«Entre sollozos y tartamudeos nos gritábamos unos a otros frases incompletas, y un observador imparcial habría podido tal vez creer que de nosotros se había apoderado un exceso de felicidad. Voy todo de subidón porque en las cargas de Recoletos fuimos capaces de rodear a un policía y yo le tiré una piedra en la cabeza cuando estaba en el suelo. Vi cómo aquella figura se estremecía cuando aparecí y cómo me miraba con los ojos muy abiertos, mientras, pérfidamente, me iba acercando hacia ella. Mañana lo veréis en las noticias, quedó inconsciente, se lo tuvieron que llevar arrastrao».
[Declaraciones de M.M.S., 20 años, único detenido tras la Manifestación del 22-M, en Luis F. Durán, El Mundo, 26 de marzo de 2014 / Ernest Jünger, Tempestades de acero, Barcelona, 2011, pág. 247, traducción de Andrés Sánchez Pascual, 1ª ed. en alemán 1920]
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Y el policía oculto en su máscara, ¿no decía nada antes de la pedrada?. Ummm, tal vez con una escopeta en la mano uno es ya de antemano afásico.
A.L.
Posted by A.L. on marzo 28th, 2014.
Amigo, no es que sea afásico, ni siquiera policía: era un sicario del Ministro de Interior, un siervo.
Lauro
Posted by Lauro on marzo 29th, 2014.
“Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”…y el chaval la tiró.
Posted by Pablo Romero Gabella on marzo 29th, 2014.