EL HAZ DE LUZ DEL FOCO. Vicente Núñez

 

¡Claro, el mundo es chaplinesco! ¡Es cinematográfico y, por eso, éisensteniano, porque Chaplin nos demostró con su comportamiento ante las cámaras que era similar a toda la doctrina corpuscular de Heisserberg! Esa teoría consistía en que la materia se modifica, se esconde ante el ojo del observador, que era lo que hacía Chaplin.

             El cine y la literatura son mitos y tienen la liturgia del atrezzo, de la ciudad de papel, de la ciudad de cartón… Hollywood… Pero son más rito que liturgia, por lo tanto modificables. Se pueden modificar todas las liturgias, pero el rito queda entero y desnudo reclamando liturgias nuevas que constaten la perennidad de lo que el ser humano sólo puede ser: teatro.

            El cine es la piel: la literatura nunca es piel. Se es cine en tanto se es corazón, hígado, farola… Somos cine porque somos piel y el que no tenga piel no tiene cine, ni espiritualidad, ni transcendencia siquiera. Quien no conecta con la luz no conecta con el cine.

            El haz de luz del foco es un magma lleno de promesas y futuro. Hay que acercarse a ser sorprendido por el haz lumínico. Y el haz me hará real en el ensueño de la penumbra.

            De pequeño, durante las proyecciones del Pathe Baby, que a mí me filmaban mucho en casa, alzaba la mano para que me penetrara el haz del foco como a Santa Teresa de Dios. Tengo recuerdos del cine desde los tres años y suelo decir que yo hago cine aunque, en realidad, no he rodado nunca una película. Tampoco necesito hacerla: ya las grabo en mi cabeza.

Post a comment.