Posts from noviembre 2011.

HORMIGAS-JIRAFA (ACRÍLICO SOBRE TABLA). Pintura de Xopi

COLOQUIOS (85). Gabi Mendoza Ugalde

–  No se lo va a creer. Para que vea lo inteligentes que son los animales. En cierta ocasión se salió un cangrejo de río de la cazuela. Lo encontré entre las cajas… y le puse de nombre Ambrosio… A veces lo dejaba en la barra, chasqueaba los dedos, y el cangrejo venía hacia mí…

 –  ¿A ver si era un hombre?

– …

OLVIDO MI NOMBRE ACIAGO. Poema de Lauro Gandul Verdún

DESDE EL ESPIGÓN DE ROTA. Fotos de Lauro Gandul Verdún

LA ERÓTICA DEL PODER (EURÍPIDES, FENICIAS 503-558). Por José Manuel Colubi Falcó

Etéocles y Polinices
Giovanni Battista Tiepolo
1696-1770

Tras la caída de Edipo, sus hijos, Etéocles y Polinices, asumen el gobierno de Tebas, acordando ejercer el poder –Tiranía en el texto, deificada y equivalente a Poder- por veces alternas, anualmente. Consumido su turno, el primero se niega a cederlo, dando lugar a una guerra que acabará con la muerte de ambos. En la escena, la madre intenta, en vano, hacerles entrar en razón.

            Eurípides (480-405 a. C.), el «filósofo de la escena», critica, desde ésta, la ambición espuria de poder, expresión máxima del desequilibrio entre el interés particular y el general que se produce en la Atenas de la segunda mitad del siglo V a. C. Y lo hace recurriendo al mito tebano, trágicamente, al igual que hará con las guerras en sus tragedias del ciclo troyano.

            Interés individual, o de parte, y común disociados, Justicia y Derecho pisoteados por la Ambición de poder –también deificada aquí-, la Historia nos enseña infinitos ejemplos de lo que han sido capaces los hombres por alcanzarlo o conservarlo como sea. Hasta hoy. El texto griego, que traduzco, dice:

            «Etéocles.- Yo, madre, hablaré sin ocultar nada. Hasta los ortos de los astros, del sol, yo llegara, y al interior de la tierra, si capaz fuese de hacerlo, con tal de tener a la más grande de las diosas, la Tiranía. Y ese bien, madre, no estoy dispuesto a cederlo a otro, sino, mejor, a conservarlo para mí. Pues que uno, perdiendo lo más, tomara lo menos, falta de hombría fuera.

            »Además, vergüenza me da que éste, que viene con armas y devastando la tierra, alcanzara lo que pretende. Para Tebas sería un deshonor eso, que por miedo a la lanza micénica cediera yo mis cetros para que él los tuviera… Así que, si quiere vivir de otro modo en esta tierra, puede, que yo voluntariamente no consentiré en aquello. ¡¿Siéndome posible mandar, llegar yo a ser su siervo algún día?!

            »Ante eso, ¡venga fuego, vengan espadas, uncid los caballos, llenad de carros los llanos, que a ése no cederé yo mi Tiranía! Porque si hay que hacer injusticia, lo más hermoso es hacerla por la Tiranía, aunque en lo demás haya que ser pío.

            »Yocasta.- ¡Hijo, Etéocles! No todo son males en la vejez. La experiencia puede decir algo más sabio que la juventud. ¿Por qué, hijo, te aferras a lo peor de las diosas, la Ambición? ¡Tú no! ¡Injusta es esa diosa! En muchas casas ha entrado, y en ciudades felices, y ha salido, para ruina de quienes se abandonan a ella… Enloqueces por ella, tú. Hijo, mejor es honrar la Equidad, que siempre ata a amigos con amigos, a ciudades con ciudades, a aliados con aliados. Pues lo igual es, para los hombres, estable, mientras que frente al Más siempre se levanta como enemigo el Menos y desciende hasta días de odio… El ojo sin luz de la noche y la luz del sol recorren por igual el ciclo anual y ni uno ni otro de ellos siente rencor cuando es vencido… ¿No soportarás tener igual porción de palacio y repartirlo con éste? ¿Dónde está la injusticia?

            »¿Por qué honras tan sobremanera la Tiranía, una injusticia feliz, y eso lo consideras grande? ¿Para ser admirado como persona honorable? Vaciedad, sí. ¿O quieres sufrir mucho teniendo mucho en palacio? ¿Qué es lo más? Sólo un nombre, pues a los sensatos les basta lo que es suficiente. Los mortales no han ganado como propia la riqueza, sino que cuidamos los bienes, ¡de los dioses!, cuando los tenemos, y cuando quieren nos los quitan de nuevo. El poder no es seguro, sino efímero».

            P.S. Este documento, en griego, de dificultad cierta, fue objeto de estudio (análisis, traducción y comentario), en los primeros años de la década de los ochenta del pasado siglo, a cargo de alumnos del Curso de Orientación Universitaria, cuyas edades oscilaban entre los diecisiete y dieciocho años, en el Instituto Cristóbal de Monroy. Habida cuenta de la dificultad del texto, se requería a veces la ayuda y, por supuesto, la corrección del profesor, que, entre otras funciones, para ésta está. ¿Hoy eso sería posible? 

LA PRÉDICA DEL INCURABLE. Por Alberto González Cáceres (Alcalá de Guadaíra, 1953-Monsaraz, 2009)

Rebusco y rebusco y vuelvo a rebuscar, tal que la coplilla infantil, entre el berenjenal de los papeles –propios y apropiados- de Alberto. La líneas que siguen a modo de versos (a mí todo me parece completamente estrafalario), son la transcripción de una de las letanías que pronunciaba un vecino suyo, Aníbal Costa, ya fallecido también, a quien en Monsaraz conocían como el «incurável» (metaplasmo: «el loco incurable»). Eso es lo que dice Alberto en una anotación grapada al texto. Pero aunque hay constancia de la existencia de dicho «incurável», estoy convencido de que todo es del propio González Cáceres. Y a él lo adjudico: él sí que era un verdadero incurable. (Mario Cortés)

No estoy para bromas

de mal gusto.

Nunca lo estuve,

por más que las haya aguantado

por cientos; no, por miles.

Mejor dicho, no estoy para bromas

sean de la clase que sean.

Las bromas no traen nada bueno, siempre

tienen malas consecuencias.

Una vez, de broma,

ofendieron a mi madre,

y a mi padre.

La boca del bromista

no la rompí de broma,

aunque algunos hicieron bromas,

pasado el momento,

sobre dos dientes en el suelo

bañados en sangre.

Otro día alguien quiso

divertir a un pisaverde,

pero a costa de un amigo,

y de mí, de nosotros.

Yo le dije al bellaco:

«Te voy a arrancar la cabeza de un puñetazo».

Vio el vil clara la posibilidad,

por mis ojos, por mi tono,

y arrió velas en un soplo.

Yo nunca he sido violento, no,

y espero morirme sin llegar a serlo.

Pero no me vengan con bromas

injustas, hirientes, ridículas.

No me digan, por ejemplo,

«¿Qué vas a hacer con el dinero?»,

o «¡No tienes hijos que mantener!»,

ni «¡Qué bien vives!».

No tengo hijos, ni dinero, pero,

por favor, no quiero que me den bromas.

No aspiro a nada, sino a pasar

por el tiempo lo mejor posible,

lo menos mal que se pueda.

Si quieren, ni me hablen. Ni hablen

de mí cuando doblo la esquina.

No soporto las bromas, no quiero

nada con chistosos.

Bastante tengo con esa broma

pesada y larga que es la vida.

COLOQUIOS (84): «TETRALOGÍA SOBRE LA JORNADA DE REFLEXIÓN CON ESTRAMBOTE». Gabi Mendoza Ugalde

– ¿Cómo que para este 20-N no ha habido un 15-N?

– Es baja la temperatura para hacer campamento en Sol.

– Verdad, ¡qué frío!

***

– Este oscuro otoño los partidos no han tenido oposición.

– Se la han comido entera. No han dejado ni los huesos.

– Los corruptos, ancestrales omnívoros, ostentan un hambre calagurritana.

– Nos han dejado caninos.

***

– En ninguno de los debates se ha tratado ni de la justicia ni de la injusticia.

– Después de tanta memoria histórica le toca el turno al olvido histórico.

– ¿No es lo mismo?

***

– ¿Para qué unas elecciones generales si tenemos las estadísticas particulares?

– Son mucho más prácticas.

– Claro, después de publicadas no hay votante que se atreva a contravenirlas.

 

…Y EL ESTRAMBOTE

– Cuando vi saltar al gallego me pareció un leonés.

– ¿Y qué tendrá que ver?

– Creí que captabas el chiste.

– Bueno, lo mismo da que da lo mismo.

– Eres un cuchufleta.

– Y tú un chungo.

– No me chingues.

POR SI FUERA POCO (*). Por Alberto González Cáceres (Alcalá de Guadaíra, 1953-Monsaraz, 2009)

 

Pero llegó el hampa

con carta blanca, alentada,

protegida por sus cómplices,

colocando a mansalva 

drizas fuertes, enganchadoras

como perchas de caza

que dejan colgados

pájaros ilusos, torpes,

fáciles como trofeos infantiles.

Los de abajo, más que nunca,

hubieron de cubrirse

de las tinieblas, huir

de los espectros de carnes huidas

y seso habitado por estalactitas de pus.

Arriba, algunos, no, muchos

amasaban el fruto

del espanto, de la sangre podrida,

del dolor de cada madre,

de la ignominia desatada

sin límites visibles.

 

Fue la explosión que ahogó

juventud y rebeldía,

el boom que sirvió

de freno a tantas cosas.

De nariz vesánica y vena alanceada,

Madrid no fue ya capital

de la gloria sino el infierno.

Hombres y mujeres, barrios enteros

acabaron ocupándose

de aquello que no tenía remedio,

de aquello que arruinó 

vidas, las vidas, todas las vidas.

Pero no las de los de arriba.

 

Por si fuera poco,

de un lugar nebuloso, satánico, evasivo,

lleno de frascos y probetas,

de dólares ponzoñosos,

de microscopios que sólo ven

lo que conviene ver,

de cobayas aún no humanas,

vino, no, nos trajeron,

a nosotros, a todos,

potente, laberíntico, esvástico,

un virus nuevo, novísimo,

el último grito en virus.

Lo hicieron y lo soltaron, eso pasó.

Es lo que nos ha pasado, lo que nos pasa.

¿Qué merecen sus autores, de profesión asesinos?

El Nobel, y colgarlos.

 (*) Este texto de Alberto fue escrito poco después del suicidio de Urbano Uribe de Urvando, aquel su amigo que optó por tal salida al creer que había contraído, por vía sexual, el SIDA, lo que creo ya haber referido. (Mario Cortés)

COLOQUIOS (83). Gabi Mendoza Ugalde

– El líder del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, ha insistido este miércoles en L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) que el nuevo Gobierno de “tecnócratas” en Italia no haya salido de las urnas y ha vuelto a defender a los buenos políticos porque son ellos los que “han hecho las grandes cosas a lo largo de la historia”.

– ¿Una autoafirmación?

– No, amplitud de miras; desconfía que haya una única solución, neoliberal, para salir de la crisis.

– ¡Traidor!

– …

LA RELIGIÓN DEL VOTO. Por Joaquín de Grado

Iba a escribir sobre la subida del IBI, pero como es casi inmaterial, prácticamente etérea de tan tenue, diré algo sobre una de las religiones más arraigadas en la sociedad, cual es la del voto. Lo que sigue no es un alegato contra el voto en general (¡válgame Lenin!), sino un apunte de retruécano a favor de no votar en estas circunstancias, en esta realidad concreta, aquí y ahora.

             Siempre han circulado sobre el hecho de votar algunos preceptos que todavía mantienen muchas personas, inocente o tendenciosamente. Hace días oí a dos muchachas asegurar que la abstención «se la lleva el que tiene la mayoría». No sé en qué estarán tituladas, pero en Despiste sacarían sobresaliente. «Hay que votar , porque si no votas no tienes derecho a quejarte». O sea, que el que no vota pero trabaja y paga impuestos no tiene derecho a quejarse. ¡Qué bonito!, ¡qué simpleza más subnormal! Un amigo contestó así a tamaña idiotez: «El que no tiene derecho a quejarse es el que vota». ¿No lo cogen? Pues está clarísimo: quien vota entrega un cheque en blanco, y puede que hasta su conciencia, al votado, ese que en ningún momento y bajo ningún concepto consultará al votante, ni le informará verazmente, ni intentará cumplir sus compromisos.

             Mejor piensa, antes de entregarte, que cómo vamos a forzar a cambiar de verdad las cosas si se sigue contribuyendo a mantener este infernal tinglado, que eso es lo que se hace si se vota en estas circunstancias, en esta realidad concreta, aquí y ahora.