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COLOQUIOS (35). Gabi Mendoza Ugalde

– ¿Es posible una política sin poética?

– No, nunca.

– Y entonces ¿dónde la erótica del poder?

– Hoy la política, en términos libidinosos, no sólo adolece de la total ausencia de erótica, sino que no llega siquiera a ser una crepuscular pornografía.

LUIS BUÑUEL. Homenaje de «CARMINA» en el 28º aniversario (29 de julio de 2011)

UN PERRO ANDALUZ

1929

BUÑUEL, NECROLÓGICA AL AIRE (Rodrigo Gómez Reina, 2008)

COLOQUIOS (28). Gabi Mendoza Ugalde

– Para Ezra Pound era preferible la dictadura a la ausencia del estado.

– ¿Y respecto del estado invisible, qué habría dicho?

– Si lo hubiera podido conocer habría preferido el estado ausente.

– Tal vez no haya otro más totalitario ni delator.

COLOQUIOS (27). Gabi Mendoza Ugalde

– Todo está porque por aquí no pasó el progreso. ¡Qué suerte hemos tenido!

– …Y pudo sobrevivir el ser.

– Sí, el ser progresivo.

– Quieres decir progresista.

No, ése es demasiado reaccionario.

EL HAZ DE LUZ DEL FOCO. Vicente Núñez

 

¡Claro, el mundo es chaplinesco! ¡Es cinematográfico y, por eso, éisensteniano, porque Chaplin nos demostró con su comportamiento ante las cámaras que era similar a toda la doctrina corpuscular de Heisserberg! Esa teoría consistía en que la materia se modifica, se esconde ante el ojo del observador, que era lo que hacía Chaplin.

             El cine y la literatura son mitos y tienen la liturgia del atrezzo, de la ciudad de papel, de la ciudad de cartón… Hollywood… Pero son más rito que liturgia, por lo tanto modificables. Se pueden modificar todas las liturgias, pero el rito queda entero y desnudo reclamando liturgias nuevas que constaten la perennidad de lo que el ser humano sólo puede ser: teatro.

            El cine es la piel: la literatura nunca es piel. Se es cine en tanto se es corazón, hígado, farola… Somos cine porque somos piel y el que no tenga piel no tiene cine, ni espiritualidad, ni transcendencia siquiera. Quien no conecta con la luz no conecta con el cine.

            El haz de luz del foco es un magma lleno de promesas y futuro. Hay que acercarse a ser sorprendido por el haz lumínico. Y el haz me hará real en el ensueño de la penumbra.

            De pequeño, durante las proyecciones del Pathe Baby, que a mí me filmaban mucho en casa, alzaba la mano para que me penetrara el haz del foco como a Santa Teresa de Dios. Tengo recuerdos del cine desde los tres años y suelo decir que yo hago cine aunque, en realidad, no he rodado nunca una película. Tampoco necesito hacerla: ya las grabo en mi cabeza.

VENTA DE «REVIENTA» (Monturque). Vicente Núñez

Qué actitud cinematográfica, qué desconocimiento de sí mismos en su rusticidad. Si posaran, ya no sería lo mismo. Esta venta es un enclave altamente vital y literario; aquí la vida es tan densa, tan real, tan autóctona, que necesariamente se convierte en sintaxis, en narrativa, y he dicho siempre, dieciocho años llevo frecuentando el sitio, que el enclave me recuerda a mis maestros John Dos Passos y Faulkner… Los silos, la carretera de concreto, el cruce de caminos, la maquinaria agrícola de color amarillo, la actividad del grano, todo pleno de vida y de literatura, ambas ignorándose. La literatura, si no encuentra esos focos prototípicos de nutrición, vale poco. 

INTRUDER IN THE DUST (1949) de Clarence Brown

COLOQUIOS (23). Gabi Mendoza Ugalde

 

– Sólo hay cine cuando hay mundo en una película cualquiera: es el cine mundo.

– ¿Será que hoy ya no cabe en una película?

– Puede ser, pero no porque el mundo sea más grande, sino porque el cine se ha vuelto más pequeño.

«PANEM ET CIRCENSES». Por José Manuel Colubi Falcó

  

“Pan y circo”, expresión célebre de Décimo Junio Juvenal (Sátira X, 81) con la que el poeta latino denuncia con tristeza y dolor el ideal y las aspiraciones del romano decadente: reparto de trigo y espectáculos circenses (todo gratuito, por supuesto). La frase ha alcanzado fortuna por su concisión y exactitud, e incluso permitido adaptaciones y sustituciones según el momento histórico: “Pan y toros” hemos oído decir con amargura a nuestros abuelos, y, hoy, “Pan y fútbol”, dichos que se comentan por sí mismos.

             Los espectáculos circenses, que los emperadores ofrecían con generosidad (así obviaban problemas), tenían por escenarios el circo (Máximo, Flaminio) y el anfiteatro Flavio (Coliseo), y sus protagonistas eran los gladiadores (de gladius, espada), quienes, reclutados entre prisioneros y condenados a la pena capital o a trabajos forzados –para redimirse haciendo méritos en la arena durante cierto tiempo-, combatían con fieras (uenationes o cacerías) o entre sí con armas distintas (con red, puñal y tridente los reciarios; otros, con escudo, espada, lanza, casco, sobre carros, a caballo, etc), hasta que caía herido el rival, cuya suerte dependía del público: los pañuelos significaban el perdón, el puño con el pulgar hacia abajo, la muerte. Fácil es adivinar los gritos: “¡Mátalo!, ¡machácalo!” y otras lindezas. También eran protagonistas los reos de pena capital, cuyas ejecuciones deleitaban a la masa envilecida; pocas veces de desaprobación (entre ellas, la de Séneca) se levantaron contra degüellos, crucifixiones y despedazamientos por bestias salvajes.

             Pero el espectáculo más atractivo para la masa era la carrera de carros, con tiros de dos (bigas) o de cuatro caballos (cuadrigas), bajo la dirección de aurigas (esclavos o libertos), en el circo y con la participación de cuatro equipos (blanco, verde, rojo, azul); consistía en dar varias vueltas, desde la carcer o salida, a la esquina del mismo, venciendo la dificultad de la curva de la meta, en el otro extremo, hasta alcanzar el número fijado. Y el poeta añade que el griterío le hacía deducir el triunfo de los verdes (de la plebe), y el silencio, el de los azules (de los patricios). Igual que cuando marca un gol el equipo local… o el visitante.

COLOQUIOS (15). Gabi Mendoza Ugalde

 

 

– ¿Jornada de reflexión?

– Nunca habríamos tenido una como ésta.

– Por eso la prohíben pero…, es Madrid y ¡no pasarán!

 

JOSÉ DE ARIMATEA LIBERADO POR JESÚS. Por José Manuel Colubi Falcó

 

José de Arimatea

por Pietro Perugino

1448-1523

 

Un pasaje de las Actas de Pilato (Los evangelios apócrifos, B.A.C. nº 148), que traduzco, cuenta el diálogo de José de Arimatea y los sacerdotes y levitas sobre el encierro y liberación de aquél por Jesús. Dice así:

   «Y le dijeron: «Sentimos gran inquietud porque pediste el cuerpo de Jesús, lo envolviste en una sábana limpia y lo depositaste en el sepulcro. Por esa razón te encerramos en una casa donde no había ventana, pusimos llaves y sellos en las puertas y unos custodios vigilaban (el sitio) donde estabas encerrado. Y cuando la abrimos, en la primera del sábado, no te encontramos y nos afligimos mucho… Y ahora cuéntanos qué ha sido de ti.»

   »Y dijo José: «El viernes, alrededor de la hora décima, me encerrasteis, y permanecí (allí) todo el sábado. Y a medianoche, estando yo de pie rezando, la casa donde me encerrasteis se quedó colgante de los cuatro ángulos y vi como un relámpago de luz ante mis ojos. Presa del miedo caí en tierra, y alguien me cogió de la mano y me sacó del sitio donde yo estaba caído, un reguero de agua corrió desde mi cabeza hasta los pies y una fragancia de ungüento llegó alrededor de mis narices. Y habiéndome secado la cara, me besó y dijo: «No temas, José, abre tus ojos y mira quién es el que te habla.» Yo, habiendo levantado la vista, vi a Jesús; tembloroso, me pareció que era un fantasma y empecé a recitar los mandamientos. Y también él los recitaba conmigo. Y como no ignoráis, un fantasma, si se aparece a uno y oye los mandamientos, huye en fuga, y yo, en habiendo visto que los decía conmigo, le dije: «Rabino Elías.» Él me dijo: «No soy Elías.» Y yo le dije: «¿Quién eres, Señor?» Y él me dijo: «Yo soy Jesús, cuyo cuerpo pediste a Pilato, y me envolviste en una sábana limpia, me pusiste un sudario sobre mi cabeza, y me pusiste en tu cueva nueva, e hiciste correr una piedra grande delante de la puerta de la cueva.» Y dije a quien me hablaba: «Muéstrame el lugar donde te puse.» Y me llevó y señaló el lugar donde yo le puse, y la sábana yacía en él, y el sudario (que estaba) en su cabeza. Yo reconocí que era Jesús. Y me cogió de la mano y me puso en medio de mi casa, aún estando cerradas las puertas; y me llevó mi lecho y dijo: «La paz sea contigo.» Y me besó y dijo: «En cuarenta días no salgas de tu casa; pues he aquí que me voy junto a mis hermanos, a Galilea.»

   »Habiendo oído estas palabras de José, los archisinagogos, sacerdotes y levitas se quedaron como muertos y cayeron en tierra.»