Cádiz, al fondo
[Foto
(donde se ha de pinchar para escuchar la declamación):
LGV Rota, 2010]
¡Si yo hubiera podido, oh Cádiz, a tu vera,
hoy, junto a ti, metido en tus raíces,
hablarte como entonces,
como cuando descalzo por tus verdes orillas
iba a tu mar robándole caracoles y algas!
Bien lo merecería, yo sé que tú lo sabes,
por haberte llevado tantos años conmigo,
por haberte cantado casi todos los días,
llamando siempre Cádiz a todo lo dichoso,
lo luminoso que me aconteciera.
Siénteme cerca, escúchame
igual que si mi nombre, si todo yo tangible,
proyectado en la cal hirviente de tus muros,
sobre tus farallones hundidos o en los huecos
de tus antiguas tumbas o en las olas te hablara.
Hoy tengo muchas cosas, muchas más que decirte.
Yo sé que lo lejano,
sí, que lo más lejano, aunque se llame
Mar de Solís o Río de la Plata,
no hace que los oídos
de tu siempre dispuesto corazón no me oigan.
Por encima del mar voy de nuevo a cantarte.
[Rafael Alberti, Ora marítima, 1953.
Poema incluido por Arturo Ramoneda en Antología de la poesía española del siglo XX (1890-1939).
Alianza Editorial, S.A. Págs. 505 y 506. Madrid, 2007]
Que estás en la tierra Padre nuestro,
que te siento en la púa del pino,
en el torso azul del obrero,
en la niña que borda curvada
la espalda mezclando el hilo en el dedo.
Padre nuestro que estás en la tierra,
en el surco,
en el huerto,
en la mina,
en el puerto,
en el cine,
en el vino,
en la casa del médico.
Padre nuestro que estás en la tierra,
donde tienes tu gloria y tu infierno
y tu limbo que está en los cafés
donde los burgueses beben su refresco.
Padre nuestro que estás en la escuela de gratis,
y en el verdulero,
y en el que pasa hambre,
y en el poeta, —¡nunca en el usurero!—
Padre nuestro que estás en la tierra,
en un banco del Prado leyendo,
eres ese Viejo que da migas de pan a los pájaros del paseo.
Padre nuestro que estás en la tierra,
en el cigarro, en el beso,
en la espiga, en el pecho
de todos los que son buenos.
Padre que habitas en cualquier sitio.
Dios que penetras en cualquier hueco,
tú que quitas la angustia, que estás en la tierra,
Padre nuestro que sí que te vemos,
los que luego te hemos de ver,
donde sea, o ahí en el cielo.
[Obras incompletas.
Editorial Ediciones Cátedra, S.A.
Madrid 1980.
Págs. 47 y 48]
NIÑOS DE SOMALIA
Yo como
Tú comes
Él come
Nosotros comemos
Vosotros coméis
¡Ellos no!
[1996]
LA SIRENITA QUE QUISO IR AL “COLE”
La sirenita saltando por la arena,
llegó a la escuela de la playa.
Niños, libros, mapas y pizarras.
La sirenita apoyó su cara en el cristal,
la maestra la invitó a pasar.
La sirenita asustada voló hacia el mar, sola,
y se escondió en la ola.
Con algas y con algo,
se hizo un vestido largo largo
—para que le tapara la cola
y los pies que nos tenía—.
Saltando por la arena,
tocando dos conchas castañuelas,
la sirenita entró en la escuela.
—La “nueva” anda muy rara
—dijeron sus compañeras—.
Cuando te nombran,
me roban un poquito de tu nombre;
parece mentira,
que media docena de letras digan tanto.
Mi locura sería deshacer las murallas con tu nombre,
iría pintando todas las paredes,
no quedaría un pozo
sin que yo me asomara
para decir tu nombre,
ni montaña de piedra
donde yo no gritara
enseñándole al eco
tus seis letras distintas.
Mi locura sería,
enseñar a las aves a cantarlo,
enseñar a los peces a beberlo,
enseñar a los hombres que no hay nada
como volverse loco y repetir tu nombre.
Mi locura sería olvidarme de todo,
de las 22 letras restantes, de los números,
de los libros leídos, de los versos creados.
Saludar con tu nombre.
Pedir pan con tu nombre.
—Siempre dice lo mismo—, dirían a mi paso,
y yo, tan orgullosa, tan feliz, tan campante.
Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca,
a todas las preguntas responderé tu nombre
—los jueces y los santos no van a entender nada—
Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre.
[Obras incompletas.
Págs. 187 y 188]
En vespa cargada de libros para repartir entre los niños
de los pueblos de Madrid
(años 40)
A MODO DE MANIFIESTO CON FUNDAMENTO EN LA OBRA DE LA POETA GLORIA FUERTES
Por Lauro Gandul Verdún
(Junio de 2017)
Ahora sí encontramos las librerías llenas de títulos de nuestra autora. Aunque casi siempre sólo aquella parte —importante, por supuesto— de su literatura incardinable en la llamada literatura infantil o para niños. No es mucho lo que tenemos de Gloria Fuertes (1917-1998) en nuestras bibliotecas. Lo decimos por nosotros mismos: en los anaqueles de nuestras estanterías es insólito encontrar un número suficiente de libros, de los muchos que dejó escritos, a la altura literaria de una autora como ella cuya obra poética constituye una de las más importantes del siglo XX español. Y esa ignorancia de su verdadera significación literaria choca con el amplio ámbito en el que la protagonista es precisamente Gloria Fuertes en el imaginario de los españoles de los últimos cincuenta años: ¿quién no sabe tararear en el recuerdo la melodía de Un globo, dos globos, tres globos?, ¿quién ha olvidado a aquella oronda señora, de pelo corto y canosa, feota pero con una franca y cordial sonrisa perennemente en su ancha cara de cuya boca salía una voz grave y algo rota, y a la que veíamos frecuentemente en la televisión en blanco y negro, o en color, de los años setenta y ochenta?
Pero hemos tenido la suerte de que una antología o compilación de sus libros de poesía haya caído en nuestras manos. Un solo libro, aunque con la fortuna de comprobar que quizá sea su obra mayor. Tenemos su libro, titulado Obras incompletas en una edición de la propia autora, que era la sexta que Ediciones Cátedra, S.A. de Madrid publicaba, siendo ésta en 1980 y que es a la que se corresponde nuestro ejemplar del libro. Gloria Fuertes es autora de la selección de sus textos y del prólogo que titula «Medio siglo de poesía de Gloria Fuertes o vida de mi obra». De éste vamos a extraer tres fragmentos:
«En los primeros años de nuestra postguerra, al palparnos vivos a pesar y todavía, necesitábamos gritar —como todo superviviente— que estábamos aquí, que nos llamábamos así, que sentíamos de aquella manera. Por aquel entonces, sin ponernos de acuerdo, Blas de Otero, Celaya, Hierro, Alcántara —y tantos nombres que añadirán a esta relación los estudiosos—, escribíamos poemas declarando incluso nuestra filiación, dirección y profesión para llamar la atención a los transeúntes que luego iban o no a pasear por nuestras páginas.»
«Fui surrealista, sin haber leído a ningún surrealista; después, aposta, «postista» —la única mujer que pertenecía al efímero grupo de Carlos Edmundo de Ory, Chicharro y Sernesi. La postista que irremediablemente iba para modista, modista de un importante taller (mi madre se encargó de ello), modista o niñera, se reveló por primera vez; yo no quería servir a nadie, si acaso a todos.»
«El primer poeta que conocí, fue en vivo, no en libro, y era Gabriel Celaya —debido a que me pisó el Premio Fémina de Poesía—. Gabriel y yo fuimos finalistas, yo quedé segundona. Celaya, en 1934 (¿), era alto y rubio como la cerveza, parecía un príncipe —lo que son las cosas…»
Con estas coordenadas se nos antoja una breve investigación. Sabemos que los cordobeses de Cántico dieron páginas en sus Hojas de poesía a los poetas de España, y del resto del mundo, mientras estuvo viva la revista desde 1947 a 1957. Buscamos en todos sus números y, si bien comprobamos que a Otero (1916-1979), Celaya (1911-1991) y Ory (1923-2010) sí se les publicaron poemas en Cántico, ninguno se publica de Gloria Fuertes durante los diez años de existencia de aquella excelsa revista de poesía.
De Ínsula, Revista Bibliográfica de Ciencias y Letras, fundada en Madrid en 1946 y que continúa viva, hemos consultado un poco al azar diez años, desde 1982 a 1992, un período de tiempo lo suficientemente largo como para que nuestra autora pudiera ser leída en alguna de sus páginas. Nos hemos puesto a buscar. De 1982 a 1988 nada. Al encontrar en los números 510 y 511 de 1989 sendos espacios especiales dedicados al postismo en la sección que la revista titula «El estado de la cuestión», supusimos que íbamos a encontrar textos de Gloria Fuertes, o al menos alguna referencia. Nada de nada. Como si no existiera. Hemos sabido que hay un número de la revista de 1969 donde José Luis Cano, uno de los principales responsables de Ínsula, dedica un artículo a la poeta de Madrid, a cuyo texto no hemos tenido acceso. No sólo es ignorada completamente cuando se trata del postismo, sino que tampoco existe en los ensayos sobre las generaciones de posguerra, ni en los que tratan la obra de los autores de la poesía arraigada ni en los que se ocupan de los poetas del desarraigo, ni cuando se ocupan del movimiento de la poesía social, o sobre la generación del medio siglo.
No obstante, ella sí está con los poetas mencionados y con los movimientos aludidos. Y si se predica que para el grupo de los postistas ya existía una tradición española en la literatura de Valle-Inclán o de Ramón Gómez de la Serna, o en las viñetas de La codorniz, en el dadaísmo de Tristán Tzara, o en el surrealismo, o en el teatro del absurdo. En la poesía de Gloria Fuertes logra alto vuelo la greguería ramoniana en cordial y amorosa bandada. Onomatopeyas, aliteraciones, dobles sentidos, ambigüedades… Ciertamente una parte importante de la obra de nuestra autora encaja en esa tradición que además bebe de la popular en sentido estricto y que se anuda a las vanguardias, tan característica de la poesía del siglo XX (Lorca, Alberti, p.e.), y que sirve también para comprender con otras lecturas la importante parte de su obra más conocida dentro de la literatura infantil o para niños. Esas otras lecturas como poeta neorrealista, o surrealista, o postista, o poeta social, o del socialismo cristiano, o sencillamente cristiana, tantas veces, debería ensombrecer la etiqueta infantil. Fácilmente se comprueba que el adjetivo en este caso, no da vida, sino que mata (aunque sea muy útil para los mercadotécnicos e incluso a ella hubo de haberle reportado justos haberes), y que nos lleva a que su poesía infantil sea sencillamente poesía.
Poesía transgresora la escrita por Gloria Fuertes, poesía de lo pequeño, reiteración de lo vital, lo cotidiano, lo divino, lo reivindicativo… Si bien, dentro de los postistas tal vez fuera la que menos se dedicó a los juegos de palabras sólo por jugar. Esta actitud estética supone un conjunto de recursos formales cuyo fin precisamente es acoger en sus poemas una vocación transformativa de la realidad social. Así se hace vocera en su poesía del dolor que le provocaban los débiles, los niños indefensos, los mendigos, los hambrientos, los parados, los mineros, y tantos de los que nadie se acuerda. Fue por tanto una auténtica poeta del movimiento que se denominó de la poesía social. Poesía social de la auténtica, de aquella escrita para «la inmensa mayoría» como la que quiso escribir Blas de Otero. Una poesía para nada pura, ni minoritaria. Una poesía como aquella a la que Gabriel Celaya aspiraba cuando proclamaba que «la poesía no es un fin en sí, sino un instrumento para transformar el mundo.» A Gloria Fuertes lo que le interesó de la literatura era la emoción de sus contenidos, su potencia comunicativa, los recursos que en ella estaban para reflejar la situación y circunstancia del hombre del tiempo en que le tocó vivir. E incluso no dudó en escribir padrenuestros y oraciones por los pobres de este mundo.
LA POBRE CABRA
(Homenaje a Gloria Fuertes)
Por José Antonio Francés
La cabra no es que esté como una cabra
es sólo que confunde las palabras.
En vez de ropa se puso la sopa,
en vez de capa se puso la copa.
La pobre con las letras se hace un lío,
por eso a veces no dice ni pío.
A la pobre jaca la llamó vaca,
¡y eso que la jaca estaba muy flaca!
En vez de una tila se hizo una tela,
y se quitó una suela y no la muela.
Pobrecilla, no tiene mucho tino
pues se durmió en el vino y no el pino…
Pino, pena, pana, rana, ¡atenta…!
Cambias una letra y cambia la cuenta.
¡Menudo lío se forma la cabra!
Uf… ¡Se parecen tanto las palabras!
Y se parecen tanto, tinto y tonto
que la cabra se confunde muy pronto.
Y se parecen tanto, tonto y tinto
que hablar es andar por un laberinto.
Nata, gata, rata, bata, ¡qué lata!
¡Cuando abre la boca, mete la pata!
Nota, gota, rota, bota… ¡Atiende…!
¡Cambias una letra y nadie te entiende!
Yo no quiero morir en París
Pero estos muertos son divinos
Cortázar
Tzara
Morrison
Ionesco
Asturias
Chopin…
15
A quien no conozco de ti deseo
A tu desconocida amo
A la que tú eres para otros
Labios
A esa quiero yo besar
Muy lentamente
Sin conocerla de nada
Sin saber nada que pese
Sobre mi pulso
Sin saber nada de nada
Ni de nadie
Olvidado de mí
De todo
Y sólo amar
Y todo para amar
Y nada para nadie.
[Lauro Gandul Verdún. Crónica de París (2ª edición).
Ed. Padilla Libros Editores & Libreros. Sevilla 2017.
Págs. 43-45]
[Pinchad en la foto para escuchar la interpretación de Amargura por el maestro Andrés Cea Galán]
Me planto hoy ante la página en blanco y hay tantos temas sobre los que podría escribir… Nuevos y diferentes de los ya escritos. Hoy es víspera del decimosegundo aniversario de los atentados de Madrid; ayer decían en la radio que Podemos se divide; anteayer, que el poder adquisitivo de los cuadros superiores no se ha visto perjudicado por la crisis, sino que ha aumentado considerablemente frente al menoscabo de los salarios de los cuadros medios e inferiores; tresantié, vi mendigos, danzantes y disfrazados en la avenida de la Constitución de Sevilla, convertida en un parque temático de la actual sociedad. En diez días comenzará la Semana Santa que algunos, pretendidamente refundadores del Estado y la democracia con el ánimo vulgarizador que ostentan, quieren llamar semana de las festividades. También, éstos proponen que el Congreso ya no sea de los Diputados, quizá para que se sepa menos de qué Congreso se trata, en aras de no se sabe qué corrección lingüística.
Por tanto, noticias hay todos los días y tantas que nos aburren. Y me pregunto, ¿por qué este aburrimiento, este desánimo generalizado, este hastío? Nadie puede explicarlo, unos van por un lado, otros por otro, muchos en el medio y así estamos sin fraternidad ni libertad posible.
Bueno, pues vamos al tajo social y cultural porque tal vez haya que despertar de la pesadilla política y económica que nos asfixia y dedicarnos a pensar cómo actuar desde el corazón de nuestro pueblo para generar y crear cultura, alejándonos de quienes nos aplastan a diario. Y pensemos en lo pequeño, contribuyendo a su mejora, y a su engrandecimiento y crecimiento comunitario. Voy a alejarme de los fracasos del pasado y a no centrar en éstos mi amargura, sino a fijarme en quienes me rodean y en su entusiasmo y alegría. Voy a alejarme de los que quieren el poder y a fijarme en quienes dan de sí para los otros, aquí en Alcalá hay muchos. Voy a alejarme de los arrogantes triunfalistas y adoradores de los becerros de oro y a fijarme en los que siempre están ahí, para las duras y las maduras (los autónomos, los obreros que quedan, los artesanos renacidos…) Voy a alejarme de los pseudorrevolucionarios que sólo aspiran a cambiar, sin que nada de lo que proponen cambie, y a fijarme en los maestros y profesores, en los artistas, que consiguen una auténtica revolución humana. Voy a fijarme en quienes no esperan nada a cambio y siempre dan sin hacer alardes; voy a fijarme en todo este tipo de gente que veo a diario por las calles de mi pueblo.
[Foto: ODP 20/03/2015 Iglesia de San Sebastián (Alcalá)]
[(*) PINCHAR EN LA FOTO PARA ESCUCHAR EL ACTO]
«Lo que empezó siendo una propuesta literaria y musical para poder ofrecer una muestra de nuestra altísima poesía española de tema sacro (declamada, cantada y musicada), va a ser dentro de unos instantes puro acto. El acto al que nuestra Hermandad de la Amargura les ha convocado esta noche y con el que queremos provocar el gozo de las palabras de los grandes poetas cuando cantan a Jesús o a María, en los siglos XVI, XVII y XX.
Grandes poetas a los que esta noche les ponen voz Lauro Gandul, que ha preparado la antología y declamará los poemas, y Javier Rodríguez, Niño del Maúro, que ha llevado al cante los versos, bajo la dirección musical de Elías Chincoa, Niño Elías, batuta y guitarra del acto.
Se van a declamar y cantar poemas de Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Fray Luis de León, Francisco de Aldana, Francisco de Quevedo, Juan Ramón Jiménez, Luis de Góngora, Federico García Lorca, Gerardo Diego y Lope de Vega en un orden que no es el cronológico, sino el que ha exigido la propia ejecución artística del acto.
Elías va a interpretar Amarguras de Manuel Font de Anta en versión para guitarra compuesta por Niño Elías; el Ave María de Franz Shubert, Inspiración, también compuesta por Elías; Estudio en mi menor, de Ferdinando Carulli, Estudio en si menor de Fernando Sor y las Saetas del Silencio de Francisco de Paula Solís y, además tocará soleares, mineras, peteneras, tientos, tonás y seguirillas.
Javier cantará por soleá, por toná y por romance, y una saeta…»
[Enrique Oliver Aguilar]
ANTOLOGÍA DE POEMAS, PREPARADA Y DECLAMADA POR LAURO GANDUL VERDÚN,
PARA UN RECITAL DE POESÍA SACRA,
CON EL CANTE DE JAVIER RODRÍGUEZ, NIÑO DEL MAÚRO,
Y CON LA DIRECCIÓN MUSICAL Y EL ACOMPAÑAMIENTO DE LA GUITARRA DE ELÍAS CHINCOA, NIÑO ELÍAS
«Algunos de mis colegas siempre se molestan cuando les digo que, si una conclusión no está poéticamente equilibrada, no puede ser científicamente cierta. Me dicen que no saben lo que eso significa.»
(…)
«Para imitar un cerebro humano, cuando no sé casi nada del funcionamiento de un cerebro humano, se requiere un salto intuitivo… algo que a mí me parece poesía.»
«Llegado un momento, la juventud no se alegra con el regocijo ni se entristece con el llanto de la vieja sociedad —“os hemos cantado himnos y no habéis reído, lamentaciones y no habéis llorado”—»