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VICENTE NÚÑEZ, IV: «EL CALABRÉS». Antonio Luis Albás, (2014)

 

   MUCHO después del tiempo de los largos paseos

por la orilla del mar hasta la cruz de El Santo

—época de las viejas melancolías grises,

de listados crespones y errantes tunicelas—,

llegué a ti en una fuerte y enterrada mañana.

La plaza era una joven de cabellos dispersos,

y el folio acribillado de un cartel veraniego

derrumbaba la lona final del «Norman Circus».

A pesar de la lluvia que azotaba las calles,

yo debía encontrarte; y durante los días

de reclusión, de radio y tediosas visitas

mi soledad cantaba como un pájaro herido

que mostrara sus alas enfermas de clausura.

 

   Yo odiaba el sol, la risa y el mar azul e inmóvil,

pues sabía que tú por ahí no vendrías;

y te buscaba sólo por los acantilados,

por las vegas feraces de espesura y de légamo,

por las rocas que horadan las olas, por las playas

más desiertas y extrañas, por San Cristóbal, donde

me estabas aguardando sin aún yo saberlo

en el humilde y bronco «Calabrés» de la dicha.

 

   Comenzaron entonces a arreciar las tormentas,

y en las tardes más crudas yo salía a tu encuentro

y te llevaba tiernas señales escondidas:

ramas que el aguacero hizo caer y cartas

escritas en la vela tenaz de la amargura.

Y llegué a confesarte que adoraba la lluvia

porque tus ojos eran semejantes a ella

y su color ponía entre el vino y el llanto

una muralla verde de inmortal pesadumbre.

 

   Adoré el pueblo roto, como a un viejo guerrero

que agonizara lejos de su patria; tu pueblo

húmedo y triste siempre, de iglesias solitarias,

de sórdidos casinos de gas parpadeante,

de parrizas oscuras, de huertos y atalayas

adonde tú subías y estudiabas a veces.

 

   Adoré la salvaje belleza de la fábrica

tendida sobre un campo de espléndidos cultivos,

y el callejón de tapias combatidas y bajas

que serpea entre fincas y haciendas casi ocultas.

Adoré Monte Mero, que me llevaba a ti

y que yace debajo de los rojos alfares;

y los largos caminos mojados, y los árboles

puros e impetuosos de final de noviembre,

y «El Calabrés» sumido frente al mar, y las teas

que en el copo nocturno sostienen los muchachos…

 

   Y sólo allí mi vida fue sombría y dichosa,

a un tiempo irreductible y pronta a la aventura.

Sólo en «El Calabrés», de nombre amargo y suave,

donde tú me esperabas una vez sin saberlo.

 

[Vicente Núñez, Los días terrestres (1957),

incluido en Poesía (1954-1990).

Edita Excma. Diputación Provincial de Córdoba.

Págs. 54 y 55.

Córdoba 1994]

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VICENTE NÚÑEZ, I: Primera Epístola a los Ipagrenses. Antonio Luis Albás (2014)

VICENTE NÚÑEZ, II: Plaza Octogonal, I y Homenaje a Juan Vicente Gutiérrez de Salamanca y Fernández de Córdoba. Antonio Luis Albás, (2014)

VICENTE NÚÑEZ, III: De la Plaza Octogonal; Piedra y Cielo y Homenaje a Juan Vicente Gutiérrez de Salamanca y Fernández de Córdoba. Antonio Luis Albás, (2014)

VICENTE NÚÑEZ, III: De la Plaza Octogonal; Piedra y Cielo y Homenaje a Juan Vicente Gutiérrez de Salamanca y Fernández de Córdoba. Antonio Luis Albás, (2014)

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   «Yo le llamo la ventana pero, claro, ten en cuenta que el cielo de la plaza, o la plaza misma, tiene dos cielos: el que está por encima del octógono y ese otro que se ve, que yo llamo la ventana desde el arco largo, que baja. Son dos cielos con dos tonalidades distintas: una en azules, el cielo propiamente dicho, el cielo de la plaza, el cielo plano, el cielo techo; y luego ya lo que se ve a través del arco, ese pedazo curvo de cielo no recortado en ochavas, ese pedazo en medio punto ya es incandescente, la bóveda queda azul como si fuera la magna lente de un observatorio astronómico, que es posible que tenga ese sentido.

»El constructor de esa plaza es posible que tuviera algún sentido esotérico, de una observación estelar porque, ten en cuenta que por el cielo de la plaza —yo lo he visto en múltiples veranos— pasan cosas, objetos incandescentes, nubes con formas extrañas de animales prediluvianos, segmentos de peces rotos, nudos y huesos pasan, pasan, siguen… Grandes melones de luz en agosto con bombardeos de meteoritos, que no lo parecen.

»Es un gran observatorio, es una gran lente. Es un espacio acotado: el espacio no es más espacio hasta tanto no está perfectamente acotado.

»El cielo a campo abierto no es tan cielo como el cielo acotado de la plaza.»

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IPAGRO EN «CARMINA»

VICENTE NÚÑEZ, II: Plaza Octogonal, I y Homenaje a Juan Vicente Gutiérrez de Salamanca y Fernández de Córdoba. Antonio Luis Albás, (2014)

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                             I

 

A Carmen Romero

       NO definen sus formaciones

   sotabancos ni pináculos;

   no abarcan en la cal lo estricto.

   Se deliberan en sí mismos

   como inducidos por las tejas:

   última escoda antes de un cielo

   que los conmina a ser más ágiles.

   Surgen ya recurridos; burlan,

   en el carril del friso, un ralo

   jaramago que no se atiene

   al disoluto canon jónico.

   Manchas enfoscan mapas húmedos;

   arqueología y aporía

   en el mental plano de arranque.

   El recorrido se convierte

   ahora en recta y gruesa faja,

   por donde asoman como hebras

   de leve gasa las cornisas:

   ramal que los dispersa y hunde

   hasta los dovelajes bajos.

   ¿Enuncian un patrón, se rinden

   al propio desarrollo entero?

   ¿Saltan a otro despliegue, logran

   cualquier formulación de esquema

   y se entreabren, pugnan, muerden

   el escuadrón de las barandas?

   Ya sólo apuntan a un exceso,

   a una febril idea métrica.

   Ya sólo tienen una insólita

   meta radial: equivocarse.

 

[Vicente Núñez, Poesía (1954-1990).

Edita Excma. Diputación Provincial de Córdoba.

Pág. 244.

Córdoba 1994]

 

VICENTE NÚÑEZ, I: Primera Epístola a los Ipagrenses. Antonio Luis Albás (2014)

 

   COMO el campo de extenso,

pero, ay, como él, tan infecundo,

subsiste el corazón.

Oh infausto fruto, oh rota

caña que te coronas

en el desvalimiento

y cedes al envite

del efímero aire,

¿quién es aquél que a izarte y a segarte

se atrevería, dime,

si no es el trono mismo

de la aridez perpetua y su impostura?

 

   El atavío de la

vecindad aparente,

el falaz aleteo de las altas

estrellas inasibles

son protección que arrasa

las cepas y los vástagos

en el incendio atroz de la ruina,

en la gruesa gusana de la plaga.

 

   ¿A qué seguir entonces en la escala

de lo nudoso? ¿A qué rozar el alma

como si en la ceniza se atrojaran

recolección y amparo?

¿En qué silos —alero

que se desagua en lluvias

y rebasa el aljibe—

está enterrada y casi amortajada

la careta del grano,

el sucio faenar y el andamiaje

de lo manco del ser,

como en la floja zanca de un tullido?

El voraz harapiento, el que huronea

y se alebrona y urde la patraña

otoñal; los alardes

de la incierta esperanza,

de la endeblez altiva,

del saco cosechero y la arpillera

soez del correteo,

¡cómo escarban denarios

en lo gredoso y huero de la cáscara!

Parto ya arado y seco

de faenas y aperos,

qué ausentes de las sendas

del alto caserío de la vida

estás, qué enteco y yermo,

qué atrapado de andrajos y lisonjas.

Ese comercio de lo real es muerte,

y su albarán se arruga

entre las bagatelas de la siembra

del ser, que se dispersa

como frágil vilano,

como semilla errante,

disfrazada y artera,

veraz en lo pausado

de la escasez; taimada

podredumbre y verdura

que se degrada y ata a germinales

encarnaciones lóbregas.

 

   Más durable es el llanto.

Más durable es que el mundo.

Porque, en la tarde, esparce,

tras los balcones de las rojas nubes,

lo que sería amar y abrirse luego

al don sin siembra, al fruto

que se incendia y deshace,

al estallido inmune

del ser en su hermosura,

sin límite en la luz ni en las fronteras.

Desnudo y solo como un dios futuro.

 

 [Vicente Núñez, Cinco epístolas a los ipagrenses.

Edita Excma. Diputación Provincial de Córdoba.

 Págs. 11 á 14. Córdoba 1984]

AMOR ONÍRICO. Poema de Al-Mu‘tāmid Ibn‘Abbād (traducido del árabe por María Jesús Rubiera Mata)

 

fotodeunafotovicentenuñezODP2013Sobre una foto de Vicente Núñez por Ángel Márquez

(Foto: ODP Aguilar de la Frontera 2013)

 

amoroníricoALMUTAMID

Te he visto en sueños en mi lecho,

y era como si tu brazo mullido fuese mi almohada;

era como si me abrazases, y sintieses

el amor y el desvelo que yo siento;

era como si te besase los labios, la nuca,

las mejillas y lograse mi deseo.

¡Por tu amor! si no me visitase tu imagen,

en sueños, a intervalos, no dormiría más.

 

Kāmil. Dīwān, Suyssī, 41

[Al-Mu‘tāmid Ibn‘Abbād, Poesías.

 Antología bilingüe  por María Jesús Rubiera Mata

Instituto Hispano-Árabe de Cultura.

Págs. 90-91.

Madrid, 1982]

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CARTA. Poema de Al-Mu‘tāmid Ibn‘Abbād (traducido del árabe por María Jesús Rubiera Mata)

SÉ QUE ESTÁS MUY LEJOS (1ª VARIACIÓN SOBRE UN TEMA DE AL-MUTAMID). Poema de Lauro Gandul Verdún

UN MUSGO (2ª VARIACIÓN SOBRE UN TEMA DE AL-MUTAMID). Poema de Lauro Gandul Verdún

ONE MORE SLEEP: Al-Mu´tamid, Rey de Sevilla y Córdoba (1069-1090). Trad. arb. Antonio Luis Albás, (2014)

HIMNO: VICENTE NÚÑEZ. Antonio Luis Albás, (2013)

Vicente 17

HIMNO

¿Cómo he dilapidado tanto afán, amor mío?

¿Por qué tejí poemas en días ya lejanos

pudriendo de silencio mi voz? La insomne palia

de Penélope astuta cada vez me alejaba

más y más de lo único que importaba a mi vida.

Y cuando al fin llegaste arrasándolo todo,

verso de carne mío más hondo que el ensueño,

un himno de hermosura nos fundió para siempre

en la doble y perfecta mudez de la armonía.

V.N.

EL DINERO. Vicente Núñez

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No es estética el dinero, es ortodóntica… de ortodoncia, de los dentistas. Porque es completamente maxilar, devoradora, devorable también, y devorante. No me gusta nada, en absoluto.

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EL, O LO, ANDALUZ. Vicente Núñez

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El andaluz es una ortodoxia heterodoxa, es un castellano hablado a la andaluza. No hay más castellano que lo andaluz. Lo, ya no digo el, o sea que es un género. Ya ha subido a una categoría programada y paradigmática: lo abierto, lo desnudo…

…………Andalucía es honda. Todo lo que es hondo es andaluz… es una onda luminosa, un pozo profundo, inagotable… Andalucía es la intercomunicación… Onda sonora, onda en el espacio, honda.

«PENSAMIENTO CRÍTICO Y POESÍA EN LUIS CERNUDA» POR VICENTE NÚÑEZ, Y TRES CARTAS. Homenaje de «CARMINA» en el 110º aniversario del nacimiento de Luis Cernuda 1902-2012

Luis Cernuda por Gregorio Prieto
Fuente: Cuestiones de literatura española (siglo XX)

Re

Alude Luis Cernuda al frente de su importante libro Poesía y Literatura,(1) a la intencionalidad diversa de los capítulos que lo informan, aunque lo cierto sea que, por encima de esta o aquella coyuntura de ocasión o de fechas en el momento de su redacción, su carácter aparece ahora como inscrito en el pensamiento más voluntario y determinante del autor. No de otro modo tendrían estos trabajos de Cernuda, que abarcan en el tiempo (1935-1959) las tres cuartas partes de su vida poética, una trabazón tan profunda y una tal homogeneidad de concepto; lo que de por sí constituye algo de la mayor importancia en la historia última de nuestra poesía.

…………Y lo que admira no es tanto la penetración y conocimiento críticos con que Cernuda estudia a Garcilaso, San Juan de la Cruz o Aldana —páginas que alumbran nuevos ángulos de la sensibilidad clásica y de sus modos perceptivos— o sus agudos apuntes a Galdós y André Gide o a cuestiones ya cardinales de la poesía europea —como los que le inspiran las relaciones entre Goethe y Hölderlin y entre Rilke y la princesa de Thurn und Taxis—, cuando la experiencia misma que de ese trato y análisis se conforma en el espíritu del poeta, y que es lo que, líneas más arriba, me hizo aludir al curso de la historia de la poesía española, considerando que dichos resultados caerían por entero dentro de su problemática y fronteras.

…………La poesía española no ha sido dada, sino hasta época reciente, a confesiones o teorizaciones —y en esto la francesa le es, aunque con fortuna no más favorable, inversamente paralela— respecto de sus propósitos y esencia, como tampoco acerca de la función en que quedarían orientadas, dentro de la estructura del espíritu, sus consecuencias ético-históricas. Y esto por razones que no es del caso indicar, aunque sí quepa dar aquí por válido en ella ese su secular y crónico desentendimiento de un modo de trascendencia que, aun ignorándose, pretendiera suplirse sin otra alternativa a fuerza de laboriosos cuidados de escuela. Pero incluso en las ocasiones en que nuestros poetas llegaron a la formulación de una más o menos expresa doctrina de la poesía, el dogmatismo angosto y el desconocimiento de la realidad interior priváronla no ya sólo de contenido, sino de ese germen mediante el cual una tradición queda asegurada, y que constituye el verdadero órgano de una evolución integral de la misma.

…………Ni que decir tiene que nada más ajeno al propósito de Cernuda que la idea de una expresión sistemática de pensamiento poético, ya que lo que él debe ofrecernos, desde el círculo de su experiencia, son los resultados inmediatos de su acción coherente sobre el destino de una vivencia personal de la poesía. Y ese rasgo confiere a sus palabras, donde quiera que éstas aparezcan, la rectitud de un testimonio insuperable.

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Homenaje a Luis Cernuda por
Aleixandre, Lorca, Alberti, Neruda, Bergamín y otros
Madrid
1936
Fuente: Cuestiones de literatura española (siglo XX)

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…………Todavía resultan inusitados, después de veinticinco años, el enfoque y estilo de las Palabras antes de una lectura (1935), pertenecientes a un tiempo, de franco estertor superrealista, en que las «experiencias personales» a que ahí se hace referencia se detraían poéticamente del término de su verdadera vinculación esencial, dato que en la conciencia crítica de Luis Cernuda actuaría entonces como otra «tiniebla» más para el poeta, «fatal estorbo a la grandeza humana», en verso de Herrera no del todo ajeno para su propia época a la intención significativa con que lo cito aquí.

…………Aun a pesar de la concisa circunstancialidad de esas Palabras, el problema de la esencia de la poesía queda allí suficientemente apuntado, y no en la forma harto teórica y despersonalizada en que, desde Herder y Humboldt, lo vino haciendo la casi generalidad de la crítica oficial de la literatura, sino en la tensión de las fuerzas que para su obra futura se hacía inevitable como conflicto entre realidad y deseo, polaridad que así determina el carácter propio a la tarea del poeta, ya que, en el ámbito de su trabajo, deseo y realidad constituyen aspectos de una más profunda sustancia del mundo que abarca a ambos, como va implícito en el pensamiento de Fichte que Cernuda menciona. A esa realidad sustantiva en que consiste el fondo de la apariencia corresponderían los fundamentos de la actividad del poeta, a quien sostienen en su lucha por conciliar la «unión de los extemos», dentro de una «armonía superior a los poderes de la comprensión humana», la fuerza y el peligro de una asistencia «daimónica» que opera desde el misterio, aunque pueda asentirse a que, como en el Patmos de Hölderlin, «con el peligro aumenta lo salvador también».

…………¿Cuándo en España un poeta había intentado pensar o escribir de poesía dentro de un engranaje —más que de ideas— de vivencias de tal rango? Véase si no el carácter apriorístico de las doctrinas estéticas posrománticas o el pensamiento, incluso, de un Machado, que, pese a su densidad o importancia indiscutibles, adolece tan a menudo de inconcreción experiencial y de locuacidad petulante.

…………La realidad y el Deseo quedaba adscrita desde ese momento a un orden de preocupaciones de las que ni siquiera había aún indicios en la Europa de aquellos años, adelantándose, por su modo de actualizar y renovar la tradición del pensamiento romántico y metafísico alemán de finales del siglo XVIII no sólo a su época, sino a la nuestra también.(2) Resultado de ello sería la magnitud alcanzada por La Realidad y el Deseo en el cuerpo de su última edición, y el balance que de su vida y propia experiencia poéticas (Historial de un libro) hizo Cernuda en 1958, género sin equivalente en nuestra literatura y acaso la más profunda tentativa de autognosis poética llevada a cabo entre nosotros.

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La escritora María Dolores Aranda y Luis Cernuda
México
(principios años 60)
Fuente: La piedra de Sísifo

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…………La prolongada ausencia física de Cernuda del panorama de la literatura española había creado en torno a su obra un estado de socorrida y crédula indiferencia hacia ella, al considerarla fuera de su geografía espiritual y del horizonte, por tanto, de sus problemas. Mas los años han demostrado, con lo insostenible de la postura, justo todo lo contrario. De una parte, por el riguroso proceso formativo del poeta a lo largo de su peregrinaje, soslayando todo riesgo de disolución y ruina en la azorosidad del extrañamiento y el olvido, y que ahora, ya manifiesto, podemos seguir paso a paso en ese documento impresionante que es el Historial de un libro. Y de otra, porque, desde 1957 en que Cernuda publica en España sus Estudios sobre poesía española contemporánea, se incorpora in extenso al panorama crítico de su literatura, siguiéndole muy de cerca, en contrapunto al vasto acervo de su experiencia personal de la poesía, Pensamiento poético en la lírica inglesa, que apareció en Méjico en 1958 y que revelaría cuánta era su deuda para con uno y otra.

…………El pensamiento crítico en Luis Cernuda representa el proceso y la plenitud de una experiencia consustancial a la dialéctica del fenómeno poético. Sus elementos constituyen la historia de un acontecer personal de la materia de las formas cognoscitivas inherentes a la esencia de la poesía. De ahí su concentración intuitiva y el carácter intermitente y no siempre unívoco de sus conclusiones, ya que éstas, en la medida en que se pliegan o ensanchan de cara a los resultados de otras poesías a ella próximas en el tiempo, se asignan a sí mismas las posibilidades de su curso futuro.

…………En los años en que la poesía de Cernuda iniciara el difícil itinerario de las vicisitudes que le cupieron en suerte, la poesía europea cerraba el capítulo de una amarga experiencia: el de la putrefacción paulatina de las formas que habían intentado edificar sobre la imagen los principios de un nuevo positivismo inmanentista. Era natural y lógico que el mundo que de ellas quedaba así desalojado se apareciese de pronto en toda su desnudez acusadora y como siendo razón irrecusable de un destino mejor. La evidencia entonces de que sólo al contenido popular que permanecería intacto en la base de ese mundo recién recuperado corresponderían los cuidados y triunfos futuros, se desviaba ya desde sus comienzos hacia una acción de partido, coincidiendo con una época en que la literatura veíase proyectada sobre un área social de amplitud incalculable.

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Luis Cernuda
por Gregorio Prieto
1937
Fuente: Literatura española alternativa

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…………El problema de los públicos en el destino social de la poesía constituía un capítulo más del problema económico de la participación global de los individuos en la dialéctica de los medios de producción. Sólo que un error de principio disipaba para aquél toda esperanza de éxito, ya que, en el terreno de la práctica, lo que se imponía no era un arte para el pueblo  —vaga entidad esgrimida por quienes o habían perdido toda conciencia del mismo o teníanla en extremo irritada—, sino, en todo caso, la preformación de un público —popular, si se quiere— en orden a las imprescriptibles exigencias del arte, sin que importara demasiado su filiación clasista, ya que, desde el punto de vista de su detentación, cualquiera sociedad resultaría enteramente «anónima», como ha escrito Roland Barthes refiriéndose a la burguesía.

…………A la amplitud y urgencia de tales problemas corresponde en Cernuda el contenido de su artículo «Poesía popular» (1941), escrito en un tiempo, téngase en cuenta, en que su repercusión aún tardaría en hacerse sensible entre nosotros, bien que, como esas páginas tan agudamente ponen de manifiesto, pocas literaturas podían como la nuestra ofrecer una base histórico-social de tantas posibilidades para la recta comprensión de su alcance, a poco que con objetividad se meditase sobre ella. Y no deja de ser significativa la cita allí de Wordsworth con su doctrina de la dicción poética, dando matiz propio a los anhelos de Cernuda, no sólo porque denotara la orientación entonces inglesa de su poesía —que hizo posible, entre otras cosas, su traducción del Troilus and Cressida, de Shakespeare, y que constituiría la revelación inestimable de un lenguaje de precisión inusitada entre nosotros—, sino porque además expresa la síntesis de pensamiento que se verificaba en el poeta y el camino a seguir, por tanto, en el seno de la misma.

…………Puede afirmarse que los ideales de un cierto arcadismo conceptual que se advierten despiertos en el transcurso de la lírica inglesa —constantes, cuando menos, en los poetas del período romántico— hallaron su correlato en los afanes de perennidad que para la exaltación de la hermosura de los seres del mundo alimentaba la fantasía de Cernuda, aunque el sustrato ideológico de esos sentimientos sobrepasara con mucho el esquema lírico de aquéllos. De tal modo que esto, más que el resultado de una influencia, constituía un fenómeno ocasional de comunidad de intenciones, como el propio Cernuda ha reconocido y se deduce de la trayectoria seguida luego por su obra poética, que tenía asumidos, como consecuencia del conocimiento y estudio de la poesía de Federico Hölderlin, los enunciados de un problema más vasto: el del espíritu de la tradición del romanticismo europeo y de sus posibilidades dentro del sentido general de la vida. Hecho al que Cernuda ha podido referirse como a una de sus mayores experiencias de poeta.

…………Es así que su poesía —cuando, por razón de temperamento, no es mera coincidencia— habría asimilado, de una parte, la precisión y reticencia de la lírica inglesa, dentro de la reposada armonía de una métrica que apura todos sus confines expresivos; y, de otra, el ritmo interno que no disloca el fluir emotivo de la frase, sino que lo sostiene a nivel de los sentimientos con un doble eco de melancolía y de entusiasmo, como se produce en la poesía romántica alemana posterior a Schiller.

…………El ideal griego de los héroes y los dioses, en el marco de la naciente ética de la personalidad y en contraste con la miseria de la vida alemana a finales del siglo XVIII, alecciona, con la venerable antigüedad de sus formas morales y su contenido tan rico en situaciones últimas, a una poesía como la de Cernuda, situada desde sus comienzos en el llamamiento de una superación del paganismo inmediato y anónimo de los sentidos.

…………Las prescripciones de la cultura, en ésta como en aquella época, contravienen el desarrollo de esos ideales tras lo que alienta un concepto más comprensivo del hombre y una idea más esencialista de sus postulados. Y si bien es cierto que en la presente hora el horizonte de ese humanismo se ha visto entenebrecido hasta más allá de su límite, no lo es menos que sus virtualidades permanecen aún erguidas, como punto inflexivo de un momento histórico en que —con expresión de Zubiri— Europa alcanza su madurez. Los esfuerzos que sobre él se dirijan habrán de ser medidos por la conversión de sus fracasos en un canto que, por encima de los dispersos materiales del hombre de nuestros días, advierta con humildad y pureza el advenimiento del hombre futuro.

…………Las energías de nuestro tiempo dedicaron gran parte de sus ímpetus al desarrollo, todavía, de aquel esquema del mundo que en los años juveniles  de Hölderlin íbase edificando en el espíritu de un pequeño grupo de muchachos de la Fundación de Tubinga, donde Hegel desempeñaba la primacía del pensamiento. Sus resultados han sido amargos muchas veces y funestos casi siempre. Pero cuando la más profunda metafísica de nuestro siglo aborda la defensa del ser y la lucha contra el nihilismo, descubre en Hölderlin, en la poesía, la ascendencia de un hogar favorable.

…………Me he referido a cuestiones de esta índole porque considero que el espíritu de la poesía de Luis Cernuda participa, en última instancia, de la naturaleza de los problemas allí congregados, y porque su obra, con singulares dones, aporta un testimonio considerable en los anhelos del porvenir.

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[Vicente Núñez, «Pensamiento crítico y poesía en Luis Cernuda».

Revista Ínsula, núm. 170, Madrid, 1961]

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1 Col. Biblioteca Breve, Editorial Seix Barral, Barcelona, 1960.

2 En un libro reciente veo citado a Cernuda como encarnando una tradición europea que habría perdido vigencia en la tercera década de ese siglo, cuando es lo cierto que ni jamás perteneció a ella ni, como parece, llegó aún la hora de discernir la verdadera importancia y carácter de su obra.

*

Tres Cruces, 11
Coyoacán
México, D.F.
México
Enero 2, 1961

Querido Vicente Núñez:

…………Feliz año nuevo. Gracias por sus buenos deseos para mí en éste que comienza.

…………Por el tono con que me entera de su cambio de residencia supongo que no le satisface mucho. Esperaba que, según me dijo Sebastián Kerr, hubiera usted tenido ocasión de salir de España, al menos por unas semanas. Pero también sé por el mismo que no pudo usted obtener su pasaporte a tiempo.

…………Le agradezco, aun sin conocerlo todavía, ese trabajo de que me entera acerca de Poesía y literatura. Pero su noticia me ha planteado unas cuantas dudas, aunque usted no tiene la menor noticia de la causa de las mismas.

…………No sé si sabe que Ínsula no ha hablado nunca, con pocas excepciones, de la aparición de mis libros. Creía que era por razones «políticas», pero luego comprendí que eran otras razones las que tenía para dicho silencio.

…………Por eso me extraña mucho que vayan a publicar, según usted me dice, ese trabajo suyo.

…………Tan convencido estaba de que también guardarían silencio sobre mi último libro, que pedí expresamente a Carlos Barral que no lo enviara a Ínsula ni a Cano. Y ahora usted me dice que ha recibido ejemplar, pidiéndolo para usted al editor nada menos que el mismísimo Cano.

…………Claro, se lo publiquen a usted o no, eso no hará, aun en el caso de que se lo publiquen, que mi repugnancia a la ruindad de Canito, Cano y Canoso, y a la Ínsula, disminuya en nada.

…………Saludos de su amigo

Luis Cernuda

…………¿Qué novedades puede decirme  de su propio trabajo?

…………Le enviaré ese libro que quiere.

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Tres Cruces, 11
Coyoacán
México, D.F.
México
Abril 7, 1961

Querido Vicente Núñez:

…………Por una inadvertencia mía he perdido su nueva dirección, así que estas líneas las envío a Bernabé, en Málaga, para que haga el favor de reexpedírselas a Córdoba. Por la misma causa aquí tengo, a la espera de su dirección, ejemplar de Pensamiento poético, etc., que enviaré también por conducto de Bernabé si no recibo sus noticias y dirección. Perdone la distracción y la demora.

…………Ayer vi en el Fondo de Cultura, adonde reciben Ínsula, su trabajo publicado en el número de enero. Se lo agradezco mucho, su amabilidad y generosidad para conmigo, y me ha interesado mucho su lectura. No se moleste en enviármelo, porque aquí puedo comprarlo en varias librerías donde reciben el periódico.

…………Lo que siento es el truco que le ha jugado el Cano. Me figuro el argumento de la gentuza «insular»: «¿que nosotros no hablamos de los libros de L.C.? Pues ahora hemos hablado de él, y bien elogiosamente, de un libro cuya circulación no se permite aquí. Vean si somos “generosos” y “valientes”.»

…………No le diría esto si otros no hubiesen comentado ahí, en público, ese silencio tan raro, cuyas causas me figuro.

…………Es posible que en agosto me vaya a Estados Unidos otra vez. Digo otra vez porque el verano pasado estuve en Los Ángeles, invitado al curso de verano de la Universidad de California. De irme, iría a San Francisco como profesor visitante para el curso próximo, y estaría allí de septiembre a junio, con probabilidad de quedarme, si me agrada. Ya le avisaría, si el asunto se arregla satisfactoriamente.

…………¿Y de su trabajo poético? Déme noticias del mismo y de usted. Ya sabe cómo me interesa lo que escribe.

…………Tengo casi acabada la sección XI de La realidad y el deseo, aquella sección «sin título, inacabada» de la tercera edición. Se llama Desolación de la quimera y llevo escritos unos veintitantos poemas, además de los ocho que conoce.

…………Un abrazo, con el agradecimiento por su muy generoso e inteligente comentario, de su amigo.


Luis Cernuda

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Tres Cruces, 11
Coyoacán
México, D.F.
México
Mayo 31, 1961

Querido Vicente Núñez:

…………No sabe cuánto siento lo que de usted mismo me escribe. Creo que necesitaría salir de ese infecto país; es verdad que, al decirle esto, pienso en mi estado y sentimientos de cuando vivía ahí, y propongo para usted una solución que fue efectiva para mí, pero que acaso no lo sea en su caso.

…………Además, tener que vivir en un pueblo español, donde toda barbarie tiene su asiento —sin aludir ahora a las ciudades españolas, no menos bárbaras—. Siempre releo con mucho encanto las novelas de Valera, pero me figuro que él veía los pueblos cordobeses, donde aquéllas ocurren, desde Viena, Washington, etc.; es decir, poetizando a distancia el ambiente pueblerino andaluz.

…………Hablé con un señor Andújar (escritor él), del Fondo de Cultura, sobre lo que usted me decía en su carta. Me dijo que iba a escribirle, y me parece haber acogido con interés la petición. Veremos resultados.

…………Ya tengo mi visado para Estados Unidos, así que espero irme a San Francisco (al San Francisco State College) a fines de agosto probablemente. Ya le avisaré de mi dirección, que le ruego guarde y no comunique.

…………En Papeles [de Son Armadans]aparecieron varias cosas, después del límite que me indica, pero siempre pedí al señor Cela que no me enviara separatas, que detesto.

…………Kerr me escribe, y fue él quien me dio recientemente la dirección de usted. Por cierto, el libro sobre poesía inglesa se lo envié por correo ordinario con fecha de mayo 3. Supongo que no le llegará hasta julio.

…………Que su salud, tanto de ánimo como de cuerpo, mejore.

…………Amistosamente suyo

Luis Cernuda

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[De «Epistolario inédito», recopilado por Fernando Ortiz

Sevilla

1981]

«RECINTO MÁGICO». Fragmento (1) de «LA PLAZA PÚBLICA COMO ESPACIO DE DEMOCRACIA Y CULTURA» por Lauro Gandul Verdún (Lisboa, 10 de mayo de 2012)

Vicente Núñez (1926-2002) en su poema «Plaza octogonal» nos ofrece claves para la comprensión del concepto de plaza como espacio privilegiado, donde la arquitectura delimita su contorno, único apto para un dintorno destinado a espacio público, al ámbito donde la opinión pública, donde tratar «de asuntos ipagrenses» (gentilicio de Ipagro, nombre romano de Aguilar de la Frontera), asuntos de cives. El poema tiene cinco partes. Elegimos la dos últimas:

«Literales, las jambas,
siempre sumisas a severos
dictámenes, aportan
nueva maraña de sentidos.
Qué flanquean: lo oscuro,
los mil dinteles de la ya inminente
transformación rudimentaria,
la presencia de signos
no suscitados desde los albores
del compás y el escoplo.
Penetrabilidad de las edades
en el recinto mágico.»

…………Para el poeta la plaza existe porque sus pilares siempre se han rendido a lo áspero del juicio inveterado para poder sostener el dintel y el arco, pero a la vez «aportan nueva maraña de sentidos». La plaza es un «recinto mágico» donde cabe el tiempo del mundo, donde los siglos han venido penetrando. Las edades han sido traídas por los llegados a ella a tratar de los asuntos que les concernían, cuestiones de la ciudad, o a juzgar o a ser juzgado, o a ejercer la reclamación contra el otro, o a premiarlo, y trajeron también la transformación sin solución de continuidad.

,,,,,,,,,,,,El espacio de la plaza es el hueco imprescindible para que la ciudad sea ciudad, un vacío donde la ciudad tiene su cimiento tangible e intangible, donde la arquitectura constituye por naturaleza un hecho urbanístico porque tiene como función alojar la vida civil, o la del mercado, la del dar o el recibir, la del logos  porque la arquitectura comprende el albor y el crepúsculo, y, en medio, el bullicio del mediodía que se ofrece dispuesto para que el ser humano, el aristotélico zoon politikón o el romano cives, permitan «la presencia de signos/ no suscitados desde los albores/ del compás y el escoplo».

…………Continuidad inveterada e invención continua del espacio público, no obstante los severos dictámenes a los que siempre han de ser sumisas las jambas, el poeta allí puede llegar desnudo y pide ser abrazado:

«Abrázame ahora mismo.
Vuelvo desnudo con un cesto de uvas
al lagar de tus padres.
No me preguntes nada.
Bajo los parasoles del mercado,
la mañana se abría
de codicia y sandalias.
Extiéndeme o exhíbeme
como un tul. En Corinto,
solían los ladrilleros
hablarme sin reparos
de asuntos ipagrenses.
Vengo a vender mi cuerpo.»