EL CAMELLO. Por Gloria Fuertes

El camello se pinchó

con un cardo del camino

y el mecánico Melchor

le dio vino.

Baltasar

fue a reportar,

más allá

del quinto pino…

e intranquilo el gran Melchor

consultaba su «Longinos».

 

—¡No llegamos,

no llegamos

y el santo Parto ha venido!

—son las doce y tres minutos

y tres reyes se han perdido—

 

El camello cojeando

más medio muerto que vivo

va espeluchando su felpa

entre los troncos de olivos.

 

Acercándose a Gaspar

Melchor le dijo al oído

—Vaya birria de camello

que en oriente te han vendido.

 

A la entrada de Belén

al camello le dio hipo.

¡Ay que tristeza tan grande

en su belfo y en su tipo!

 

Se iba cayendo la mirra

a lo largo del camino,

Baltasar lleva los cofres,

Melchor empujaba al bicho.

 

Y a las tantas ya del alba

—ya cantaban pajarillos—

los tres reyes se quedaron

boquiabiertos e indecisos,

oyendo hablar como a un Hombre

a un Niño recién nacido.

—No quiero oro ni incienso

ni esos tesoros tan fríos,

quiero al camello, le quiero.

Le quiero —repitió el Niño.

 

A pie vuelven los tres reyes

cabizbajos y afligidos.

 

Mientras el camello echado

le hace cosquillas al Niño.

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VIAJE DE LOS MAGOS. T. S. Eliot (1888-1965)

LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS. Mateo 2, 1-12

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