Hay una sierra que Arrábida es llamada,
cabe donde el río Tajo
se mete en el agua salada.
Montaña sagrada que los ojos llena de bosques,
los pies pisan suelo de estrella.
Salvífico promontorio pleno de cañadas como arterias
donde fluye la sangre del universo,
las yemas de los dedos tocan techo de infinito.
Centro colosal palpita,
porque late el amor que confirma la gloria humana.
Claridad sideral del amor puro,
se adentra sin traba en las almas y las fecunda,
empiedra sus plegarias de solidez inasible,
en las que nada se pide
porque todo se espera,
para que otras almas alumbren.