Vecinas (historia de un escrache)
(Resina acrílica, terracota policromada y madera)
Han pasado estas Pascuas y las calles se han llenado de vecinos celebrándolas. En los barrios importantes del pueblo se han echado nuestros paisanos a la calle para celebrar estas fiestas señaladas. Se han llenado las iglesias, las casas, las tabernas, las tiendas de esas mismas personas que hemos encontrado en tantas calles, incluidas las del centro. Todo, realmente, impresionaba otra vez, como los años anteriores, por la vida que rebulle el pueblo cuando hace suyas las plazas, los rincones, el espacio público, que no es nada si el público como tal no lo utiliza. Y con ocasión de estas fiestas pasadas, en Alcalá el pueblo se ha comportado como pueblo, como sociedad viva que aspira a la alegría que resulta del bienestar de estar juntos. El que conquista el pueblo a pesar de tanto cafre municipal. Por cierto, a éstos no se les ha visto el plumero. No hay quien pille un concejal en los acontecimientos del pueblo vivo.
Dentro de poco por las calles alcalareñas discurrirá el caudal multicolor de máscaras y disfraces. La transformación de muchos en sus otros posibles para evidencia de esos días de metamorfosis. El carnaval se encarnará por el pueblo alcalareño. Florecerá del pueblo, y se cantará, se desfilará, se reirá, habrá abrazos y los extraños se besarán como amantes súbitos de un segundo irrepetible. Sí, lo hará el pueblo, la gente, las personas de la calle, se echarán a la calle. A pesar de tantos municipales tragones, sinvergonzones, tramposillos, que no necesitan celebrar el carnaval de los pecheros cuyos bolsillos expolian rutinariamente.
Y llegará la Semana Santa, y la Feria, y la Virgen del Águila, y habrá verbenas por doquier. Y allí estará el pueblo. El que cumple además de con su trabajo, o sufriendo el desempleo, pagando impuestos, tributos, arbitrios, tasas, etc., y, siempre, padeciendo el aire infestado de partículas por tráfico de coches absolutamente ingobernado, la imposibilidad de abrir un negocio porque con este ayuntamiento se convierte en inalcanzable; sufriendo la suciedad de aceras y calzadas, los baches, el ruido; y lo sucio que resulta que con el dinero de todos se hagan continuas transferencias de cientos de miles de euros para los suyos encargados de la propaganda. Un dinero que tantísima falta hace para tantas, y auténticas, necesidades de nuestro pueblo.
[La voz de Alcalá, 15 al 31 de enero de 2016, año XXIV nº 422]
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