BUÑUEL, NECROLÓGICA AL AIRE (Rodrigo Gómez Reina, 2008)

 BUÑUEL, NECROLÓGICA AL AIRE

Rodrigo Gómez Reina

Aquella madrugada del 28 al 29 de julio, sobre las 3, acabó el libro. Vio claro que habia tirado un año. Luego, esas pérdidas de meses y años, se repitirían cíclicamente. Como un rumor sordo, de una campana sin badajo, que recordaba que la vida sólo es un beve paréntesis entre la nada y la muerte. No hubo dolor entonces. Es más, creyó que había pasado. Tomo su decisión demorada un año. Lo primero escribir una carta. La escribió. Concluyó satisfecho, por primera vez en ese año. Sobre las 8 de la mañana, esa luz, asesina del color del verano en Sevilla, lo envió a dormir. Se levantó poco antes de las tres de la tarde. Bajaba las escaleras. El noticiario de televisión comunicaba la noticia: Luís Buñuel acababa de morir en México. ¿Dónde pueden morir mejor los españoles?. Dobló la carta, se dirigió a un campo cercano, y le prendió fuego. Vio el humo perderse en el aire. El debía estar alli ahora. No sabía entonces que, en el jardín de senderos que se bifurcan, tomaba sendas de pasos perdidos. No sabía nada. No sabía que 25 años después se encontraría a punto de llorar como un idiota. Vinieron más cartas sin destino, más caminos para pasos torpes. Días de sorpresa como hoy.

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