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«CARMINA» EN EL DÍA DE LA HISPANIDAD DE 2018 CON UN SONETO: «MIRÉ LOS MUROS DE LA PATRIA MÍA». Francisco de Quevedo (1580-1645)

 
 
 

Quevedo_(copia_de_Velázquez)

 
 
 

   Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

  Salime al campo. Vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.

   Entré en mi casa. Vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte.

   Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

 
 
 

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POR QUÉ, HABIENDO MUCHAS MADRES MUERTO DE LÁSTIMA DE VER MUERTOS SUS HIJOS, AMANDO NUESTRA SEÑORA MÁS A SU HIJO QUE TODAS, NO MURIÓ DE LÁSTIMA. Soneto de Francisco de Quevedo (1580-1645)

EN LA MUERTE DE CRISTO, CONTRA LA DUREZA DEL CORAZÓN DEL HOMBRE. Soneto de Francisco de Quevedo (1580-1645)

POR LOS REYES BUENOS, DE QUIEN MURMURAN MALOS VASALLOS. Francisco de Quevedo (1580-1645)

PADRE NUESTRO [GLOSADO (DOS FRAGMENTOS)]. Francisco de Quevedo (1580-1645)

PADRE NUESTRO [GLOSADO]. Francisco de Quevedo (1580-1645)

 
 
 

ACCIÓN CULTURAL EN LA LIBRERÍA ‘TÉRMINO’. Alcalá de Guadaira (2017-2018)

 
 
 

 
 
 
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LIBRERÍA TÉRMINO (2016-2017). Muestra fotográfica con música de un año de acciones en TÉRMINO, una librería de Alcalá de Guadaíra

 

«WHEN YOU LIVE IN A BOX» 2. Xopi (librería ‘Término’, 28 de septiembre de 2018)

 
 
 
LA EXPOSICIÓN XOPI 2
 
 
 

«WHEN YOU LIVE IN A BOX» 1. Xopi (librería ‘Término’, 28 de septiembre de 2018)

 
 
 
LA EXPOSICIÓN XOPI 3
 
 
 
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MIL PUNTILLAS, O MÁS. Xopi
 
 
 

«WHEN YOU LIVE IN A BOX» Y «EFÍMERA»: UNA EXPOSICIÓN DE PINTURAS Y UNA ACCIÓN PICTÓRICA. XOPI EN LA LIBRERÍA ‘TÉRMINO’. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (Alcalá de Guadaíra, 28 de septiembre de 2018): Parte 3 ‘EN LA CALLE, ENTRE LA GENTE, LAS PINTURAS’

 
 
 
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«WHEN YOU LIVE IN A BOX» Y «EFÍMERA»: UNA EXPOSICIÓN DE PINTURAS Y UNA ACCIÓN PICTÓRICA. XOPI EN LA LIBRERÍA ‘TÉRMINO’. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (Alcalá de Guadaíra, 28 de septiembre de 2018): Parte 2 ‘TRASLADO DE LOS CUADROS’

 
 
 
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DE CÓMO XOPI LLEVÓ UN CUADRO A UNOS CLIENTES UNA NOCHE DE VERANO. Fotografías de Lauro Gandul Verdún 2008
 
 
 

«WHEN YOU LIVE IN A BOX» Y «EFÍMERA»: UNA EXPOSICIÓN DE PINTURAS Y UNA ACCIÓN PICTÓRICA. XOPI EN LA LIBRERÍA ‘TÉRMINO’. Fotografías de Lauro Gandul Verdún (Alcalá de Guadaíra, 28 de septiembre de 2018): Parte 1 ‘DENTRO DE LA LIBRERÍA’

 
 
 
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LA SAGA DE LOS TROTTA. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 13 – 1ª Parte). Por José Miguel Ridao

 
 
 

De nuevo traemos a nuestra sección la colaboración de un amigo y a la vez cofrade impenitente de nuestra «hermandad de la Kapuzinerkirche» (quizá la única a la que podría pertenecer José Miguel). En esta ocasión se comenzará una serie de artículos sobre la saga familiar que fue creada por Joseph Roth, un autor fundamental de Noticias de un Imperio y del cual hablamos en el número 10. La familia Trotta son los protagonistas en dos obras de Roth que ya hemos citado: La marcha de Radetzky (1932) y La cripta de los capuchinos (1938). Forman parte de esas sagas tan propias de la literatura de finales del siglo XIX y principios del XX, tales como los  Bruddenbrook de Mann, los Rougnon-Macquart de Zola, los Maia de Queirós y si nos ponemos patrios los Rius de Ignacio Augustí.  José Miguel Ridao nos llevará a trote de su fluida pluma (o teclado para quitar yerro decimonónico) por los avatares de una familia…o para ser más exactos de la familia que resume el orto y ocaso del Imperio austro-húngaro.

(Pablo Romero Gabella)

 
 
 
Batalla de Solferino. Carlo Bossoli

Batalla de Solferino
Carlo Bossoli
(1815-1884)

 
 
 

«Er war Slowenne». Con esta frase aparentemente anodina Joseph Roth propone toda una declaración de intenciones al inicio de su gran novela La marcha Radetzky. Se refiere al teniente Joseph Trotta, que salvó la vida del joven emperador Francisco José en la batalla de Solferino en el año 1859. Este Trotta es el primero de una saga cuyas vidas se dibujan en esta obra con trazos tan precisos como difuminado resulta el imperio austrohúngaro que las abarca. Su abuelo sí fue realmente un esloveno pegado a la tierra y a la lengua vernácula, pero ya su padre obtuvo un puesto de guardia fronterizo en los confines meridionales del poderoso y a la vez crepuscular imperio. Cuando acude, ya condecorado con la orden de María Teresa por el afortunado lance de Solferino, a visitarle en Laxenburg, el padre le habla «en el rudo alemán de los eslavos del ejército», mientras que el teniente Trotta «esperaba que salieran de los labios del padre las primeras palabras en esloveno, como algo muy lejano e íntimo, como una tierra perdida». Joseph Trotta, el flamante barón de Sipolje, ya fue educado en la lengua oficial del imperio, y apenas entendía algunas palabras eslovenas, pero sentía que esta lengua estaba enraizada en su ser, mucho más que el alemán que hacía de amalgama entre las diversas etnias que conformaban el puzle imperial.

   A través de tres generaciones de la familia Trotta, Roth consigue recrear con maestría el devenir del imperio. Francisco José I sobrevive a todos: «El emperador era viejo. Era el emperador más viejo del mundo […] El campo ya estaba vacío y solamente quedaba el emperador, como una última espiga de plata olvidada». Entre tanto, las vidas del abuelo, héroe de Solferino, su hijo Franz, alto funcionario del imperio, y el nieto Carl Joseph, de nuevo oficial, constituyen una alegoría del nacimiento, esplendor y decadencia de una corona bicéfala que heredó el testigo del sacro imperio romano-germánico y supuso el último coletazo del antiguo régimen. Un día de finales de junio de 1914, cuando Carl Joseph asistía a una fiesta de verano organizada en su regimiento en Galitzia, en los remotos confines del imperio, «nadie advirtió la llegada a galope tendido de un ordenanza que se lanzaba hacia la plazuela y detenía el caballo de un fuerte tirón». Su carta contenía un breve mensaje en grandes letras: «Rumores heredero trono asesinado en Sarajevo». Aún vivía el viejo emperador, pero la lenta agonía del imperio había llegado a su fin.

 
 
 
Asesinato del Archiduque Francisco Fernando y la duquesa Sofía. Ilustración de Le petit journal

Asesinato del Archiduque Francisco Fernando y la duquesa Sofía
(Ilustración de Le petit journal)

 
 
 

   La novela rezuma melancolía y añoranza por el paso del tiempo. Cuando Roth publica La marcha Radetzky el viejo imperio no era más que un montón de cenizas, y una Prusia poderosa y amenazante, convertida en un nuevo Reich, estaba destinada a convertirse a su vez en cenizas, estas realmente horripilantes. Justo en medio de esta última vorágine escribe Stefan Zweig El mundo de ayer poco antes de suicidarse, y Robert Musil, en El hombre sin atributos, no cuenta nada pero a la vez lo cuenta todo de forma magistral, desgranando en casi dos mil páginas la esencia de una época. Roth fallece en París en mayo de 1939 presa del delírium tremens. Su familia tuvo menos suerte, sacrificada en los campos de concentración nazis. La nostalgia del imperio perdido tornó en pesadilla. Los acordes de la Marcha Radetzky siguen resonando en Europa como testigo de una época, si no gloriosa, sí grandiosa. El imperio austrohúngaro fue breve en el tiempo, apenas abarcó la vida de tres generaciones de hombres de origen esloveno y de apellido Trotta, pero ese imperio ha quedado petrificado en los años y en la memoria.

 
 
 
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EL ESTANDARTE O EL IMPERIO CONTRAATACA. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 1). Por Pablo Romero Gabella

«LOS DÍAS CONTADOS» O LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ EN TRANSILVANIA [1ª PARTE]. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 2). Por Pablo Romero Gabella

«LOS DÍAS CONTADOS» O LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ EN TRANSILVANIA [2ª PARTE]. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 3). Por Pablo Romero Gabella

«LOS DÍAS CONTADOS» O LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ EN TRANSILVANIA [3ª PARTE]. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 4). Por Pablo Romero Gabella

«LOS DÍAS CONTADOS» O LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ EN TRANSILVANIA [4ª PARTE, Y ÚLTIMA]. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 5). Por Pablo Romero Gabella

EL BARON BAGGE O EL VÉRTIGO DE SER LOS OTROS. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 6). Por Pablo Romero Gabella

EL ÚLTIMO ENCUENTRO O EL CREPÚSCULO DE LOS ADIOSES. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 7). Por Pablo Romero Gabella

SIEMPRE NOS QUEDARÁ VIENA. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 8). Por Pablo Romero Gabella

GEORG TRAKL: LA DECADENCIA DE UN IMPERIO. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 9). Por José Miguel Ridao

«FUGA SIN FIN» O EL JUDÍO ERRANTE. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 10). Por Pablo Romero Gabella

EL VALS INFINITO. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 11). Por Pablo Romero Gabella

«RÉQUIEM ALEMÁN» O ALGO HUELE A PODRIDO EN VIENA. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 12). Por Pablo Romero Gabella
 
 
 

«DOCTOR GLAS» O LAS NOCHES MÁS BLANCAS. De la serie «LIBER BREVIS, VITA LONGA» (Núm. 3 – 2ª Parte). Por Pablo Romero Gabella

 
 
 
edwardHopper-Vidanocturna

Vida nocturna
Edward Hopper
(1882-1967)

 
 
 

En la primera entrega de este artículo nos referimos a las complejidades del protagonista de la novela de Söderberg Doctor Glass (1905), ahora  toca seguir repasando mis apuntes sobre este libro.

   Otro de los asientos que tengo en mi libreta tiene una relación directa con ese «deseo doliente» al que nos referimos. Se trata del sexo, del amor y de la mujer. En lo que respecta a las mujeres, Glas admite que siempre «ha tenido que escoger entre el hambre y la carne podrida». También reconoce que placer y felicidad no van siempre unidos, al contrario; esto es debido a que los hombres buscan el placer «contra su interés, contra sus convicciones y su fe, contra su felicidad». Para él el sexo no era algo prioritario, es más, se indignaba con que «nuestro deseo debe saciarse mediante un órgano que usamos varias veces al día para evacuar impurezas…» Sin embargo la aparición de la mujer del clérigo le  remueve su interior. Eso le lleva  a su lado más «romántico» cuando llegara a decir que «quiero verla, y oír su voz. Quiero tenerla conmigo». Esto le hace recordar un amor de verano de su juventud, o más bien y seamos precisos, su amor de verano. Aquel que tuvo en una Noche de San Juan, en ese eterno día boreal, que es el tiempo de la famosa obra La señorita Julia (1888) de Strindberg. El recuerdo de esa noche, donde se mezclan señores y campesinos y es posible hasta el amor, le provoca una angustia que tiene su lado onírico cuando dice que «un sueño me ha descubierto deseos que yo no quería desear, que no quería reconocer». Releo mis apuntes: los sueños. Freud, lugar común en su época, aparece en varias de sus digresiones. Sobre su «amada» dice: «sabemos tan poco unos de otros. Abrazamos una sombra y amamos un sueño. Además ¿qué se yo de ella?».

   En sus noches blancas, cuando se pone a escribir en su diario, el doctor llega a confesar que «ya no puedo mantener la separación entre el sueño y la vida. La vida se me va volviendo sueño y tal vez nunca ha sido otra cosa». De Freud a Calderón y con ello otro tema que tengo apuntado: la necesidad de la ficción y por tanto la necesidad del arte. Necesitamos la ficción, y una de las más potentes es la de la belleza (a través de la mujer) que es el origen del arte, de la literatura y de la música. Arte y literatura conforman nuestras propias geografías personales y sentimentales. Y es que dice nuestro protagonista «no tengo ojos propios». Vemos, en gran medida, gracias a los artistas: «Ay, que verían mis pobres ojos en el mundo, de no ser por esos cientos o miles de maestros y amigos escogidos entre quienes han escrito y pensado y mirado por los demás.» Desde Homero nuestras vidas ya no son lo mismo, como tampoco desde que conocemos a Cervantes, Flaubert, Stendhal o Baroja, por decir los que me vienen a la mente. El escritor holandés Cees Nooteboom ha escrito que «compadezco a los que no leen; sólo tenemos una vida y la literatura te ayuda a entenderla antes de irte para siempre».

   Esta reflexión nos lleva al papel que juegan los poetas y artistas. Citando a Strindberg (esa sombra literaria que lo cubre) se pregunta si son los poetas los que marcan las leyes de su época. El papel del artista y del intelectual estaba en esos momentos, principios del siglo XX, en un momento cenital. En la novela se cita varias veces el caso Dreyfus, momento inaugural, con el  «Yo acuso» de Zola, del intelectual como faro que guía a las conciencias. Aquí juega un papel esencial otro personaje de la novela: su amigo Markel, el periodista. Éste le dice que su oficio consiste, entre otras cosas, en proteger «al ganado de las dosis de verdad demasiado fuertes». La verdad, otra de mis anotaciones. ¿Es necesaria la verdad? Glas nos responde: «con la verdad ocurre como con el sol. Su valía para nosotros depende de que nos encontremos a la distancia conveniente». La verdad te quema si te acercas, pero como el Sol, la necesitamos para vivir.

   Necesitamos la verdad y las ficciones, pero ¿y la moral y las leyes? Para Glas la ley es «absurda y ninguna persona decente permite que la ley rija sus acciones». Entramos en la parte más «social» de la novela donde advertimos ese fondo decadentista de principios de siglo XX. Para Söderberg moral y leyes son la misma cosa, un instrumento sin valor por sí mismo y  solo expresa «la opinión que tienen las otras gentes lo que es justo». Frente a esa «mores», a esas costumbres, se enfrenta el individuo que se encuentra «en constante estado de guerra» ( lo que llamaba Baroja «la lucha por la vida»). Para el autor la moral no debe ser «divinizada», sino «utilizada». Resabios nietzscheanos aparecen ahora con claridad y un regusto a Crimen y castigo (1866) que impregna la parte central de la novela. Esta crítica de la moral imperante (frente a una ética personal) le sirve para criticar a la religión, entendida como moral, representada por el personaje del clérigo Gregorius. Pintado como un ser repugnante que mató la fe en Dios en su mujer. Un personaje que podríamos visualizar todos en el del clérigo de la película Fanny y Alexander (1982) de Bergman. Söderberg, utilizando a Glas, critica a la educación religiosa y sus efectos perniciosos en la mujer del clérigo. Ésta le confiesa que «siempre me habían enseñado que la voluntad de Dios consiste siempre en lo más opuesto a nuestra propia voluntad». Las sombras de Anita Ozores y Don Fermín van más allá de Vetusta.

   Reviso mis últimas anotaciones. Queda la parte más polémica y problemática, y que sin embargo hace de esta novela de una actualidad hiriente. Me refiero a cuando trata de la eugenesia y la eutanasia. Söderberg recoge el espíritu de su época entre los intelectuales. En consonancia sus provocadoras visiones de la moral propone incomodarnos. Incluso hoy en día lo logra.En cuanto a la eugenesia el protagonista, que se vale de su experiencia como médico, dice sin contemplaciones que «cada idiota del asilo cuesta más de mantener en un año de lo que gana en un año un obrero joven y sano».  Otra terrible confesión del doctor es que «cuánto material humano inútil y desesperadamente estropeado habré contribuido a conservar ejerciendo mi oficio». Unas afirmaciones, por desgracia, bastante comunes años más tarde en la Alemania nazi y no olvidemos, en otras partes de aquella Europa del Nuevo Orden. Un orden contra el que el autor, paradójicamente, se rebelaría en el final de su vida en la Dinamarca ocupada por los nazis. En lo que respecta a la eutanasia el doctor Glas es un firme partidario del «derecho a morir» y profetiza que:

   «Tendrá que llegar, y llegará, el día en que el derecho a morir se considerará mucho más importante e inalienable que el derecho a introducir una papeleta en una urna electoral. Y cuando haya madurado aquel día, todo enfermo incurable –y también todo «criminal»-tendrá derecho a la ayuda del médico, si desea la liberación.»

   Palabras que hoy dividen a nuestras sociedades autosatisfechas pero a la vez aburridas y en busca de un sentido como era la que vivió Söderberg. ¿Hay compasión en toda esta negrura? La compasión solo la podríamos encontrar en las contradicciones que vive nuestro personaje. Y así dice «cada vez que veo un jorobado, por simpatía me siento también un poco jorobado». Glas temía a los remordimientos. Remordimientos que le asaltan en sus noche blancas cuando escribe en su diario «si alguien huele a muerte cuando está vivo hay que matarle». Como pueden observar es una novela que no deja indiferentes a los lectores del hoy y seguramente del mañana.

 
 
 
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LOS «OTROS». De la serie «RECORTES», Nº 72. Por Pablo Romero Gabella (con pintura de Rafael Luna)

AMAZ[ON]ING. De la serie «RECORTES», Nº 79. Por Pablo Romero Gabell

«DOCTOR GLAS» O LAS NOCHES MÁS BLANCAS. De la serie «LIBER BREVIS, VITA LONGA» (Núm. 3 – 1ª Parte). Por Pablo Romero Gabella
 
 
 

«DOCTOR GLAS» O LAS NOCHES MÁS BLANCAS. De la serie «LIBER BREVIS, VITA LONGA» (Núm. 3 – 1ª Parte). Por Pablo Romero Gabella

 
 
 
Nº-9-Hojas-y-lápices

Hojas y lápices
(de la serie «Aquellos niños del río» para un cuento de Olga Duarte Piña)
Rafael Luna
2005

 
 
 

En ocasiones los errores pueden ser felices y eso pude comprobarlo cuando buscando una obra del dramaturgo sueco August Strinberg (1849-1912) llegué a un compatriota suyo: Hjalmar Söderberg (1869-1941). En concreto, el azar me llevó a su novela corta Doctor Glas (1905) y que me supuso el descubrimiento de una obra maestra celebrada por muchos. La novela no pasa de los 150 páginas en las dos ediciones en español, Seix Barral en 1968 y Alfabia en 2011, ambas con la traducción del poeta Gabriel Ferrater.

   Söderberg fue un escritor y periodista que seguía el camino marcado por Strinberg, considerado un titán de las letras suecas y reconocido, en la Europa de la «Belle Epoque», como fustigador de las «conciencias bienpensantes y excesivamente satisfechas» (Sergio Rodríguez, «Extremo Strinberg, templado Söderberg», Babelia 2 septiembre 2011). Era un claro ejemplo de esa insatisfacción nórdica por la vida  pero que a la vez la celebraba; esto lo une a creadores como Knut Hamsum o  Igmar Bergman. Un año después de escribir la obra que reseñamos se trasladó a Copenhage donde acabó sus días escribiendo artículos periodísticos contra la ocupación nazi. El cine lo hizo más conocido cuando  en 1964 Carl Theodor Dreyer llevó a la pantalla su obra Gertrud (1906). Söderberg también tradujo al sueco las obras de Anatole France y de Guy de Maupassant. Para la escritora canadiense Margaret Atwood, hoy encumbrada por HBO, esta novela (de la cual escribió una magnífica introducción para su edición inglesa en 2002 y que es fácilmente localizable en Internet) es una de las primeras novelas «modernas» que anticipaba a Joyce y que recogía las nuevas ideas de su tiempo: el poder de lo onírico de Freud, el existencialismo de Kierkegaard, la desesperación sublime de Dovstoievsky y el «superhombre» de Nietzsche. Andrés Ibánez ha dejado escrito que es «uno de esos libros que uno lee con un lápiz en la mano para marcar frases y párrafos» («Profundo, misterioso, inolvidable», ABC Cultural 8 septiembre de 2011). En esto último no puedo estar más de acuerdo, ya que este libro es un venero de citas y reflexiones que van más allá del espíritu de «fin du siècle» en el cual fue escrito.

   Repasemos por tanto este «liber brevis» a través de las anotaciones que he ido haciendo en mis lecturas y relecturas. Comencemos con el personaje que da título a la novela: Tyko Gabriel Glas. La elección de su nombre no parece hecha al azar. Según Atwood Tyko se escogió por el astrónomo danés Tycho Brahe, gran estudioso de las estrellas las cuales son mencionadas en varias ocasiones en la novela; Gabriel podría hacer referencia tanto al arcángel de la nueva esperanza de la Anunciación como al aniquilador de Sodoma y Gomorra o incluso al del Juicio Final, con lo que se demostraban las contradicciones del personaje; por último, el apellido Glas se relaciona con el espejo donde continuamente se mira nuestro antihéroe. La acción de la novela transcurre en el corto verano de Estocolmo donde la vida plácida pero aburrida de un doctor con consulta abierta se  verá zarandeada por la aparición de una mujer, la esposa del viejo clérigo Gregorius; ésta lo visita para pedirle algo….que no desvelaré. La esposa es para Glas «una mujer con el corazón rebosante de deseo y de tormento… perfumada de amor, pero ruborizándose avergonzada de que el perfume fuera tan fuerte y perceptible». El comienzo realmente es prometedor y los acontecimientos irán desarrollándose como casi una novela «noir» que me recuerda a la película Perdición (1944) del gran Billy Wilder. Pero volvamos a mis apuntes, estamos con el personaje. Él mismo dice que «no me hago ilusiones sobre mí mismo. Pero no quisiera ser otra persona». Se declara un solitario como un rasgo de su carácter y no tanto como una circunstancia sobrevenida en su vida. Le gusta ser un misántropo rodeado de gente extraña y a la que no le apetece hablar ni muchos menos conocer. Pero la irrupción en su vida de la mujer del clérigo hace que se advierta que dentro de él viven dos «voces interiores». Una le dice que lleva «una vida vacía y miserable y no le encuentro ningún sentido». Es la vida de un «voyeur» que se dedica a observar la vida pasar. Así nos lo dice: «estoy hecho para observar, quiero acomodarme en un palco y mirar cómo en el escenario se matan unos a otros, pero sin tener yo nada que ver con aquella gente. ¡Quiero quedarme al margen, déjame en paz!». Este solitario «voyeur» se relame en sus «orgías de pensamiento» que nos recuerda la famosa sentencia flaubertiana. Sin embargo, hay otra voz más profunda que la mujer ha hecho emerger de su pasado; concretamente de una Noche de San Juan juvenil. El ya anticipado viejo Glas, aunque aún no ha llegado a la cuarentena, se quita su máscara y reconoce que «no soporto ser el único que sabe quién soy, llevar continuamente una máscara ante todo el mundo. Ante una persona tengo que desnudarme, una persona tiene que saber quien soy». ¿Y quién mejor que él mismo? Esa es la razón que le llevará a escribir un diario durante ese verano y que da forma literaria a la novela. Glas vive atrapado en un deseo fáustico que él reconoce como algo universal: «queremos tenerlo todo, queremos serlo todo. Queremos gozar de toda felicidad y ahondar en todo sufrimiento». Una idea muy extendida en nuestros días en que parece que podemos ser (falsamente) «todistas» como se dice en una campaña publicitaria de una aseguradora, nada menos.

   La segunda voz interior hace que Glas se ponga barojiano: «la vida es acción, cuando algo me indigna quiero intervenir». Ya tenemos a un «indignado» Glas que parece que ha encontrado un fin que puede dar sentido a su aburrida vida. Tal como le ocurre al personaje del profesor de filosofía (interpretado por Joaquín Phoenix) en la poco reconocida película de Woody Allen Irrational man (2015). Acción y contemplación, temas tan caros a Baroja que años después en El árbol de la ciencia (1911) se muestran en una magnífico diálogo entre Andrés Hurtado (otro médico como Glas y no creo que sea casualidad) e Iturrioz. Una parte de éste nos ayuda a entender mejor lo que nos quiere decir el autor sueco y por ello lo cito, no sin ser consciente de mi exceso:

   «- La consecuencia a lo que yo iba era ésta, que ante la vida no hay más que dos soluciones prácticas para el hombre sereno: o la abstención y la contemplación indiferente de todo o la acción limitándose a un círculo pequeño. Es decir, que se puede tener quijotismo contra una anomalía; pero tenerlo contra un regla general es absurdo.

   »-De manera que, según usted, el que quiera hacer algo tiene que restringir su acción justiciera a un medio pequeño.»

   Glas reconoce que todos queremos suscitar en los demás alguna clase de sentimiento si no es amor, ni admiración, ni temor, ni odio al menos conseguir el desprecio. Algo es algo. Todo menos el aburrimiento. Otro tema interesante este del aburrimiento o «ennui» en francés y que es uno de los tópicos de la literatura decimonónica. Y esto se cumple perfectamente en Glas, que reconoce que el «ennui» era algo propio de las clases altas pero que con el crecimiento de la cultura y el bienestar también ha llegado a plebeyos como él mismo. Nuestro personaje siente el aburrimiento no como una rémora, todo lo contrario, lo siente como una energía,  como una acción violenta latente presta a liberarse. Es un estado (como el que ponen algunos en sus «whatssap») de «deseo doliente», un desafío, una aventura que haga desaparecer la monotonía de la vida burguesa. Tomo parte de estas ideas de un libro actual de Daniel Lemes titulado Aburrimiento y capitalismo (Ed. Pre-Textos, Valencia, 2017).

   En la segunda parte de este artículo seguiremos escudriñando las notas de mi libreta.
 
 
 
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LOS «OTROS». De la serie «RECORTES», Nº 72. Por Pablo Romero Gabella (con pintura de Rafael Luna)

AMAZ[ON]ING. De la serie «RECORTES», Nº 79. Por Pablo Romero Gabella