Posts by Carmina.

CELEBRAMOS EL DÍA DE LA HISPANIDAD EN «CARMINA»: “DE LA VENIDA DE PEDRO PECADOR AL HOSPITAL DE IOAN DE DIOS, Y DE SU MUERTE”. Francisco de Castro (Granada 1585)

 
eremitorio-alcarreno-2008-odp

Eremitorio alcarreño

(que es cerca de Mondéjar)

[Foto: Olga Duarte Piña 2008]

 

«Llegóse el tiempo en que nuestro Señor tenía determinado de dar descanso a su siervo y el premio de sus servicios y trabajos; y porque se cumpliese bien el consejo que le habían dado de su parte, que era buen acuerdo acabar con obediencia, fuéle impuesta obediencia que tomase el camino; y fuese a Madrid a tratar ciertos negocios con el Rey, que importaban a la casa; a lo cual él obedeció sin hablar palabra, aunque se le hizo bien de mal: lo uno, por estar enfermo de vejez, que ella sola es enfermedad; y lo otro porque él era inimicísimo de tráfagos y de cortes cuanto era posible; y baxando la cabeza, fué llevando un asnillo, que el hermano mayor le mandó llevar, aunque según se supo, él poco subió en él, porque no lo tenía usado, sino de andar a pie toda la vida; y así en el comer se trató en el camino harto ásperamente; porque llegado a Madrid, se fué a acoger a su hospital de los hermanos, y allí, como era huésped, no quería comer en el refitorio de los hermanos, sino a un rincón comía algunos regojos de pan duros que traía en la capacha, y con esto pasaba. Comenzó a  negociar, y dióle una calentura que le duró algunos días y le puso en trabajo. Y conocido que aquella enfermedad era la postrera, salióse de la Corte y fuese a Mondéjar, que es cerca. Y estaban allí el Conde y Condesa de Tendilla, que ahora son Marqueses de Mondéjar, que ellos y sus padres y abuelos han sido siempre muy piadosos y cristianos, y tenido gran devoción con esta casa de Ioan de Dios y favorecídole, y al presente le favorecen muy largamente con sus limosnas. Como fueron mucho tiempo capitanes generales deste reino de Granada, y son alcaides desta fortaleza insigne del Alhambra, y vivieron aquí siempre, conocían mucho al buen Pedro Pecador, y así acogióse allá a morir; y entrando por su puerta fuese a ellos, que holgaron mucho de velle. Y díxoles en entrando: acá me vengo a morir; y agravándosele el mal le hicieron acostar en buena cama, y curaron dél con gran caridad de todo lo necesario, como a sus mismas personas, y él en lugar de los quexidos que otros enfermos dan, si hasta allí cantaba y decía canciones amorosas a Dios, entonces las decía con mucha más dulzura y amor, como el cisne cuando muere, que canta más dulcemente.»

 

[Historia de la vida y santas obras de Iuã de Dios,

y de la institución de su orden, y principio de su hospital.

Compuesta por el Maestro Francisco de Castro,

Sacerdote Rector del mismo hospital de Iuã de Dios,

de Granada.

Año de MDLXXXV]

 

DA SERRA DA ARRÁBIDA. Frei Agostinho da Cruz (1540-1619)

 
convento-da-arrabida-lorenzo-del-termino-2016-3

Convento de la Arrábida

[Foto: Lorenzo del Término]

 

«Escritor de cariz manierista, compuso una variada obra lírica que testimonia el dramático conflicto entre el pecador, afligido por el remordimiento, y el hombre guiado por una profunda saudade do céu, que más se aviva y consolida en contacto con la naturaleza exuberante de la Sierra de la Arrábida (encarnación terrena de lo divino), indisociable de su vida y de su poesía.

»En el conjunto de ésta, merecen destacarse los sonetos y las elegías…»

 

convento-da-arrabida-lorenzo-del-termino-2016-4

 

DA SERRA DA ARRÁBIDA

Frei Agostinho da Cruz

(1540-1619)

   Do meio desta Serra derramando
A saudosa vista nas salgadas
Águas humildes, quando e quando inchadas,
Conforme o vário vento vai soprando,

   Estou comigo só considerando,
Donde foram parar coisas pasadas,
E donde irão presentes mal fundadas,
Pois pelos mesmos passos vão pasando.

   Oh qual se representa nesta parte
Aquela derradeira hora de vida
Tão devida, tão certa e tão incerta!

   Em quantas tristes partes se reparte,
Dentro nest’alma minha entristecida,
A dor, que em tais extremos me desperta!

 

[ANTÓNIO MATEUS e DANIEL PIRES.

A Serra da Arrábida na Poesía Portuguesa.

Ed. Centro de Estudos Bocageanos.

Setúbal, 2014.

Págs. 21 y 23]

convento-da-arrabida-lorenzo-del-termino-2016-1

Eremitorio arrábido

[Foto: L. del T. 2016]

 

DISPERSÃO. Mário de Sá-Carneiro (1890-1916)

 

lisboa2016-1-manuel-verpi

Lisboa 2016-1

[Foto: Manuel Verpi]

 

Perdi-me dentro de mim
Porque eu era labirinto,
E hoje, quando me sinto,
É com saudades de mim.

Passei pela minha vida
Um astro doido a sonhar.
Na ânsia de ultrapassar,
Nem dei pela minha vida…

Para mim é sempre ontem,
Não tenho amanhã nem hoje:
O tempo que aos outros foge
Cai sobre mim feito ontem.

(O Domingo de Paris
Lembra-me o desaparecido
Que sentía comovido
Os Domingos de Paris:

Porque um domingo é familia,
É bem-estar, é singeleza,
E os que olham a beleza
Não têm bem-estar nem familia)

O pobre moço das ânsias…
Tu, sim, tu eres alguém!
E foi por isso também
Que te abismaste nas ânsias.

A grande ave doirada
Bateu asas para os céus,
Mas fechou-as saciada
Ao ver que ganhava os céus.

Como se chora um amante,
Assim me choro a mim mesmo:
Eu fui amante inconstante
Que se traiu a si mesmo.

Não sinto o espaço que encerro
Nem as linhas que projecto:
Se me olho a um espelho, erro —
Não me acho no que projecto.

Regresso dentro de mim
Mas nada me fala, nada!
Tenho a alma amortalhada.
Sequinha, dentro de mim.

Não perdi a minha alma,
Fiquei con ela, perdida.
Assim eu choro, da vida,
A morte da minha alma.

Saudosamente recordo
Uma gentil companheira
Que na minha vida inteira
Eu nunca vi… mas recordo

A sua boca doirada
E o seu corpo esmaecido,
Em um hálito perdido
Que vem na tarde doirada.

(As minhas grandes saudades
São do que nunca enlacei.
Ai, como eu tenho saudades
Dos sonhos que não sonhei!…)

E sinto que a minha morte —
Minha dispersão total —
Existe lá longe, ao norte,
Numa grande capital.

Vejo o meu último dia
Pintado em rolos de fumo,
E todo azul-de-agonia
Em sombra e além me sumo.

Ternura feita saudade,
Eu beijo as minhas mãos brancas…
Sou amor e piedade
Em face dessas mãos brancas…

Tristes mãos longas e lindas
Que eran feitas pra se dar…
Ninguém mas quis apertar…
Tristes mãos longas e lindas…

Eu tenho pena de mim,
Pobre menino ideal…
Que me faltou afinal?
Um elo? Um rastro?… Ai de mim!…

Desceu-me n’alma o crepúsculo;
Eu fui alguém que passou.
Serei, mas já não me sou;
Não vivo, durmo o crepúsculo.

Álcool dum sono outonal
Me penetrou vagamente
A difundir-me dormente
Em uma bruma outonal.

Perdi a morte e a vida,
E, louco, não enlouqueço…
A hora foge vivida
Eu sigo-a, mas permaneço…

… … … … … … … … … … …

Castelos desmantelados,
Leões alados sem juba…

… … … … … … … … … … …

 

lisboa2016-2-manuel-verpi

Lisboa 2016-2

[Foto: Manuel Verpi]

 

[MÁRIO DE SÁ-CARNEIRO (1890-1916)

Poesías.

Editorial Nova Ática. Lisboa 2004.

Págs. 61 a 65.]

 

EL SUICIDA FEDERICO GARCÍA LORCA III: ROMANCE DE LA LUNA LUNA (en el 80 aniversario de la muerte del poeta). Antonio Luis Albás, (2016)

EL SUICIDA FEDERICO GARCÍA LORCA I: CANCIÓN DEL JINETE (en el 80 aniversario de la muerte del poeta). Traductor al árabe Antonio Luis Albás, (2016)

FGL11

 

CANCIÓN DEL JINETE

.

Córdoba.

Lejana y sola.

.

Jaca negra, luna grande,

y aceitunas en mi alforja.

Aunque sepa los caminos

yo nunca llegaré a Córdoba.

.

Por el llano, por el viento,

jaca negra, luna roja.

La muerte me está mirando

desde las torres de Córdoba.

.

¡Ay qué camino tan largo!

¡Ay mi jaca valerosa!

¡Ay que la muerte me espera,

antes de llegar a Córdoba!

.

Córdoba.

Lejana y sola

federico-garcia-lorca-firma

Arabe

A.L.

FUE MI MAESTRO: POR GILLES DELEUZE. Antonio Luis Albás, (2016)

Sartresimone

      Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir

Tristeza de las generaciones sin “maestros”. Nuestros maestros no son sólo los profesores públicos, si bien tenemos gran necesidad de profesores. Cuando llegamos a la edad adulta, nuestros maestros son los que nos golpean con una novedad radical, los que saben inventar una técnica artística o literaria y encontrar las maneras de pensar que se corresponden con nuestra modernidad, es decir con nuestras dificultades tanto como con nuestros difusos entusiasmos. Sabemos que en el arte, y aun en la verdad, hay un solo valor: la “primera mano”, la auténtica novedad de lo que decimos, la “musiquita” con la que lo decimos. Sartre fue eso para nosotros (para la generación que tenía veinte años en el momento de la Liberación).

Por entonces, ¿quién si no Sartre supo decir algo nuevo? ¿Quién nos enseñó nuevas maneras de pensar? Por brillante y profunda que fuera, la obra de Merleau-Ponty era profesoral y dependía en muchos aspectos de la de Sartre (a Sartre le gustaba asimilar la existencia del hombre al no-ser de un “agujero” en el mundo: pequeñas lagunas de la nada, decía. Pero Merleau-Ponty las consideraba pliegues, simples pliegues y plegamientos. De ese modo se distinguían un existencialismo duro y penetrante y un existencialismo más tierno, más reservado). Camus, ¡ay!, era la virtud inflada o el absurdo de segunda mano; Camus reivindicaba a los pensadores malditos, pero toda su filosofía nos remitía a Lalande y a Meyerson, autores que los bachilleres conocen muy bien.

Los nuevos temas, un cierto estilo nuevo, una manera nueva, polémica y agresiva, de plantear los problemas, todo eso vino de Sartre. En medio del desorden y las esperanzas de la Liberación, lo descubríamos, lo redescubríamos todo: Kafka, la novela norteamericana, Husserl y Heidegger, los interminables ajustes de cuentas con el marxismo, el impulso hacia una nueva novela… Si todo pasó por Sartre, no fue sólo porque como filósofo tenía un sentido genial de la totalización sino porque sabía inventar lo nuevo. Las primeras representaciones de Las moscas, la aparición de El ser y la nada, la conferencia El existencialismo es un humanismo fueron acontecimientos: en ellos aprendíamos, después de una larga noche, la identidad entre el pensamiento y la libertad.

 

Los “pensadores privados” se oponen de algún modo a los “profesores públicos”. Hasta la Sorbona necesita una anti-Sorbona, y los estudiantes sólo escuchan bien a sus profesores cuando tienen también otros maestros. En su momento, Nietzsche dejó de ser profesor para convertirse en un pensador privado. También lo hizo Sartre, en otro contexto, con otra salida. Los pensadores privados tienen dos características; una especie de soledad que les pertenece siempre, cualesquiera sean las circunstancias; pero también una cierta agitación, un cierto desorden del mundo en el que surgen y en el que hablan. Y también sólo hablan en su propio nombre, sin “representar” nada; y lo que le reclaman al mundo son presencias brutas, potencias desnudas que tampoco son “representables”. Ya en ¿Qué es la literatura?, Sartre dibujaba el ideal del escritor: “El escritor retomará el mundo tal cual es, totalmente en crudo, sudoroso, maloliente, cotidiano, para presentarlo a los libertados sobre el cimiento de una libertad. No basta con concederle al escritor la libertad de decirlo todo. Es preciso que escriba para un público que tenga la libertad de cambiarlo todo, lo que significa, además de la supresión de las clases, la abolición de toda dictadura, la renovación perpetua de los cuadros, la continua perturbación del orden tan pronto como tienda a fijarse. En una palabra, la literatura es, por esencia, la subjetividad de una sociedad en revolución permanente”.

Desde el principio, Sartre concibió el escritor bajo la forma de un hombre como todos, que se dirige a los demás desde un solo punto de vista: su libertad. Toda su filosofía se insertaba en un movimiento especulativo que impugnaba la noción de representación, el orden mismo de la representación: la filosofía cambiaba de lugar, abandonaba la esfera del juicio, para instalarse en el mundo más colorido de lo “prejudicativo”, de lo “sub-representativo”. Sartre acababa de rechazar el Premio Nobel. Continuación práctica de la misma actitud, horror ante la idea de representar prácticamente algo, aunque sean valores espirituales o, como él dice, de institucionalizarse.

El pensador privado necesita un mundo que incluya un mínimo de desorden, aunque más no sea una esperanza revolucionaria, un grano de revolución permanente. En Sartre hay, en efecto, cierta fijación con la Liberación, con las esperanzas decepcionadas de esa época. Hizo falta la guerra de Argelia para reencontrar algo de la lucha política o de la agitación liberadora, y aun así en condiciones tanto más complejas cuanto que nosotros ya no éramos los oprimidos sino aquellos que debían alzarse contra sí mismos. ¡Ah, juventud! Ya no quedan más que Cuba y los maquis venezolanos. Pero, más grande aún que la soledad del pensador privado, está también la soledad de los que buscan un maestro, los que querrían un maestro y sólo podrían encontrarlo en un mundo agitado.

.

El orden moral, el orden “representativo” se ha cerrado sobre nosotros. Hasta el miedo atómico adoptó los aires de un miedo burgués. A los jóvenes, ahora, se les ofrece a Teilhard de Chardin como maestro de pensamiento. Tenemos lo que nos merecemos. Después de Sartre, no sólo Simone Weil sino la Simone Weil del simio. Y sin embargo no es que en la literatura actual no haya cosas profundamente nuevas. Citemos al voleo: el nouveau roman, los libros de Gombrowicz, los relatos de Klossowski, la sociología de Lévi-Strauss, el teatro de Genet y de Gatti, la filosofía de la “sinrazón” que elabora Foucault…

Pero lo que hoy falta es lo que Sartre supo reunir y encarnar para la generación anterior: las condiciones de una totalización: aquella en la que la política, lo imaginario, la sexualidad, el inconsciente y la voluntad se reúnen en los derechos de la totalidad humana. Hoy nos limitamos a subsistir, con los miembros dispersos.

Sartre decía de Kafka: “Su obra es una reacción libre y unitaria contra el mundo judeocristiano de Europa central; sus novelas son la superación sintética de su situación de hombre, de judío, de checo, de novio recalcitrante, de tuberculoso, etcétera”. Pero es el caso de Sartre mismo: su obra es una reacción contra el mundo burgués tal como lo pone en cuestión el comunismo. Expresa la superación de su propia situación de intelectual burgués, de ex alumno de la Escuela Normal, de novio libre, de hombre feo (puesto que Sartre a menudo se presentó de ese modo), etc.: todas cosas que se reflejan y resuenan en el movimiento de sus libros.

Hablamos de Sartre como si perteneciera a una época caduca. ¡Ay! Somos nosotros, más bien, los que hemos caducado en el orden moral y conformista de la actualidad. Sartre, al menos, nos permite la esperanza vaga de los momentos futuros, de las reanudaciones donde el pensamiento puede reformarse y rehacer sus totalidades como potencia a la vez colectiva y privada. Por eso Sartre sigue siendo nuestro maestro.

.

El último libro de Sartre, Crítica de la razón dialéctica, es uno de los libros más bellos y más importantes que se hayan publicado en estos últimos años. Le da a El ser y la nada su complemento necesario, en el sentido en que las exigencias colectivas vienen a consumar la subjetividad de la persona. Y si volvemos a pensar en El ser y la nada, es para recuperar el asombro que supimos sentir ante esa renovación de la filosofía. Hoy sabemos aún mejor que las relaciones de Sartre con Heidegger, su dependencia de Heidegger, eran falsos problemas que descansaban en malentendidos. Lo que nos impactaba de El ser y la nada era únicamente sartreano y servía para medir el aporte de Sartre: la teoría de la mala fe, donde la conciencia, en el interior de sí misma, jugaba con su doble poder de no ser lo que es y de ser lo que no es; la teoría del Otro, donde la mirada del otro bastaba para hacer vacilar el mundo y para “robármelo”; la teoría de la libertad, donde ésta se limitaba a sí misma constituyéndose en situaciones; el psicoanálisis existencial, donde recuperábamos las elecciones básicas de un individuo en el seno de su vida concreta. Y, cada vez, la esencia y el ejemplo entraban en relaciones complejas que le daban un nuevo estilo a la filosofía. El mozo del bar, la chica enamorada, el hombre feo, y sobre todo mi amigo Pedro-que-nunca-estaba, formaban verdaderas novelas en la obra filosófica y hacían palpitar las esencias al ritmo de sus ejemplos existenciales. Por todas partes brillaba una sintaxis violenta, hecha de rupturas y estiramientos, que nos recordaba las dos obsesiones sartreanas: las lagunas de no-ser, las viscosidades de la materia.

El rechazo del Premio Nobel fue una buena noticia. Al fin alguien que no trata de explicar la clase de paradoja deliciosa que es para un escritor, para un pensador privado, aceptar honores y representaciones públicas. Ya hay muchos astutos que tratan de sorprender a Sartre contradiciéndose: le atribuyen sentimientos de despecho porque el premio llegó demasiado tarde; le objetan que algo, de todos modos, siempre representa; le recuerdan que sus logros, de todos modos, fueron y siguen siendo logros burgueses; se sugiere que su rechazo no es razonable ni adulto; se le propone el ejemplo de aquellos que lo aceptaron rechazándolo, sin perjuicio de destinar el dinero a buenas obras. No les conviene provocarlo demasiado; Sartre es un polemista temible. No hay genio que no se parodie a sí mismo. Pero, ¿cuál es la mejor parodia? ¿Convertirse en un viejo adaptado, una coqueta autoridad espiritual? ¿O bien querer ser el retrasado de la Liberación? ¿Verse como un académico o bien soñarse como resistente venezolano? ¿Quién no ve la diferencia de calidad, la diferencia de genio, la diferencia vital entre esas dos opciones o esas dos parodias? ¿A qué es fiel Sartre? Siempre al amigo Pedro-que-nunca-está. Ése es el destino de este autor: hacer correr aire puro cuando habla, aun si ese aire puro, el aire de las ausencias, es difícil de respirar.

.

Periódico Página/12. 24 de Junio 2002. Revista Arts, 28 de Noviembre de 1964.

«ABRAZARSE A SU DOLOR COMO ÚNICO CONSUELO» (SONETOS XXXII Y XX). Garcilaso de la Vega (1501-1536)

 
edwardHopper-Vidanocturna

Trasnochadores

Edward Hopper

(1882–1967)

 

«Hacia 1529 contrajo matrimonio Dª Isabel Freyre con D. Antonio de Fonseca (…) La boda de Dª Isabel dejó un amargo eco en los versos de Sá de Miranda; el efecto producido por dicho acontecimiento en el ánimo de Garcilaso parece manifestarse (…) en el desaliento con que el poeta alude a la pérdida de sus esperanzas (Son. XXXII, 12-14), y en la tristeza con que habla de abrazarse a su dolor como único consuelo (Son. XX, 9-14)»

 

[Obras de Garcilaso.

Edición de Tomás Navarro Tomás (1884-1979).

Editorial Espasa-Calpe, S.A. Madrid 1970]

 

SONETO XXXII

 

   Estoy continuo en lágrimas bañado,
rompiendo el aire siempre con sospiros;
y más me duele nunca osar deciros
que he llegado por vos a tal estado,

   que viéndome do estoy y lo que he andado
por el camino estrecho de seguiros,
si me quiero tornar para huiros,
desmayo viendo atrás lo que he dejado;

   si a subir pruebo, en la difícil cumbre,
a cada paso espántanme en la vía
ejemplos tristes de los que han caído.

   Y sobre todo, fáltame la lumbre
de la esperanza, con que andar solía
por la escura región de vuestro olvido.

 

SONETO XX

 

   Con tal fuerza y vigor son concertados
para mi perdición los duros vientos,
que cortaron mis tiernos pensamientos
luego que sobre mí fueron mostrados.

   El mal es que me quedan los cuidados
en salvo de estos acontecimientos,
que son duros, y tienen fundamentos
en todos mis sentidos bien echados.

   Aunque por otra parte no me duelo,
ya que el bien me dejó con su partida,
del grave mal que en mí está de contino;

   antes con él me abrazo y me consuelo;
porque en proceso de tan dura vida
atajaré la guerra del camino.

 
__________________
 

Garcilaso de la Vega en «CARMINA»:

 

SONETO V. Garcilaso de la Vega (1501-1536)
APROXIMACIONES A LA POESÍA HUNGÁRICA (Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2008)
«CERCA EL DANUBIO UNA ISLA…» (CANCIÓN III). Garcilaso de la Vega (1501-1536)
 

_________________________

 

SONETOS DE DIVERSOS AUTORES EN «CARMINA»

 

«CERCA EL DANUBIO UNA ISLA…» (CANCIÓN III). Garcilaso de la Vega (1501-1536)

 

RO TransfagarasPresaArges 2004

[Foto: Cuenca danubiana LGV (Rumanía 2004)]

 

   «Al llegar a Ratisbona, en marzo de 1532, el Emperador, informado del asunto de Garcilaso por cartas de la Emperatriz, confinó al poeta en una isla del Danubio, sin que el memorial presentado por Garcilaso en su defensa ni las gestiones de sus amigos pudiesen evitarlo.

   »El confinamiento de Garcilaso debió durar hasta julio o agosto de 1532 en que el duque de Alba logró que se le concediese, en concepto de destierro, trasladarse a Nápoles a las órdenes del virrey D. Pedro de Toledo. Durante su permanencia en la isla del Danubio Garcilaso escribió la canción III y, probablemente, algunos de sus sonetos (…) En dicha canción, hábilmente ajustada al estilo del Petrarca, el sentimiento de la Naturaleza se manifiesta de una manera más perceptible que en las composiciones de Garcilaso de fecha anterior. El rasgo más saliente de esta poesía es, sin embargo, el abatimiento del poeta ante los reveses de su fortuna y ante el fracaso de su vida sentimental.»

   «Pero en la canción del Danubio, Garcilaso, hecho ya a sus desventuras, apoya amargamente su resistencia en sus propias desilusiones y espera sin temor su porvenir no obstante haber caído en desgracia con el Emperador y verse “preso y forzado y solo en tierra ajena”.»

   «Supuso Navarrete que la isla del Danubio a que Garcilaso se refiere debió ser la de Schut, cerca de Presbourg (actual Bratislava, capital de Eslovaquia), donde Carlos V había establecido contra los turcos una posición militar. Más probable parece, como indica Keniston, que se trate de alguna de las varias islas que forma el Danubio cerca de Ratisbona, donde el Emperador, con la plana mayor de sus fuerzas, se encontraba en aquella fecha. La isla de Schut se halla a una distancia de más de 600 kilómetros de Ratisbona.»

   «Garcilaso, en su destierro, lamenta haber perdido el favor del Emperador, en cuyo servicio había empleado toda su vida.»

   «Parece entenderse que la desesperanza del poeta respecto a sus relaciones con Dª Isabel de Freyre, casada desde algún tiempo antes con D. Antonio de Fonseca, lo tenía en un estado de ánimo insensible a cualquier otra desgracia.»

 

[Obras de Garcilaso.

Edición de Tomás Navarro Tomás (1884-1979).

Editorial Espasa-Calpe, S.A. Madrid 1970]

 

CANCIÓN III

 

   Con un manso ruido
de agua corriente y clara,
cerca el Danubio una isla, que pudiera
ser lugar escogido
para que descansara
quien como yo estó agora, no estuviera;
do siempre primavera
parece en la verdura
sembrada de las flores;
hacen los ruiseñores
renovar el placer o la tristura
con sus blandas querellas,
que nunca día ni noche cesan dellas.

   Aquí estuve yo puesto,
o por mejor decillo,
preso y forzado y solo en tierra ajena;
bien pueden hacer esto
en quien puede sufrillo
y en quien él a sí mismo se condena.
Tengo sólo una pena,
si muero desterrado
y en tanta desventura,
que piensen por ventura
que juntos tantos males me han llevado;
y sé yo bien que muero
por sólo aquello que morir espero.

   El cuerpo está en poder
y en manos de quien puede
hacer a su placer lo que quisiere;
mas no podrá hacer
que mal librado quede,
mientras de mí otra prenda no tuviere.
Cuando ya el mal viniere,
y la postrera suerte,
aquí me ha de hallar,
en el mismo lugar,
que otra cosa más dura que la muerte
me halla y ha hallado;
y esto sabe muy bien quien lo ha probado.

   No es necesario agora
hablar más sin provecho,
que es mi necesidad muy apretada;
pues ha sido en un hora
todo aquello deshecho
en que toda mi vida fue gastada.
¿Y al fin de tal jornada
presumen espantarme?
Sepan que ya no puedo
Morir sino sin miedo;
que aun nunca qué temer quiso dejarme
la desventura mía,
que el bien y el miedo me quitó en un día.

   Danubio, río divino,
que por fieras naciones
vas con tus claras ondas discurriendo,
pues no hay otro camino
por donde mis razones
vayan fuera de aquí, sino corriendo
por tus aguas y siendo
en ellas anegadas;
si en tierra tan ajena
en la desierta arena
fueren de alguno acaso en fin halladas,
entiérrelas, siquiera,
porque su error se acabe en tu ribera.

   Aunque en el agua mueras,
canción, no has de quejarte;
que yo he mirado bien lo que te toca.
Menos vida tuvieras
si hubieras de igualarte
con otras que se me han muerto en la boca.
Quién tiene culpa desto,
allá lo entenderás de mí muy presto.

__________________

Garcilaso de la Vega en «CARMINA»:

SONETO V. Garcilaso de la Vega (1501-1536)

APROXIMACIONES A LA POESÍA HUNGÁRICA (Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2008)

JARCHAS. Versión al español moderno por Margit Frenk Alatorre

 

series8

[Foto: LGV (Alcalá 2014)]

 

   «Desde tiempo atrás se tenían noticias del refinado invento de Mocáddam de Cabra, poeta árabe del siglo IX: había creado la muwáshaha, artificioso poema en árabe clásico, que debía rematar en una estrofa (jaýa) escrita en lenguaje callejero, ya fuera árabe vulgar, ya el romance de los cristianos. Por el mismo contraste de estilos, esa avulgarada estrofilla debía dar al poema su “sal, ámbar y azúcar”.»

   «En 1948 el hebraísta Samuel M. Stern reveló al mundo veinte jarchas escritas en lengua romance, que figuraban en muwáshahas hispano-hebreas de los siglos XI a XIII; la más antigua parece ser anterior al año 1042. Y esas pequeñas estrofas resultaron ser encantadoras cancioncillas de amor puestas en boca de una muchacha: ingenuos lamentos de ausencia, dolorosas súplicas al amado (designado con el arabismo habibi), apasionadas confidencias a la madre y a las hermanas.»

   «Las canciones mozárabes pertenecen al género más característico de la primitiva lírica europea en lengua vulgar: la canción de amor femenina. Son compañeras del Frauenlied alemán, de la chanson de femme francesa, de la cantiga d’amigo gallego-portuguesa, del “cantar de doncella” castellano y catalán.»

   «Recordemos que en los siglos XIII y XIV los trovadores del Occidente hispánico crearon una escuela poética que seguía de cerca los procedimientos, la técnica y el espíritu de la poesía provenzal.»

 [Lírica española de tipo popular, de Margit Frenk Alatorre.

Ediciones Cátedra, S.A.

Madrid 1989]

 

[Jarcha núm. 2]

 

Puesto que sabes adivinar,
y adivinas la verdad,
dime cuando vendrá
mi amigo Isaac.

 

[Jarcha núm. 9]

 

Vase mi corazón de mí.
¡Ay, Dios!, ¿acaso tornará?
Tanto me duele por el amado:
enfermo está, ¿cuándo sanará?

 

[Jarcha núm. 15]

 

Dime, ¿qué haré?,
¿cómo viviré?
A este amado espero,
por él moriré.

 

[Jarcha núm. 16]

 

¿Qué haré o qué será de mí,
amado?
¡No te apartes de mí!

 

[Jarcha núm 18]

 

¡Tanto amar, tanto amar,
amado, tanto amar!
Enfermaron mis ojos brillantes
y duelen tanto.

 

[Jarcha núm. 22]

 

Señor mío Ibrahim, ¡oh dulce nombre!,
vente a mí de noche.
Si no, si no quieres, iréme a ti:
dime dónde encontrarte.

 

[Jarcha núm. 26]

 

¡Piedad, piedad, hermoso! Di,
¿por qué tú quieres, ¡ay Dios!, matarme?

 
series4

[Foto: LGV (Alcalá 2014)]

 

TABLAS, Felipe Vara del Rey. (2016)