Posts from enero 2013.

PINGAJOS. Por Alberto González Cáceres (1953-2009)

riñaagarrotazos Goya

Riña a garrotazos

Francisco de Goya

1746-1828

Para los dos es un tormento desde el primer día, pero es tan fuerte lo que mantiene aquello que ninguno puede influir ni una pizca en su contra. El odio, el odio redoblado, el odio tercamente cebado. El odio inculcado por las madres a los hijos, a las cuñadas, a los primos, a los sobrinos. El odio realimentado incluso en el circuito de las amistades de una y otra familia, que les animan a seguir odiando, y a no arriesgarse a quedar como los trapos. En sus mujeres se encendió el odio y en ellas sigue ardiendo con la impetuosidad del carbón vegetal y la persistencia del de piedra. El odio propagándose año tras año, llenando los días.

            En contra del odio sólo están, más cansadas que viejas, que ya es decir, las madres de ellos. Ellas, con tantos motivos para odiar, sólo sienten compasión, y una amargura honda, dilatada a lo ancho y a lo largo de sus entecos cuerpos. De vez en cuando se lamentan de tanto emperramiento. Entonces los hijos bajan la mirada y las nueras apuntan a las viejas con acrimonia, como perdonándoles la vida, unas vidas que ya no precisan de muchos empujones para culminar el camino de la extinción. No como el odio, como el infatigable odio que renueva sus fuerzas cada jornada sin tener que esforzarse, ni siquiera para su multiplicación.

            Ni uno ni otro tienen la certeza, pero las raras veces en que se cruzan sin que les observen, porque cuando uno percibe ser observado se anulan o aflojan algunas facultades, ambos notan que por dentro del otro no corre el manantial de inquina que suponen y exigen sus mujeres y quienes las acompañan en la paranoia. Ay, si pudiésemos hablar. Pero cómo, si no dejan ni un solo día de recordarme el motivo, la trascendencia, los detalles. Y de acecharme, y de no dejarme solo. Y lo mismo le pasa al otro.

            Les separa el muro infranqueable del odio azuzado, del qué dirán, del cómo que hacer las paces, del tú qué te has creído, del si tú no tienes pantalones los tengo yo, del ¿pero tú eres tonto? Qué tontería, piensan los dos cada uno por su lado. Pero cuán insoportable, trágica y nauseabunda.

            Ni uno ni otro creen en los milagros, pero soñar por ejemplo que la niña de este se arregla con el mío más chico, o que a cualquiera de los dos le toca un premio de los grandes y puede mudarse lejos, muy lejos… Pero eso no es solución, sino odiar a distancia, y eso si la mujer de al que le toque no forma la de San Quintín, o la del rosario de la aurora, o la marimorena, porque se le ocurra cargarse cualquier faena valiéndose del dinero. No, no. Soñar, vale, pero es que hasta soñando te asalta la pesadilla del odio, es que hasta estando en el váter, o bajo la ducha, y en el almuerzo, y en la cena tienes el odio de pie, vigilante, obligándote a presentarle tus respetos. Está en cada cosa que haces o te hacen o te dejan hacer.

            Qué asco de odio, qué macabra alienación la de quienes lo siembran, lo riegan y extienden hasta donde pueden. ¿Llegará este horror a los nietos cuando lleguen?

            Hay que hacer algo. Pero qué, pero cómo. Los dos estamos en sillas de ruedas, los dos dependemos de esas que viven en y para el odio, el odio envolviéndolas, el odio entrando y saliendo por sus poros, el odio que convierte el aliento en miasma, el odio que hace arpón cada palabra. ¿Cómo hacer algo, si no somos más que pingajos a los pies del odio?

OROMANA UNA MAÑANA DE INVIERNO. Fotografía de Manuel Verpi 2013

oromana 1 2013 LGV

 

oromana 2 2013 LGV

 

oromana 3 2013 LGV

«CANTO A LA LIBERTAD» (1975). Poema de José Antonio Labordeta (1935-2010)

   Habrá un día

en que todos

al levantar la vista,

veremos una tierra

que ponga libertad.

 

   Hermano, aquí mi mano,

será tuya mi frente,

y tu gesto de siempre

caerá sin levantar

huracanes de miedo

ante la libertad.

 

   Haremos el camino

en un mismo trazado,

uniendo nuestros hombros

para así levantar

a aquellos que cayeron

gritando libertad.

 

   Habrá un día

en que todos

al levantar la vista,

veremos una tierra

que ponga libertad.

 

   Sonarán las campanas

desde los campanarios,

y los campos desiertos

volverán a granar

unas espigas altas

dispuestas para el pan.

 

   Para un pan que en los siglos

nunca fue repartido

entre todos aquellos

que hicieron lo posible

por empujar la historia

hacia la libertad.

 

   Habrá un día

en que todos

al levantar la vista,

veremos una tierra

que ponga libertad.

 

   También será posible

que esa hermosa mañana

ni tú, ni yo, ni el otro

la lleguemos a ver;

pero habrá que forzarla

para que pueda ser.

 

   Que sea como un viento

que arranque los matojos

surgiendo la verdad,

y limpie los caminos

de siglos de destrozos

contra la libertad.

 

   Habrá un día

en que todos

al levantar la vista,

veremos una tierra

que ponga libertad.

 

[«CANTO A LA LIBERTAD» de José Antonio Labordeta (1935-2010)]

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PRA NÃO DIZER QUE NÃO FALEI DAS FLORES (CAMINHANDO). Geraldo Vandré (1968)

TE QUIERO [DE «POEMAS DE OTROS (1973-1974)»]. Mario Benedetti (1920-2009)

POR DESGRACIA… (*). Alberto González Cáceres (Alcalá, 1953-Monsaraz, 2009)

A SERGUÉI ESENIN. Poema de Vladimiro Vladímirovich Maiakovski (1926)

VICENTE NÚÑEZ. Antonio Luis Albás, (2012)

 

TU ESPALDA SIMULA LA SONRISA DEL MUNDO. Poema de Lauro Gandul Verdún

Tu espalda simula la sonri

«ALLONS ENFANTS DE LA PATRIE, “MI HERMANO”!». De la serie «RECORTES», Nº 55. Por Pablo Romero Gabella

Escultura de soldados Arad 2001 LGV
Escultura de soldados
(Foto: LGV 2001 en Arad)

«La Revolución ocasionó un cambio radical en las fuerzas armadas: diezmó los viejos cuerpos de oficiales, abrió nuevas vías de promoción y provocó el amotinamiento de muchas unidades. Los ejércitos no existen simplemente para combatir guerras extranjeras. La fuerza armada sería necesaria para mantener la paz. La Revolución comenzó a juntar y entrenar una nueva fuerza con la intención de mantener el orden público y promocionar la participación ciudadana: la Milicia Bolivariana, ejército personal del líder que recibe instrucción militar y tiene algunas unidades bien equipadas. Probablemente no cuenta con más de 30.000 efectivos, pero se pretende aumentar la dotación a 100.000, con una guardia territorial dividida en 300 brigadas, llamadas “cuerpos especiales de resistencia”. Desde abril de 2012 existe asimismo un comando-antigolpe que manda el general Clíver Alcalá, formado por miembros de élite de las milicias. Pero no por ello dejan de montar guardia las Fuerzas Armadas, cuya alta oficialidad ha sido formada o persuadida por el chavismo, que ya ocupa puestos de alta responsabilidad en la dirección del Estado. En cierto sentido, esta transformación de las fuerzas armadas estaba rompiendo las barreras entre la vida “militar” y la vida civil. La Guardia Nacional, se estaba convirtiendo en el símbolo  más visible del cambio político. Y al fondo aparece el contingente cubano, entre civiles y militares unos 60.000 expedicionarios, que representa el vital interés de La Habana en seguir recibiendo petróleo de ocasión así como consolidar en Caracas un presidente a la vez financiador y discípulo del castrismo. Si la oposición llegara a la presidencia, podría en teoría, poner firmes, desmantelar, purgar y renovar todo ese nutrido establecimiento, para lo que contaría con el apoyo de oficiales retirados que han emitido un manifiesto protestando por la presencia de unidades militares cubanas en el país. Pero ahí está esa incrustación chavista en el Estado, cuando menos a guisa de advertencia. La guerra, subrayó Robespierre, “acostumbraría a los soldados a la obediencia pasiva, los separaría del pueblo” y provocaría “la idolatría hacia el jefe supremo del ejército. Nadie quiere a los misioneros armados.»

[M.A. Banister, «El hombre del fantasma», El País, 9 de enero de 2012 / David A. Bell, La primera guerra total. La Europa de Napoleón y el nacimiento de la guerra moderna, Madrid, 2012, páginas 155 y 164-167 (traducción de Alvaro Santana), 1ª ed. norteamericana, 2007]

COLOQUIOS (196): «LA MESA PUESTA (SERIE “TRES CUADROS”)». Gabi Mendoza Ugalde

 
lamesapuestaporXOPI 2006

La mesa puesta
Xopi
2006

—«La mesa puesta» no es impuesta. Es pura disposición: derecho civil plástico.
—Es un cuadro donde todo parece que ha sido comido y bebido.
—No. Es de antes. La mesa puesta y nada servido.
—Bueno, vale.

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COLOQUIOS (194): «CONVERSACIONES EN TORNO A CEZANNE (SERIE “TRES CUADROS”)». Gabi Mendoza Ugalde

COLOQUIOS (195): «MADAME (SERIE “TRES CUADROS”)». Gabi Mendoza Ugalde

COLOQUIOS (195): «MADAME (SERIE “TRES CUADROS”)». Gabi Mendoza Ugalde

cara

Madame
Xopi
2009

—La madame de Xopi es una croata de París que monologa.

—¿Consigo misma hablando? ¿Hablando sola? Ni hablar. ¡Es puro diálogo!

—¿Lo dices porque es técnica mixta?

—Sí.

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COLOQUIOS (194): «CONVERSACIONES EN TORNO A CEZANNE (SERIE “TRES CUADROS”)». Gabi Mendoza Ugalde

 

XOPI EN «CARMINA»

 

COLOQUIOS (194): «CONVERSACIONES EN TORNO A CEZANNE (SERIE “TRES CUADROS”)». Gabi Mendoza Ugalde

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Conversaciones en torno a Cezanne
Guillermo Bermudo
2001

—Nunca he visto en un solo cuadro una naturaleza muerta en medio de una naturaleza viva. El tema del cuadro es un coloquio.

—¿Uno? Yo escucho muchos coloquios, y no sólo en torno a Cezanne.

—Habrá que ir viendo…

—Qué perseverante te pones en torno a estas conversaciones: querrás decir que habrá que ir escuchando.

—Pareciera que, siguiendo a Salinas, pudiésemos decir que piden realidades. ¡Este cuadro es pura Literatura!

—No, querida, vuelves a errar: ¡es Pintura!

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EL PINTOR GUILLERMO BERMUDO EN «CARMINA»:

COLOQUIOS (190). Gabi Mendoza Ugalde

AUTORRETRATO Y RETRATO. Pintura de Guillermo Bermudo y fotografía de Lauro Gandul Verdún

 

LA CONDECORACIÓN DE LA URRACA. Guillermo Bermudo 2012
DIÁLOGO ANTE UN CARTEL. A propósito de un cartel del pintor Guillermo Bermudo. Compilaciones de Rafael Rodríguez González
PERSPECTIVAS DE LA MESA-PALETA DEL PINTOR GUILLERMO BERMUDO. Fotografías de Lauro Gandul Verdún 2012

 

ES LA LUZ DE TUS PUPILAS. Poema de Lauro Gandul Verdún

es la luz de tus pupilas 1Es la luz de tus pupilas 2

VIAJE DE LOS MAGOS. T. S. Eliot (1888-1965)

La_adoración_de_los_Reyes_Magos_(Rubens,_Prado)

La Adoración de los Reyes Magos

 Pedro Pablo Rubens

 (1577-1640)

   «Buen frío que pasamos con aquello,

exactamente el peor momento del año

para un viaje, y un viaje tan largo:

los caminos ahondados y el tiempo que mordía,

lo peor mismo del invierno.»

Y los camellos irritados, llagados en las patas, recalcitrantes,

tirándose en la nieve que se fundía.

Hubo veces que añorábamos

los palacios de verano en laderas, las terrazas,

y las muchachas sedeñas trayendo sorbetes.

Además, los camelleros maldiciendo y gruñendo

y escapándose, y queriendo sus tragos y mujeres.

Y las hogueras nocturnas apagándose, y la falta de cobijo,

y las ciudades hostiles y los pueblos poco amistosos

y las aldeas sucias y cobrando precios altos:

muy duro que lo pasamos.

Al final preferíamos viajar toda la noche,

durmiendo a trechos,

con las voces que cantaban en nuestros oídos, diciendo

que todo eso era locura.

 

   Entonces, al amanecer bajamos a un valle templado,

húmedo, bajo la línea de las nieves, oliendo a vegetación,

con un arroyo que corría y una aceña golpeando la oscuridad,

y tres árboles en el cielo bajo.

Y un viejo caballo blanco salió al galope por el prado.

Entonces llegamos a una taberna con hojas de vid sobre el dintel,

seis manos en una puerta abierta jugándose a los dados monedas de plata,

y pies dando patadas a cueros de vino vacíos.

Pero no hubo información, así que seguimos

y llegamos al anochecer, ni un momento antes de tiempo

para encontrar el sitio: fue (podría decirse) satisfactorio.

 

   Todo eso pasó hace mucho, lo recuerdo.

Y lo volvería a hacer, pero escribid

esto escribid

esto: ¿se nos llevó tan lejos a buscar

Nacimiento o Muerte? Había un Nacimiento, es cierto,

tuvimos pruebas sin duda. He visto nacimiento y muerte,

pero había creído que eran muy diferentes; este Nacimiento fue

dura y amarga angustia para nosotros, como Muerte,

nuestra muerte.

Volvimos a nuestros sitios, estos Reinos,

pero ya no más a gusto aquí, en el viejo estado de cosas,

con una gente extraña aferrándose a sus dioses.

Me alegraría de otra muerte.

 

[De Poemas de Ariel (1927-1932)
incluido en Poesías reunidas (1909-1962) de T. S. Eliot
(Versión española e introducción de José María Valverde).
Ed. Alianza Editorial. Madrid, 1999.
Págs. 119 y 120.]

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LA NAVIDAD EN «CARMINA»:

 LA PALMERA. Gerardo Diego (1896-1987)

 

NATIVIDAD. Vicente Núñez

 

PALIQUES DE LA VIRGEN EN LA MAÑANA DEL NIÑO (AÑO DE 1954). Vicente Núñez
NACIMIENTO DE MARÍA. Por José Manuel Colubi Falcó