…Dónde Tomar?.
Los caminos que a las otras ciudades allegan pasajeros no conducen a Tomar. En algún cruce aparece el nombre en la ruta de Alcobaça o Batalha, o Zezeres, o Penela, pero después se comprueba que la señal estaba equivocada, porque no encontramos Tomar.
…Luego en la Sinagoga una judía de Belmonte nos lo aclaró todo.
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Granito los sillares del castillo; de los templos; del suelo de las calles y las plazas.
En Guimarães el granito siempre venció a la frágil cerámica.
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…El gris derrotó al azul…
El azulejo es piel; el granito víscera…
El azulejo es cine; la piedra pantalla…
Alicatar es enmascarar las casas.
Si tienen máscara no precisan de la piedra, se sostienen en esa suerte de metáfora de los mosaicos.
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Cuando llegamos en el tren a Aveiro, en la primera plaza que vieron nuestros ojos, asombrados comprobamos que las personas se convertían en dibujos al contacto con nuestras miradas curiosas.
Dibujos a lápiz o carboncillo, en claro contraste con los verdaderos, blanquiazules, de las cerámicas que adornaban la fachada de un hermoso edificio, donde unos personajes populares son representados con mucha belleza y antropología.
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Aveiro, la llana.
…Mojada.
Aveiro a la vera de la mar…
Tapias a un lado y otro de la estrecha calle recta adoquinada sin aceras. Asoman muy por encima de las tapias copudos y hojosos árboles verdioscuros. Coronan sus remates a dos aguas trepadoras que dentro de la quinta se desarrollan, de diversas clases y muy espesas, y también hojosas y verdioscuras.
No sólo hay un palacio y su jardín magnífico, sino otros con jardines como bosques, todos cercados con esas tapias que abrigan la propiedad, y regalan al pasajero umbría y trayecto.
Probablemente los molinos del Guadaíra, del Marchenilla o del Gandul, molieran alguna vez con ruedas de piedra de Condeixa. Hemos visto un molino de agua en Condeixa. Hemos llegado por un callejón de piedra; hemos cruzado un dintel de granito, y allí el molino, al lado de una floresta de bambúes. Corren arroyos por Condeixa.
O Porto, el puerto, la puerta, la cerradura, el gozne…
Oporto existe en el pasado. El pasado de hoy es Oporto.
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Gaviotas y altares barrocos. Colinas donde se agazapan los barrios; a los escarpes se agarran las casas, igual que el azulejo multicolor a sus fachadas.
Torres con reloj y campanas.
Ágiles puentes sostenidos sobre un arco permiten volar por encima de un marinero Duero.
Aire del océano en los pulmones de los portuenses. Aire azul de oleaje. Miran como miran los barcos lejanos, y en los ojos aún les brilla la luz del asombro, la luz que vieron en otros tiempos, la de las costas de remotos continentes…
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Porto es gris granito y azulejos; y adoquines; y ágiles puentes que unen las cimas de las colinas.
Oporto es el Duero.
Un Duero ebrio de vino con aguardiente.
En Portugal todos los grandes ríos son ya mar:
Tú, Tajo;
y tú, Duero.
En España no: sois sólo ríos.
Y tú, Mondego, que naces en el corazón de la sierra de la Estrella.
Tú, Mondego, eres más que mar.
En toda Portugal, siempre Lisboa.
… Y en Lisboa?
En toda Lisboa, siempre Pessoa.
… Y en Pessoa?
En todo Pessoa, nadie siempre.
… Y en Nadie?