Posts from octubre 2012.

GENTE DE MARAMUREŞ. De «Un cuaderno rumano de fotografías (1999-2005)» Lauro Gandul Verdún y Olga Duarte Piña

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Vadu Izei 2004

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Sighetu Marmaţiei 2004

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Valea Stejarului 2004

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Otras páginas de «UN CUADERNO RUMANO DE FOTOGRAFÍAS (1999-2005)»:

MEDIORRELIEVE EN EL MONASTERIO DE TURNU
OLTENIOS EN SUS MONASTERIOS
ARAD
PINTURA EN EL MONASTERIO DE TISMANA
PINTURA MURAL DE SABIN BĂLAŞA EN LA UNIVERSIDAD «IOAN CUZA» DE IAŞI

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TE QUIERO [DE «POEMAS DE OTROS (1973-1974)»]. Mario Benedetti (1920-2009)

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Homenaje en «CARMINA» a Mario Benedetti y, por supuesto, a Nacha Guevara

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Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

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…..si te quiero es porque sos
…..mi amor mi cómplice y todo
…..y en la calle codo a codo
…..somos mucho más que dos
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tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro
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tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía
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…..si te quiero es porque sos
…..mi amor mi cómplice y todo
…..y en la calle codo a codo
…..somos mucho más que dos

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y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero
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y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola
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te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso
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…..si te quiero es por que sos
…..mi amor mi cómplice y todo
…..y en la calle codo a codo
…..somos mucho más que dos.
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[BENEDETTI, M. Inventario (1950-1985). Ed. Visor Libros. Madrid 1992. Págs. 316 y 317]
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COLOQUIOS (174). Gabi Mendoza Ugalde

A la Gordita

– ¿Sabes que ya ha comenzado la temporada de recogida de setas?

– Sí, es posible que este finde me acerque al monte con mi cesta de mimbre…

– ¿Y si te encuentras una envenenada?. Yo es que no sé muy bien distinguirlas

– En ese caso, ante la duda, lo mejor es pisarla, y a continuación darle una patada. Es lo que yo suelo hacer siempre con aquello que no comprendo.

– …

EL DIRECTOR DE ORQUESTA. Pintura de Rafael Luna

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COLOQUIOS (173). Gabi Mendoza Ugalde

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—¿Quién ha ganado el Nobel?

—En cuanto lo sepamos nos echaremos a dormir.

—¿Y a leer cuándo nos echaremos?

—Entre Nobel y Nobel…

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Julio Cortázar en «CARMINA»:

FRAGMENTO DEL CUENTO «LA AUTOPISTA DEL SUR», CON FOTO. Julio Cortázar (1914-1984)
PARA LOS LECTORES DE «CARMINA»: JULIO CORTÁZAR
HOMENAJE A CORTÁZAR: LA NOCHE Y EL AMANECER. Un texto de Julio Cortázar y tres fotografías de Enrique Martín Ferrera (Buenos Aires, 1998)

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MODESTOS NICHOS EN SAN MATEO. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (Alcalá 2012)

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OTROS CEMENTERIOS EN «CARMINA»:

COLOQUIOS (9). Gabi Mendoza Ugalde
UN OLTENIO, UN VALACO, UN TRANSILVANO Y UN JUDÍO EN PARÍS. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (cementerio de Montparnasse)
QUE SEAS TÚ. Poema, con reportaje fotográfico del día de santos y del de difuntos (Alcalá de Guadaíra, noviembre de 2009). Lauro Gandul Verdún
CEMENTERIO INGLÉS DE MÁLAGA (DONDE HABITA EL OLVIDO). Por Enrique Martín Ferrera – Octubre 2009
SUPERVIVENCIA DE LAS CARAS MÁS ALLA DE LA MUERTE (CUADERNO DE CONDEIXA-Serie CARAS). Fotografías de Lauro Gandul Verdún (Silves y Condeixa a Velha, 2009)
SEFARDÍES DE ASSILAH, ETERNAS TUMBAS ATLÁNTICAS. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (2009)
PLAZA Y CEMENTERIO IPAGRENSES. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (15 de Junio de 2009)
CENTRALES Y CEMENTERIOS, NUCLEARES. Homenaje a «La Hormiga Atómica». Lauro Gandul Verdún, 2009
REGRESANDO A MACHADO (Sobre héroes, villanos y tumbas). Por Enrique Martín Ferrera. Octubre de 2008
NIÑO ENTRE LAS TUMBAS DEL CEMENTERIO DE IEUD, 2002. («Para un cuaderno de fotografías», Lauro Gandul Verdún)
KEREPESI TEMETÖ (El Cementerio de los Personajes Ilustres) (fragmento) («La vida es viaje»-Páginas de un diario húngaro- Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2001)

EL HOMBRE DE LA ACERA (*). Por Urbano Uribe de Urvando (1959-1986)

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Gabriel se alegraba cada mañana de ver a aquel hombre nada más arribar a la calle, siempre en la puerta del bar, más exactamente en la acera, de cara a la puerta de par en par, como observando algo que sucediera dentro, aunque siempre era igual: la tertulia de los mismos cuatro o cinco al comienzo del mostrador, los dos veteranos clientes mañaneros que sentados a una mesa de vez en cuando soltaban alguna risotada y pateaban el suelo a pesar de su provecta edad, el vocinglero vendedor de cupones, la empleada de Correos que al salir remolcaba todas las miradas, los empleados de banca con sus uniformes tan uniformes, algunos trabajadores del turno de noche de alguna fábrica, las limpiadoras de los bloques próximos, el repartidor de Coca-Cola, el de la leche… Todos los días lo mismo, pensaba Gabriel, pero se alegraba de ver a aquel hombre, primero a lo lejos y de saludarlo cuando llegaba a su altura y charlar con él en la acera, claro, después de haber tomado el Cola-Cao. Era un hombre quieto que apenas si movía la cabeza para mirar a un lado y a otro, que fumaba sin parecer hacerlo hasta el punto de pasar desapercibido el humo que exhalaba y que durante todo el rato en que permanecía en lo que podría decirse su puesto no movía un pie, relajado pero a la vez atento sin llegar a alerta. Sólo faltaba los días de lluvia porque ni siquiera iba al bar no digamos a la acera y Gabriel ya sabía que no lo vería ni de lejos ni de cerca hasta que el tiempo se recompusiera.

…………No es que Gabriel hablara gran cosa con el hombre de la acera, ni que lo que dijeran uno y otro fuese gran cosa, pero Gabriel se sentía bien departiendo con aquel hombre tan sereno y pausado, tan distinto a tantos como desde momentos después trataría hasta la tarde, hasta la noche incluso, de modo que aquel espacio de diez o quince minutos eran para Gabriel una toma de fuerza, un impulso de calma, una oxigenación mental, un alivio previo, una limpieza de ánimo como la que se hace en las dentaduras pero muchísimo más placentera aunque a las pocas horas se hiciera de nuevo necesaria pero aquel hombre ya no estaría en la acera.

…………Gabriel se decía que el hombre de la acera tendría más o menos sesenta años, o más, o menos porque no tenía arrugas a pesar de ser delgado; los que sean pero por lo menos tiene casi cuarenta más que yo, calculaba Gabriel, concluyente.

…………Una mañana ya no igual a las otras el hombre llegó después que Gabriel, y no permaneció en la acera ni por un momento. Gabriel no pudo preguntarle, ni al otro, ni al otro, que eran sábado y domingo. Iría al banco o a cualquier otra gestión, imaginó Gabriel. Pero el lunes, que amaneció despejado, el hombre no apareció. Ni el martes. El miércoles, después de mucho pensarlo Gabriel le preguntó al más despabilado de los camareros, que según le pareció a Gabriel sonrió maliciosamente y dijo no saber nada. ¿Qué pasaría? Después de dos semanas de estar la acera sin el hombre, y sabiendo que Gabriel había preguntado por el ausente al menos dos veces, uno de los clientes mañaneros se le acercó y le dijo en un aparte: «¿Tú sabes quién es ese?». Gabriel movió la cabeza en negativa. El otro se lo dijo, y a Gabriel lo encontraron al mediodía siguiente muerto en la bañera, desangrado por ambas muñecas, aunque también, seguramente para asegurarse, había intentado abrirse las de los tobillos.

…………La muerte de Gabriel fue la comidilla diaria en aquel bar y en muchos otros lugares y bares (su familia es muy conocida) durante semanas enteras e incluso meses, claro que los comentarios eran todos a ciegas, porque nadie podía, ni siquiera esforzando al máximo la lucubración y la fantasía aproximarse a algo verosímil en cuanto al motivo de aquel suicidio a lo Séneca. La lista de lo que se dijo y oyó en esas semanas y meses necesitaría de montañas de papel. Pero mucho antes había aparecido una carta. Era igual a la que Gabriel había dejado al juez justo al lado de la bañera, sobre el banquito del cuarto de baño del hotel de Sevilla que había elegido para aquello; la había recibido Juan, un íntimo amigo de Gabriel, que nos dio copias a otros para que la verdad se difundiera y cesaran de engordarse las invenciones. A los pocos días murió Juan víctima de un accidente. Los demás nos reunimos y acordamos no dar a conocer la carta, porque por qué la gente tenía que enterarse de un asunto que ni le iba ni le venía, sólo por curiosidad malsana en casi todos los casos, yo diría que en todos, y además de lo contrario estaríamos contrariando a la familia, que no dijo ni ha dicho nada sobre el asunto. Así que no seré yo quien rompa lo acordado. De todos modos, aquella tarde se destruyeron todas las copias, de manera que quien quisiera convertirse en propagador se encontraría con el mentís de todos los demás. Todo esto vaya en recuerdo de Gabriel y de Juan, fallecidos respectivamente los días 11 y 19 de febrero de 1984. Del hombre de la acera mejor olvidarse.

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…………(*) Encontré estas líneas debajo del frigorífico que movió Afonso para limpiar, al igual que los versos de Alberto titulados «Por desgracia», que ya publicasteis. (Mario Cortés)

AYER ERA UN ADAGIO (DE BARBER). De la serie «RECORTES», Nº 40. Por Pablo Romero Gabella

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Franco y Yagüe
Sevilla
1936
(Fuente: FOTOS Y VÍDEOS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA)

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«—¿Cómo escribir la Historia entonces?

—Partiendo de un relato de mínimos. Uno: que el levantamiento del 18 de julio lo fue contra un Gobierno legalmente constituido. Dos: que los principios de la Ilustración estaban representados en la República y que el golpe de Franco lo es contra la Ilustración. Lo que complica la cosa es que quienes tenían que defender esos principios desde la República en muchos casos no sólo no lo hicieron sino que a veces los combatieron. Más complicado aún: en el lado de los sublevados, en el que teóricamente todos tenían  que haber sido reaccionarios, furibundos, había liberales e ilustrados.

—¿Y el tercer mínimo?

—No luchábamos contra el enemigo, luchábamos contra nosotros mismos, el enemigo estaba dentro de nosotros.  Porque la muerte que causas te la causas a ti mismo, en tu propia carne, en tu propia sangre. Y por eso acaso ninguna guerra es tan cruel, ninguna se encona tanto entre hermanos. Sea como sea, nosotros, los que sobrevivimos, tenemos un deber que cumplir, enseñar a los que vengan detrás lo que sabemos e intentar el resto de nuestra vida encontrar la virtud y perfeccionarnos. Llegará un día en que esa guerra ya no duela.»

[Entrevistas a Andrés Trapiello por Laura Revuelta y Javier Rodríguez en ABC Cultural y Babelia (El País) respectivamente, ambas el 6 de octubre de 2012 / Final de la película Platoon, de Oliver Stone, 1986]

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PESSOA: EL ARCA DE LOS INÉDITOS. Por Enrique Martín Ferrera (octubre de 2012)

El arca de los inéditos de Pessoa

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Dicen los que hicieron el inventario en 1968 que dentro del arca había 27.543 textos inéditos. En ese útero materno, rodeados por el terciopelo que cubría el interior de aquel baúl, permanecieron durante décadas aquellos papeles —mecanografiados unos y manuscritos en su mayoría, a veces con letra ininteligible—, a oscuras, en silencio… Tras la muerte en Lisboa de su autor, en 1935, la hermana de Pessoa se llevó el arca a su casa, junto a los escasos muebles, restantes enseres personales y los 1.200 libros de la biblioteca del poeta, que siempre vivió en humildes pisos y cuartos de alquiler, mudándose de uno a otro hasta en veinte ocasiones. Luego, ese baúl —vacío— fue subastado, acabando en manos de un particular a cambio de 60.000 euros. Los papeles que contenía, que, en parte, han ido publicándose poco a poco a lo largo de los últimos cincuenta años, corrieron una suerte parecida, con herederos predispuestos a buscar al mejor postor, pujas y negociaciones del gobierno portugués, mercaderes e intermediarios frotándose las manos, la codicia campando, la avidez de coleccionistas e inversores… En fin, la sucia realidad a la que estos legados y despojos del artista nos tienen habituados.

…………Realmente Fernando Pessoa publicó muy poco en vida, el libro Mensagem y un puñado de poemas, artículos y prosas sueltas en revistas, periódicos y publicaciones ocasionales. Casi todo iba a parar al baúl íntimo. En aquel maremágnum de cuadernos, carpetas y papeles, variopintos en contenido y desordenados en su disposición, que encerraba el arca, se hallaba incluida una página fechada en 1930. «No es que no publique porque no quiera: no publico porque no puedo» –escribía allí Pessoa. Luego añade: «Se da el hecho de que la mayor parte de las cosas que yo escribo no podrían ser aceptadas por la censura. Puedo no poder limitar el impulso de escribirlas; domino fácilmente, porque no lo tengo, el impulso de publicarlas, y no voy a importunar a los censores con un material cuya publicación tendrían forzosamente que prohibir.»

…………¡Cuánto amor por la escritura encerraba aquel arcón! Escribir para uno mismo, escribir para el baúl… Qué ejemplo para nuestros días, para tanto escritor apresurado, obsesionado con la celebridad… Precisamente, de la celebridad, decía Pessoa que era una plebeyez, una flaqueza, algo irreparable; y que todo hombre que merece ser célebre sabe que no vale la pena serlo.

…………«Ser poeta y escritor no constituye una profesión sino una vocación.» Por eso, profesionalmente, Pessoa no se definía así, sino como «corresponsal extranjero de casas comerciales», como señaló en una nota autobiográfica escrita el año de su muerte. Cumplido el horario y las labores del prosaico trabajo de anodino traductor de correspondencia comercial, consagraba todo el tiempo restante de su vida a la escritura. «Vivir no es necesario, lo necesario es crear», escribió en otra hoja, en una de esas que día tras día arrojaba al baúl.

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Pessoa por Almada Negreiros
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PESSOA EN CARMINA

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LAS BICICLETAS SON PARA HOLANDESES. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (Ámsterdam y Haarlem 1994-2004)

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