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RAFAEL LUNA «SERIES PARA UNA VIDA». Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún (Lisboa 2019)

«PADRE NUESTRO [GLOSADO]» DE FRANCISCO DE QUEVEDO Y OTROS POEMAS SACROS DE LA POESÍA ESPAÑOLA: UNA ACCIÓN LITERARIA Y MUSICAL POR LAURO GANDUL VERDÚN, JOSÉ MANUEL IGLESIAS MORENO, PEDRO IGLESIAS BRAVO Y JOAQUÍN IGLESIAS BRAVO. Iglesia del Mártir San Sebastián (Alcalá de Guadaira, 24 de enero de 2019)


 

PROGRAMA

PADRE NUESTRO [GLOSADO] DE FRANCISCO DE QUEVEDO
Y OTROS POEMAS SACROS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA
(ACTO POÉTICO Y MUSICAL)

 

PRESENTACIÓN POR OLGA DUARTE PIÑA
LECTOR: LAURO GANDUL VERDÚN
TRÍO DE CLARINETES: JOSÉ MANUEL IGLESIAS MORENO
PEDRO IGLESIAS BRAVO Y
JOAQUÍN IGLESIAS BRAVO

 

INTRODUCCIÓN MUSICAL CON SARABANDE (HAENDEL 1685-1759).

PADRE NUESTRO [GLOSADO] DE FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS (1580-1645) CON MÚSICA DE MARCO FRISINA (1954) (ANIMA CHRISTI) Y DE LOWELL MASON (1792-1872) (CERCA DE TI SEÑOR).

AL NACIMIENTO DE CRISTO NUESTRO SEÑOR DE LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE (1561-1627) CON MÚSICA DE RIMSKY KORSAKOV (1844-1908) (SHEREZADE).

A CRISTO CRUCIFICADO DE AUTOR ANÓNIMO (HACIA 1625) CON MÚSICA DE ENNIO MORRICONE (1928) (LA MISIÓN).

¿QUÉ TENGO YO, QUE MI AMISTAD PROCURAS? SONETO DE LOPE FÉLIX DE VEGA CARPIO (1562-1635).

EL VER CORRER DE DIOS LA SANGRE CLARA SONETO DE FRANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS (1580-1645).

ORACIÓN DE GLORIA FUERTES (1917-1998) CON MÚSICA DE HAENDEL (1685-1759) (LARGO).

CRISTO DE GLORIA FUERTES (1917-1998) CON MÚSICA DE GIUSEPPE DE MARZI (1935) (SEÑOR DE LA CIMA).

DIOS AHOGA PERO NO APRIETA DE GLORIA FUERTES (1917-1998) CON MÚSICA DE J.S. BACH (1685-1750) (AIR).

POEMA LIX DE POESÍAS COMPLETAS DE ANTONIO MACHADO RUIZ (1875-1939) CON MÚSICA DE J.S. BACH (1685-1750) (AIR).

CIERRE DEL ACTO CON MÚSICA DE BRUNO COULAIS (1954) (LOS CHICOS DEL CORO).

 

CARTEL_ACTO_IGLESIA_S._SEBASTIÁN_24_01_2019

 

Mis primeras palabras son para el párroco don Manuel Gómez, en cuya memoria se celebra esta semana cultural, también para don Rafael por dar continuidad a la iniciativa y a todos los que año tras año acuden a la cita que ya celebra su decimotercera convocatoria.

   Buenas noches y gracias a vosotros por asistir a este acto poético y musical que se ha preparado con poemas de grandes autores de nuestra tradición literaria, reivindicando también su obra, a veces, olvidada. Escucharán en la voz de Lauro Gandul Verdún poemas de Quevedo, Lope de Vega, Góngora, Gloria Fuertes y Antonio Machado, cada uno con su particular invocación a Dios.

   Como novedad el trío de clarinetes, por primera vez reunido ex profeso para esta ocasión, y formado por José Manuel Iglesias y sus dos hijos Pedro y Joaquín.

   Podríamos decir que lo que se ha creado es un ensemble pues se ha combinado al unísono música y poesía, estableciendo un diálogo artístico.

   Yo he tenido el encargo de presentaros el acto pero no quiero extenderme más porque prefiero que escuchen el diálogo de verso y música.

Olga Duarte Piña

 
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«POESÍA SACRA» EN LA IGLESIA DEL MÁRTIR SAN SEBASTIÁN DE ALCALÁ DE GUADAÍRA (*). 75 º ANIVERSARIO DE LA HERMANDAD DE LA AMARGURA [20 de marzo de 2015]

«POEMA A LOS REYES MAGOS»: UNA ACCIÓN LITERARIA Y MUSICAL POR LAURO GANDUL VERDÚN Y ALFREDO OLÍAS ARAGÓN. Revista literaria «CARMINA» y librería ‘TÉRMINO’, 28 de diciembre de 2018

DECENARIO DE «CARMINA» (II). DONDE CANTAR ANDALUCÍA EN LUSITANO. Acto de presentación de la revista «CARMINA» TEXTOS PARA UNA LECTURA Nº 3 (Hacienda de los Ángeles Viejos de Alcalá de Guadaíra (23 de noviembre de 2007)

HOMENAJE A GLORIA FUERTES (1917-1998) EN LA LIBRERÍA «TÉRMINO». Fue en Alcalá de Guadaíra, un jueves 29 de junio de 2017 por Olga Duarte, José Antonio Francés, Reyes Bernal y Lauro Gandul

EN LA LIBRERÍA ‘TÉRMINO’ LA REVISTA «CARMINA» CON «CRÓNICA DE PARÍS»: LECTURA DE POEMAS CON SAXO. Por Lauro Gandul Verdún y César Herrera Serrada (Alcalá, 18 de mayo de 2017)

«CRÓNICA DE PARÍS/CHRONIQUE DE PARIS» EN LA LIBRERÍA «TÉRMINO»: LECTURA DE POEMAS CON SAXO. Por Lauro Gandul Verdún y César Herrera Serrada (Alcalá, 18 de mayo de 2017)

«DIÁLOGOS: CUERDA Y VERSO». Sobre poemas de Lauro Gandul Verdún y músicas de Niño Elías (Llerena, 31 de mayo de 2014)

CARMINA Nº 1. Una revista de poesía. Presentación en «Los Ángeles Viejos» de Alcalá de Guadaíra el 4 de noviembre de 2005
 
 
 

«POEMA A LOS REYES MAGOS»: UNA ACCIÓN LITERARIA Y MUSICAL POR LAURO GANDUL VERDÚN Y ALFREDO OLÍAS ARAGÓN. Revista literaria «CARMINA» y librería ‘TÉRMINO’, 28 de diciembre de 2018

CESÁREO ESTÉBANEZ. De la serie «Historias de vidas» por Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún

 
 
 

El actor Cesáreo Estébanez y el guitarrista Niño Elías en el último ensayo de LA CEGUERA 
(Foto: José Miguel Hermosín Martínez. Hacienda de los Ángeles, 2006)

 
 
 

Cesáreo Estébanez en su casa de Alcalá de Guadaira
(Foto: Olga Duarte Piña 2004)

 
 
 

   Respiramos un aire nutrido por los aromas que emanan las maderas y las tapias encaladas de este recinto, convento íntimo y laico orillado al borde mismo de una curva, al pie mismo de un escarpe, al que se agazapan higueras silvestres, cuyo perfume milenario y sagrado también nutre el ser de este aire que respiramos. Mientras la voz de Cesáreo va, también, con su aire, nutriendo esta atmósfera atravesada de luces muy antiguas y muy sabias.
Hemos venido a que nos hable de teatro, de él y el teatro. Le hemos dicho que con sus palabras queremos pergeñar una muy humilde didáctica sobre el arte dramático, principalmente para los lectores de estos textos y, también, para nosotros mismos.

   Aunque nació en Palazuelo, provincia de Valladolid, circunstancia de la que no tiene la culpa, según él mismo dice, sus primeros pasos, su primera novia, su primera juventud fueron en Palencia. Sus primeros recuerdos entrañables son de un río, afluente del Pisuerga y de la calle Mayor de Palencia.

   Cuenta que en su familia no hay ninguna relación con el teatro, sin embargo ello no ha impedido que a él le haya gustado el teatro desde que era un niño. -Desde que en un grupo, de estos de mayores, hice el niño de una obra de Miller, a los 9 años. Me cogieron, no sé porqué-. Luego hizo teatro durante el bachillerato y en la universidad de Salamanca y, finalmente, se fue a Madrid un año, a probarlo -porque no quiero que me den los sesenta, que ya tengo, y me haya quedado el gusanillo-, y ya no volvió. Cesáreo marchó a Madrid para convertirse en actor dramático después de haber casi concluido la licenciatura de Medicina, carrera de la que sólo le faltan por aprobar algunas asignaturas -Tengo la orla pero no terminé-. Se fue a la capital con el consentimiento de su padre, que siempre lo apoyó en aquella decisión suya, no así su madre que nunca aceptó que su primogénito, que iba para premio extraordinario, rompiera con siete generaciones de médicos en la familia. -Mi padre fue a Madrid a verme encantado, varias veces, como si yo fuera Lawrence Olivier. Yo les digo a mis sobrinos lo que me dijo él: Si eliges un trabajo, vas a tener que estar un tercio de tu vida en él: ¡que te guste, por favor!-

   En la Universidad de Salamanca, cada quince días, durante los primeros años de la década de los sesenta, Cesáreo Estébanez, leía y recitaba textos y poemas de los autores en aquella época comprometidos políticamente y otros, ya muertos, cuya palabra literaria era considerada contraria al régimen dictatorial instaurado por Franco en aquella España: León Felipe, Blas de Otero, Pablo Neruda, Gabriel Celaya, Miguel Hernández, César Vallejo… Pues Cesáreo precisamente perseguía como fin difundir la literatura comprometida en aquellos actos sucesivos llamados “Una hora con…” ante un nutrido público de estudiantes y profesores universitarios. Entonces conoció a don Fernando Lázaro Carreter que era rector de la Universidad de Salamanca y con quien tenía que mantener frecuentes contactos, por razón de la organización del programa:

   -Lázaro iba a todos los recitales míos. Después de hacer “Una hora con León Felipe” un señor del público me regaló la colección entera de León Felipe, para mí un regalo maravilloso. Lo tuve yo en mi habitación del colegio mayor un tiempo, y un día vino la policía, me la quitó, y hasta hoy, sin decirme nada eh!, cogieron la colección y se la llevaron-.

   -Con Manuel Dicenta, que fue actor y profesor, primero, fui alumno de la Escuela de Arte de Madrid, y luego, compañero, porque trabajé con él en el María Guerrero, en el Reina Victoria… En el teatro español del siglo XX para atrás se ha perdido. De los carros de los pueblos se pasó a los corrales de comedia, y de éstos se pasó a los teatros del XIX, a la italiana. En los años que siguieron a la Guerra Civil la tradición se perdió. Llegamos los modernos y nos cargamos la tradición anterior, de lo cual ahora estamos muy arrepentidos todos porque no supimos valorar lo nuestro. Cuando los de los Teatros Universitarios ingresaron en el teatro, digamos comercial, profesional, la época de Adolfo Marsillach, para entendernos, de Juanjo Menéndez, Fernando Delgado, Jesús Puente…, formaban una promoción que toda vino de la universidad, ocuparon el teatro. Y, entonces, como yo digo, sabían leer y escribir, y sabían literatura, cosa que no solían saber los actores… Y ocuparon sus puestos. Los de la generación siguiente, que fue la nuestra, les creímos más a ellos que a los otros y renunciamos a los otros. De hecho rompimos el sistema de tradición. Es así y algunos lo escribirán. A nosotros nos gustaba el teatro que se hacía en el Berliner alemán, en Paris o en Nueva York y considerábamos no ya viejo, sino estúpido el que teníamos, también vivía Franco, y todo lo que era luchar contra los establecido era luchar contra Franco, lo cual era favorecedor. Entonces, yo no valoré a Manolo Dicenta, aunque era de izquierdas, yo no le valoré porque representaba a esa época, sin embargo, yo le imitaba recitando hasta tal punto que él mismo no sabía si algunas grabaciones eran suyas o eran mías. No supimos ver lo que tenían de bueno. Eran los cómicos que venían de los cómicos de la lengua, eran ruines como personas, eran muy peseteros, tenían miedo a vivir. Nosotros no teníamos hijos que alimentar. En mi generación nos giraba papá si teníamos problemas económicos: ¡teníamos más pasta, joder! Si algo no nos gustaba por estética no íbamos, eso era impensable para aquellos actores. Debimos de haber guardado una espita para que salieran los de la época anterior porque no pudimos aprender todo lo que debíamos, ellos no pudieron enseñarnos todo lo que sabían; y lo digo yo que soy quizás de los que han mamado de ahí. Todo ese teatro hoy es irrecuperable.

   -El teatro es lo que más me gusta a mí en el mundo, sin discusión… O me gustaba. A medida que pasa el tiempo vas viendo que lo que más te gustaba en el mundo ya no te gusta tanto, a lo mejor ahora, en un momento determinado lo que más te gusta en el mundo es dar un paseo, o leer, o hacer otra cosa. El año pasado me llamaron para hacer “Luces de Bohemia”, lo del don Latino, y me fuí nueve meses de gira, o sea… aún me tira. Pero este año me han hablado de ir a Madrid a hacer otra cosa, y he dicho que no-.

   -Cuando me preguntan qué hay que hacer para ser actor, yo digo currar. La improvisación es contraria al teatro. El teatro es exactamente ensayo-.

   -Cuando interpretas piensas en lo que te da la gana: no hay ningún ensimismamiento. Te metes en situación relativamente: yo sé que no soy don Latino, yo sé que no soy Hamlet ¡qué voy a ser Hamlet yo! Si fuera yo Hamlet…-

 
 
 

El actor Cesáreo Estébanez, al centro,
hablando con el pintor Xopi
y el guitarrista Niño Elías,
un poco antes de que empezara «La ceguera»
(Foto: Enrique Sánchez Díaz. Hacienda de los Ángeles, 2006)

 
 
 

De derecha a izquierda, Antonio de la Torre,
Lauro Gandul, Cesáreo Estébanez y Niño Elías
(Foto: Enrique Sánchez Díaz. Hacienda de los Ángeles, 2006)

 
 
 


Cesáreo Estébanez con acompañamiento de la guitarra de Antonio Contreras
declamó poemas de Vicente Núñez
y de Antonio Medina de Haro

 
 
 

ÁNGEL MONGE PÉREZ Y LA HACIENDA DE LOS ÁNGELES VIEJOS. De la serie «Historias de vidas» por Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2006

 
 
 

Espadaña y torre

Espadaña y torre de la Hacienda de los Ángeles
(Foto: Olga Duarte Piña 2006)

 
 
 

Leyendo al Padre Flores parece que el origen de esta Hacienda de Los Ángeles Viejos está en un suceso extraordinario que aconteció a Fernando III el Santo: «a distancia de una milla» de Alcalá «fue arrebatado en éxtasis, apareciéndosele la Virgen María Madre de Dios, acompañada de coros Angélicos y de Santos, animándolo y prometiéndole su favor y auxilio». Por este hecho el Santo Rey en 1249 funda en el lugar «un convento de San Francisco con advocación de los Ángeles».

   Sin dejar las Memorias Históricas de don Leandro nos encontramos con que  cuenta que los franciscanos «claustrados» allá por 1534 estaban próximos a su expulsión, y habían de entregar a los «observantes», de la misma orden, los conventos que aún conservaban, todo ello por mandato de Carlos V, «mas para que tuviesen algunos domicilios hasta que se fuesen acabando con el tiempo, les concedió para su morada entre otros este convento de Los Ángeles de Alcalá en el que se quedaron». Tal vez aquellos franciscanos viejos y seráficos, precaristas en sus moradas, sabedores de que no los desahuciaban porque no era mucho el tiempo que les restaba, parecieran a quien puso el nombre del sitio unos ángeles viejos.

   El edificio pasó de convento a hacienda de aceite, de los franciscanos a los jesuitas, y a la Casa de Alba tras la desamortización de Mendizábal. A principios de los noventa la Hacienda de Los Ángeles Viejos llevaba décadas abandonada y en ruinas, pero siete siglos y medio de historia no habían conseguido acabar con ella definitivamente. Quizá los restos inmateriales de tanta vida ocurrida entre sus nobles muros la mantuvieron lo suficientemente en pie como para que alguien que entró en su patio de labor, por primera vez, un cuatro de noviembre de 1992 todavía pudiera salvarla de su destrucción absoluta, de su desaparición, del olvido.

   Ángel Monge Pérez nace en el municipio aragonés de Jaraba, a orillas del río Mesa, a pocos kilómetros de Zaragoza, adonde se traslada con siete años. Con veintitrés se viene a Sevilla. En 1992 vive en Nervión, que muchos consideran un buen barrio residencial «pero que a mí me ahoga porque han instalado El Corte Inglés y cambia el barrio que tenía una belleza peculiar. Me ahogan los sesenta mil socios del Sevilla todos los fines de semana; me ahoga la EXPO´92 y veo una transformación de la ciudad que no me gusta. La ciudad para mí empieza a ser muy incómoda. Se va configurando como un lugar que no me aporta sino que me resta, fundamentalmente, vivencia interior. En este año yo decido huir de la ciudad. Y busco, busco desesperadamente, un espacio en el campo».

   «Alguien me ha dicho que esta hacienda está en venta. Después de perderme durante horas por los caminos llego aquí un día frío. Un sábado. Nada más entrar en ese patio de labor, yo, inmediatamente, me enamoro del lugar sin necesidad de ver nada más. Ese patio me atrae con un magnetismo brutal. En él me planto y contemplo a mi alrededor las construcciones, su disposición, sus elementos, sus líneas… Siento muchas cosas: el paso de los siglos, el peso de la historia; siento de una manera inmediata lo que este lugar había significado durante mucho tiempo. Percibo almas de gentes, emociones, esfuerzo, sufrimiento, trabajo… Capto de una manera absoluta lo que este espacio ha representado y esa noche ya no duermo, no descanso, tampoco la siguiente; sólo espero a que llegue el lunes para confirmar que el precio que me dicen es el real. Como en ningún momento disimulo mi especial interés por la hacienda ante el vendedor, el precio sube un poco el día del trato. Pero la compro. Ese mismo lunes pongo en venta mi casa, pido ayuda económica a la familia y voy disponiéndolo todo para abandonar la ciudad como lugar de residencia. Me vengo aquí un cuatro de febrero de 1993, justo tres meses después de haber llegado por primera vez, un día muy frío también».

   Aunque a la vista estaba que la instalación eléctrica no funcionaba, que había goteras por todos lados, que todo estaba muy arruinado, que en verdad la hacienda estaba semihundida, que se encontraba en un estado lamentable; a Ángel Monge no le preocupa lo más mínimo. Es la relación con el espacio lo que le importa, pero había que recuperarlo y mantenerlo. En ningún momento se plantea alguna finalidad de naturaleza lucrativa: simplemente quiere conquistar el lugar para poder estar en él. Consiste en un deseo superior, propio de un artista. No en balde, él dice que ésta es su obra, que al no saber pintar, ni apenas ser un buen literato o un compositor de música, su capacidad y su deseo de crear se han concretado en Los Ángeles. Una  pregunta que se hace y a la que no halló, ni halla, respuesta es la siguiente: «¿Cómo es posible que estos sitios con esta belleza y esta armonía tan extraordinarias estén tan abandonados?». La Andalucía rural le había atraído desde la infancia. Cuando viene del norte, viene seducido, sobre todo por esa connotación agraria específica que tiene Andalucía y su repercusión en el conjunto de la cultura propiamente andaluza. A Ángel Monge no le encaja que los andaluces, los sevillanos, no tengan querencia por todo este patrimonio histórico rural, cuyos hitos se encuentran -tarea cada vez más difícil- rodeados además de parajes naturales de una belleza inseparable no sólo de lo puramente biológico o geológico, sino también de unas manos andaluzas que lo han creado generación tras generación.

   «Lo primero que me compro es una  hormigonera y un andamio, son las primeras adquisiciones. Yo solo empiezo a derribar las cosas que están en muy mal estado y a retirar los escombros los fines de semana, y así pasan dos o tres años. En un momento determinado aparece por aquí una persona, una psicóloga suiza, de setenta años de edad, muy culta, que se queda atrapada también por el patio de labor. Desea alquilar un pequeño espacio para quedarse a vivir. Ella vivió aquí seis años, hasta que ya no podía subir las escaleras. Así puede tener un jardinero un día o dos a la semana que, además, me ayuda en los trabajos de restauración. Al poco tiempo aparece otra persona que también quiere venirse a vivir aquí y me alquila otro pequeño espacio. Con ese dinero ya consigo tener a un ayudante fijo que además conoce algo de construcción y empezamos a trabajar. Luego me entero que las haciendas están empezando a ser demandadas para celebraciones y encuentros, y consigo que se empiecen a celebrar en la finca. Ello me permite tener a otra persona fija más y luego vienen los marroquíes. A partir de ese momento llegamos a una recuperación potente de la hacienda, pues eran conocedores de sus propias técnicas tradicionales de construcción, que se mantienen aún en Marruecos y aquí ya no, aunque sí son probablemente muy parecidas a las que aplicaban los albañiles que levantaron este edificio. Recuperamos forjados, cubiertas. Quitamos. Pusimos. Durante más de diez años continúa aquel proceso. Ellos son fundamentales y su contribución esencial. Una buena relación de convivencia y un interés recíproco entre dos culturas posibilita que diariamente salvemos este espacio».

   «Hay una ignorancia de la importancia histórica de estas haciendas y del territorio rural que las rodea. Además hay una dejadez absoluta, una insensibilidad de nuestros gobernantes en general por conocer o querer implicarse en la historia de los pueblos. Yo creo que el gran patrimonio de Alcalá está en el territorio del término municipal de 27.000 hectáreas rústicas y apenas 500 urbanas. Dependiendo de lo que se haga con esas 27.000 hectáreas, de ahí nacerá, una Alcalá diferente, o seguirá esa evolución de reproducción o copia de patrones urbanos, que no responden a modelos concebidos para los seres humanos, que hoy son un fracaso y que ya prácticamente en Europa nadie continúa aplicando».

 
 
 

PEPE ORDÓÑEZ, EDITOR DE «ESCAPARATE». De la serie «Historias de vidas» por Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2005

 
 
 
Pepe

Pepe Ordóñez
[Foto: ODP Alcalá 2005]

 
 
 

José Antonio Mallado, Javier Jiménez Rodríguez, Vicente Romero Muñoz, Vicente Romero Gutiérrez, José Luis Pérez Moreno, Antonio García Mora, José Manuel Benítez Díaz, Joaquín González Moreno, Rafael Rodríguez González, Mª del Águila Boge, José Rubio Álvarez, Antonio Claret García Martínez, José Antonio Sánchez Araújo, Isabel Asensio, Javier Caraballo, Juan Pérez Mercader, Ignacio Díaz Pérez, Luis Caro, Francisco Mantecón Campos, Mónica Gata, Antonio Bulnes Al-guadaíra, Luis Romera, Pepe Recacha, Javier Hermida, Pablo Romero Gabella, Ramón Núñez Vaces, Marcos Fernández Gómez, Francisco López Pérez, Juan Portillo y muchos más son sujetos u objetos de textos que desde hace más de diez años aparecen editados en las páginas de papel satinado de Escaparate: historiadores, poetas, escritores, pintores, científicos, diletantes, humanistas, archiveros, periodistas, heterónimos, pseudónimos, políticos, ecologistas, cronistas, etc., alcalareños, o vinculados de alguna u otra manera con este pueblo derramado (o desparramado, desde hace unos años) entre estos cerros vetustos y, a veces, duros, donde la hermosura al menos de las ideas, los sueños y los deseos consigue hacerse visible en la revista que Pepe Ordóñez dirige, compone, distribuye y gestiona, moviéndose de aquí para allá como sea, o a pie o motorizado; aunque lo feo vaya dominando, a impulsos de recalificación urbanística y de enmiendas a las normas públicas, por encargo de los oligarcas de la promoción inmobiliaria, verdaderos titulares del poder en este inmenso poblado de la periferia sevillana, en que algunos han convertido lo que era una hermosa villa y que, tal vez, algún día sólo nos sea posible encontrarla en los contenidos de las escasas publicaciones alcalareñas que, como Escaparate, se proponen la titánica tarea de impedir el olvido.

   Pepe Ordóñez es una persona que sabe escuchar, que es la mejor manera de aprender; que sabe ver, que sabe esperar y nadie nunca le va a ganar en perseverancia y pugna por conseguir una foto, un texto, un nombre, para sus ediciones, sin subvención municipal, sin adulaciones, sin protocolos banales, con la enorme dignidad del autodidacta. Si se le pregunta quién fue la persona primera en su vida que le ayudó a entrar en los ámbitos del periodismo alcalareño responde sin dudarlo que su padre, José Ordóñez Romero, hijo de un alguacil conocido como El Manco, nacido en 1917, que sirvió como funcionario durante más de cuatro décadas en el departamento de Intervención del Ayuntamiento de Alcalá, transcriptor al Libro de Actas de los acuerdos municipales, por su bella caligrafía que, además, para poder mantener a cinco hijos se pluriempleó como representante de las máquinas de escribir de la Hispano-Olivetti, como agente de la casa de seguros Mutua General de Seguros, o como delegado de la firma de la mantequilla asturiana La Vaquita que le remitía por correo paquetes de mantequilla sin sal que llegaban a la callejuela del Carmen, ¡sin derretirse!, desde Oviedo. Pero, además, José Ordóñez Romero era corresponsal en Alcalá de los diarios ABC y El Correo de Andalucía, y de las emisoras La Voz del Guadalquivir y Radio Sevilla. Pepe Ordóñez no olvidará nunca a su padre trabajando en su casa con un bolígrafo largo de dos tintas, en rojo y azul, que le servía para distinguir los titulares del resto del artículo que, o bien mandaba por correo a los periódicos, o bien leía por teléfono a cobro revertido. También daba la crónica en directo telefónicamente para las radios. En su casa había una biblioteca con muchos libros sobre temas de Alcalá y sobre todo diccionarios y enciclopedias ilustradas. Él ayudaba a su padre cuando era niño si tenía que pasar alguna cosa a máquina o buscarle algún libro. El padre le hacía partícipe de todo; así, recuerda cuando lo llevó al hotel de Oromana a fines de los sesenta, con siete u ocho años, porque la selección española de fútbol estaba allí alojada y le presentó a todos los jugadores, que le estrechaban la mano a aquel pequeño ayudante de corresponsal, que aprovechaba para pedir autógrafos a los futbolistas y que, también, pudo conocer a un joven periodista deportivo llamado José María García, que se había desplazado a Sevilla para cubrir el partido España-Rusia y que se hospedaba con los deportistas en el hotel alcalareño.

   El padre muere en 1978 y la madre en 1985. Con 23 años, sin sus padres, recuerda que le costó trabajo, que sufrió, a la hora de tener que tomar decisiones sobre qué formas seguir, qué caminos, para ganarse la vida que fueran compatibles con lo que a él le tiraba con tanta fuerza: ser periodista; y aunque Pepe Ordóñez quería serlo, tuvo que trabajar en lo que caía, de camarero en bares, como en el café Roberto o en el bar del Instituto, el que llevaba María. Unos años antes, y en el contexto de los valores del movimiento católico obrero que regían en los Salesianos de entonces, se vinculó a una asociación pionera en la Alcalá de la transición más pura, que era conocida, sin el calificativo previo de asociación, como el CUPO (Cultura Popular), donde germinaron análisis de la realidad social y económica desde el punto de vista marxista y de la cultura, en general, de izquierdas. Recuerda Pepe Ordóñez aquella experiencia como su iniciación en la incipiente democracia española, escuchando mucho, repitamos sus palabras, que es la mejor manera de aprender, y trabando amistades, echándose amigos para toda la vida, porque el CUPO, aunque fuera el lugar por donde pasaron todos los partidos de la transición, para dar su programa mediático, fue para Pepe Ordóñez, sobre todo, el lugar donde conoció a José Luis García, el Cuqui; al Villa , Rafael Villa Fuentes; al Pato, Carlos Burgos Gil; a Juan Carlos Ortiz García Donas, a Francisco Pérez Moreno, antes conocido como el Quico y hoy como Paquito, a Paco García Cordero o a Javier Hermida. Pepe Ordóñez pertenece a una fértil y pública generación de alcalareños.

   A principios de los ochenta, con 17 o 18 años gestiona él solo su primer encargo para obtener la publicidad suficiente para una emisión de radio. Durante los años que siguen va a trabajar como publicista en los primeros canales de radio y televisión locales, y en Alcalá Semanal, periódico fundado en 1984. A fines de esta década se queda sin trabajo en Alcalá y aprovecha su cartera de clientes para ofertar publicidad en Sevilla a través de distintos medios como Los 40 principales, Cadena Dial o Antena 3.

   En 1990 sale el primer Escaparate, con cuatro páginas y todas de publicidad. No pasó demasiado tiempo para que empezara a introducir otras con textos ya vinculados a la Semana Santa, ya a la feria, o a la Navidad, cuando iban llegando esas fechas, con lo que aumentó su número. También añade una agenda cultural y una guía de teléfonos para que no fueran páginas de usar y tirar, para que se quedara unos días más en las casas. Los anunciantes le pedían más contenidos y, en un principio, era él mismo quien los redactaba. Hasta que llegó el momento de pensar en hacer una revista al estilo de las de feria de Alcalá, reanudando y combinando la labor de Fernando de los Ríos Guzmán y la de Curro Cariño, para lo que se documentó en números de las antiguas revistas de feria, sobre todo los de 1919 y 1923, y las de los años sesenta y setenta, añadiendo su propio estilo y dando nombre a secciones que se han convertido en fijas y que las toma, en realidad, de las tradicionales que se seguían en aquellas revistas. Desde el año 96 a este 2005 no ha faltado en Alcalá Escaparate, un auténtico fenómeno editorial, que Pepe Ordóñez nos ha servido en una contribución impagable a la memoria de nuestro pueblo.

 

[La voz de Alcalá, 1 al 14 de julio de 2005, año XIV, nº 180]

 
 
 

LECTURA DE POEMAS DE «VIAJE» EL JUEVES 17 DE MAYO DE 2018 A LAS OCHO Y MEDIA DE LA TARDE EN LA LIBRERÍA ‘TÉRMINO’ DE ALCALÁ DE GUADAÍRA. Por Lauro Gandul Verdún (con presentación y comentarios de Olga Duarte Piña)

 
 
 
LauroGandulViaje
 
 
 

«ARRÁBIDA ES LLAMADA (POEMA PORTUGUÉS EN ESPAÑOL)» [Estrofa 6ª]. Lauro Gandul Verdún (Lisboa, 2016) con foto de Olga Duarte Piña (Arrábida, 2016)

 
 
 

arrábida 2016 ODP

Seráfica Arrábida

 
 
 

   Desde sus lugares se pusieron en camino.
Rezando oraciones olvidadas
hollaron la tierra,
surcaron los mares.
Se adentraron en ellos mismos con el vuelo de un sueño.
Aún onírica la conciencia era de un sueño
no soñado por ellos.
Y un ansia de soledad.
No la del que odia
¡sino la del que va a amar!
¡Allí fueron a amar!
Sabían que bondad y belleza redimen.
Sobrios, mas sonámbulos, subieron a la sierra
con las conciencias alargadas por el alborozo.
Obstinados ascendieron para descubrir,
perplejos, el globo.
Descifraron todos los enigmas.
Allí llegados, buenos y bellos fueron.
Vivieron del aire,
aprendieron la lengua del silencio,
en ella escribieron poemas como resplandores
sobre todos los seres y las cosas,
con las palabras de la caridad
para acariciar lo que no perece y lo inacabable.
Palabras desprendidas del pesar.
Palabras como actos
en una sierra que Arrábida es llamada,
cabe donde el río Tajo
se mete en el agua salada.

 
 
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«ARRÁBIDA ES LLAMADA (POEMA PORTUGUÉS EN ESPAÑOL)» [Estrofa 3ª]. Lauro Gandul Verdún (Lisboa, 2016) con foto de Olga Duarte Piña (Arrábida, 2016)

 
 
 

LA JUDEA AYER Y HOY, CON DOS SAETAS. Fotografías de Olga Duarte Piña [Jueves Santo en Alcalá de Guadaíra de 2018]

 
 
 
1. Beni y Porti

Porti y Beni

[PINCHE EN LA FOTO PARA ESCUCHAR LA SAETA PRIMERA]
 
 
 
2. Eloy

Eloy

[PINCHE EN LA FOTO PARA ESCUCHAR LA SAETA SEGUNDA]
 
 
 
3. lancero
Lancero
 
 
 
4. Lanceros
Lanceros
 
 
 
5. lanzas
Lanzas
 
 
 
5. Pechuga, Benjamin e hijo
Pechuga, Benjamín e hijo
 
 
 
6. Capitán
Capitán
 
 
 
7. Bandera
Bandera
 
 
 
9. Pajineta
Pajineta
 
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EL RITO DE LA JUDEA DE ALCALÁ EN «CARMINA»
 
 
 

DECENARIO DE «CARMINA» (II). DONDE CANTAR ANDALUCÍA EN LUSITANO. Acto de presentación de la revista «CARMINA» TEXTOS PARA UNA LECTURA Nº 3 (Hacienda de los Ángeles Viejos de Alcalá de Guadaíra (23 de noviembre de 2007)