POEMAS DE ANTONIO MEDINA DE HARO EN POEMAR Nº 8 (con dibujo de Luis Caro).1992
A mi madre
¿ERES del otoño la serenidad?
¿Serás del desierto la belleza?
¡Seas de una triste hoja la humildad!
¡De la vida gentileza!
¡Y del tiempo ligereza!
Otra forma de vivir el dolor tiene su faceta en lo que nosotros llamamos compasión. A veces, el dolor aumenta por culpa de este sentimiento. Graham Green ha planteado la compasión como una pasión, de suyo, indiferente; no es buena ni mala, porque en su origen es una reacción del instinto de defensa frente al sufrimiento del otro. En realidad, el compasivo no hace sino proteger su propia sensibilidad. La compasión, en este sentido es una enfermedad. Y nos lleva a la desesperación. Es una faceta que sufre el que se duele y resulta, pues, una equivocación, cualquier actitud que potencie la compasión. Podíamos preguntarnos hasta qué punto nos equivocamos con nuestras compasiones y porqué es morbosa la autocompasión -en especial- o qué hay de auténtico cuando contemplamos o pretendemos consolar al sufre.
Perdónenme pero yo prefiero un «dolor pagano», porque lo he tocado y me es familiar su grito de: ¡Ánimo que tú puedes, adelante! Yo prefiero esto. ¡Milagros, no!.
En la Unidad de Cuidados Intensivos da tiempo a sentir TODO de una forma cósmicamente intensa. Se hacen verdad las palabras del dicho panteísta de que:
Cuando el absoluto cae al mar
se convierte en pez.
No se puede ser dichoso ni tenemos derecho a buscar la dicha personal mientras los demás hombres estén sumidos en el dolor,o les hagamos una escalofriante FICHA DE INGRESO como ésta:
Nombre: Antonio Martín Cruz.
Domicilio: Vivía en una alcantarilla.
Profesión: Obrero sin trabajo.
Observaciones: Le encontramos moribundo.
Padecía: Hambre.
El dolor es un misterio universal e inevitable que sobrecoge y desconcierta al ser humano. Con frecuencia se proponen fórmulas más o menos auténticas como: resignación pasiva, escapismo, anulación de la voluntad… etc., pero, en ningún caso, resuelven las preguntas que todo hombre se hace: ¿Qué sentido tiene el sufrimiento? ¿Cómo se armoniza la realidad dolorosa con la tan traída y llevada Bondad Divina? La poetisa (G. Fuertes) dice:
Dios ahoga pero no aprieta
siempre está sobreaviso;
luego te quita el dolor
y te pone la cena.
¿Es esto una concepción irónica…? Desde aquel lamento de «Elí, Elí, lamma Sabactaní» (Señor, señor ¿por qué me has abandonado?) pasando por Niestzche, Jasper, B. Russell hasta el «élan vital» de H. Bergson, no hemos cejado en nuestra morbosidad o masoquismo y jamás nos hemos planteado el dolor con el talante de conocer las distintas maneras que tiene de presentarse, y hablar de él con un sentido cósmico de comunicación, solidaridad y posibilidades de alivio, consuelo y felicidad (por más que nos haya podido surgir la pregunta). Téngase en cuenta que el dolor proporciona una oportunidad para el heroísmo y, lógicamente, somos muy dados a aprovecharla con asombrosa frecuencia. No es ésta mi óptica porque:
Soy tan pobre, tan pobre,
que no tengo ni nadie.
O quizá podríamos pensar, cuando llega la soledad, aquello de:
No debiera estar serio
pues vivo como quiero
sólo que a veces tengo,
un leve sarpullido.
NO veo mi sombra
Ni escucho su voz
Riego con mi sangre
Las rosas de tu amor
Polvo de tus labios
Quisiera humedecer
Llorando mi sueño
Con las rosas de tu boca
Plumas de tus alas quiero
Paloma de mis cartas
Porque en mis palabras llevas
Las rosas de mi corazón.
MI alma llora,
No es ella,
Ha dejado su blancura
Y está negra, de pena.
Se ha ido al baile del amor;
Allí danza, gritando
Que está enamorada
Y que tiene lágrimas de pena.
Ha bebido en la fiesta,
Ya delira y grita
¡Grita que quiere mucho!
Y que está borracha de pena.