LA MUERTE. María del Águila Barrios

 
 
 

[Foto: LGV, Gandul 2009]

 
 
 

Tal vez, en un sentido estrictamente político, no haya nada más democrático que la muerte. Y, además, la tenemos en medio de la vida, por todos lados, por mucho que cada uno de nosotros se esfuerce vitalmente, incluso, en quererla apartar de sí y de los demás, en particular de los suyos (su familia, sus amigos, sus correligionarios, sus colegas…), la muerte se nos va colando por todos los intersticios de la vida. Aunque para vivir con alegría puede hacerse como si no existiera. «Ojalá vivamos de manera que no temamos a la muerte de aquí; y ojalá muramos de modo que no temamos la muerte de allí» (P.J. Bailey, 1816-1902).

   Pero la ley de la muerte es inexorable y todos los linajes, sin distinción, mueren. Preguntar qué es, sólo sirve para contestar que el final de todo. ¿La nada?, ¿el no ser? ¿la última línea del dibujo de las personas y de las cosas, en un lugar y un tiempo dados?

   La vida es el bien supremo donde se alojan el resto de los bienes, que sólo sea la muerte la que acabe con la vida no es posible, sólo es puerta a otra vida si la que concluye agotó la humana capacidad. La vida vence a la vejez y a la muerte porque la convierte en más vida, en otra vida. He encontrado estos versos de Juan Rufo (1547-1620): La vida es largo vivir,/ y el morir fin de la muerte./ Procura morir de suerte/ que comiences a vivir.

   Hay que saber que el valor que se ostenta, si está basado en el amor, nos hace valientes. Héroes de la odisea de la vida de cada cual, y no cobardes. Con afán enfrentar la existencia hasta el último momento. Y no huir de los combates.

   He querido, hoy, escribir sobre la muerte porque está muy presente con la pandemia que sufrimos. La muerte ha dejado de estar en el ámbito de las personas para pasar al de los políticos que hasta la muerte quieren controlar. A mí me preocupa que la hayan convertido en una estadística diaria, que la manipulen y que quieran legislarla. ¡Qué osadía! La muerte es un hecho muy serio y pertenece a cada persona y a nadie más. De este mundo nadie ha escapado vivo y todos los muertos están en este mundo, ninguno salió. Así que aprendamos de las enseñanzas de la muerte y soñemos con la hermosura de la vida.

 
 
 [La voz de Alcalá, 2020]

 
 
  
 
  
 
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