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«NO HAY QUIEN LOS SOCORRA» (DE «LAS TRAGEDIAS» DE GOYA). HOMENAJE DE «CARMINA» A LOS MUERTOS Y HERIDOS EN MADRID EL 11 DE MARZO DE 2004. Poemas de Lauro Gandul Verdún

60 Goya (Las tragedias)
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«EL AQUELARRE» DE GOYA (1823) POR RAFAEL LUNA

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«LA FAMILIA DE CARLOS IV» DE GOYA (1800) POR RAFAEL LUNA (1988). Homenaje de «CARMINA» un año después (17 de octubre de 2011)

LA EXPOSICIÓN DE RAFAEL LUNA (1952-2010) EN EL MUSEO DE ALCALÁ. María del Águila Barrios

 
 
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Sin título
(Acrílico sobre papel)
Rafael Luna

 
 
 

He encontrado en mi archivo una foto de un cuadro sin título y sin fecha (e incluso sin firma) pero, inconfundible, de Rafael Luna. El Melville de Moby Dick , la Voz Humana de Cocteau, botellas con mensaje, un buque zozobrando en medio de un océano embravecido. No sabemos si nuestra ballena Perla fue un cetáceo tan terrorífico.

   Tenemos al pintor en el Museo de Alcalá hasta el 2 de noviembre próximo. Muerto en 2010, su familia promovió en Sevilla una gran exposición de su obra en 2013. Desde entonces ningún acontecimiento. Ninguno. Ahora tenemos la oportunidad histórica de contemplar una obra enorme, variada, original, innovadora, generadora, creativa, humana…, ¡y mil adjetivos más!. Una obra que es una jungla, y, a la vez, una tierra fecundada por él, que suscita fertilidad, y un efecto multiplicador en el alma de quien a ella se acerque  y respire el aire, el agua, el fuego, la tierra y el mundo que brotan de sus composiciones, de sus series, de sus relatos pictóricos…

   Permitidme que haya pedido a mis íntimos amigos, Olga y Lauro, para que me presten algunas de las palabras, frases y versos a los que pusieron voz en el acto de presentación de la exposición el pasado 1 de octubre en la explanada delante del Museo.

   Elijo del texto de Olga Duarte lo siguiente:

   «Era Fafi un buscador, un ser que amaba lo cotidiano, que se detenía a observar lo que le rodeaba, no despechaba nada, todo le importaba y le importaba porque veía vida en el objeto desechado, gracia en la sonrisa imprevista de quien se cruzaba con él. Adoraba el día a día porque le nutría su creatividad. (…) Fue un pintor que descubrió cómo hacernos observar el mundo con sus ojos, que dejaban de ser los nuestros ante un cuadro suyo. y planteaba enigmas, y acontecimientos, que sólo él podía ver y los traducía en sus obras para nuestro descubrimiento. La calle Bailén, el cine Nevería, las Meninas, las Giraldas, las máquinas de escribir, las bibliotecas, las sillas de barbero, sus versiones de obras históricas de Velázquez, Murillo o Goya. Todo transformado, deconstruido, convertido en otra tesitura, en multiplicadas realidades.»

   Y de Lauro Gandul:

   «(..) De las puertas encajadas o entreabiertas, de una ventana,/ La baranda pequeña de un balcón. Trozos de interiores. Un viejo ropero,/ Un suelo de cuarto con geometrías simpáticas./ Y la memoria del ojo de un alma de espejo e imán.» (…)

   »Mientras se te ocurre un buen día ese regreso tuyo,/  Tendré que ponerte al tanto, aunque no sea fácil (…)

   »(…) Ningún miembro de la familia de Carlos IV se ha bajado/ De su silla roja ni ha soltado su paraguas azul./ La monja de tus Meninas aún no ha descendido de su ascensión./ Todavía no se ha dado cuenta Baltasar Carlos que ese no es su cuadro.»

 
 
 [La voz de Alcalá, 2020]

 
 
  
 
  
 
  
 
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BALDOMERO ROMERO RESSENDI. María del Águila Barrios

   El pasado 21 de septiembre se publicaba en ABC de Sevilla un artículo de Félix Machuca titulado «Baldomero Romero Ressendi, la vida loca». Salvo el título, no voy a transcribir nada del contenido de esa pamplina de texto que le dio por escribir al mencionado colaborador del periódico al que no le importó publicar sus maledicencias sobre el genial pintor.

   Ressendi vivió entre nosotros y fue en Alcalá donde concibió y ejecutó gran parte de su obra fundamental. El gran historiador del Arte, Enrique Valdivieso González escribe en su Historia de la pintura sevillana (1992) que «Puede considerarse a Ressendi como el último gran talento de la historia de la pintura sevillana (…)». Añade el crítico Valdivieso que «Desde sus inicios Ressendi se manifestó artísticamente dentro de los márgenes de un expresionismo de herencia barroca, al que aplicó sus extraordinarias facultades de dibujante y su desbordante imaginación. (…) Fue Ressendi admirador de Valdés Leal, Rembrandt y Goya».

   En el año 2000 se publica Ressendi, con la que su autor Juan Manuel Covelo nos ha dejado la más completa monografía dedicada, hasta el momento, a la biografía y a la vasta obra del artista (bodegones, retratos, temas religiosos, gitanos y personajes circenses…). En los últimos casi veinte años nada han hecho las instituciones, ya sean públicas o privadas, por promover y difundir el legado del creador. Salvo algunas exposiciones, con mayor o menor difusión, nada se ha hecho con el rigor y a la altura de quien verdaderamente fue Baldomero Romero Ressendi.

   Para Antonio Luis Albás (2013) «…lo que en Rembrandt sería la admisión y comprensión de su descendimiento, más evidente aún en el espejo de su autorretrato de principios de 1661, en Ressendi lo sería la explosión y escape de los suyos hacia la sombra. Sin dudarlo, el gran motivo de ambos es el tiempo. La memoria de todos sus esfuerzos; el trabajo compositivo, latente y secretamente corrosivo del tiempo.»

   Baldomero Romero Ressendi es uno más de los imprescindibles para conformar una auténtica arquitectura cultural de Alcalá de Guadaíra, pero al que incomprensiblemente se le relega al olvido en su propio pueblo. Como no se cuida su memoria y no se propaga el conocimiento de su inmensa obra, vienen mediocres escritores con renombre, como Machuca que se atreve a cotillear sobre el artista con la vulgaridad de un verdulero. Afortunadamente, hubo una carta al Director de ABC que fue publicada el día 29 de septiembre, escrita por Vicente Romero Muñoz para aclarar una de las muchas falacias que se utilizaron para componer este artículo de Félix Machuca que he querido denunciar.

 

[La voz de Alcalá, 1 al 14 de noviembre de 2019, año XXVIII nº 509]

 

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RESSENDI EN «CARMINA»:

BALDOMERO ROMERO RESSENDI (1922-1977) CON UNOS VERSOS DE RAFAEL ALBERTI (1902-1999)

PANEGÍRICO CONTRA EL DESALIENTO (A propósito de lo que prometía ser una exposición de Ressendi). Por Enrique Martín Ferrera. Octubre, 2008

Epílogo. PICASSO O LA MIRADA DE POLIFEMO. Vicente Núñez. Antonio Luis Albás (2018)


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PICASSO O LA MIRADA DE POLIFEMO

 

Je ne crois pas avoir employé des éléments
radicalement differents dans mes différents
manièrs.

Pablo Picasso.

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Indiferente y no obstante inmerso en los avatares de la contemplación y de la captación, su enorme ojo de cíclope hirsuto lo ha triturado todo a fuerza de reconstruirlo con materiales de cualquier procedencia, pero siempre rumiados y roídos desde todas las animalias y todas las metamorfosis. Los centauros y el yeso, el grafito y el raso eran de igual carne en sus manos de pezuña chamuscada por las proximidades de lo demoníaco. Lo cegador en él se transmutaba en la evidencia misma del mundo, al modo de fulminantes batidas que aspiraran, como quijadas de bucráneos, a revestirse del hueso esencial de lo caínico, de la venosa hebra donde Velázquez y Goya ya habían depositado la desolación de los colores yuxtapuestos a las tramas del saco, previas al asalto pictórico. Colores trepanados de sus vainas, colores como sangres vertidas en la ceremonia de un duelo cruento con la dócil piara de lo cotidiano. La belleza no existe si no es trágica como el vientre destripado de un buitre. Los mitos sólo pueden consumarse desde el pellejo sumiso y graso de los sacrificios.

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Cuando la propia insulsez de los acontecimientos irrelevantes se interpone a las inapelables urgencias del arte, las uñas se afilan y reflexionan desde su arañazo innato, hasta que ahondan en las llamas satánicas de los cipreses y los girasoles, o hasta vaciarse íntegras como artesas en el azul diabólico de las maternidades y los arlequines de papel y de trapo. Todas las linealidades se han disuelto ya en un hervor circular y hermético. Hierve el mundo en una maceración macabra, y pintar consistiría entonces en una faena devastadora desde la suculenta caldera de las salsas y los barnices, trinchando y trufando a destajo la materia con una maestría de taxidermia. Delicada, hendidamente, con el bisturí cerebral e infalible de la caligrafía picassiana.

 

La realidad es constitutivamente amorfa porque jamás podrá ser convenida o negociada, pero la mirada pictórica sí organiza el caos y cataloga la fealdad en el orden nuevo de belleza intrínsecas. Les demoiselles d´Avignon (1907), y sus múltiples variantes en los bocetos precursores, son el resultado de una jerarquía implacable de la mirada aterrada y dispersa en los episodios rutinarios de la retina convencional, que se constituye desde los rechazos y los tanteos, que se preforma desde la inquietud que la hace evidente, anticipándose al arte negro y a las, en el momento, exigencias estimativas del Petit Palais y de la Galería Seligman.

 

Pero, de otra parte, una renovación radical del dibujo y las masas necesariamente se entrecruzaría con las estimaciones del deterioro mágico acaecido en las piezas de las artes arcaicas, mordidas como monedas por el transcurso de los siglos en una secreta y votiva alianza con la naturaleza, que las vomita luego rehechas en toda su terrible endeblez de esqueléticos amuletos, semejantes a la caterva inagotable del Cerro de los Santos. Son, pues, dos miradas de una sola ojeada, dos procesos convergentes que unifican la teoría animista de Jung sobre los azules del artista y la rasa visión pragmática de Geltrude Stein sobre el mirar picassiano: “sólo lo visto es conocimiento”.

 

Hasta tal punto ese brutal proceso de constante síntesis evolutiva se hace perverso que el Guernica no es más que una interiorización panorámica de todas las obsesiones de Picasso, un autorretrato estilístico donde las voracidades y las fauces del artista exhiben y atacan en la secuencia de un desplome total cualquier alternativa transcendente de realidad ya definitivamente a espadas del color y la carne. El destino paralelo de las minotauromaquias y las damas torturadas por la deformación de sus órganos descoyuntados, sacude de polifemia sádica el universo femenino del genio malacitano, que al fin se acepta a sí mismo como caverna de la ceguera y como calidoscopio de la lucidez.

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V.N. Fundación Pablo Ruiz Picasso;
Casa Natal, 30 de Abril de 1991, Málaga.

COLOQUIOS (277). Gabi Mendoza Ugalde

 

 El aquelarre

Francisco de Goya 

1746-1828

 

—La locutora exhaló un suspiro de alivio porque los 150 muertos no hubieran sufrido un accidente.

—Que hubieran sido asesinados fue lo mejor que ella pudo oír cuando el Fiscal comunicó al mundo que había sido un asesino quien les dio muerte a todos y, por supuesto, el criminal pudo de esta manera morirse a su gusto.

—Para la locutora lo más importante es que tras el crimen contra la vida de todas esas decenas de personas (sabiendo que tan sólo es eso: un crimen cometido por un deprimido) se podrá seguir viajando en avión sin nada que temer de la máquina.

—Consuela pensar que este asesinato colectivo, o masacre, ocurra sólo muy de vez en cuando, según las estadísticas.

—Justo eso mismo nos decía desde la pantalla, mientras no podía evitar sonreír. ¿Por qué?

—…

 

COLOQUIOS (274): Gabi Mendoza Ugalde (2014)

 
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—Era tan buen actor que cuando salió después de la función quedamos a tomar unas cañas y tuvimos que soportarlo a él, su personaje y su novia.

—¡Creo que después le dieron un Goya por sordo!

—Se veía venir, si no lo hubiera sido, ¡cualquiera de ellos habría aguantado a sus otros dos restantes!

—…

 

YA ESTÁN EN LA HISTORIA. Por Joaquín de Grado

Que viene el coco (Los Caprichos) Goya

De Los Caprichos

Goya

1746-1828

 

Serán generaciones enteras de españoles (y de por ahí afuera también) las que tendrán que estar agradecidas al fenómeno PODEMOS. ¿Es que hay algo que concite fobias y filias como ese partido? ¿Es que se hacen y se harán análisis y pseudoanálisis más pretendidamente concienzudos que sobre PODEMOS? ¿Es que se podrán lanzar más miles de calumnias e infundios que sobre los dirigentes de PODEMOS? ¿Se podrán crear más esperanzas sobre esto, aquello y lo otro que sobre el programa en elaboración de PODEMOS? PODEMOS llegará a ser objeto de estudio en las universidades, claro que sí, en la asignatura de historia política, y a no tardar mucho.

   Pero ya lo dijo alguien en estas mismas páginas: el ascenso de PODEMOS que muchos presentan como meteórico puede encontrarse con el freno probablemente en seco del voto de muchísima gente que no quiere «aventuras», que no se fía, que piensa, o no piensa, que son lo mismo y harán lo mismo, que es imposible que logren lo que dicen quieren lograr. Cuando, en realidad, todo lo que dicen que hay que hacer es tender hacia eso: hacia la jubilación voluntaria a los sesenta y hacia la jubilación forzosa de los poderes que tienen España en la ruina; o sea, a los españoles, desde Reus hasta Ayamonte, desde Almería a Vigo, desde Melilla a Irún, desde Alicante a Almendralejo.

   Los atacan desde todos lados. Entre otros, esos indecentes de nacimiento político que se llaman Felipe González y Alfonso Guerra, que los llaman de todo, incluso tontos (también a sus votantes, pasados y posibles). Desde luego, los de PODEMOS podrán decir aquello de «ladran, luego cabalgamos». Sí, pero que muerden no tengamos ninguna clase de dudas.

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COLOQUIOS (187). Gabi Mendoza Ugalde

PRA NÃO DIZER QUE NÃO FALEI DAS FLORES (CAMINHANDO). Geraldo Vandré (1968)

COLOQUIOS (185). Gabi Mendoza Ugalde

«OBSERVAD AL CIERVO: SABE». Anónimo del s. XXI encontrado en las escalinatas de las Setas de La Encarnación (Compilaciones de Rafael Rodríguez González —Sevilla 2012—)

COLOQUIOS (177): «MALA CALIDAD [DE INTERIOR]». Gabi Mendoza Ugalde

COLOQUIOS (171): «¡HE DICHO QUE SOY COMPAÑERO, COÑO!». Gabi Mendoza Ugalde

CUANDO ACIERTO LO ADMITO. Por Rafael Rodríguez González

COLOQUIOS (144). Gabi Mendoza Ugalde

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POSESIÓN MUSICAL O CÓMO FUI INVITADO A UN AQUELARRE. Pablo Romero Gabella

 

DesnudoporRafael  Luna

Desnudo

Rafael Luna

 

El musicólogo británico Raymond Monelle escribió:«la música no es un objeto natural, es fundamentalmente social [no son] solamente sonidos y partituras» (The Sense of Music, 2000). Ese producto social que es la música hace que obras que en su tiempo fueron repudiadas (por críticos, público y/o gobernantes) reaparezcan tiempo después con la fuerza de lo nuevo y seamos seducidos por ellas; como aquella chica que no nos parecía especialmente guapa o atractiva y que más tarde nos produce la sensación de cómo habíamos podido vivir sin ella. La seducción es también un producto social, y la música se compone no solo de sonidos y partituras sino igualmente de sugerencias, turbaciones y obsesiones. Esto mismo creí vivir (porque la vida es en muchas ocasiones un espejismo de lo que creemos sentir) el 24 de octubre pasado en el 4º concierto de la R.O.S.S. en el Teatro de La Maestranza. Y por lo que leo y oigo, no sólo el que esto escribe creyó sentirlo.

   Bajo el título de La fuerza del acero, el director Pedro Halffter propuso tres obras de sendos músicos rusos (Mosólov, Chaikovsky y Prokofiev) que en su origen fueron rechazadas, si no directamente repudiadas.

   Por educación y gustos musicales mi atención se fijó en el famoso Concierto para piano y orquesta nº 1 de Chaikovsky (1874). Sin embargo, no advertí que aquello era sólo el cebo para la celada. Era la puerta de acceso (a través del perturbador romanticismo, para otros simplemente academicismo) a un aquelarre al cual no pensaba estar invitado.

   Como prólogo Halffter recibió al público con tres minutos del apabullante expresionismo futurista-soviético de «La fundición de acero» (1926), único trozo superviviente del espurgo stalinista del ballet El acero de Alexander Mosólov. Algo inquietante y perturbador fue inoculado (tal como hacían los íncubos y súcubos) en el público con aquella recreación del progreso soviético. Aún sobrecogido por los vapores industriales, el Concierto de Chaikovsky me pareció (a mi pesar) algo fláccido, falto de pasión (empero el hacer industrioso de la joven pianista ucraniana Regina Chernychko). Las bellas melodías románticas me parecieron un interludio de algo que iba a acontecer (no sabía exactamente qué).

   Tras el descanso llegó el aquelarre, aquella orgía musical que fue el alfa y omega del concierto: la Sinfonía nº 3 de Sergei Prokofiev, titulada «El ángel de fuego» (1919-1927). Una música inicialmente realizada para una ópera que contaba la historia (nada soviética) de una jovencita poseída por espíritus y que finalmente acabaría en la hoguera, pasando antes por un exorcismo. Lo que pudiera parecer, a ojos del siglo XXI, como una mezcla programática entre El sexto sentido y El exorcista y que le llevó al músico casi un década de trabajo, se basaba en una novela decadente de final de siglo que obviamente no fue muy del gusto de Stalin (el hecho de acero). Pero lo que Prokofiev hizo fue una obra de atmósfera de oscurantismo (como así fue el stalinismo) y de un violento componente erótico (en palabras de Martín Llade en sus certeras notas al programa).

   Los oyentes (como la crítica, por lo que he leído) fueron seducidos por aquel pandemónium de «desquiciantes juegos tímbricos y armonías demoníacas» (Llade dixit). Halffter, tal como si fuera el oficiante de aquel brujeril rito, como aquel macho cabrío de La semilla del diablo, abandonó la luminosidad chaikovskiana y comenzó su particular exorcismo de aquella música antaño repudiada. Nos descubrió el sentido de aquel concierto: adentrarnos en una música de una fuerza arrebatadora, subyugante y a la vez de desasosegadora modernidad. Sus gestos (como si fuera un exorcista) contagiaron a la orquesta (a la sazón en rebeldía profesional con su quehacer como director) y se rindió al aquel vértigo demoníaco. Puro maquiavelismo musical.

   Al finalizar el concierto Pepe Galeote, profesor y compañero al cual debía mi presencia en aquella batahola, nos llevó al grupo de profesores a saludar al director; y éste directamente nos preguntó qué nos había parecido la sinfonía de Prokofiev. La máscara había caído, el exorcismo había tenido éxito, y rendidos sólo pudimos afirmar que nos había encantado. Había caído seducido como Rose Marie al ver su criatura demoniaca en aquel apartamento de los Castevet.

 

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«EL AQUELARRE» DE GOYA (1823) POR RAFAEL LUNA