CELEBRAMOS EL DÍA DE LA HISPANIDAD EN «CARMINA»: “DE LA VENIDA DE PEDRO PECADOR AL HOSPITAL DE IOAN DE DIOS, Y DE SU MUERTE”. Francisco de Castro (Granada 1585)

 
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Eremitorio alcarreño

(que es cerca de Mondéjar)

[Foto: Olga Duarte Piña 2008]

 

«Llegóse el tiempo en que nuestro Señor tenía determinado de dar descanso a su siervo y el premio de sus servicios y trabajos; y porque se cumpliese bien el consejo que le habían dado de su parte, que era buen acuerdo acabar con obediencia, fuéle impuesta obediencia que tomase el camino; y fuese a Madrid a tratar ciertos negocios con el Rey, que importaban a la casa; a lo cual él obedeció sin hablar palabra, aunque se le hizo bien de mal: lo uno, por estar enfermo de vejez, que ella sola es enfermedad; y lo otro porque él era inimicísimo de tráfagos y de cortes cuanto era posible; y baxando la cabeza, fué llevando un asnillo, que el hermano mayor le mandó llevar, aunque según se supo, él poco subió en él, porque no lo tenía usado, sino de andar a pie toda la vida; y así en el comer se trató en el camino harto ásperamente; porque llegado a Madrid, se fué a acoger a su hospital de los hermanos, y allí, como era huésped, no quería comer en el refitorio de los hermanos, sino a un rincón comía algunos regojos de pan duros que traía en la capacha, y con esto pasaba. Comenzó a  negociar, y dióle una calentura que le duró algunos días y le puso en trabajo. Y conocido que aquella enfermedad era la postrera, salióse de la Corte y fuese a Mondéjar, que es cerca. Y estaban allí el Conde y Condesa de Tendilla, que ahora son Marqueses de Mondéjar, que ellos y sus padres y abuelos han sido siempre muy piadosos y cristianos, y tenido gran devoción con esta casa de Ioan de Dios y favorecídole, y al presente le favorecen muy largamente con sus limosnas. Como fueron mucho tiempo capitanes generales deste reino de Granada, y son alcaides desta fortaleza insigne del Alhambra, y vivieron aquí siempre, conocían mucho al buen Pedro Pecador, y así acogióse allá a morir; y entrando por su puerta fuese a ellos, que holgaron mucho de velle. Y díxoles en entrando: acá me vengo a morir; y agravándosele el mal le hicieron acostar en buena cama, y curaron dél con gran caridad de todo lo necesario, como a sus mismas personas, y él en lugar de los quexidos que otros enfermos dan, si hasta allí cantaba y decía canciones amorosas a Dios, entonces las decía con mucha más dulzura y amor, como el cisne cuando muere, que canta más dulcemente.»

 

[Historia de la vida y santas obras de Iuã de Dios,

y de la institución de su orden, y principio de su hospital.

Compuesta por el Maestro Francisco de Castro,

Sacerdote Rector del mismo hospital de Iuã de Dios,

de Granada.

Año de MDLXXXV]

 

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