Posts categorized “Antonio Luis Albás y de Langa”.

GOZO PARA LA NAVIDAD: ADORAD AL NIÑO. María Suárez, (25.XII.1996).

Navidad1

 

 

La Virgen y San José
llegaron a Belén,
iban buscando posada
y nadie los escuchaba.

Así les llegó la noche,
salieron de la ciudad;
en un portal triste y frio
se dignaron a pasar.

La Virgen muy conmovida
y lo mismo San José,
en aquel portal tan frío
el Niño estaba al nacer.

En un pesebre de pajas
junto a la mula y el buey,
ha nacido el Niño Dios,
en el portal de Belén.

Bajan ángeles del cielo
con camisita y pañal
porque está el Divino Niño
desnudito en el portal.

Qué alegría hay en la tierra
ha nacido el Salvador,
marchemos todos alegres
a brindarle nuestro amor.

Pronto fueron los pastores
a ver al Niño nacido
con pandereta y zambomba
le cantan un villancico.

Venid pastores, venid,
vamos todos a adorar
al Niño recién nacido
que esperándonos está.

Venid pastores, venid,
llegad, pastores llegad,
vamos a cantar al Niño
que esperándonos está.

Pronto fueron los pastores
a ver al Niño nacido
con padereta y zambomba
le cantan un villancico.

Venid pastores, venid,
vamos a adorar
al Niño recién nacido,
que esperándonos está.

María Suárez

.

PÓRTICO

María, nacida en Driebes (Guadalajara); mujer castellana, de recio y ardiente corazón, es sólida como el subsuelo roqueño de su pueblo. Sus poesías, a manera de prismas, descomponen en bellísimos cambiantes la riqueza de su personalidad. Por eso, si en ella hubiese algo en común, lo sería todo. Sólo así se explica que tan perfecto equilibrio y diversidad de fuerzas y actividades constituyan la urdimbre de su vida.

  Ana y Antonio Luis Albás y de Langa

.

Homenaje de la Revista Literaria Carmina a María Suárez. (4.VIII.2017)

EL SUICIDA FEDERICO GARCÍA LORCA I: CANCIÓN DEL JINETE (en el 80 aniversario de la muerte del poeta). Traductor al árabe Antonio Luis Albás, (2016)

FGL11

 

CANCIÓN DEL JINETE

.

Córdoba.

Lejana y sola.

.

Jaca negra, luna grande,

y aceitunas en mi alforja.

Aunque sepa los caminos

yo nunca llegaré a Córdoba.

.

Por el llano, por el viento,

jaca negra, luna roja.

La muerte me está mirando

desde las torres de Córdoba.

.

¡Ay qué camino tan largo!

¡Ay mi jaca valerosa!

¡Ay que la muerte me espera,

antes de llegar a Córdoba!

.

Córdoba.

Lejana y sola

federico-garcia-lorca-firma

Arabe

A.L.

FUE MI MAESTRO: POR GILLES DELEUZE. Antonio Luis Albás, (2016)

Sartresimone

      Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir

Tristeza de las generaciones sin “maestros”. Nuestros maestros no son sólo los profesores públicos, si bien tenemos gran necesidad de profesores. Cuando llegamos a la edad adulta, nuestros maestros son los que nos golpean con una novedad radical, los que saben inventar una técnica artística o literaria y encontrar las maneras de pensar que se corresponden con nuestra modernidad, es decir con nuestras dificultades tanto como con nuestros difusos entusiasmos. Sabemos que en el arte, y aun en la verdad, hay un solo valor: la “primera mano”, la auténtica novedad de lo que decimos, la “musiquita” con la que lo decimos. Sartre fue eso para nosotros (para la generación que tenía veinte años en el momento de la Liberación).

Por entonces, ¿quién si no Sartre supo decir algo nuevo? ¿Quién nos enseñó nuevas maneras de pensar? Por brillante y profunda que fuera, la obra de Merleau-Ponty era profesoral y dependía en muchos aspectos de la de Sartre (a Sartre le gustaba asimilar la existencia del hombre al no-ser de un “agujero” en el mundo: pequeñas lagunas de la nada, decía. Pero Merleau-Ponty las consideraba pliegues, simples pliegues y plegamientos. De ese modo se distinguían un existencialismo duro y penetrante y un existencialismo más tierno, más reservado). Camus, ¡ay!, era la virtud inflada o el absurdo de segunda mano; Camus reivindicaba a los pensadores malditos, pero toda su filosofía nos remitía a Lalande y a Meyerson, autores que los bachilleres conocen muy bien.

Los nuevos temas, un cierto estilo nuevo, una manera nueva, polémica y agresiva, de plantear los problemas, todo eso vino de Sartre. En medio del desorden y las esperanzas de la Liberación, lo descubríamos, lo redescubríamos todo: Kafka, la novela norteamericana, Husserl y Heidegger, los interminables ajustes de cuentas con el marxismo, el impulso hacia una nueva novela… Si todo pasó por Sartre, no fue sólo porque como filósofo tenía un sentido genial de la totalización sino porque sabía inventar lo nuevo. Las primeras representaciones de Las moscas, la aparición de El ser y la nada, la conferencia El existencialismo es un humanismo fueron acontecimientos: en ellos aprendíamos, después de una larga noche, la identidad entre el pensamiento y la libertad.

 

Los “pensadores privados” se oponen de algún modo a los “profesores públicos”. Hasta la Sorbona necesita una anti-Sorbona, y los estudiantes sólo escuchan bien a sus profesores cuando tienen también otros maestros. En su momento, Nietzsche dejó de ser profesor para convertirse en un pensador privado. También lo hizo Sartre, en otro contexto, con otra salida. Los pensadores privados tienen dos características; una especie de soledad que les pertenece siempre, cualesquiera sean las circunstancias; pero también una cierta agitación, un cierto desorden del mundo en el que surgen y en el que hablan. Y también sólo hablan en su propio nombre, sin “representar” nada; y lo que le reclaman al mundo son presencias brutas, potencias desnudas que tampoco son “representables”. Ya en ¿Qué es la literatura?, Sartre dibujaba el ideal del escritor: “El escritor retomará el mundo tal cual es, totalmente en crudo, sudoroso, maloliente, cotidiano, para presentarlo a los libertados sobre el cimiento de una libertad. No basta con concederle al escritor la libertad de decirlo todo. Es preciso que escriba para un público que tenga la libertad de cambiarlo todo, lo que significa, además de la supresión de las clases, la abolición de toda dictadura, la renovación perpetua de los cuadros, la continua perturbación del orden tan pronto como tienda a fijarse. En una palabra, la literatura es, por esencia, la subjetividad de una sociedad en revolución permanente”.

Desde el principio, Sartre concibió el escritor bajo la forma de un hombre como todos, que se dirige a los demás desde un solo punto de vista: su libertad. Toda su filosofía se insertaba en un movimiento especulativo que impugnaba la noción de representación, el orden mismo de la representación: la filosofía cambiaba de lugar, abandonaba la esfera del juicio, para instalarse en el mundo más colorido de lo “prejudicativo”, de lo “sub-representativo”. Sartre acababa de rechazar el Premio Nobel. Continuación práctica de la misma actitud, horror ante la idea de representar prácticamente algo, aunque sean valores espirituales o, como él dice, de institucionalizarse.

El pensador privado necesita un mundo que incluya un mínimo de desorden, aunque más no sea una esperanza revolucionaria, un grano de revolución permanente. En Sartre hay, en efecto, cierta fijación con la Liberación, con las esperanzas decepcionadas de esa época. Hizo falta la guerra de Argelia para reencontrar algo de la lucha política o de la agitación liberadora, y aun así en condiciones tanto más complejas cuanto que nosotros ya no éramos los oprimidos sino aquellos que debían alzarse contra sí mismos. ¡Ah, juventud! Ya no quedan más que Cuba y los maquis venezolanos. Pero, más grande aún que la soledad del pensador privado, está también la soledad de los que buscan un maestro, los que querrían un maestro y sólo podrían encontrarlo en un mundo agitado.

.

El orden moral, el orden “representativo” se ha cerrado sobre nosotros. Hasta el miedo atómico adoptó los aires de un miedo burgués. A los jóvenes, ahora, se les ofrece a Teilhard de Chardin como maestro de pensamiento. Tenemos lo que nos merecemos. Después de Sartre, no sólo Simone Weil sino la Simone Weil del simio. Y sin embargo no es que en la literatura actual no haya cosas profundamente nuevas. Citemos al voleo: el nouveau roman, los libros de Gombrowicz, los relatos de Klossowski, la sociología de Lévi-Strauss, el teatro de Genet y de Gatti, la filosofía de la “sinrazón” que elabora Foucault…

Pero lo que hoy falta es lo que Sartre supo reunir y encarnar para la generación anterior: las condiciones de una totalización: aquella en la que la política, lo imaginario, la sexualidad, el inconsciente y la voluntad se reúnen en los derechos de la totalidad humana. Hoy nos limitamos a subsistir, con los miembros dispersos.

Sartre decía de Kafka: “Su obra es una reacción libre y unitaria contra el mundo judeocristiano de Europa central; sus novelas son la superación sintética de su situación de hombre, de judío, de checo, de novio recalcitrante, de tuberculoso, etcétera”. Pero es el caso de Sartre mismo: su obra es una reacción contra el mundo burgués tal como lo pone en cuestión el comunismo. Expresa la superación de su propia situación de intelectual burgués, de ex alumno de la Escuela Normal, de novio libre, de hombre feo (puesto que Sartre a menudo se presentó de ese modo), etc.: todas cosas que se reflejan y resuenan en el movimiento de sus libros.

Hablamos de Sartre como si perteneciera a una época caduca. ¡Ay! Somos nosotros, más bien, los que hemos caducado en el orden moral y conformista de la actualidad. Sartre, al menos, nos permite la esperanza vaga de los momentos futuros, de las reanudaciones donde el pensamiento puede reformarse y rehacer sus totalidades como potencia a la vez colectiva y privada. Por eso Sartre sigue siendo nuestro maestro.

.

El último libro de Sartre, Crítica de la razón dialéctica, es uno de los libros más bellos y más importantes que se hayan publicado en estos últimos años. Le da a El ser y la nada su complemento necesario, en el sentido en que las exigencias colectivas vienen a consumar la subjetividad de la persona. Y si volvemos a pensar en El ser y la nada, es para recuperar el asombro que supimos sentir ante esa renovación de la filosofía. Hoy sabemos aún mejor que las relaciones de Sartre con Heidegger, su dependencia de Heidegger, eran falsos problemas que descansaban en malentendidos. Lo que nos impactaba de El ser y la nada era únicamente sartreano y servía para medir el aporte de Sartre: la teoría de la mala fe, donde la conciencia, en el interior de sí misma, jugaba con su doble poder de no ser lo que es y de ser lo que no es; la teoría del Otro, donde la mirada del otro bastaba para hacer vacilar el mundo y para “robármelo”; la teoría de la libertad, donde ésta se limitaba a sí misma constituyéndose en situaciones; el psicoanálisis existencial, donde recuperábamos las elecciones básicas de un individuo en el seno de su vida concreta. Y, cada vez, la esencia y el ejemplo entraban en relaciones complejas que le daban un nuevo estilo a la filosofía. El mozo del bar, la chica enamorada, el hombre feo, y sobre todo mi amigo Pedro-que-nunca-estaba, formaban verdaderas novelas en la obra filosófica y hacían palpitar las esencias al ritmo de sus ejemplos existenciales. Por todas partes brillaba una sintaxis violenta, hecha de rupturas y estiramientos, que nos recordaba las dos obsesiones sartreanas: las lagunas de no-ser, las viscosidades de la materia.

El rechazo del Premio Nobel fue una buena noticia. Al fin alguien que no trata de explicar la clase de paradoja deliciosa que es para un escritor, para un pensador privado, aceptar honores y representaciones públicas. Ya hay muchos astutos que tratan de sorprender a Sartre contradiciéndose: le atribuyen sentimientos de despecho porque el premio llegó demasiado tarde; le objetan que algo, de todos modos, siempre representa; le recuerdan que sus logros, de todos modos, fueron y siguen siendo logros burgueses; se sugiere que su rechazo no es razonable ni adulto; se le propone el ejemplo de aquellos que lo aceptaron rechazándolo, sin perjuicio de destinar el dinero a buenas obras. No les conviene provocarlo demasiado; Sartre es un polemista temible. No hay genio que no se parodie a sí mismo. Pero, ¿cuál es la mejor parodia? ¿Convertirse en un viejo adaptado, una coqueta autoridad espiritual? ¿O bien querer ser el retrasado de la Liberación? ¿Verse como un académico o bien soñarse como resistente venezolano? ¿Quién no ve la diferencia de calidad, la diferencia de genio, la diferencia vital entre esas dos opciones o esas dos parodias? ¿A qué es fiel Sartre? Siempre al amigo Pedro-que-nunca-está. Ése es el destino de este autor: hacer correr aire puro cuando habla, aun si ese aire puro, el aire de las ausencias, es difícil de respirar.

.

Periódico Página/12. 24 de Junio 2002. Revista Arts, 28 de Noviembre de 1964.

400 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE CERVANTES, 2016. Antonio Luis Albás.

Don_Quijote01-Aurelio_Teno-xs

Don Quijote. Aurelio Teno, Córdoba 1999.

LA PREGUNTA

Quien se busca en la pérdida

se halla en la búsqueda.

V.N. 

«El origen, nos dice Michel Foucault en una cita recogida por Vicente Núñez en su libro Poemas ancestrales, es, pues, aquello que está en vías de volver, la repetición hacia la cual va el pensamiento, el retorno de aquello que siempre ha comenzado ya, la proximidad de una luz, que ha iluminado desde siempre».

Ser es volver, pero volver como transformación o mejor como transformatividad advertida. Pues el retorno no hace nunca volver lo mismo sino que constituye el único mismo de lo que deviene. Retornar es la única identidad posible, más la identidad de aquello que a cada momento se dice diferente.

¿Qué significa entonces Viaje al retorno sino la escritura de un libro futuro, que sobre el pasado se escribe en ese mismo momento o la copia, como ese otro, de uno pasado, que en realidad es la escritura en presente de un futuro? En Cervantes y Proust siempre se ha recomendado el mismo camino, tal es la enseñanza del Quijote o de La recherche y Le temps retrouvé… en esa búsqueda está el futuro, lo que vas a ser lo encuentras ahí, retrocediendo; convirtiendo el pasado en futuro.

Porque en definitiva el futuro no es sino el pasado reencontrado, revivido… donde se va y se viene; y en ese vaivén es donde se da la máxima posesión de la temporalidad.

Antonio Luis Albás y de Langa, 2005

HOMENAJE A VICENTE NÚÑEZ. COSMOPOÉTICA 2006. (I). Antonio Luis Albás, (2015)

Cosmopoética from revistacarmina on Vimeo.

VERANO: Pablo García Baena, poema inédito, (2015). Antonio Luis Albás

 
Bacon

Francis Bacon, 1952, retratado por el fotógrafo John Deakin 

 


Una mujer pasea desnuda por la playa

Solitaria. Amanece.

Su cabello rojizo, al grana de la aurora

Dora y despierta al paso oleajes dormidos.

Desde la residencia, en alto mechinal,

El anciano acogido la acerca y la vigila

Con los viejos gemelos de teatro y de nácar

-tal vez vieron a Xirgu-

Y algo que ya no siente, le engaña

En el recuerdo.

El nuevo día vibra como un violín de luz

En el pulso de la arritmia.

Hasta para el que mira, encerrado en sus años,

El verano será el tiempo de la dicha.

 

700 AÑOS DE LA SINAGOGA DE CÓRDOBA: (1314/15-2015). Antonio Luis Albás.

HIMNO: VICENTE NÚÑEZ. Antonio Luis Albás, (2013)

Vicente 17

HIMNO

¿Cómo he dilapidado tanto afán, amor mío?

¿Por qué tejí poemas en días ya lejanos

pudriendo de silencio mi voz? La insomne palia

de Penélope astuta cada vez me alejaba

más y más de lo único que importaba a mi vida.

Y cuando al fin llegaste arrasándolo todo,

verso de carne mío más hondo que el ensueño,

un himno de hermosura nos fundió para siempre

en la doble y perfecta mudez de la armonía.

V.N.

JOSÉ LEZAMA LIMA. Una batalla China. Antonio Luis Albás y de Langa, (2013)

 

UNA BATALLA CHINA

 

Separados por la colina ondulante,

dos ejércitos enmascarados

lanzan interminables aleluyas de combate.

El jefe, en su tienda de campaña,

interpreta las ancestrales furias de su pueblo.

El otro, fijándose en la línea del río,

ve su sombra en otro cuerpo, desconociéndose.

Las músicas creciendo con la sangre

precipitan la marcha hacia la muerte.

Los dos ejércitos, como envueltos por las nubes,

se adormecen borrando los escarceos temporales.

Los dos jefes se han quedado como petrificados.

Después cuentan las sombras que huyeron del cuerpo,

cuentan los cuerpos que huyeron por el río.

Uno de los ejércitos logró mantener

unida su sombra con su cuerpo,

su cuerpo con la fugacidad del río.

El otro fue vencido por un inmenso desierto somnoliento.

Su jefe rinde su espada con orgullo.

 

J.L.L.

DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI. Con Ocasión del Viaje Apostólico a Alemania 2011. Visita al Parlamento Alemán. Antonio Luis Albás

VIAJE APOSTÓLICO A ALEMANIA
22-25 DE SEPTIEMBRE DE 2011
VISITA AL PARLAMENTO FEDERAL
DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Reichstagsgebäude, Berlín
Jueves 22 de septiembre de 2011

 

Ilustre Señor Presidente
Señor Presidente del Bundestag
Señora Canciller Federal
Señor Presidente del Bundesrat
Señoras y Señores

Es para mí un honor y una alegría hablar ante esta Cámara alta, ante el Parlamento de mi Patria alemana, que se reúne aquí como representación del pueblo, elegido democráticamente, para trabajar por el bien común de la República Federal de Alemania. Agradezco al Señor Presidente del Bundestag su invitación a tener este discurso, así como sus gentiles palabras de bienvenida y aprecio con las que me ha acogido. Me dirijo en este momento a ustedes, estimados señoras y señores, también como un connacional que por sus orígenes está vinculado de por vida y sigue con particular atención los acontecimientos de la Patria alemana. Pero la invitación a tener este discurso se me ha hecho en cuanto Papa, en cuanto Obispo de Roma, que tiene la suprema responsabilidad sobre los cristianos católicos. De este modo, ustedes reconocen el papel que le corresponde a la Santa Sede como miembro dentro de la Comunidad de los Pueblos y de los Estados. Desde mi responsabilidad internacional, quisiera proponerles algunas consideraciones sobre los fundamentos del estado liberal de derecho.

Permítanme que comience mis reflexiones sobre los fundamentos del derecho con un breve relato tomado de la Sagrada Escritura. En el primer Libro de los Reyes, se dice que Dios concedió al joven rey Salomón, con ocasión de su entronización, formular una petición. ¿Qué pedirá el joven soberano en este momento tan importante? ¿Éxito, riqueza, una larga vida, la eliminación de los enemigos? No pide nada de todo eso. En cambio, suplica: “Concede a tu siervo un corazón dócil, para que sepa juzgar a tu pueblo y distinguir entre el bien y mal” (1 R 3,9). Con este relato, la Biblia quiere indicarnos lo que en definitiva debe ser importante para un político. Su criterio último, y la motivación para su trabajo como político, no debe ser el éxito y mucho menos el beneficio material. La política debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz. Naturalmente, un político buscará el éxito, sin el cual nunca tendría la posibilidad de una acción política efectiva. Pero el éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del derecho. El éxito puede ser también una seducción y, de esta forma, abre la puerta a la desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia. “Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado de una gran banda de bandidos?”, dijo en cierta ocasión San Agustín. Nosotros, los alemanes, sabemos por experiencia que estas palabras no son una mera quimera. Hemos experimentado cómo el poder se separó del derecho, se enfrentó contra él; cómo se pisoteó el derecho, de manera que el Estado se convirtió en el instrumento para la destrucción del derecho; se transformó en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar el mundo entero y llevarlo hasta el borde del abismo. Servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político. En un momento histórico, en el cual el hombre ha adquirido un poder hasta ahora inimaginable, este deber se convierte en algo particularmente urgente. El hombre tiene la capacidad de destruir el mundo.

More… »