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CANCIÓN DEL JINETE. Federico García Lorca

 
 
 

Federico García Lorca
(1898-1936)
[Foto: en Buenos Aires 1933]

 

[PINCHE EN LA FOTO PARA ESCUCHAR EL POEMA DECLAMADO POR LGV]
 
 
 

Córdoba.
Lejana y sola.

Jaca negra, luna grande,
y aceitunas en mi alforja.
Aunque sepa los caminos
yo nunca llegaré a Córdoba.

Por el llano, por el viento,
jaca negra, luna roja.
La muerte me está mirando
desde las torres de Córdoba.

¡Ay qué camino tan largo!
¡Ay mi jaca valerosa!
¡Ay que la muerte me espera,
antes de llegar a Córdoba!

Córdoba.
Lejana y sola.
 
 
 

«CLAUDIO MONTEVERDI: “LAMENTO DELLA NINFA”» O ASÍ NACE EL BARROCO. De la serie «LIBER BREVIS, VITA LONGA» (Núm. 2). Por Pablo Romero Gabella

65 VERSOS [PARA UN HOMENAJE AL BARROCO]: «MUROS, TAPIAS,
BERRUECOS, CANTERAS, DÓLMENES, CERROS DE PIEDRA…,
SON LIGEROS Y TIERNOS, MÁS QUE EL AIRE,
EN LA SIERRA DE SAN MAMEDE»
(2011)
[Del libro inédito Poesía visual ibérica de Lauro Gandul Verdún]

 

Claudio Monteverdi «Lamento della ninfa» (Editorial Acantilado, Barcelona, 2017) es un libro pequeño (125 páginas de texto) pero extenso, muy extenso, yo diría que de una extensión cuasi infinita. Y se lo debemos a Ramón Andrés,  una de las figuras más extensas, en todos los sentidos, del panorama literario, artístico y musical de nuestro país. En él se unen el erudito, el músico, el ensayista, en suma, un perfecto espécimen del humanista que tanto falta en nuestra época hipertecnológica, hiperespecializada e hiperimbécil.

   El libro trata de una pieza musical en concreto: el madrigal Lamento della ninfa, compuesto por el músico Claudio Monteverdi (1567-1643) y recogido en su famosa colección de Madrigales guerreros y amorosos (1638). Pero de lo que trata es de algo más, trata de explicar el paso de una sensibilidad artística e histórica a otra, del Renacimiento al Barroco. Seguir este propósito no es nada fácil para el lector neófito e incluso para el algo iniciado en estos pagos; el autor nos lleva por vericuetos que parecen salirse del plan inicial pero que tienen su sentido en su concepción total («holística», dirían otros) de su obra. Por sus páginas vemos desfilar como miembros de una orquesta de la cual el director es Andrés a Homero, Hesíodo,Virgilio, Bocaccio, Pico della Mirandola y muchísimos más artistas, literatos y por supuesto, músicos como el barroco Purcell o como la contemporánea Kaija Saariaho.

   Ramón Andrés utiliza para su apasionante recorrido intelectual el mundo grecolatino como nexo, ese pozo sin fondo de conocimientos , verdadero cordón umbilical de la cultura occidental. Sus citas a los clásicos nos recuerdan a los Ensayos de Michael Montaigne, otro humanista separado por cinco siglos. Esto exige al lector atención, concentración e incluso incursiones  googleanas (si no se tiene una biblioteca bien provista).

   El autor comienza por la protagonista del madrigal, la ninfa, que canta su desamor. Esto le sirve a Andrés, gran estudioso de la mitología, para introducirnos en el mundo de las ninfas, que en griego significa novia o recién casada. Seres primigenios de la mitología clásica que son así descritos:

   «Las ninfas están en el origen, en el oriri que es un aparecer. Son hijas de Zeus y Tetis, la fecunda Titánide. Divinizan el paisaje. Viven en la primera espuma de una fuente, en el destello del surtidor y en reflejo de las aguas cuando la fronda permite asomar unos rayos de sol. Se bañan curso abajo, dejan estelas con su cuerpo (…) Cantan, tocan instrumentos, danzan. No quieren ser vistas y, pese a ello, los ojos de los dioses y los hombres, ocultos y al acecho detrás de unos matojos, las ansían. Son amadas y, sólo a veces, aman. Han dado hijos a los divinos y a los mortales.»

   Por eso su desgarrador canto es acompañado por tres testigos mortales (dos tenores y un bajo) que no pueden dejar de ser conmovidos por ella. Porque, ¡cuidado con las ninfas!, porque pueden raptar nuestro entendimiento, convertirnos en ninfoleptos. Y es que la «ninfolepsia es el delirio de haber visto a las ninfas», y por tanto «el ninfolepto es el raptado por las ninfas, está poseído, está entregado a una dimensión sin tiempo, a un entusiasmo, a una inspiración, a una grandiosa contemplación de las cosas.»

   He aquí el origen de la expresión de «raptado por las musas»   o por las «ninfas» y es para muchos el origen de la genio del artista. Lo cierto es que música es posesión, arrebatamiento de los sentidos, negación transitoria de lo racional y por momentos obsesión. [1]

   Ninfas como Simonetta Vespuci (casada con el primo del geográfico Américo) y que fue el amor perdido y eterno de Botticelli, el cual la incluyó en obras como El nacimiento de Venus. Simonetta es la ninfa prototípica del Renacimiento. Sin embargo, Andrés nos cuenta que esta figura sufrirá una mutación en el cambio del siglo XVI al XVII:

   «la moderación de las ninfas, que en un tiempo era una enseña del Renacimiento, fue nublándose en una imaginería barroca carnal.»

   Los artistas barrocos se lanzaron a una «depredación erótica» de las ninfas. Cosa de difícil encaje en nuestro mundo hiper-políticamente-correcto y en nuestros días del «#meToo». Para Andrés:

   «El pintor, el artista, se tornó sátiro, miraba a escondidas, deseaba, acechaba, fijaba los ojos en lo íntimo del cuerpo femenino. “Lascivius”. Insaciable, tramaba el asalto sexual.»

   Uno de los primeros literatos que «barroquizaron» a las ninfas sería el poeta italiano Ottavio Rinuccini (1562-1621). Éste fue un poeta a caballo entre el Renacimiento y el Barroco, y fue el que escribió la Canzonetta en la cual se basaría Monteverdi para su Lamento. Ramón de Andrés nos retrata el mundo de Rinuccini como el de un poeta introvertido, volcado en los libros, solitario, silencioso, pero pleno de imaginación (otro «ninfolepto»). Leía anotando y escribía leyendo, porque «la escritura era una forma de lectura». Las anotaciones al margen de los libros cobran vida propia y suponen un «pequeño cuaderno dentro del libro, diario de impresiones, dietario de descubrimientos». En este punto, el autor demuestra su erudición al explicar cómo se hacía en aquellos días la tinta, la base material de los sueños. Porque la escritura de Andrés es una escritura total, que todo lo explica, que todo lo sugiere.

   Rinucci participaba de la Camerata fiorentina, ese «think tank»” del primer  Barroco en Italia. Allí nacería la ópera, donde el espacio físico es musicalizado y donde música y espacio van unidos en el libreto del poeta y en el papel pautado del músico.  Rinuccini fue además el libretista de la que se considera la primera ópera, Dafne, y de la cual no se conserva vestigio documental alguno. Esta obra  inspiraría a Monteverdi la creación de su Orfeo, que hoy es la piedra basal sobre la cual se construyó la historia de la ópera. La ópera nace con el Barroco, porque en éste, como decía José Antonio Maravall en La cultura del Barroco: «Para poner en movimiento el ánimo (…) nada comparable en eficacia a entrarle por los ojos». El teatro se musicaliza, la música se teatraliza.

   Esta nueva estética donde prima lo visual y que conocemos como Barroco, no fue algo que nació abruptamente, ni siquiera era novedosa en Italia. Lo barroco no fue un corte en la historia del arte, nació de las entrañas mismas del Renacimiento, nació unido a la tradición grecolatina a la que antes aludimos. Sin embargo, algo nuevo estaba surgiendo en la literatura, el arte  y la música: la expresividad y el dramatismo. E.H. Grombich, en La Historia del Arte, utiliza la fachada de la Iglesia de Il Gesù en Roma (1577) para ejemplificarlo:

   «No hay nada en esta sencilla y majestuosa fachada que sugiera un deliberado desafío de las reglas clásicas (…) Pero el modo de fusionar esos elementos clásicos en un esquema recela que las normas griegas y romanas, e incluso las renacentistas, han experimentado una fundamental alteración.»

   Así del platonismo renacentista, del equilibrio, de la armonía nacería el movimiento, la emoción, y «un espíritu atormentado y existencial, una angustia». El hombre vitruviano de Leonardo ha roto la cuadratura del círculo que lo albergaba armoniosamente. Para Andrés el Barroco bebe a grandes tragos del manantial del Renacimiento, donde nace la modernidad con el antropocentrismo. Así el Barroco es «un arte que musicalmente se ha pensado a sí mismo como ondulación y discurso verbal, puro significado, individualidad, fallida lógica aristotélica, porque nada permanece en reposo. Lo barroco, por esencia, deviene.»

   A toda esa agitación manierista Monteverdi le pondrá música mediante  la forma musical del madrigal, lo que supondría una ruptura con la polifonía y su denso contrapunto. Esto lo logra con tres armas: la melodía o «esa voz interior del compositor», el canto que «da sentido a aquello que la razón niega» y la disonancia que «es un poner en alerta a quien escucha.»

   El efecto producido por la música de Monteverdi en el público de su época fue algo similar a lo que se produjo en el de comienzos del siglo XIX con Beethoven y su Tercera Sinfonía (vean la excelente película de la BBC Eroica) o en el de comienzos del siglo XX con Schoenberg o Stravinsky. Es decir, a todos estos músicos les une lo que el autor conceptúa como la modernidad.

   En el tramo final del libro Ramón Andrés realiza un estudio musicológico de El lamento en el que me pierdo, lo confieso, pero lo hago con gusto (algo tendré también de barroco). Me siento perdido en un laberinto de erudición del cual quiero aprender y encontrar la salida, pero sin prisas, no importándome mucho seguir perdido.

   Así uno llega al final de este libro sintiendo ese lamento de la ninfa, porque el lamento es puro barroco, tal como lo podemos sentir también en la sica para el funeral de la Reina María de Henry Purcell. La ninfa sufre la ausencia del amado en un «recitar cantado», un amado, que por otra parte, según Andrés, no existió jamás porque seguramente lo ha soñado. Hete aquí a nuestro barroco Calderón en el monologo de Segismundo: «que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son». Este es un sueño atemporal , el del amor, que el escritor Álvaro Pombo resume en que:

   «Todo amante desea ser amado por la persona que ama. Pero este deseo es una esperanza y no un derecho. La persona amada no tiene obligación de amarnos.»[2]

   Para terminar podemos decir que todo ese soñar barroco puede resumirse en las palabras finales de El Lamento:

Así en el corazón de los amantes
el amor mezcla el fuego con el hielo.

[1] Sobre la posesión musical ya escribí algo en estas páginas… o pantallas de CARMINA en «Posesión musical o cómo fue invitado a un aquelarre».
[2] Entrevista a Álvaro Pombo en Babelia, 16 de febrero de 2009.

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EL BARROCO EN «CARMINA»

EL LÁTIGO EN LOS LABIOS (UN DIÁLOGO REAL CON VICENTE NÚÑEZ). Texto de Jesús Ferrero y fotografía de Olga Duarte Piña
«CRÓNICA DE PORTUGAL» (DE «COROGRAFÍAS»). Lauro Gandul Verdún
PIER PAOLO PASOLINI (1922-1975): HOMENAJE DE «CARMINA» CON SU POEMA «L’ITALIA/ITALIA» 1954. Traducción de Ricardo Molina (1917-1968) y citas de Oreste Macrí (1954), Juan Carlos Abril (2009) y Gabi Mendoza Ugalde (2013)
COLOQUIOS (99). Gabi Mendoza Ugalde
LA FAMILIA MONROY DE ALCALÁ. Por Javier Jiménez Rodríguez
VISIÓN DE OPORTO (CUADERNO DE CONDEIXA). Lauro Gandul Verdún (2009)

DECENARIO DE «CARMINA» (II). DONDE CANTAR ANDALUCÍA EN LUSITANO. Acto de presentación de la revista «CARMINA» TEXTOS PARA UNA LECTURA Nº 3 (Hacienda de los Ángeles Viejos de Alcalá de Guadaíra (23 de noviembre de 2007)

 
 
 

 
 
 

 
 
 

¡CANTANDO ANDALUCÍA DESDE FEBRERO DE 2008! DECENARIO DE «CARMINA» (I) . Olga Duarte Piña, Antonio Luis Albás y de Langa y Lauro Gandul Verdún (Febrero de 2018)

 
 
 
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Desde la Córdoba de Aguilar de la Frontera, la Sevilla de Alcalá de Guadaíra, la Driebes de la Alcarria guadalajareña o, directamente, desde Matrix,  en la Revista Literaria «CARMINA» llevamos diez años cantando ¡ANDALUCÍA!, como prueba angular de una realidad:

   «El centro de Andalucía aún sigue siendo un convento castellano.

  »Sólo así sus bordes ultramarinos, sus extramuros españoles, alcanzaron términos que fueron nombrados con palabras como América o Filipinas.»

 
 
 

ANTONIO MEDINA DE HARO (1936-1997) (fragmento) («Historias de vidas» Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2006)

 

Antonio Medina de Haro

Dibujo-retrato del poeta y profesor
Antonio Medina de Haro

Luis Caro
(1992)

 
 
 

Al estallar la Guerra Civil la familia tuvo que trasladarse a Málaga, porque al padre lo habían llamado a filas y fue destinado como cocinero a esa ciudad, donde Antonio Medina de Haro nace, por pura casualidad, el 6 de diciembre de 1936. Siendo muy chico, una criatura, la familia regresa a Guadix, donde el padre se hace cargo de una distribuidora de vinos. El local de la empresa era a la vez bodega y taberna. Con el tiempo el padre compró un camión para repartir el vino entre los clientes de Guadix y de otros pueblos de los alrededores. Cuando niño y adolescente, y también cuando muchacho universitario, Antonio ayudó cuanto pudo en la bodega. Cuentan que con diez años su padre lo mandó en tren a Madrid para que cobrara una factura a un cliente moroso, y allí fue, a la capital y, por supuesto, se trajo el dinero para Guadix. La madre siempre quiso que Antonio estudiara en la Universidad. Era una mujer con muchas inquietudes y, probablemente, fue ella quien le transmitió al hijo la pasión por la lectura, porque ella leía mucho, era curiosa, le entusiasmaba aprender. No lo quería en la empresa familiar, quería que hiciera una carrera, la que él eligiera. Antonio quiso hacer Filosofía y Letras y eligió la Universidad de Salamanca. Su madre lo animó en su predilección porque ya comprobaba en el hijo una valía especial para la palabra, cuando escuchaba lo que hablaba o leía lo que escribía. Antonio, que era el mayor, y sus tres hermanas estudiaron el bachillerato en Granada. La más joven hizo luego enfermería, pero él inaugura en la familia el acometer una licenciatura superior y, además, lejos de su pueblo, en la vieja Castilla, en la Universidad donde Lázaro Carreter fue maestro suyo.

 

   [Primer artículo de la página de Febrero de 2008 publicado en «CARMINA» BLOG LITERARIO (Reedición de 28 de febrero de 2018)]

 
 
 

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   [Y estas otras entradas se publicaron hace diez años en nuestra revista]

 
 
 

LOS EXPEDITO Y LA MÚSICA (fragmento) («Historias de vidas» Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2007)

 

De izquierda a derecha,
José, Rafael y Expedito Fernández Alba con el uniforme de la Banda Obrera
en Alcalá de Guadaíra, 1931.
Foto de autor anónimo,
cedida por Expedito Fernández Fernández

 
 
 

UN APUNTE SOBRE ARTE, ARTISTAS Y SOCIEDAD (Lauro Gandul Verdún, 2007)

 

 
 
 

AQUELLOS NIÑOS DEL RÍO (fragmento) (Olga Duarte Piña, 2005)

 
Nº-8-Manuel-y-los-espíritus-de-los-niños

Manuel y los espíritus de los niños del río
Ilustración de Rafael Luna

 
 
 

EL NUEVA YORK DE BUDAPEST (Lauro Gandul Verdún, 2000)

 

El Nueva York (2) (2000)

 
 
 

CREPÚSCULO EN BUDA (Lauro Gandul Verdún, 1994)

 

El puente de la Libertad (Budapest,03)

 
 
 

APROXIMACIONES A LA POESÍA HUNGÁRICA (Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2008)

 

Padre e Hijo en el Danubio, Braila, 2001

Pescadores en el Danubio (Foto L.G.V., Braila, 2001)

 
 
 

«ARRÁBIDA ES LLAMADA (POEMA PORTUGUÉS EN ESPAÑOL)» [Estrofa 3ª]. Lauro Gandul Verdún (Lisboa, 2016) con foto de Olga Duarte Piña (Arrábida, 2016)

 
 
 
eremitorios arrábidos (ODP, Portugal 2016) 2

Eremitorios arrábidos

 
 
 

   Hay una sierra que Arrábida es llamada,
cabe donde el río Tajo
se mete en el agua salada.
Montaña sagrada que los ojos llena de bosques,
los pies pisan suelo de estrella.
Salvífico promontorio pleno de cañadas como arterias
donde fluye la sangre del universo,
las yemas de los dedos tocan techo de infinito.
Centro colosal palpita,
porque late el amor que confirma la gloria humana.
Claridad sideral del amor puro,
se adentra sin traba en las almas y las fecunda,
empiedra sus plegarias de solidez inasible,
en las que nada se pide
porque todo se espera,
para que otras almas alumbren.

 
 
 

DIARIO FOTOGRÁFICO (XVI). Por Lauro Gandul Verdún (Lisboa, 6 Á 9 DE DICIEMBRE DE 2017)

 
 
 
Lisboa 08122017 LGV 1

8 de diciembre
(1)

 
 
 

Lisboa 08122017 LGV 2

8 de diciembre
(2)

 
 
 

DIARIO FOTOGRÁFICO (XV). Por Lauro Gandul Verdún (Lisboa, 6 Á 9 DE DICIEMBRE DE 2017)

 
 
 
Lisboa 07122017 LGV 1

7 de diciembre
(1)

 
 
 

Lisboa 07122017 LGV 2

7 de diciembre
(2)

 
 
 

Lisboa 07122017 LGV 3

7 de diciembre
(3)

 
 
 

DIARIO FOTOGRÁFICO (XIV). Por Lauro Gandul Verdún (Lisboa, 6 Á 9 DE DICIEMBRE DE 2017)

 
 
 
Lisboa 06122017 LGV

6 de diciembre
(1)

 
 
 

Lisboa 06122017 LGV 2

6 de diciembre
(2)

 
 
 

Lisboa 06122017 LGV 3

6 de diciembre
(3)

 
 
 

FENÓMENOS DE INMERSIÓN LINGÜÍSTICA. María del Águila Barrios

 
 
 
La Dama de Elche (Foto LGV Madrid 2009)

La Dama de Elche
Museo Arqueológico Nacional
[Foto: LGV Madrid 2009]

 
 
 

El denominado lenguaje inclusivo llevará al idioma hacia un absurdo, un ridículo sinsentido. Como el chiste en el que la podemita Irene Montero tiene que contestar a su conmilitón Pablo Iglesias cuando éste le dice «soy portavoz y como pollo» y ella le responde: «soy portavoza y como… ¡ah qué pillín eres, Pablo!»

   Muchas administraciones públicas de los distintos niveles estatales se han propuesto retorcer la lengua que hablamos. Con esa osadía que da una supina ignorancia en cuestiones lingüísticas, como en tantas otras, y con esa indolente prodigalidad cuando el dinero que se gasta es el de todos, y contaminados por un feminismo radical muy profesional, los políticos promueven en sus partidos y en sus feudos municipales o autonómicos que se desarrollen unas llamadas guías de lenguaje no sexista donde se recomiende utilizar, indiscriminadamente y siempre, los dobletes del sustantivo en su forma masculina y femenina. Aspiran a la plantilla de redactores y propagandistas, los expertos y expertas, alguno/a  ya precontratado/a.

   Para los audaces tiranuelos escribir y hablar el español se ha de hacer según como prescriban sus decretos, aunque ello vaya en contra del principio de economía del lenguaje, o en contra del de concordancia. Lo preocupante es, también, que confundan sexo con género gramatical. La lengua no es sexista, podrán serlo los discursos, pero para ello no hay que ponerse a cambiar nuestra lengua por la vía gubernativa. El lenguaje no sexista no evita el discurso sexista. Y pienso yo que no son, precisamente, los políticos los adecuados para combatirlo.

   El fondo no es una preocupación por hombres y mujeres, sino enfrentarnos, para que todos nos parezcamos cada vez más a ellos, que están siempre enfrentados, siempre en riña tumultuaria, parloteen donde parloteen. En lugar de ponerse a trabajar prefieren sus juegos de lenguaje. Abusar de las palabras malversándolas con la horma de su conveniencia. Claro, a ellos la lengua sólo les sirve para burlarse del Pueblo, como en el chiste Pablo se burla de Irene dejándola con dos palmos de narices.

 

[La voz de Alcalá, 15 al 28 de febrero de 2018, año XXVI nº 470]

 
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Si quiere leer más textos de María del Águila Barrios en «CARMINA»,  pinche en su nombre.
 
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LA LENGUA. Por José Manuel Colubi Falcó

MI LENGUAJE. Poema de Vicente Núñez 1995

EL LENGUAJE DEL DOLOR I (fragmentos correspondientes a una conferencia pronunciada el 13 de febrero de 1997 en Sevilla) Antonio Medina de Haro (1936-1997)

EL LENGUAJE DEL DOLOR II (fragmentos correspondientes a una conferencia pronunciada el 13 de febrero de 1997 en Sevilla) Antonio Medina de Haro (1936-1997)

EL LENGUAJE DEL DOLOR III (fragmentos correspondientes a una conferencia pronunciada el 13 de febrero de 1997 en Sevilla) Antonio Medina de Haro (1936-1997)

EL LENGUAJE DEL DOLOR IV (fragmentos correspondientes a una conferencia pronunciada el 13 de febrero de 1997 en Sevilla) Antonio Medina de Haro (1936-1997)

CALÓ, CHELI Y ESPAÑOL (UNOS POCOS EJEMPLOS). Rafael Rodríguez González, 2008

COLOQUIOS (221). Gabi Mendoza Ugalde (con pintura de Rafael Luna)

EL LÁTIGO EN LOS LABIOS (UN DIÁLOGO REAL CON VICENTE NÚÑEZ). Texto de Jesús Ferrero y fotografía de Olga Duarte Piña
 
 
 

CONCORDIA/DISCORDIA. Por José Manuel Colubi Falcó

 
 
 

D. Quijote y Sancho (M. Verpi, Madrid 2016)

Don Quijote y Sancho
(Ejemplo universal de concordia)
Escultor Lorenzo Coullaut Valera (1876-1932)
[Foto: Manuel Verpi (Plaza de España, Madrid 2016]

 
 
 

En unos tiempos en que la lengua no es objeto de demasiados miramientos y el uso de preposiciones, prefijos, etc. deja mucho que desear, bueno será que dediquemos unas líneas a estos dos términos, que tan importantes son en las sociedades humanas, para bien y para mal.

   Las etimologías están claras. Concordia es voz latina, compuesta de cum-, que indica comunidad, conjunción, y un segundo elemento –cordia, que nos lleva hasta ­cor, corazón en latín (en valenciano, cor, igual); la significación, pues, no ofrece dudas: conjunción, comunidad de corazones. De discordia hay que decir lo contrario, como exige el prefijo di(s), que indica separación, dirección opuesta, negación.

   La literatura latina es rica en frases cuyos centros son uno u otro vocablo. Sirva como ejemplo la de Publilio Siro, de la colaboración anterior. Añadamos algunas más:

   «Concordia parvae res crescunt, discordia maxumae dilabuntur» (Salustio, Guerra de Jugurta, 10, 6). Con la concordia los estados pequeños crecen, con la discordia se arruinan los más grandes.

   «Neque enim ullus alius discordiarum solet esse exitus, inter claros et potentes viros, nisi aut universus interitus aut victoris dominatus et regnum» (Cicerón, Respuesta de los Harúspices, 25, 54). En efecto, ningún otro suele ser el resultado de las discordias entre varones preclaros y poderosos sino la ruina de todos o el dominado y reino del vencedor.

   «In dissensione civili cum boni plus quam multi valent, expendendos cives, non numerandos puto» (Cicerón, De la cosa pública, 6, 1). En la disensión civil, cuando los buenos valen más que los malos, creo que los ciudadanos deben ser sopesados, no contados. (Me recuerda una frase atribuida a Schiller: «Los votos deben pesarse, no contarse»).

 
 

[La voz de Alcalá, 15 al 28 de febrero de 2018, año XXVI nº 470]