agente de destrucción, un virus, una enfermedad disfrazada y el peligro más grave, aunque maravillosamente impreciso, para nuestros glóbulos rojos. ¿Vivir en su territorio? Es sentir adelgazarse la sangre, es soñar un paraíso de la anemia, y oír, en las venas, el fluir de las lágrimas…»

Précis de décomposition

Cioran, 1949

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…………Sobre poesía y poetas hablaría en numerosas ocasiones el rumano Emil M. Cioran, antes de que dejaran de interesarle. Según repetía él mismo, en sus últimos años, al envejecer, se había dado cuenta de que la poesía le era cada vez menos necesaria, achacando su gusto anterior por ella a un excedente de vitalidad.

…………Improbable salir indemne como lector después de paladear una de sus obras. A lo largo de su vida, cultivó el aforismo sin desmayo. «Más aun que en el poema, es en el aforismo donde la palabra es dios», postulaba en su libro Desgarradura.

…………Nacido el 8 de Abril de 1911, Cioran es centenario desde el día de hoy.

…………«Yo nací cerca de los Cárpatos -escribe en una página titulada Acorralados en el futuro– y adoré el pueblo donde pasé mi infancia. A los diez años tuve que abandonarlo para ir al liceo de la ciudad. Fue una experiencia terrible que nunca olvidaré: el espectáculo de un animal llevado al matadero. Los condenados a muerte deben conocer sensaciones semejantes antes del suplicio final. Yo sabía que lo perdía todo, que era expulsado de mi propio edén y que no merecía ese castigo. Cuando pienso en ello tras una vida entera, me doy cuenta de que tenía razón de haber reaccionado así, que en el fondo la civilización es un error y que el hombre debería haber vivido en la intimidad de los animales, apenas diferente de ellos. En ningún caso debería haber ido más allá del estatuto de pastor.»

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…………Le complacía la música, en especial la de Bach, que no se cansaba de oír. «Si alguien debe todo a Bach es sin duda Dios», llegó a afirmar. Como escritor, el francés fue su lengua. Con esa herramienta adoptada escribiría el grueso de su obra. Vivió en París desde 1937, una ciudad de la que le gustaba proclamar que era «el único lugar donde la desesperación es agradable». Cuando le llamaron para asistir como protagonista a Apostrophes, aquel famoso programa de la televisión gala en el que Bernard Pivot entrevistaba a lo más granado del mundo de las letras, Cioran rechazó la invitación argumentando que no quería que a la gente le sonara su cara y estropear con ello el mayor placer de su vida: sus paseos por el parisino Jardín de Luxemburgo.

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CIORÁN EN «CARMINA»

DIÁLOGO SOÑADO ENTRE BORGES Y CIORAN. Por Enrique Martín Ferrera. Enero 2009

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A modo de homenaje fotográfico a Ciorán por LGV a propuesta de EMF

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