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HIMNO: VICENTE NÚÑEZ. Antonio Luis Albás, (2013)

Vicente 17

HIMNO

¿Cómo he dilapidado tanto afán, amor mío?

¿Por qué tejí poemas en días ya lejanos

pudriendo de silencio mi voz? La insomne palia

de Penélope astuta cada vez me alejaba

más y más de lo único que importaba a mi vida.

Y cuando al fin llegaste arrasándolo todo,

verso de carne mío más hondo que el ensueño,

un himno de hermosura nos fundió para siempre

en la doble y perfecta mudez de la armonía.

V.N.

JOSÉ LEZAMA LIMA. Una batalla China. Antonio Luis Albás y de Langa, (2013)

 

UNA BATALLA CHINA

 

Separados por la colina ondulante,

dos ejércitos enmascarados

lanzan interminables aleluyas de combate.

El jefe, en su tienda de campaña,

interpreta las ancestrales furias de su pueblo.

El otro, fijándose en la línea del río,

ve su sombra en otro cuerpo, desconociéndose.

Las músicas creciendo con la sangre

precipitan la marcha hacia la muerte.

Los dos ejércitos, como envueltos por las nubes,

se adormecen borrando los escarceos temporales.

Los dos jefes se han quedado como petrificados.

Después cuentan las sombras que huyeron del cuerpo,

cuentan los cuerpos que huyeron por el río.

Uno de los ejércitos logró mantener

unida su sombra con su cuerpo,

su cuerpo con la fugacidad del río.

El otro fue vencido por un inmenso desierto somnoliento.

Su jefe rinde su espada con orgullo.

 

J.L.L.

DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI. Con Ocasión del Viaje Apostólico a Alemania 2011. Visita al Parlamento Alemán. Antonio Luis Albás

VIAJE APOSTÓLICO A ALEMANIA
22-25 DE SEPTIEMBRE DE 2011
VISITA AL PARLAMENTO FEDERAL
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Reichstagsgebäude, Berlín
Jueves 22 de septiembre de 2011

 

Ilustre Señor Presidente
Señor Presidente del Bundestag
Señora Canciller Federal
Señor Presidente del Bundesrat
Señoras y Señores

Es para mí un honor y una alegría hablar ante esta Cámara alta, ante el Parlamento de mi Patria alemana, que se reúne aquí como representación del pueblo, elegido democráticamente, para trabajar por el bien común de la República Federal de Alemania. Agradezco al Señor Presidente del Bundestag su invitación a tener este discurso, así como sus gentiles palabras de bienvenida y aprecio con las que me ha acogido. Me dirijo en este momento a ustedes, estimados señoras y señores, también como un connacional que por sus orígenes está vinculado de por vida y sigue con particular atención los acontecimientos de la Patria alemana. Pero la invitación a tener este discurso se me ha hecho en cuanto Papa, en cuanto Obispo de Roma, que tiene la suprema responsabilidad sobre los cristianos católicos. De este modo, ustedes reconocen el papel que le corresponde a la Santa Sede como miembro dentro de la Comunidad de los Pueblos y de los Estados. Desde mi responsabilidad internacional, quisiera proponerles algunas consideraciones sobre los fundamentos del estado liberal de derecho.

Permítanme que comience mis reflexiones sobre los fundamentos del derecho con un breve relato tomado de la Sagrada Escritura. En el primer Libro de los Reyes, se dice que Dios concedió al joven rey Salomón, con ocasión de su entronización, formular una petición. ¿Qué pedirá el joven soberano en este momento tan importante? ¿Éxito, riqueza, una larga vida, la eliminación de los enemigos? No pide nada de todo eso. En cambio, suplica: “Concede a tu siervo un corazón dócil, para que sepa juzgar a tu pueblo y distinguir entre el bien y mal” (1 R 3,9). Con este relato, la Biblia quiere indicarnos lo que en definitiva debe ser importante para un político. Su criterio último, y la motivación para su trabajo como político, no debe ser el éxito y mucho menos el beneficio material. La política debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz. Naturalmente, un político buscará el éxito, sin el cual nunca tendría la posibilidad de una acción política efectiva. Pero el éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del derecho. El éxito puede ser también una seducción y, de esta forma, abre la puerta a la desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia. “Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado de una gran banda de bandidos?”, dijo en cierta ocasión San Agustín. Nosotros, los alemanes, sabemos por experiencia que estas palabras no son una mera quimera. Hemos experimentado cómo el poder se separó del derecho, se enfrentó contra él; cómo se pisoteó el derecho, de manera que el Estado se convirtió en el instrumento para la destrucción del derecho; se transformó en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar el mundo entero y llevarlo hasta el borde del abismo. Servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político. En un momento histórico, en el cual el hombre ha adquirido un poder hasta ahora inimaginable, este deber se convierte en algo particularmente urgente. El hombre tiene la capacidad de destruir el mundo.

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70 AÑOS DE LA TOMA DE MADRID, (1939/2009). Antonio Luis Albás y de Langa, (2010)

TEXTO: EPÍLOGO AL LIBRO CRÓNICA DE PARÍS DE LAURO GANDUL VERDÚN. Antonio Luis Albás y de Langa, 2008. Ilustración Xopi. Traducción Manuel Núñez Barral

 

  
 
  
 
 
 
 

 

Planos, planos de luces, de formas delimitados por gruesos trazos calcinados de negro. Planos pintados en diversos tonos. Titanio, hierro. Cianuro.

Como si de una taxonomía de lo movible se tratase. Lauro abancala y enfoca el paisaje en un esqueleto cuyas tangencias pretenden devolver el encolado global de la escena.

Cartografiar es siempre abesanar desde dentro y sus atropados poemas son avatares –que él abalea y compara en prismas con mil caras de luz- cuyo camón reconstruye la delicada red de su congerie.

Venimos pues a contemplar esa descomposición en planos y hallamos la armadía de su proceso inverso: El efugio tangible por el que la tierra se atresnala y entesta.

Eduzco que lo Lauro no es ya sino el múltiple y mutuo intercambio en la mirada. La recomposición modular de un conjunto de soluciones crónicas a las que apuntó Fermat desde siempre.

Un par de líneas oscuras es suficiente para poder corografiar el mundo.

A.L.

 

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Des plans, oui, des plans de lumières, des plans de formes délimités par de gros traits noirs calcinés. Des plans peints de différents tons. Titane, fer. Cyanure.

Comme s’il en était d’une taxonomie de ce qui peut bouger. Lauro démonte et centre le paysage sur un squelette dont les tangences prétendent rendre à la scène l’encollé global.

Cartographier c’est faire des billonnages dès l’intérieur ; et ses poèmes attroupés sont des avatars – qu’il débourre et compare sous des prismes aux mille faces de lumière – dont la structure reconstruit le réseau délicat de son amoncellement.

Nous venons contempler une décomposition en plans et nous trouvons le radeau du processus inverse. L’évasion tangible en raison de laquelle la terre forme des gerbiers et s’emboîte.

J’en déduis, que chez Lauro ce n’est plus que l’échange multiple et mutuel dans le regard. La recomposition modulaire d’un ensemble de solutions chroniques que Fermat a signalé depuis toujours.

Deux lignes obscures suffissent pour pouvoir faire la chorographie du monde.

A.L.

 

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Padilla Libros & Instituto Tipográfico del Mediodía. Crónica de Paris. Chronique de Paris. ISBN: 978-84-8434-481-0. Tamaño 21 x 15. 61 pág.

TEXTO: (CUATRO DIBUJOS DE VICENTE NÚÑEZ. Antonio Luis Albás y de Langa, 2003)

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Copa Griega, 1991; V.N. (Tinta sobre papel 17,5×12,07). Texto Publicado en Ánfora Nova

                            La vida no. Es el Arte el que dió siempre un sí a la vida.

Así como la pleita se desata y abrocha hasta prolongar sus espirales más allá de sí misma, mordiendo el espacio donde Cernuda había extraído los cristales laminados de su verticalidad; Vicente Núñez lleva al extremo una de sus más firmes convicciones, la inestabilidad de la forma.

 

Advertido como estaba por los preludios parisinos, en los que Nijinski había encontrado el abrazo insondable de la muerte, por el hecho de haber relegado y llevado más allá lo movible; Vicente horada el sepia, y su corteza, como retorcida lava, se rastrea y hocina en la cotidianidad, donde siempre encontró el cetro de sus signos.

Cuando Vicente dibuja, reemplaza la persistencia de cualquier tipo de transcendencia por una modulación que arranca de la materia y extrae de ella su deterioro y sentido extensor. Los dibujos, estos dibujos se organizan entonces en función de sí mismos, respondiendo al dictado donde la pluma se rinde al papel y, anfractuosamente, lo transporta consigo.

Unos dibujos que no buscan su término, inconclusibles, que corren a su propio impulso y por eso exploran, rápidos, que devienen, sin estudio ni preparación previa. Unos dibujos propios de tabernas.

Vicente traslada el fenómeno pictórico a la atmósfera plausible que emana de todo ello. Su luz era la luz desolada de los encuentros con lo mínimo, la persuasión de que sólo en la transformatividad, en la pequeña inclinación o “clinamen”, adquiriríamos el verdadero sentido de lo eterno.

Cuando la forma tiende a este estado de atrenzo, hay algo que escapa de ella misma. Los cristales están ya constituidos, pero la llama que los hizo posibles está ya, como siempre estuvo, en otra parte.

A.L.

TEXTO: (NATURALEZA MUERTA). Antonio Luis Albás y de Langa, 2003)

naturalezamuerta

Naturaleza Muerta, 1949. V.N. (tinta sobre papel, 20×14,99). Texto Publicado en Revista Renacimiento)

 

Vicente Núñez repasa e incide el mundo, y sus “corbeilles”, como ríos de añiles se infunden a manera de prismas en composiciones de una grave y grande atracción.

Si en los dibujos que él inicia en la década de los cuarenta se apunta a alguna expuesta diana, ésta sería la de insinuar en el bloque mismo de sus maclas, el atroz estado de desamparo y sospecha que establece sobre todo lenguaje constituido.

Del andamiaje o predela, refinado y brutal, Vicente desustenta la forma; y su campo óptico se justifica en los agudos, secos y acerados cristales cubistas donde las vanguardias europeas habían ya de antemano advertido su Imagen y plectro.

Discípulo mudo del cine, lo que fascina a Vicente del arte de los grandes maestros es lo que Eisenstein había explicitado como montaje. La sistematización de los distintos e intangibles puntos de fuga, la deriva afásica por la que todos los discursos se teselan, abandonan y concitan por siempre en los conflictos múltiples e íntimos de su sintaxis.

Cruje la palabra y sus venas arden en un holocausto final para la oscuridad y la muerte.

A.L.