Posts from noviembre 2014.

COLOQUIOS (270). Gabi Mendoza Ugalde

 

maniquíRota2010LGV

(Foto: LGV Rota 2010)

 

—¡Ahí la tienes, que parece un tío!

—Más que los que la circundan.

—…

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COLOQUIOS (246). Gabi Mendoza Ugalde

 

COLOQUIOS (269). Gabi Mendoza Ugalde

 

cielodesanmateoManuelVerpi2014

(Fotos:  Manuel Verpi [Alcalá 2014])

 

—¿Quién puede con España?

—Pesoe, Pepé, Cíu, Peeneuve e Íu, y los demás, han conseguido vaciar tabardos,  arcas, carteras, zurrones y bolsas.

—¿Y Podemos…? ¿Podrán como los demás robar y robar, y hasta cabalgar a lomos de ágiles corceles por bellos campos recalificables para el desarrollo y el progreso?

—Ahora que a ellos te refieres, me han dicho que en el Gobierno serían catastróficos para el país.

—…El cielo querrás decir, porque para Podemos España es celestial.

—Para su mala suerte, de momento, aun victoriosos en un eventual asalto y todo, si sus pies posaran en tal cielo sus ruinas hallarían, los despojos que a los sufridos españoles han dejado 40 años de expolio. España, hoy por hoy, es al cielo uno de sus infiernos.

—«Miré los muros de la patria mía»[Quevedo]

SIN PERDÓN. De la serie «RECORTES», Nº 99. Por Pablo Romero Gabella

 

3 brocante de Montmatre 06

Brocante de Montmatre

[Foto: LGV París 2006]

 

«No acepto de ninguna de las maneras que se diga que hay una corrupción generalizada en la política; en absoluto voy a aceptar ese tipo de afirmaciones porque no son verdad. Entiendo y comparto plenamente la indignación de tantos españoles ante la acumulación de escándalos. El último que hemos conocido, con la información que tenemos hasta el momento, parece que responde a la codicia personal de los cargos públicos a los que afecta, y no a las organizaciones políticas a las que pertenecen o pertenecían. Por lo que se refiere a las personas que forman parte de mi partido, ya están suspendidas de militancia, y si se confirman las imputaciones serán expulsadas. Pero, en cualquier caso, lamento profundamente la situación creada, y en nombre del Partido Popular quiero pedir disculpas a todos los españoles por haber situado en puestos de los que no eran dignos a quienes en apariencia han abusado de ellos»

[Intervenciones del Presidente Mariano Rajoy Brey, Diario de Sesiones Congreso de los Diputados, 19 de diciembre de 2011/ Diario de Sesiones del Senado, 28 de octubre de 2014]

POSESIÓN MUSICAL O CÓMO FUI INVITADO A UN AQUELARRE. Pablo Romero Gabella

 

DesnudoporRafael  Luna

Desnudo

Rafael Luna

 

El musicólogo británico Raymond Monelle escribió:«la música no es un objeto natural, es fundamentalmente social [no son] solamente sonidos y partituras» (The Sense of Music, 2000). Ese producto social que es la música hace que obras que en su tiempo fueron repudiadas (por críticos, público y/o gobernantes) reaparezcan tiempo después con la fuerza de lo nuevo y seamos seducidos por ellas; como aquella chica que no nos parecía especialmente guapa o atractiva y que más tarde nos produce la sensación de cómo habíamos podido vivir sin ella. La seducción es también un producto social, y la música se compone no solo de sonidos y partituras sino igualmente de sugerencias, turbaciones y obsesiones. Esto mismo creí vivir (porque la vida es en muchas ocasiones un espejismo de lo que creemos sentir) el 24 de octubre pasado en el 4º concierto de la R.O.S.S. en el Teatro de La Maestranza. Y por lo que leo y oigo, no sólo el que esto escribe creyó sentirlo.

   Bajo el título de La fuerza del acero, el director Pedro Halffter propuso tres obras de sendos músicos rusos (Mosólov, Chaikovsky y Prokofiev) que en su origen fueron rechazadas, si no directamente repudiadas.

   Por educación y gustos musicales mi atención se fijó en el famoso Concierto para piano y orquesta nº 1 de Chaikovsky (1874). Sin embargo, no advertí que aquello era sólo el cebo para la celada. Era la puerta de acceso (a través del perturbador romanticismo, para otros simplemente academicismo) a un aquelarre al cual no pensaba estar invitado.

   Como prólogo Halffter recibió al público con tres minutos del apabullante expresionismo futurista-soviético de «La fundición de acero» (1926), único trozo superviviente del espurgo stalinista del ballet El acero de Alexander Mosólov. Algo inquietante y perturbador fue inoculado (tal como hacían los íncubos y súcubos) en el público con aquella recreación del progreso soviético. Aún sobrecogido por los vapores industriales, el Concierto de Chaikovsky me pareció (a mi pesar) algo fláccido, falto de pasión (empero el hacer industrioso de la joven pianista ucraniana Regina Chernychko). Las bellas melodías románticas me parecieron un interludio de algo que iba a acontecer (no sabía exactamente qué).

   Tras el descanso llegó el aquelarre, aquella orgía musical que fue el alfa y omega del concierto: la Sinfonía nº 3 de Sergei Prokofiev, titulada «El ángel de fuego» (1919-1927). Una música inicialmente realizada para una ópera que contaba la historia (nada soviética) de una jovencita poseída por espíritus y que finalmente acabaría en la hoguera, pasando antes por un exorcismo. Lo que pudiera parecer, a ojos del siglo XXI, como una mezcla programática entre El sexto sentido y El exorcista y que le llevó al músico casi un década de trabajo, se basaba en una novela decadente de final de siglo que obviamente no fue muy del gusto de Stalin (el hecho de acero). Pero lo que Prokofiev hizo fue una obra de atmósfera de oscurantismo (como así fue el stalinismo) y de un violento componente erótico (en palabras de Martín Llade en sus certeras notas al programa).

   Los oyentes (como la crítica, por lo que he leído) fueron seducidos por aquel pandemónium de «desquiciantes juegos tímbricos y armonías demoníacas» (Llade dixit). Halffter, tal como si fuera el oficiante de aquel brujeril rito, como aquel macho cabrío de La semilla del diablo, abandonó la luminosidad chaikovskiana y comenzó su particular exorcismo de aquella música antaño repudiada. Nos descubrió el sentido de aquel concierto: adentrarnos en una música de una fuerza arrebatadora, subyugante y a la vez de desasosegadora modernidad. Sus gestos (como si fuera un exorcista) contagiaron a la orquesta (a la sazón en rebeldía profesional con su quehacer como director) y se rindió al aquel vértigo demoníaco. Puro maquiavelismo musical.

   Al finalizar el concierto Pepe Galeote, profesor y compañero al cual debía mi presencia en aquella batahola, nos llevó al grupo de profesores a saludar al director; y éste directamente nos preguntó qué nos había parecido la sinfonía de Prokofiev. La máscara había caído, el exorcismo había tenido éxito, y rendidos sólo pudimos afirmar que nos había encantado. Había caído seducido como Rose Marie al ver su criatura demoniaca en aquel apartamento de los Castevet.

 

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«EL AQUELARRE» DE GOYA (1823) POR RAFAEL LUNA

 

COLOQUIOS (268). Gabi Mendoza Ugalde

 

CaeelsolenelTérmino IRENE RUBIO 2014

Cae el sol en el Término

[Foto: Irene Rubio 2014]

 

—¿Estuviera la vida en los viejos?

—Ya no nos deberían interesar los niños…

—¿Porque han desaparecido de las calles y las plazas, incluso de los verdes parques…, de todos los lugares públicos, donde hoy unos viejos dan de comer a las palomas? Tal vez estén en otros sitios.

—El sol del esplendor de los ocasos es el mismo que el del esplendor de los amaneceres.

 

EL CIRCO DE TARQUINIO. Por José Manuel Colubi Falcó

 

TarquinioEl Soberbio y El Águila (anónimo)

Tarquinio y El Águila

[De autor anónimo para nosotros]

 

Debemos al historiador Dionisio de Halicarnaso una obra importante para el conocimiento de los primeros tiempos de Roma, la Romaïke Arkhaiología, que suele, regularmente, traducirse por Historia antigua de Roma y también por Antigüedades romanas. En ella, en libro III, 68, describe el circo —en griego, hipódromo, porque allí tenían lugar las carreras de carros tirados por caballos— que mandó construir el rey Tarquinio. Traduzco el texto del pasaje, que dice así:

   «Construyó también Tarquinio el más grande de los hipódromos, el situado entre el Aventino y el Palatino, y fue el primero que hizo asientos a su alrededor bajo techado sobre gradas (pues hasta entonces contemplaban de pie los espectáculos), con tarimas de madera sobre vigas, y habiendo dividido los lugares en treinta fratrías [en Roma, curias], a cada una le atribuyó una parte, de suerte que cada uno contemplara el espectáculo sentado en el lugar correspondiente. Pues bien, con el tiempo esta obra iba a figurar entre los muy hermosos y admirables edificios de la ciudad. En efecto, la longitud del hipódromo es de tres estadios y medio [el estadio equivalía a seiscientos pies, 185 metros], la anchura, de cuatro pletros [el pletro equivalía a cien pies, unos 35 metros]. A su alrededor, siguiendo los lados mayores y uno de los menores, se ha cavado un canal para la recogida del agua de diez pies de profundidad y de anchura. Detrás del canal han sido construidos pórticos de tres pisos; de éstos, los que están a ras de suelo tienen, como en los teatros, asientos de piedra que sobresalen un poco unos de otros, y los superiores, de madera. Los mayores se unen en uno mismo y se enlazan uno a otro cerrándose mediante el más pequeño, que tiene forma de media luna, de suerte que de los tres se crea un pórtico anfiteatro de ocho estadios capaz de acoger a quince miríadas (150.000) de personas. El restante de los lados inferiores, que se extiende al aire libre, tiene barreras abovedadas que se abren todas a un mismo tiempo por medio de una cuerda. Hay también alrededor del hipódromo, por el exterior, otro pórtico de un solo piso que en su interior tiene tiendas y sobre éstas casas, por el cual, junto a cada tienda, hay entradas y subidas para quienes vienen a [presenciar] el espectáculo, de suerte que en nada se estorban tantas miríadas de personas cuando entran y sale.»