Posts from enero 2013.

«BEL MALÍ». De la serie «RECORTES», Nº 57. Por Pablo Romero Gabella

brocante de montmatre 2009 3 bis

«De todas las guerras libradas contra el terrorismo desde finales del siglo pasado no hay ninguna que concierna tanto a Europa como la que Francia empezó a librar el viernes en Mali. Bamako, la capital de Mali, está a 1.887 kilómetros de Las Palmas, una distancia ocho veces inferior a la separa Madrid de Kabul. “Y sin embargo, Francia sola —se lamenta Mathieu Guidère autor del libro Al Qaeda o la conquista del Magreb (París, 2007) — hoy en día es el único país que combate el terrorismo y por eso corre el riesgo de pagar un alto precio.” Alude a los zarpazos del terrorismo islamista que golpeó el corazón de París en 1986 y 1995. Pero los muertos y heridos de los atentados del verano y otoño de 1995 produjeron el efecto contrario, reforzaron la determinación de las autoridades francesas de luchar contra un movimiento islamista extremista que ponía en peligro la paz social entre la juventud musulmana surgida de la emigración magrebí. Hollande desdeñó las afirmaciones que señalan que ha decidido intervenir en el Sahel para proteger las empresas que extraen materias primas baratas en la zona, entre otras el uranio de la vecina Níger que permite funcionar a las centrales nucleares galas.  “No estamos en Mali para defender a  nuestras empresas sino a nuestros ciudadanos. El toque a rebato que va a sonar no es una señal de alarma, es la carga contra los enemigos de la patria. Para vencerlos, señores, necesitamos audacia, audacia, siempre audacia y Francia se salvará.” Pero, ¿cómo traducir estos elevados objetivos en una estrategia militar práctica? Estaba enviando a su ejército al vacío.»

[Ignacio Cembrero y L. Abellán, «Francia combate en solitario en Malí», El País, 15 enero de 2013 / M. Mora y J. Naranjo, «Hollande define la misión militar en Malí como “antiterrorista y limitada”», El País, 16 enero 2013/ Gilles Kepel, La yihad. Expansión y declive del islamismo, Barcelona, 2002, pág 559 (traducción de Marga Latorre), 1ª ed. francesa, 2000 / David A. Bell, La primera guerra total. La Europa de Napoleón y el nacimiento de la guerra moderna, Madrid, 2012, páginas 156 y 172 (cita de Dantón que aparece en el pedestal de su estatura en el Saint-Germain, en París), traducción de Alvaro Santana, 1ª ed. norteamericana, 2007]

___________________

VOLVÍ A ENTRAR EN AQUEL ‘BROCANTE’ DE MONTMATRE UN DÍA DE INVIERNO (Serie «Fragmentos»). Fotografías de Lauro Gandul Verdún. París, 2009

CURITIBA, CON HOMENAJE A NIEMEYER (1907-2012). Fotografías de Lauro Gandul Verdún

Curitiba 2006 1 LGV

Curitiba 2006 2 LGV

 

Curitiba 2006 4 LGV

 

Curitiba 2006 3 LGVHomenaje a Oscar Niemeyer

___________________

PAULO LEMINSKI CANTA A LA ‘PEDREIRA’ DE CURITIBA. Edición del poema con fotografías de Lauro Gandul Verdún. Curitiba, Paraná, Brasil (2006)

LA ESCRITURA O LA VIDA: PESSOA Y KAFKA «IN LOVE». Por Enrique Martín Ferrera (enero 2013)

KAFKA Y FELICE BAUER, 1917

 Franz Kafka con Felice Bauer

 (1917)

En el frío papiro de turbios editores
volqué yo aquellas ansias de una pasión sin límites
¿Era eso mi vida? Asco me dio de ella.
Con qué clarividencia sentí que estaba muerto.

Vicente Núñez
Ocaso en Poley (1982)

«Escribir es como la droga que me repugna y tomo, el vicio que desprecio y en el que vivo» —dejó escrito Pessoa a través de su desasosegado Bernardo Soares.

             Por su parte, Kafka se dirigía así a su amigo Max Brod en carta de Julio de 1922:
            «¿Por qué no cesan los remordimientos? La última palabra sigue siendo: podría vivir y no vivo. […] La escritura es una recompensa dulce y maravillosa, pero ¿de qué? Por la noche se me presentó con la claridad propia con que se enseña a los niños de la escuela que era la recompensa de servicios prestados al demonio.»

            ¿Habrían escrito las mismas páginas Pessoa y Kafka en otras circunstancias: feliz o infelizmente casados, con hijos, perro, vivienda en propiedad…, dedicando buena parte de su tiempo y esfuerzos a obtener el dinero preciso para mantener esa vida familiar, plegándose al gregarismo, alejándose de la soledad que ellos insistían en considerar su única amante posible? La correspondencia amorosa de Fernando PESSOA con Ophelia Queiroz y las cartas que dirigiera Franz KAFKA a Felice Bauer —testimonios que guardan entre sí una extraordinaria y estremecedora similitud— no dejan lugar para muchas dudas. El repliegue final de los escritores haría que ambas mujeres acabaran casándose con otros.

Fernando Pessoa en 1915Ophelia con 19 años, en el tiempo en que la conoció Pessoa.

Fernando Pessoa en 1915 y Ophelia Queiroz en 1919 con 19 años, cuando conoció al poeta

 

PESSOA IN LOVE

La joven se llamaba Ophelia Queiroz y pertenecía a una familia de la burguesía lisboeta. Tenía diecinueve años cuando Pessoa la conoció, como mecanógrafa en la oficina donde también trabajaba él mismo como traductor de correspondencia comercial. En ese lugar se le declaró abruptamente el enamorado poeta una tarde en la que se quedaron a solas, sin molestos testigos. En la correspondencia que mantuvieron, publicada a finales de los setenta en Lisboa por la editorial Ática, ella siempre le exigía un mayor grado de compromiso. La primera carta es de Marzo de 1920, seguida de muchas otras en meses sucesivos. Pero la relación fue interrumpida aquel año y retomada, inútilmente, nueve después. De ese último periodo hay una carta que Pessoa dirige a Ophelia el 29 de Septiembre de 1929 y que firma “su muy devoto Fernando”, donde leemos:

            «He alcanzado la edad en la que se tiene pleno control de las cualidades propias, y la inteligencia ha adquirido la fuerza y destreza que puede lograr. Así pues, es el momento de hacer mi obra literaria, completando un par de cosas, agrupando otras, escribiendo las que están por escribir. Para llevar a cabo este trabajo, necesito un poco de paz y aislamiento. No puedo, por desgracia, abandonar la oficina donde trabajo (no puedo, claro está, porque no tengo rentas), pero sí puedo, reservando para la oficina dos días de la semana (miércoles y sábados), tener como míos y para mí los cinco días restantes. Ahí tienes la famosa historia de Cascaes. Toda mi vida futura depende de que pueda o no hacer esto, y pronto. Por otro lado, mi vida gira en torno a mi obra literaria – buena o mala, que sea, o podría ser. Todo lo demás en la vida tiene un interés secundario para mí: hay cosas que, por supuesto, estimaría tener, y otras que da igual vengan o no vengan. Es necesario que todos los que me tratan se convenzan de que estoy bien así, y que requerir de mí sentimientos, de hecho muy dignos, propios de un hombre ordinario y trivial, es como exigirme tener los ojos azules y el pelo rubio. Y tratarme como si fuera otra persona no es la mejor manera de conservar mi afecto. Mejor tratar así a quien sea así, pero en este caso es “dirigirse a otra persona”, o algo parecido. Me gustas mucho -mucho- Ophelinha. Aprecio mucho -muchísimo- tu carácter y tus sentimientos. Si me caso, no me casaré más que contigo. La cuestión es saber si el matrimonio, el hogar (o como se le quiera llamar) son cosas compatibles con mi vida y pensamientos. Yo lo dudo. Por ahora, y en breve, quiero organizar esta vida mía de pensamiento y trabajo. Si no puedo organizarla, está claro que ni siquiera podría pensar en el matrimonio.»

KAFKA IN LOVE

Franz Kafka llegó incluso a estar prometido oficialmente con Felice Bauer, pero, conociendo al novio, cómo podrían llegar a buen puerto aquellos planes de boda. La relación se prolongó —con altibajos y con contados encuentros personales— durante cinco años, de 1912 a 1917; cinco años de lucha interior para el escritor: la escritura o la vida, terrible disyuntiva. La conoció en casa de Max Brod, donde ella estaba de paso, y, tras su marcha, comenzó pronto a escribirle una carta al día, y luego dos o tres diarias. «Nariz casi aplastada, pelo rubio, algo tieso y sin encanto, mandíbula fuerte», así la describe físicamente en su Diario, al anotar aquel primer encuentro de Agosto de 1912. En otra anotación distante en el tiempo, ya rota la promesa de matrimonio, llega a considerar a Felice como «una inocente condenada a un grave tormento». Y es en ese mismo Diario donde encontramos, en una entrada de 13-8-1913, el borrador de una carta dirigida al padre de Felice, que nunca llegó a su destinatario, con el autorretrato menos complaciente y atractivo que cabe imaginar para un futuro yerno, donde Kafka confiesa: «Mi empleo me resulta insoportable, porque contradice mi único anhelo y mi única profesión, que es la literatura. Puesto que no soy otra cosa que literatura, y no puedo ni quiero ser otra cosa, mi empleo no podrá nunca atraerme, pudiendo en cambio destrozarme totalmente. […] No sólo por mis circunstancias externas, sino mucho más por mi propia manera de ser; soy una persona reservada, silenciosa, insociable, insatisfecha; sin que pueda definirlo para mí como una desgracia, puesto que sólo se trata del reflejo de mis objetivos.»

            El 14 de Enero de 1913 escribe a Felice Bauer: «En cierta ocasión me escribiste que querías estar a mi lado mientras yo escribía; pero, imagínate, no sería capaz de escribir en tales condiciones. Escribir significa entregarse por completo […] Así que uno no puede estar lo suficientemente solo, no puede haber suficiente silencio en torno a uno cuando escribe, la noche es incluso demasiado poco noche. […] A menudo he pensado que la mejor vida para mí consistiría en recluirme con una lámpara y lo necesario para escribir en el recinto más profundo de un amplio sótano cerrado. Me traerían la comida desde fuera y la depositarían lejos, tras la puerta más externa del sótano. El ir a buscar esta comida, vestido sólo con una bata, a través de los pasillos del sótano, sería mi único paseo. Luego regresaría junto a mi mesa, comería lentamente, reflexionando, y de inmediato volvería a escribir. ¡Y qué cosas escribiría entonces! ¡De qué abismos las arrancaría!»  

            «Una lámpara y lo necesario para escribir…» Ya había hablado antes Kafka a Felice Bauer de esa lámpara, y de lo que podría suponer de exigencia y forzado cambio de costumbres el matrimonio, en carta dirigida el 24 de noviembre de 1912 a su aspirante a esposa. En ella —qué manera tan sutil de apartar a alguien de tu lado— Kafka incluye, copiado expresamente para ella, este poema de Jan Tsen-Tsai, el poeta chino del XVIII:

En la noche profunda
En la noche fría, absorto en mi libro
olvidé la hora de ir a la cama.
El perfume de mi colcha bordada en oro
se ha disipado y el fuego se ha apagado ya.
Mi hermosa amiga, que hasta entonces su ira
ha dominado con esfuerzo, me arrebata la lámpara
y me pregunta: ¿Sabes la hora que es?

            ¿La literatura o la vida?  Hay quien sostiene que es un absurdo apartarse de la vida para escribir sobre ella, y también son muchos quienes advierten que sólo escriben aquellos desdichados que están incapacitados para vivir. Pero, aun sin la certeza de lo sensato de esa opción, de ese sacrificio, ¿no puede verse acaso al hombre consagrado por completo al sacerdocio de la escritura como el titánico protagonista de una deliberada renuncia en favor de un fin más alto? La literatura o la vida… Para Pessoa y para Kafka —salvando tentaciones, zozobras y puntuales remordimientos— sólo cabía una respuesta ante semejante disyuntiva. ¡Qué ingenuidad la de soñar siquiera con poder arrebatarle su lámpara!

carta DE KAFKA A FELICE BAUER  Carta de Franz Kafka a Felice Bauer

DE AQUÍ A LA ETERNIDAD. Por Joaquín de Grado

grúacallelamina LGV 2013

(Foto: Grúa de la calle La Mina [Alcalá] LGV 2012)

Puedo escribir las cosas más tristes esta noche (es de noche). Escribir, por ejemplo, sobre Esperanza Aguirre y su hermanastro y ahijado, el superagente Carromero. O sobre el Montaje Real requeteemitido desde el 4 de enero. O de la subida de la luz, mejor dicho de la primera subida de la luz de este año, por si nos la cortan y hemos de decir, siguiendo al poeta: La noche está estrellada y ella no está conmigo (de los de tiritan los astros a lo lejos, nada: tiritaremos nosotros). Y así de tantas cosas. Pero no.

            Lo haré de algo que según todos los indicios perdurará más que el actual estado de cosas, estado que, como ya saben hasta los más estúpidos, no aspira a ser eterno, sino a empeorar eternamente. Se trata de una parte o elemento del paisaje alcalareño (habrá otros municipios con lo mismo, claro, pero la culpa de otros no condona la propia). Circulen por algunas calles con la cabeza alta, no por orgullo, que en lo colectivo no hay motivo para ello, sino para divisar unas moles a las que hace unos años se las conocía con el nombre de «grúas», y que permanecen ahí, sin cometido, como asombradas de sí mismas. «¿Qué hago yo aquí?», parecen decirse.

            Es muy posible que dentro de unos años (los que sean), ya no sigan ahí. No porque se hayan finalizado las obras, cosa improbable donde las haya, sino porque las haya hecho caer su propio e inevitable deterioro, o porque lo haya hecho el viento (remember Bazar España). O el deterioro o el viento (en cualquier caso con consecuencias terribles), porque ponerse a esperar algo de la autoridad competente…

CUANDO EN LA AGONÍA DE LA MADRUGADA. Poema de Lauro Gandul Verdún

Cuando en la agonía de la madrugada

PIRRA Y DEUCALIÓN. Por José Manuel Colubi Falcó

La tempestad de Giorgione

La tempestad

 Giorgio Barbarelli da Castelfranco

(Giorgione)

1477-1510

El Diluvio Universal era el episodio de la Biblia  (Génesis 6-9) que más pronto conocían los chicos de mi generación, y ese conocimiento no nos llegaba sólo de la escuela o de la iglesia, sino también de la familia, cuando la televisión, por inexistente, no impedía la conversación. Noé y su familia, el Arca, las parejas de animales, la lluvia de cuarenta días, el señorío de las aguas sobre las tierras durante ciento cincuenta, la paloma, el cuervo, y, por fin, el embarrancamiento del Arca en el monte Ararat, en Armenia, el arco Iris, símbolo de la alianza de Dios con los hombres, y el precepto: «Creced y multiplicaos, y poblad la tierra.» Luego, maestros y libros hicieron el resto: este cataclismo también aparece, entre otros lugares, en el poema de Gilgamesh, en las narraciones mitológicas de la Biblioteca de Apolodoro (I,7,2) y en las Metamorfosis de Ovidio (I, 260-415). Ut-Napishtim y su mujer en aquél, Deucalión y Pirra (la pelirroja) en éstos, son los héroes de la historia, acompañados también de otros elementos: paloma, golondrina, cuervo, seis o nueve días de lluvia e inundaciones, el sacrificio a la divinidad, etc.

            El texto, que traduzco, de Apolodoro dice así: «Hijo de Prometeo fue Deucalión. Éste, que reinaba en los lugares circundantes de Ptía, se casa con Pirra, la hija de Epimeteo y de Pandora, la primera mujer que modelaron los dioses. Y como Zeus hubiera querido hacer desaparecer la raza de hierro, por sugerencia de Prometeo, Deucalión construyó un arca, cargó lo necesario y embarcó en ella con Pirra. Zeus, que vertió desde el cielo infinita lluvia, inundó la mayor parte de la Hélade de suerte tal que desaparecieron todos los humanos, excepto unos pocos que lograron huir hasta los montes cercanos… Deucalión, llevado en el arca por el mar durante nueve días y las mismas noches, arriba al Parnaso y, cuando las lluvias hacen una pausa, desembarcado, ofrece un sacrifico a Zeus “protector del fugitivo”. Zeus, que le envió a Hermes, permitióle que eligiera lo que quisiese. Y él elige tener hombres. Y porque así lo dijo Zeus, levantando piedras las arrojaba por encima de la cabeza, y las que arrojó Deucalión se hicieron varones, las que Pirra, mujeres. Por eso fueron llamados metafóricamente laoí (gentes, pueblos), de lâas, piedra.» Y de laós, pueblo, laïkós, laico, popular, añado.

EL «CLASICO» ADOLESCENTE. De la serie «RECORTES», Nº 56. Por Pablo Romero Gabella

adolescenciasalvadordalí1941

Adolescencia

 Salvador Dalí

1904-1989

«La desaparición de mi madre coincidió con el fin de la feliz etapa de mi infancia y el comienzo de otra: la adolescencia. Me entregué por completo al influjo de esa idea, y estuve tres días sin preocuparme de lo más mínimo por los estudios: pasaba el tiempo tumbado en la cama, leyendo novelas, y me alimentaba de pan y miel que compraba con mi exiguo capital. Y ahora, con una edad que bordea el invierno, estoy convencido de que a los clásicos hay que descubrirlos en la adolescencia y los primeros años de la juventud. Y que el recuerdo de esas conmocionantes páginas te acompañará siempre. Mil ideas y ensueños pasan por nuestra imaginación sin dejar la menor huella, pero hay algunos que abren un profundo surco en nuestra sensibilidad. Recordarás situaciones, personajes, anécdotas, frases, atmósfera, pero también te acordarás de cómo eras tú, de cómo te sentías en la edad de las incertidumbres, del impagable refugio ante las inclemencias y frustraciones de la vida que te ofrecieron esos libros. Y leías sin límite de tiempo, incansablemente, hasta que los ojos te dolían o se empeñaban en cerrarse.»

[León Tolstoi,  Memorias. Infancia, adolescencia, juventud, Barcelona, 1986, págs. 123, 195 y 196 (traducción de José Fernández) / Carlos Boyero, «Por el camino de Proust», Babelia, 29 de diciembre de 2012]

 

COLOQUIOS (197). Gabi Mendoza Ugalde

 

perro en Rota 2012 LGV

 

—¡Cuánta gente lampando…!

—Y lamiendo.

—Y laminando a los que ni lampan ni lamen.

 

AL PUEBLO NO LO ENGAÑA «EL LIMONATO». Por María del Águila Barrios

Quarto_Stato

Il Quarto Stato

Giuseppe Pellizza da Volpedo
1868-1907

«¡El Pueblo, unido, jamás será vencido!», gritaban. Todo empezó con un pequeño grupo de ocho o nueve personas que se echaron a andar juntas en Monte Carmelo y que fueron bajando desde la avenida 28 de febrero, buscando la plaza de El Duque, pasando por la de El Barrero y por la calle Mairena. En ese largo trayecto se fueron sumando vecinos, transeúntes, que escuchaban la consigna y se acercaban a ver, y se sumaban a lo que ya podía llamarse una manifestación, y unían sus voces a los otros. Llegaron desde todas las calles perpendiculares a ese trayecto, y los que estaban en el trayecto mismo se dejaban absorber; y eran tantos que por la calle La Mina eran incontables y de serlo habrían de ser miles. ¡Miles!, en una manifestación como nunca se podría haber visto en Alcalá y gritando «El Pueblo, unido, jamás será vencido.»

            —¿Quiénes son?—, pregunté a la altura de La Plazuela a una señora de sesenta años, que pasaba cerca de mí, y me contestó, como orgullosa, con consciencia, diría yo, incluso con firmeza, con categoría: —Somos los que no votamos a Limones—. Ah!, pensé: esto que estoy viendo, y escuchando, es algo distinto. Sí, percibía que lo que yo sentía no tiene nada que ver, al menos solamente, con la impresión que provoca contemplar una masa de gente, una multitud. Era una impresión diferente o muy infrecuente. Me llamó la atención por no ser informe, sino todo lo contrario, real, con forma y hasta algunas canciones entonaron. Estaban todas las generaciones de vecinos de nuestro pueblo que sufren que se les haya arrebatado su pueblo, su pasado, su presente y su futuro en estas décadas de continua descomposición y vida pública disipada. Estaban todos: los que no votaban, los que dejaron de votar, los que votaban a otros, los que votaban con asco, los que votaban equivocados, los que votaban en blanco, estaban todos, efectivamente, los que no votaban a Limones.

            Dentro del Ayuntamiento celebraban un Pleno y a pesar de la insonorización y decoraciones palaciegas acometidas en algunas estancias del edificio, que lo habían convertido en un suntuario lugar, caro y con muy mal gusto, cuando los gerifaltes se enteraron de lo que pasaba en la calle era ya imposible llamar a los guardaespaldas: se asustaron como nunca y se pusieron a pensar en que fuera ya no aguantaban a los de dentro.

            …Y entraron los manifestantes, como auténticos revolucionarios, gritando esta vez «¡Abajo el Limonato!». Como si un Versalles del siglo XXI fuera el Consistorio alcalareño, salvando todas las obvias diferencias, allí entró la multitud  y sacó a la calle a los que llevaban años apoltronados y, lo que es peor, dedicados sólo a arruinar a los súbditos sin hacer nada bueno por ellos, sin pensar en nada. Querían cortarles sus cabezas, buscar una guillotina, instalarla en la acera del bar de enfrente y allí ¡zas y zas y…! Pero de pronto no fue necesario descabezar a ningún munícipe: cuando el público vino a darse cuenta y miraron, como por última vez, por piedad, a los concejales antes de consentir la ejecución, quedaron asombrados por lo que sus ojos vieron: ¡No tenían cabeza! ¡Los concejales no tenían cabeza! Para que nos convenciéramos se quitaron lo que sólo era un artilugio de poliéster que simulaba sus bustos y los pusieron sobre las baldosas sucias de la acera. Luego dimitieron y, como en muchos pueblos españoles también se había producido una manifestación parecida, se inició un proceso constituyente en todo el país…

            Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

_____________

Para leer otros textos y colaboraciones de María del Águila Barrios en «CARMINA»,

pinchar aquí mismo

UNAS POCAS PALABRAS. Poema de Vicente Aleixandre (1898-1984)

caos (mármol) Manolo López

Caos
(mármol)
Manuel Melquisedec

 

   Unas pocas palabras

en tu oído diría. Poca es la fe de un hombre incierto.

Vivir mucho es oscuro, y de pronto saber no es conocerse.

Pero aún así diría. Pues mis ojos repiten lo que copian:

tu belleza, tu nombre, el son del río, el bosque, el alma a solas.

 

   Todo lo vio y lo tienen. Eso dicen los ojos.

A quien los ve responden. Pero nunca preguntan.

Porque si sucesivamente van tomando

de la luz el color, del oro el cieno

y de todo el sabor el poso lúcido,

no desconocen besos, ni rumores, ni aromas;

han visto árboles grandes, murmullos silenciosos,

hogueras apagadas, ascuas, venas, ceniza,

y el mar, el mar al fondo, con sus lentas espinas,

restos de cuerpos bellos, que las playas devuelven.

 

   Unas pocas palabras, mientras alguien callase;

las del viento en las hojas, mientras beso tus labios.

Unas claras palabras, mientras duermo en tu seno.

Suena el agua en la piedra. Mientras, quieto, estoy muerto.

 [De Poemas de la consumación (1968)

Vicente Aleixandre (1898-1984)

Ed. Plaza & Janés, S.A. Barcelona, 1978.

Págs. 33 y 34]

_______________

LUIS CERNUDA, EN LA CIUDAD. Por Vicente Aleixandre (*)

_______________

Dos variaciones de 1982 sobre «Unas pocas palabras» de Vicente Aleixandre:

«Un cuerpo el viento» Poema Juan Enrique Espinosa Flores

 

«Es la luz de tus pupilas» (versión de 2000) Poema de Lauro Gandul Verdún