Latest posts.

EL TÚNEL [fragmento]. Ernesto Sabato (1911-2011)

.

Firma-sabato«Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.»

«Volví a casa con la sensación de una absoluta soledad.

            Generalmente, esa sensación de estar solo en el mundo aparece mezclada a un orgulloso sentimiento de superioridad: desprecio a los hombres, los veo sucios, feos, incapaces, ávidos, groseros, mezquinos; mi soledad no me asusta, es casi olímpica.

            Pero en aquel momento, como en otros semejantes, me encontraba solo como consecuencia de mis peores atributos, de mis bajas acciones. En esos casos siento que el mundo es despreciable, pero comprendo que yo también formo parte de él; en esos instantes me invade una furia de aniquilación, me dejo acariciar por la tentación del suicidio, me emborracho, busco a las prostitutas. Y siento cierta satisfacción en probar mi propia bajeza y en verificar que no soy mejor que los sucios monstruos que me rodean.»

«(…) Y suele resultar, también, que cuando hemos llegado hasta ese borde de la desesperación que precede al suicidio, por haber agotado el inventario de todo lo que es malo y haber llegado al punto en que el mal es insuperable, cualquier elemento bueno, por pequeño que sea, adquiere un desproporcionado valor, termina por hacerse decisivo y nos aferramos a él como nos agarraríamos desesperadamente de cualquier hierba ante el peligro de rodar en un abismo.»

 

           [Ernesto Sabato, El túnel, 1948.

Editorial Seix Barral, S.A. Págs. 11, 80 y 81. Barcelona, 1980]

COLOQUIOS (200): «TRAS EL NAUFRAGIO DE “DIÁLOGOS” [Nº 2]». Gabi Mendoza Ugalde

Saint Moritz. Tamara de Lempicka (1929)

Saint Moritz

 Tamara de Lempicka

  (1898-1980)

—Lo mejor de sí son sus protecciones. Aunque debajo del blindaje sólo encontremos un vacío enervante. Para hacer reir no tiene quien le haga sombra. Con sus maquillajes, potingues y oropel siempre  aparece como iluminada.

—El sí es un espejismo, un efecto de máscara. Tal es así, que el hecho de que debajo de ellas encontremos el vacío no sólo me gusta, sino que me parece la mejor definición de un ser humano. Amo sus máscaras.

COLOQUIOS (199). Gabi Mendoza Ugalde

El teatro en el K.T., Budapest 2000 (manipulada)

 —Aitana Sánchez Gijón dice que «La mayoría de los actores españoles tiene ahora que vivir de otras cosas, como poner copas»

—A los poetas españoles, y a los paleontólogos españoles, y a los peritos agrónomos españoles; ni para poner copas les dan trabajo.

—Creo que los actores son tipos con suerte.

—Mujer, a quien tuvo enchufe en Cultura, no le va a faltar en la Hostelería española.

______________________________

PESADILLA A PLAZO FIJO. Drama onírico-especulativo en medio acto y dos escenas. Rafael Rodríguez González, 2008

OROMANA EN BLANCO Y NEGRO UNA MAÑANA DE INVIERNO. Fotografía de Manuel Verpi (2012)

oromanabyn 2012 LGV 1

 

oromanabyn 2012 LGV 2

 

oromanabyn 2012 LGV 3

 

oromanabyn 2012 LGV 4

oromanabyn 2012 LGV 5

 

oromanabyn 2012 LGV 6

oromanabyn 2012 LGV 7

_______________________________

OROMANA UNA MAÑANA DE INVIERNO. Fotografía de Manuel Verpi 2013

COLOQUIOS (182). Gabi Mendoza Ugalde

COLOQUIOS (123). Gabi Mendoza Ugalde

ANOCHECER. Inicio de la primavera en Oromana. 3 fotografías de Lauro Gandul Verdún (Alcalá, 2010)

PINOS DE OROMANA AL ANOCHECER. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (2009)

ALCALDES, O ZOQUETES. Por Rafael Rodríguez González

En Paraguay llaman zoquete al cargo público. Ignoro si con la misma exactitud guasona que aquí lo haríamos.

            El alcalde de Sabadell, el de X, el de Y, el de K —nos faltarían letras en el alfabeto—, están imputados como presuntos culpables de prevaricación en distintos grados, siendo la sirvengonzonería en grado superlativo el denominador común. Enjuiciados judicialmente no están todos los alcaldes de España, es cierto, pero en el discernimiento popular se salvan poquísimos.

            El de Sabadell, uno de los alcaldes más cursis de España, dijo, al dejar en suspenso su cargo: «Me aparto unos centímetros», como el que va a freír un huevo y no quiere que le manche el aceite. El que no manchó su honor fue un antecesor suyo, que echó a empujones de su despacho a un empresario que intentó sobornarlo. «Me aparto unos centímetros», dice el relamido. Lo que tienes que hacer es irte al infierno, mamarracho.

            «El mejor alcalde, el rey». Pues ya ni eso.

            Un amigo, tan exagerado como casi todos los que tengo, jura que iría a comer con un alcalde sólo si este devolviera todo lo que se haya comido. Y puntualiza: «Antes, antes».

            Otro dice que, en un futuro, la sociedad habrá alcanzado tal nivel de equidad y conciencia que los encargados de ejercer el mínimo control necesario lo serán por rotación. Vale, pero no creo que a la Humanidad le quede tanto tiempo.

            A Pepe Isbert y a Manolo Morán, alcalde y conseguidor, respectivamente, en Bienvenido Míster Marshall, no se les puede achacar haber creado escuela de alcaldes y conseguidores (pobrecitos míos; digo Isbert y Morán). Además, éstos de ahora ni tienen gracia ni son buenos actores.

            Hay alcaldes a quienes les pierde el ego; a otros, la ambición pecuniaria; los hay que ambas cosas y otras más. Lo que es seguro es que para entonces el ego y la ambición ya habrán echado a perder sus municipios.

            «La gente es tonta, ¡un hombre honrado no puede ser alcalde!». Esto se lo oí, siendo yo un pollo, a un viejo que hablaba con otro acerca de la conveniencia de que fuese nombrada alcalde determinada persona (a la que conocí y traté muchísimo). Es una verdad que nunca tomé como absoluta.

            «¿De dónde vienes?», le pregunta un paisano a otro. «De pedir cita con el alcalde, ¡y vaya lo que me han dicho!». «¿El qué?». «Esto: ¿pero usted quién se ha creído que es?». Tal hecho, no se confundan, sucedió en Zamarra de Enmedio.

            Hay alcaldes que son muy sonados; otros hay que están más sonados que los rivales que le buscaban a Urtain. Se puede pertenecer a ambos grupos simultáneamente.

            Los zoquetes demostradamente corruptos, y también los sospechosos de serlo, son votados elección tras elección. La mayoría de esos votantes considera que hacen bien (los alcaldes), porque «yo haría los mismo». ¿No es para sentirse orgullosos de esos votos? En la democracia de los piratas, es decir, en la realmente existente, sí.

COLOQUIOS (198): «TRAS EL NAUFRAGIO DE «DIÁLOGOS» [Nº 1]». Gabi Mendoza Ugalde

calleadoquinada París LGV 2009

—Hay piedras por el campo, el trazado de algunas calles, unos edificios en ruinas, libros, textos sueltos, leyendas… Sí, muchos objetos prueban que por aquí también estaba Roma. Pero Roma cayó aquí hace mucho tiempo. Ni las legiones, ni la retórica, ni el derecho, han podido con la televisión y los bancos.

—Sólo pueden escribir quienes se propusieron hace mucho tiempo leer hasta llegar a no entender nada.

—¿Y el que se atreve a concluir que todo es nada, y que es ésta, finalmente, la que podemos mostrar no a todos o algunos, sino a nadie, es sólo porque ha procurado cumplir con las verdaderas exigencias de la literatura?

—Ya sé que no necesito una moto o un coche para la alegría, que otros, erróneamente llaman felicidad; y no es poco. Pero tal vez no pueda decir lo mismo respecto de los camiones. Son los únicos que sirven para algo en las carreteras: transportan el correo, los tomates, libros, cuadros, escenarios… Las personas deben viajar en tren, en barco, y, si no queda más remedio, en avión. Deben quedar prohibidos los coches particulares..

1000 KILOS DE HACHÍS «ES-FUMADOS». Por Parco Lacónico

Jorge Fernández Díaz

 Jorge Fernández Díaz

ministro del Interior de España

 

Tengo un amigo que a su vez tiene otro cuyo hijo es muy amigo de Leo Messi, ese excelente practicante del balompié tantas veces premiado con el Balón de Oro. Pues bien, enterado de estas circunstancias, un conocido joyero de Alcalá me ha pedido que lo pusiera en contacto con ese mi amigo que a su vez…, de forma que pudiera entablar negociación con el futbolista para adquirir uno o dos de esos balones. Ese joyero razona así: si ya tiene cuatro y seguramente ganará algunos más, ¿por qué no va a venderme a mí uno o dos, si se lo pagaré bien? Dice todo eso mientras coloca otro letrero más grande en la puerta, con la consabida leyenda: «Se compra oro. Pago de escándalo».

            En un país en el que se oyen las explicaciones del ministro del Interior sobre el robo de 1000 quilos de hachís de una dependencia policial (ya conoce el lector las circunstancias), sin que nadie se ría en sus barbas ni exija su destitución, es que la vergüenza y la dignidad no habitan en esos seres que circulan por el Parlamento: diputados y ministros. Además, lo que tienen que hacer es legalizar el hachís; ahora bien, que sea cuando haya un Gobierno en el que todos los ministros, y el primero el de Interior, no anden siempre tan colocados.

            No sale en ningún medio, pero un tal Sebastián Sastre ha sido nombrado magistrado de la Sala de lo Civil del Supremo, la misma que habrá de decidir sobre las estafas de las preferentes. No pasaría nada si este Sastre no fuera el mismo que ha cortado los trajes a medida de la Banca española durante años.

_____________

Si quiere leer más del escritor Parco Lacónico en «CARMINA» pinche en su nombre

«BEL MALÍ». De la serie «RECORTES», Nº 57. Por Pablo Romero Gabella

brocante de montmatre 2009 3 bis

«De todas las guerras libradas contra el terrorismo desde finales del siglo pasado no hay ninguna que concierna tanto a Europa como la que Francia empezó a librar el viernes en Mali. Bamako, la capital de Mali, está a 1.887 kilómetros de Las Palmas, una distancia ocho veces inferior a la separa Madrid de Kabul. “Y sin embargo, Francia sola —se lamenta Mathieu Guidère autor del libro Al Qaeda o la conquista del Magreb (París, 2007) — hoy en día es el único país que combate el terrorismo y por eso corre el riesgo de pagar un alto precio.” Alude a los zarpazos del terrorismo islamista que golpeó el corazón de París en 1986 y 1995. Pero los muertos y heridos de los atentados del verano y otoño de 1995 produjeron el efecto contrario, reforzaron la determinación de las autoridades francesas de luchar contra un movimiento islamista extremista que ponía en peligro la paz social entre la juventud musulmana surgida de la emigración magrebí. Hollande desdeñó las afirmaciones que señalan que ha decidido intervenir en el Sahel para proteger las empresas que extraen materias primas baratas en la zona, entre otras el uranio de la vecina Níger que permite funcionar a las centrales nucleares galas.  “No estamos en Mali para defender a  nuestras empresas sino a nuestros ciudadanos. El toque a rebato que va a sonar no es una señal de alarma, es la carga contra los enemigos de la patria. Para vencerlos, señores, necesitamos audacia, audacia, siempre audacia y Francia se salvará.” Pero, ¿cómo traducir estos elevados objetivos en una estrategia militar práctica? Estaba enviando a su ejército al vacío.»

[Ignacio Cembrero y L. Abellán, «Francia combate en solitario en Malí», El País, 15 enero de 2013 / M. Mora y J. Naranjo, «Hollande define la misión militar en Malí como “antiterrorista y limitada”», El País, 16 enero 2013/ Gilles Kepel, La yihad. Expansión y declive del islamismo, Barcelona, 2002, pág 559 (traducción de Marga Latorre), 1ª ed. francesa, 2000 / David A. Bell, La primera guerra total. La Europa de Napoleón y el nacimiento de la guerra moderna, Madrid, 2012, páginas 156 y 172 (cita de Dantón que aparece en el pedestal de su estatura en el Saint-Germain, en París), traducción de Alvaro Santana, 1ª ed. norteamericana, 2007]

___________________

VOLVÍ A ENTRAR EN AQUEL ‘BROCANTE’ DE MONTMATRE UN DÍA DE INVIERNO (Serie «Fragmentos»). Fotografías de Lauro Gandul Verdún. París, 2009

CURITIBA, CON HOMENAJE A NIEMEYER (1907-2012). Fotografías de Lauro Gandul Verdún

Curitiba 2006 1 LGV

Curitiba 2006 2 LGV

 

Curitiba 2006 4 LGV

 

Curitiba 2006 3 LGVHomenaje a Oscar Niemeyer

___________________

PAULO LEMINSKI CANTA A LA ‘PEDREIRA’ DE CURITIBA. Edición del poema con fotografías de Lauro Gandul Verdún. Curitiba, Paraná, Brasil (2006)

LA ESCRITURA O LA VIDA: PESSOA Y KAFKA «IN LOVE». Por Enrique Martín Ferrera (enero 2013)

KAFKA Y FELICE BAUER, 1917

 Franz Kafka con Felice Bauer

 (1917)

En el frío papiro de turbios editores
volqué yo aquellas ansias de una pasión sin límites
¿Era eso mi vida? Asco me dio de ella.
Con qué clarividencia sentí que estaba muerto.

Vicente Núñez
Ocaso en Poley (1982)

«Escribir es como la droga que me repugna y tomo, el vicio que desprecio y en el que vivo» —dejó escrito Pessoa a través de su desasosegado Bernardo Soares.

             Por su parte, Kafka se dirigía así a su amigo Max Brod en carta de Julio de 1922:
            «¿Por qué no cesan los remordimientos? La última palabra sigue siendo: podría vivir y no vivo. […] La escritura es una recompensa dulce y maravillosa, pero ¿de qué? Por la noche se me presentó con la claridad propia con que se enseña a los niños de la escuela que era la recompensa de servicios prestados al demonio.»

            ¿Habrían escrito las mismas páginas Pessoa y Kafka en otras circunstancias: feliz o infelizmente casados, con hijos, perro, vivienda en propiedad…, dedicando buena parte de su tiempo y esfuerzos a obtener el dinero preciso para mantener esa vida familiar, plegándose al gregarismo, alejándose de la soledad que ellos insistían en considerar su única amante posible? La correspondencia amorosa de Fernando PESSOA con Ophelia Queiroz y las cartas que dirigiera Franz KAFKA a Felice Bauer —testimonios que guardan entre sí una extraordinaria y estremecedora similitud— no dejan lugar para muchas dudas. El repliegue final de los escritores haría que ambas mujeres acabaran casándose con otros.

Fernando Pessoa en 1915Ophelia con 19 años, en el tiempo en que la conoció Pessoa.

Fernando Pessoa en 1915 y Ophelia Queiroz en 1919 con 19 años, cuando conoció al poeta

 

PESSOA IN LOVE

La joven se llamaba Ophelia Queiroz y pertenecía a una familia de la burguesía lisboeta. Tenía diecinueve años cuando Pessoa la conoció, como mecanógrafa en la oficina donde también trabajaba él mismo como traductor de correspondencia comercial. En ese lugar se le declaró abruptamente el enamorado poeta una tarde en la que se quedaron a solas, sin molestos testigos. En la correspondencia que mantuvieron, publicada a finales de los setenta en Lisboa por la editorial Ática, ella siempre le exigía un mayor grado de compromiso. La primera carta es de Marzo de 1920, seguida de muchas otras en meses sucesivos. Pero la relación fue interrumpida aquel año y retomada, inútilmente, nueve después. De ese último periodo hay una carta que Pessoa dirige a Ophelia el 29 de Septiembre de 1929 y que firma «su muy devoto Fernando», donde leemos:

            «He alcanzado la edad en la que se tiene pleno control de las cualidades propias, y la inteligencia ha adquirido la fuerza y destreza que puede lograr. Así pues, es el momento de hacer mi obra literaria, completando un par de cosas, agrupando otras, escribiendo las que están por escribir. Para llevar a cabo este trabajo, necesito un poco de paz y aislamiento. No puedo, por desgracia, abandonar la oficina donde trabajo (no puedo, claro está, porque no tengo rentas), pero sí puedo, reservando para la oficina dos días de la semana (miércoles y sábados), tener como míos y para mí los cinco días restantes. Ahí tienes la famosa historia de Cascaes. Toda mi vida futura depende de que pueda o no hacer esto, y pronto. Por otro lado, mi vida gira en torno a mi obra literaria – buena o mala, que sea, o podría ser. Todo lo demás en la vida tiene un interés secundario para mí: hay cosas que, por supuesto, estimaría tener, y otras que da igual vengan o no vengan. Es necesario que todos los que me tratan se convenzan de que estoy bien así, y que requerir de mí sentimientos, de hecho muy dignos, propios de un hombre ordinario y trivial, es como exigirme tener los ojos azules y el pelo rubio. Y tratarme como si fuera otra persona no es la mejor manera de conservar mi afecto. Mejor tratar así a quien sea así, pero en este caso es «dirigirse a otra persona», o algo parecido. Me gustas mucho -mucho- Ophelinha. Aprecio mucho -muchísimo- tu carácter y tus sentimientos. Si me caso, no me casaré más que contigo. La cuestión es saber si el matrimonio, el hogar (o como se le quiera llamar) son cosas compatibles con mi vida y pensamientos. Yo lo dudo. Por ahora, y en breve, quiero organizar esta vida mía de pensamiento y trabajo. Si no puedo organizarla, está claro que ni siquiera podría pensar en el matrimonio.»

KAFKA IN LOVE

Franz Kafka llegó incluso a estar prometido oficialmente con Felice Bauer, pero, conociendo al novio, cómo podrían llegar a buen puerto aquellos planes de boda. La relación se prolongó —con altibajos y con contados encuentros personales— durante cinco años, de 1912 a 1917; cinco años de lucha interior para el escritor: la escritura o la vida, terrible disyuntiva. La conoció en casa de Max Brod, donde ella estaba de paso, y, tras su marcha, comenzó pronto a escribirle una carta al día, y luego dos o tres diarias. «Nariz casi aplastada, pelo rubio, algo tieso y sin encanto, mandíbula fuerte», así la describe físicamente en su Diario, al anotar aquel primer encuentro de Agosto de 1912. En otra anotación distante en el tiempo, ya rota la promesa de matrimonio, llega a considerar a Felice como «una inocente condenada a un grave tormento». Y es en ese mismo Diario donde encontramos, en una entrada de 13-8-1913, el borrador de una carta dirigida al padre de Felice, que nunca llegó a su destinatario, con el autorretrato menos complaciente y atractivo que cabe imaginar para un futuro yerno, donde Kafka confiesa: «Mi empleo me resulta insoportable, porque contradice mi único anhelo y mi única profesión, que es la literatura. Puesto que no soy otra cosa que literatura, y no puedo ni quiero ser otra cosa, mi empleo no podrá nunca atraerme, pudiendo en cambio destrozarme totalmente. […] No sólo por mis circunstancias externas, sino mucho más por mi propia manera de ser; soy una persona reservada, silenciosa, insociable, insatisfecha; sin que pueda definirlo para mí como una desgracia, puesto que sólo se trata del reflejo de mis objetivos.»

            El 14 de Enero de 1913 escribe a Felice Bauer: «En cierta ocasión me escribiste que querías estar a mi lado mientras yo escribía; pero, imagínate, no sería capaz de escribir en tales condiciones. Escribir significa entregarse por completo […] Así que uno no puede estar lo suficientemente solo, no puede haber suficiente silencio en torno a uno cuando escribe, la noche es incluso demasiado poco noche. […] A menudo he pensado que la mejor vida para mí consistiría en recluirme con una lámpara y lo necesario para escribir en el recinto más profundo de un amplio sótano cerrado. Me traerían la comida desde fuera y la depositarían lejos, tras la puerta más externa del sótano. El ir a buscar esta comida, vestido sólo con una bata, a través de los pasillos del sótano, sería mi único paseo. Luego regresaría junto a mi mesa, comería lentamente, reflexionando, y de inmediato volvería a escribir. ¡Y qué cosas escribiría entonces! ¡De qué abismos las arrancaría!»  

            «Una lámpara y lo necesario para escribir…» Ya había hablado antes Kafka a Felice Bauer de esa lámpara, y de lo que podría suponer de exigencia y forzado cambio de costumbres el matrimonio, en carta dirigida el 24 de noviembre de 1912 a su aspirante a esposa. En ella —qué manera tan sutil de apartar a alguien de tu lado— Kafka incluye, copiado expresamente para ella, este poema de Jan Tsen-Tsai, el poeta chino del XVIII:

En la noche profunda
En la noche fría, absorto en mi libro
olvidé la hora de ir a la cama.
El perfume de mi colcha bordada en oro
se ha disipado y el fuego se ha apagado ya.
Mi hermosa amiga, que hasta entonces su ira
ha dominado con esfuerzo, me arrebata la lámpara
y me pregunta: ¿Sabes la hora que es?

            ¿La literatura o la vida?  Hay quien sostiene que es un absurdo apartarse de la vida para escribir sobre ella, y también son muchos quienes advierten que sólo escriben aquellos desdichados que están incapacitados para vivir. Pero, aun sin la certeza de lo sensato de esa opción, de ese sacrificio, ¿no puede verse acaso al hombre consagrado por completo al sacerdocio de la escritura como el titánico protagonista de una deliberada renuncia en favor de un fin más alto? La literatura o la vida… Para Pessoa y para Kafka —salvando tentaciones, zozobras y puntuales remordimientos— sólo cabía una respuesta ante semejante disyuntiva. ¡Qué ingenuidad la de soñar siquiera con poder arrebatarle su lámpara!

carta DE KAFKA A FELICE BAUER  Carta de Franz Kafka a Felice Bauer