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Cuando llegamos en el tren a Aveiro, en la primera plaza que vieron nuestros ojos, asombrados comprobamos que las personas se convertían en dibujos al contacto con nuestras miradas curiosas.
Dibujos a lápiz o carboncillo, en claro contraste con los verdaderos, blanquiazules, de las cerámicas que adornaban la fachada de un hermoso edificio, donde unos personajes populares son representados con mucha belleza y antropología.
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Aveiro, la llana.
…Mojada.
Aveiro a la vera de la mar…