LOS TALENTOS. Olga Duarte Piña (2009).
Vista de Alcalá de Guadaíra
Foto LGV
2008
Observemos la fotografía: Los copudos pinares de Oromana, los eucaliptos al fondo y la asfixiante urbe en una mañana de verano. Ningún árbol entre las fronteras del verde. El frescor del verdor y el calor acumulado entre los innumerables tabiques. El misterio y la angustia.
La gente quizás ya esté fuera de sus casas para aprovechar las primeras horas matutinas en las que no pesa hacer cualquier recado pero temen volver a sus recalentados hogares como colmenas en las que no se ha tenido en cuenta la medida humana. Y miran como un espejismo al verde parque al que sólo podrán llegar alguna tarde.
La importancia histórica de Alcalá como locus amoenus, lugar placentero, es conocida por sus habitantes. Dice María Moliner en su Diccionario de Uso del Español: «Aplicado a lugares, con encantos naturales y donde es grata la estancia.» Se sabe que por aquí han pasado pintores, fotógrafos, músicos, poetas y románticos interesados por este pueblo a orillas de un río y entre alcores. A principios del siglo XIX José María Blanco-White escribiría sobre Alcalá, lugar saludable, frente a una Sevilla arruinada por las enfermedades. El libro de Juan Fernández Lacomba (2002) La Escuela de Alcalá de Guadaíra y el paisajismo sevillano. 1800-1936 da fe de la relevancia paisajística, artística y cultural de nuestro pueblo durante más de un siglo. Pero también aquí, hoy en día, residen artistas, creadores y amantes de los cielos y recovecos de este pueblo que aún no han sido mermados por el afán urbanístico… ¿saben esto nuestros gobernantes? Pensando en ello me he acordado de la parábola de Los talentos (Mt 25, 14-30) de la que cito el inicio de la misma: «El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió.» Aquél que recibió sólo un talento lo enterró por temor a perderlo, a su regreso el hombre lo repudió quitándole el talento y dándoselo al que de cinco le entregó diez.
Quienes se encargan la Cultura o del Patrimonio de Alcalá desconocen o niegan a los creadores que viven en este pueblo, no cuentan con ellos, no se interesan ni les preguntan por sus ideas ni saben siquiera sobre el discurrir de sus investigaciones, por eso no los hacen partícipes de los proyectos que se realizan para Alcalá. Éstos son encargados a mentes funcionariales que podrían elaborarlos para cualquier otro municipio. Cuántas ideas quedan enterradas como talentos y cuántos talentos son desaprovechados.
No se percatan, por pura y osada ignorancia, que Alcalá sería otra ciudad si fueran los artistas los que contaran para organizar los festivales de verano y otros eventos culturales necesarios, vinculados al teatro, el cine o la música. Tampoco son tenidos en cuenta para la restauración y aprovechamiento del patrimonio: los molinos, la Casa de Ibarra, el antiguo Cuartel de la Guardia Civil y tantos edificios con los que no se sabe qué hacer mientras se desmoronan y espantan a los visitantes; o aquéllos que ya cayeron bajo la picota como la Plaza de Toros que hubiera sido un excelente escenario para conciertos y representaciones teatrales.
En muchas históricas ciudades europeas ya hace tiempo que cuentan con sus artistas, éstas no hace falta mencionarlas pero ¿saben nuestros concejales cuáles son?.